TelegramWhatsAppFacebookX

Antisionismo y judeofobia en Venezuela: prejuicios de ayer y de hoy

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo

Hay toda una historia de antisemitismo y antisionismo a la venezolana que tiene que ver con las características propias de la geopolítica de un país petrolero, la intervención de factores internacionales y los prejuicios de personas que uno supondría cultivadas. Esas posiciones se han manifestado en toda la gama del espectro político, de derecha a izquierda. Pareciera que cuando se trata de adversar a los judíos y a su Estado, ambas polaridades coinciden.

Desde que Hugo Chávez se acercó al sociólogo argentino Norberto Ceresole (ya desaparecido), la sombra antijudía ha acompañado a la autoproclamada “revolución bolivariana”. Es cierto que la relación de Chávez con Ceresole terminó de forma abrupta en 1999, cuando el entonces ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, expulsó al argentino del país.

Ceresole era conocido por sus posiciones antijudías expresadas en varios de sus libros, artículos y entrevistas. Aficionado como era a las teorías conspirativas, Ceresole afirmaba que el Holocausto era un mito inventado por los judíos y que el atentado contra la asociación judía AMIA en Buenos Aires fue perpetrado por los judíos. Fue simpatizante del islamismo iraní y del chiismo al que calificaba de “fuerza revolucionaria”.

Otro personaje del entorno íntimo de Chávez tenía también sus debilidades filonazis. Lo cuenta Domingo Alberto Rangel en sus memorias Alzado contra todo (2003) al referirse al coronel Luis Alfonso Dávila. Según el escritor tachirense, Dávila recomendaba a quienes se acercaban al MBR 200 (se convertiría en el partido MVR) que leyeran Mein Kampf (Mi lucha) de Hitler. En su relato, Rangel dice que el propio Chávez desestimó una denuncia contra las afinidades pronazis del coronel Dávila. El comandante golpista pedía a quienes reclamaban que se abordara el tema con “serenidad”. 

Después vendría la ruptura de relaciones entre Venezuela y el Estado judío en 2008, y la infame declaración de Chávez maldiciendo a Israel desde sus entrañas. Con el chavismo en el poder, el gobierno venezolano se volvió aliado de las fuerzas islamistas como Hamás, Hezbolá y los ayatolás de Irán. Sin embargo, las antipatías contra Israel y, de alguna manera, contra los judíos no son nuevas en la política venezolana.

Odio a la derecha y a la izquierda

Dicen que los conversos y sus descendientes son a veces más rabiosos antijudíos que los propios no judíos. Es el caso, por ejemplo, de Torquemada, descendiente de “cristianos nuevos” (judíos conversos) y ardiente inquisidor. Esto ocurrió a su manera y en estos tiempos con el historiador y escritor Carlos Capriles Ayala (1923-2014), quien dio muestras claras de antisemitismo, particularmente en sus artículos en El Universal. Capriles es un apellido sefardí de familias que se instalaron en Coro desde Curazao. Sus descendientes venezolanos se convirtieron al catolicismo. No puedo dar fe de las creencias religiosas de Capriles Ayala (hombre cercano a Copei), pero sí puedo afirmar que en más de una ocasión destiló su odio contra Israel y los judíos en sus textos periodísticos desde una visión de derechas.

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

En un artículo intitulado Los judíos en Europa (El Universal, 12-5-2000), Capriles Ayala comenzaba dejando filtrar su duda sobre la cifra de judíos asesinados por los nazis y sus colaboradores. Banalizaba el número de seis millones, como lo han hecho los llamados historiadores revisionistas (prefiero llamarlos negacionistas). Después pasaba a explicar por qué los judíos se merecían que los odien, particularmente porque sería el pueblo racista por excelencia. Seguidamente expresaba su desilusión ya que Hitler no había terminado su labor de exterminio en “su Europa” (sic), pero se consolaba con el hecho de que demográficamente los judíos se están asimilando y decreciendo en número.

Capriles Ayala constataba que cada vez los judíos son menos, aunque esto no sea el resultado de un proceso de asesinato masivo, sino la consecuencia de sociedades cada vez menos religiosas, según él. Remataba su escrito con el más clásico recurso del racista, ridiculizando la vestimenta de los judíos ortodoxos de París, a quienes consideraba unos fósiles vivientes.

Algo parecido pasa con el exrector de la Universidad Central de Venezuela, Luis Fuenmayor Toro, desde la extrema izquierda. Aunque no lleva la impronta judía en sus orígenes como Capriles, Fuenmayor Toro ha sido constante en sus manifestaciones contra Israel, la negación del Holocausto y el malestar difuso que le producen los judíos. Llama la atención cómo este médico y académico pudo llegar a la más alta posición de la UCV cuando ya era conocido su abierto sentimiento judeofóbico. Sin embargo, nada debería sorprendernos en una UCV donde un depredador sexual (y eventual asesino) como Edmundo Chirinos también llegó ser rector.

Editorial, por la verdad del Holocausto

Editorial, por la verdad del Holocausto

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

La UCV, paraíso de la izquierda radical en tiempos de la democracia civil, fue escenario de la propaganda contra Israel. Uno de los personajes más conocidos en los años setenta del siglo XX fue Hussein Triki. Autor del libro He aquí Palestina. El sionismo al desnudo y colaborador de los nazis durante la ocupación de su Túnez natal, Triki fue, junto al profesor de economía petrolera Mazhar Al Shereidah, el vocero de la causa palestina y antisionista en los predios universitarios.

Allí también daban clases los promotores en Venezuela del Libro verde de Muamar Gadafi, Domingo Alberto Rangel, Pedro Duno y J.R. Nuñez Tenorio (además vulgarizador de la idea Suche del comunismo de Corea del Norte). El servicio prestado a las ideas de Gadafi requería denunciar al “malvado” Estado de Israel. La “casa que vence la sombra” fue por años el reducto de un antisemitismo con el rostro más “amable” del antisionismo.

Fin de la “neutralidad activa”

Los intereses de Venezuela en la OPEP influyeron en las posturas de los gobiernos venezolanos con respecto al conflicto entre árabes e israelíes. Aunque Venezuela en tiempos de la Junta Revolucionaria de Gobierno encabezada por Rómulo Betancourt votó en la ONU (1947) a favor de la partición de la Palestina bajo mandado británico, lo que facilitó la fundación del moderno Estado de Israel, una cierta “neutralidad activa” (así lo manifestó Carlos Andrés Pérez durante su primera presidencia después de una gira por el Medio Oriente) marcó las posiciones venezolanas con respecto al asunto israelí-palestino. Esto explica, por ejemplo, que la delegación de Venezuela en las Naciones Unidas, entonces encabezada por Simón Alberto Consalvi (el canciller era Ramón Escovar Salom), se abstuviera cuando se aprobó en 1975 la resolución que acusaba al sionismo de ser una forma de racismo.

El gobierno de Chávez rompió con esa “neutralidad activa”. Maduro ha seguido la misma línea. Pesaron en este cambio la cuestión petrolera y la postura contra los Estados Unidos. Primero hubo acercamientos con los gobiernos de Siria (y su dictador Bashar el Assad), Irak (en tiempos de Sadam Hussein) y Libia (Gadafi recibió la réplica de la espada de Bolívar). También con el régimen de Irán, con quien se han desarrollado proyectos industriales y petroleros. Las declaraciones de Maduro sobre el conflicto entre Israel y Hamás no han escatimado en demonizar al Estado judío: “En Gaza está teniendo lugar uno de los genocidios más terribles desde la época de los nazis”, dijo recientemente.

Habría también en este acercamiento con el mundo árabe-musulmán un cálculo electoral del chavismo. Al menos, así lo decía abiertamente Tarek Williams Saab, ahora fiscal general de Maduro y en esa época militante del MVR, en una declaración de prensa televisiva que dio en Maiquetía el 20 de septiembre de 2000, cuando se disponía a abordar el avión que llevaría a Chávez a una gira por países árabes y musulmanes. Dijo entonces Saab que el presidente Chávez debía tomar en cuenta en su acercamiento con los países islámicos cuántos musulmanes había en Venezuela versus el número de judíos en el país. Y agregó entonces el ahora fiscal que la comunidad judía no estaba con la “revolución bonita”.

Destape en las redes

El actual conflicto entre Israel y Hamás ha inflamado la esfera pública digital venezolana. En X (antes Twitter) una ola de “sinceridad” se ha producido. Allí se han distorsionado los hechos, y se hacen afirmaciones sin ningún rigor histórico. Las opiniones con tonos antisionistas (e incluso judeofóbicos) son variopintas. Van desde la ignorancia sobre los orígenes del cristianismo y su vinculación con el judaísmo, pasando por la idea de que el sionismo revisionista sería el factor determinante de los conflictos bélicos de Occidente, hasta la difusión de documentos que probarían las vinculaciones entre el movimiento Vente de María Corina Machado y el partido Likud de Netanyahu.   

Veamos algunas muestras de estas opiniones que revelan una continuidad en el sentimiento antiisraelí entre algunos venezolanos destacados. Por ejemplo, Maruja Tarre (@marujatarre), internacionalista y profesora retirada, escribía el 27 de mayo en X lo siguiente: “… Jesús nació judío y creó una religión distinta ¿lo sabe usted? Dicha nueva religión, entre muchos otros defectos, se opuso frontalmente al judaísmo. Jesús, como Profeta de la Paz, hubiera condenado los actos de terrorismo de Hamas, así como las masacres por parte de Israel, como lo ha hecho su representante en la tierra: el papa Francisco…”.

Acudir a Jesús de Nazaret en el debate sobre el conflicto entre Israel y Hamás es moneda frecuente en las redes (es común leer que Jesús fue “palestino”). La profesora Tarre, que uno supone mejor informada que el promedio, afirma que Jesús creó una religión opuesta al judaísmo. Este asunto ha sido debatido mucho por historiadores del cristianismo que han argumentado, con suficientes pruebas textuales e historiográficas, que el creador de la nueva religión cristiana fue Pablo de Tarso, y que en realidad Jesús no rompió nunca con el judaísmo. En todo caso, el mismísimo Jesús lo dice en los Evangelios: “No penséis que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado” (Mateo 5:17).

Otra manifestación del sentimiento antiisraelí fue la opinión expresada por Elie Habalian (@habalianeli), antiguo gobernador por Venezuela en la OPEP, quien escribió lo siguiente en X (también el 27 de mayo): “El sionismo revisionista constructivista fundado por Vladimir Jabotinsky, de seguir en el poder con el Likud (Netanyahu), nunca habrá paz en el Medio Oriente; lo cual no sincroniza con el macroproyecto de Occidente. El pueblo de Israel y la diáspora judía tendrán que decidir”. Para el Sr. Habalian la paz en el Medio Oriente solo depende del partido Likud y de Netanyahu. No existen para este experto petrolero ni el régimen islamista de Irán, ni Hezbolá, ni Hamás, ni el salafismo radical, ni la Hermandad Musulmana, ni todos los factores antisionistas que han contribuido a destruir el proceso de paz iniciado en Oslo entre Israel y la Autoridad Palestina (AP).

Israel, una lección para Occidente

Israel, una lección para Occidente

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

Habrá que recordarle al Sr. Habalian que dirigentes del Likud, o que pasaron por el Likud, iniciaron negociaciones de paz: Menajem Begin, quien firmó el acuerdo con Egipto; Isaac Shamir, quien participó en la Conferencia de Paz de Madrid con los palestinos; Ariel Sharón, quien en 2005 decidió sacar todas las tropas y asentamientos israelíes de Gaza; y Ehud Olmert, quien hizo una generosa oferta de paz a Mahmoud Abbas para crear un estado palestino en Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén Este, propuesta rechazada por el liderazgo de la AP.

La diatriba sobre la guerra en Tierra Santa también se ha inmiscuido en la campaña política venezolana. El reconocido educador Leonardo Carvajal (@Leonardo4619), profesor retirado de la UCV y de la UCAB, metió un poco de cizaña el 7 de marzo en X (no es partidario de María Corina Machado) mostrando la copia de una traducción al castellano de la supuesta carta de cooperación firmada entre el movimiento Vente y el partido Likud israelí: “Esto es cierto? (sic) Porque sabemos que Vente es partido liberal de derecha, lo que es su derecho. Pero una alianza política e ideológica con Likud, el partido del Netanyahu guerrerista y genocida, es, para decirlo en jerga de nuestros jóvenes, ‘como mucho con demasiado’. Expliquen”.

Queda claro que las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo

Hay toda una historia de antisemitismo y antisionismo a la venezolana que tiene que ver con las características propias de la geopolítica de un país petrolero, la intervención de factores internacionales y los prejuicios de personas que uno supondría cultivadas. Esas posiciones se han manifestado en toda la gama del espectro político, de derecha a izquierda. Pareciera que cuando se trata de adversar a los judíos y a su Estado, ambas polaridades coinciden.

Desde que Hugo Chávez se acercó al sociólogo argentino Norberto Ceresole (ya desaparecido), la sombra antijudía ha acompañado a la autoproclamada “revolución bolivariana”. Es cierto que la relación de Chávez con Ceresole terminó de forma abrupta en 1999, cuando el entonces ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, expulsó al argentino del país.

Ceresole era conocido por sus posiciones antijudías expresadas en varios de sus libros, artículos y entrevistas. Aficionado como era a las teorías conspirativas, Ceresole afirmaba que el Holocausto era un mito inventado por los judíos y que el atentado contra la asociación judía AMIA en Buenos Aires fue perpetrado por los judíos. Fue simpatizante del islamismo iraní y del chiismo al que calificaba de “fuerza revolucionaria”.

Otro personaje del entorno íntimo de Chávez tenía también sus debilidades filonazis. Lo cuenta Domingo Alberto Rangel en sus memorias Alzado contra todo (2003) al referirse al coronel Luis Alfonso Dávila. Según el escritor tachirense, Dávila recomendaba a quienes se acercaban al MBR 200 (se convertiría en el partido MVR) que leyeran Mein Kampf (Mi lucha) de Hitler. En su relato, Rangel dice que el propio Chávez desestimó una denuncia contra las afinidades pronazis del coronel Dávila. El comandante golpista pedía a quienes reclamaban que se abordara el tema con “serenidad”. 

Después vendría la ruptura de relaciones entre Venezuela y el Estado judío en 2008, y la infame declaración de Chávez maldiciendo a Israel desde sus entrañas. Con el chavismo en el poder, el gobierno venezolano se volvió aliado de las fuerzas islamistas como Hamás, Hezbolá y los ayatolás de Irán. Sin embargo, las antipatías contra Israel y, de alguna manera, contra los judíos no son nuevas en la política venezolana.

Odio a la derecha y a la izquierda

Dicen que los conversos y sus descendientes son a veces más rabiosos antijudíos que los propios no judíos. Es el caso, por ejemplo, de Torquemada, descendiente de “cristianos nuevos” (judíos conversos) y ardiente inquisidor. Esto ocurrió a su manera y en estos tiempos con el historiador y escritor Carlos Capriles Ayala (1923-2014), quien dio muestras claras de antisemitismo, particularmente en sus artículos en El Universal. Capriles es un apellido sefardí de familias que se instalaron en Coro desde Curazao. Sus descendientes venezolanos se convirtieron al catolicismo. No puedo dar fe de las creencias religiosas de Capriles Ayala (hombre cercano a Copei), pero sí puedo afirmar que en más de una ocasión destiló su odio contra Israel y los judíos en sus textos periodísticos desde una visión de derechas.

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

En un artículo intitulado Los judíos en Europa (El Universal, 12-5-2000), Capriles Ayala comenzaba dejando filtrar su duda sobre la cifra de judíos asesinados por los nazis y sus colaboradores. Banalizaba el número de seis millones, como lo han hecho los llamados historiadores revisionistas (prefiero llamarlos negacionistas). Después pasaba a explicar por qué los judíos se merecían que los odien, particularmente porque sería el pueblo racista por excelencia. Seguidamente expresaba su desilusión ya que Hitler no había terminado su labor de exterminio en “su Europa” (sic), pero se consolaba con el hecho de que demográficamente los judíos se están asimilando y decreciendo en número.

Capriles Ayala constataba que cada vez los judíos son menos, aunque esto no sea el resultado de un proceso de asesinato masivo, sino la consecuencia de sociedades cada vez menos religiosas, según él. Remataba su escrito con el más clásico recurso del racista, ridiculizando la vestimenta de los judíos ortodoxos de París, a quienes consideraba unos fósiles vivientes.

Algo parecido pasa con el exrector de la Universidad Central de Venezuela, Luis Fuenmayor Toro, desde la extrema izquierda. Aunque no lleva la impronta judía en sus orígenes como Capriles, Fuenmayor Toro ha sido constante en sus manifestaciones contra Israel, la negación del Holocausto y el malestar difuso que le producen los judíos. Llama la atención cómo este médico y académico pudo llegar a la más alta posición de la UCV cuando ya era conocido su abierto sentimiento judeofóbico. Sin embargo, nada debería sorprendernos en una UCV donde un depredador sexual (y eventual asesino) como Edmundo Chirinos también llegó ser rector.

Editorial, por la verdad del Holocausto

Editorial, por la verdad del Holocausto

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

La UCV, paraíso de la izquierda radical en tiempos de la democracia civil, fue escenario de la propaganda contra Israel. Uno de los personajes más conocidos en los años setenta del siglo XX fue Hussein Triki. Autor del libro He aquí Palestina. El sionismo al desnudo y colaborador de los nazis durante la ocupación de su Túnez natal, Triki fue, junto al profesor de economía petrolera Mazhar Al Shereidah, el vocero de la causa palestina y antisionista en los predios universitarios.

Allí también daban clases los promotores en Venezuela del Libro verde de Muamar Gadafi, Domingo Alberto Rangel, Pedro Duno y J.R. Nuñez Tenorio (además vulgarizador de la idea Suche del comunismo de Corea del Norte). El servicio prestado a las ideas de Gadafi requería denunciar al “malvado” Estado de Israel. La “casa que vence la sombra” fue por años el reducto de un antisemitismo con el rostro más “amable” del antisionismo.

Fin de la “neutralidad activa”

Los intereses de Venezuela en la OPEP influyeron en las posturas de los gobiernos venezolanos con respecto al conflicto entre árabes e israelíes. Aunque Venezuela en tiempos de la Junta Revolucionaria de Gobierno encabezada por Rómulo Betancourt votó en la ONU (1947) a favor de la partición de la Palestina bajo mandado británico, lo que facilitó la fundación del moderno Estado de Israel, una cierta “neutralidad activa” (así lo manifestó Carlos Andrés Pérez durante su primera presidencia después de una gira por el Medio Oriente) marcó las posiciones venezolanas con respecto al asunto israelí-palestino. Esto explica, por ejemplo, que la delegación de Venezuela en las Naciones Unidas, entonces encabezada por Simón Alberto Consalvi (el canciller era Ramón Escovar Salom), se abstuviera cuando se aprobó en 1975 la resolución que acusaba al sionismo de ser una forma de racismo.

El gobierno de Chávez rompió con esa “neutralidad activa”. Maduro ha seguido la misma línea. Pesaron en este cambio la cuestión petrolera y la postura contra los Estados Unidos. Primero hubo acercamientos con los gobiernos de Siria (y su dictador Bashar el Assad), Irak (en tiempos de Sadam Hussein) y Libia (Gadafi recibió la réplica de la espada de Bolívar). También con el régimen de Irán, con quien se han desarrollado proyectos industriales y petroleros. Las declaraciones de Maduro sobre el conflicto entre Israel y Hamás no han escatimado en demonizar al Estado judío: “En Gaza está teniendo lugar uno de los genocidios más terribles desde la época de los nazis”, dijo recientemente.

Habría también en este acercamiento con el mundo árabe-musulmán un cálculo electoral del chavismo. Al menos, así lo decía abiertamente Tarek Williams Saab, ahora fiscal general de Maduro y en esa época militante del MVR, en una declaración de prensa televisiva que dio en Maiquetía el 20 de septiembre de 2000, cuando se disponía a abordar el avión que llevaría a Chávez a una gira por países árabes y musulmanes. Dijo entonces Saab que el presidente Chávez debía tomar en cuenta en su acercamiento con los países islámicos cuántos musulmanes había en Venezuela versus el número de judíos en el país. Y agregó entonces el ahora fiscal que la comunidad judía no estaba con la “revolución bonita”.

Destape en las redes

El actual conflicto entre Israel y Hamás ha inflamado la esfera pública digital venezolana. En X (antes Twitter) una ola de “sinceridad” se ha producido. Allí se han distorsionado los hechos, y se hacen afirmaciones sin ningún rigor histórico. Las opiniones con tonos antisionistas (e incluso judeofóbicos) son variopintas. Van desde la ignorancia sobre los orígenes del cristianismo y su vinculación con el judaísmo, pasando por la idea de que el sionismo revisionista sería el factor determinante de los conflictos bélicos de Occidente, hasta la difusión de documentos que probarían las vinculaciones entre el movimiento Vente de María Corina Machado y el partido Likud de Netanyahu.   

Veamos algunas muestras de estas opiniones que revelan una continuidad en el sentimiento antiisraelí entre algunos venezolanos destacados. Por ejemplo, Maruja Tarre (@marujatarre), internacionalista y profesora retirada, escribía el 27 de mayo en X lo siguiente: “… Jesús nació judío y creó una religión distinta ¿lo sabe usted? Dicha nueva religión, entre muchos otros defectos, se opuso frontalmente al judaísmo. Jesús, como Profeta de la Paz, hubiera condenado los actos de terrorismo de Hamas, así como las masacres por parte de Israel, como lo ha hecho su representante en la tierra: el papa Francisco…”.

Acudir a Jesús de Nazaret en el debate sobre el conflicto entre Israel y Hamás es moneda frecuente en las redes (es común leer que Jesús fue “palestino”). La profesora Tarre, que uno supone mejor informada que el promedio, afirma que Jesús creó una religión opuesta al judaísmo. Este asunto ha sido debatido mucho por historiadores del cristianismo que han argumentado, con suficientes pruebas textuales e historiográficas, que el creador de la nueva religión cristiana fue Pablo de Tarso, y que en realidad Jesús no rompió nunca con el judaísmo. En todo caso, el mismísimo Jesús lo dice en los Evangelios: “No penséis que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado” (Mateo 5:17).

Otra manifestación del sentimiento antiisraelí fue la opinión expresada por Elie Habalian (@habalianeli), antiguo gobernador por Venezuela en la OPEP, quien escribió lo siguiente en X (también el 27 de mayo): “El sionismo revisionista constructivista fundado por Vladimir Jabotinsky, de seguir en el poder con el Likud (Netanyahu), nunca habrá paz en el Medio Oriente; lo cual no sincroniza con el macroproyecto de Occidente. El pueblo de Israel y la diáspora judía tendrán que decidir”. Para el Sr. Habalian la paz en el Medio Oriente solo depende del partido Likud y de Netanyahu. No existen para este experto petrolero ni el régimen islamista de Irán, ni Hezbolá, ni Hamás, ni el salafismo radical, ni la Hermandad Musulmana, ni todos los factores antisionistas que han contribuido a destruir el proceso de paz iniciado en Oslo entre Israel y la Autoridad Palestina (AP).

Israel, una lección para Occidente

Israel, una lección para Occidente

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

Habrá que recordarle al Sr. Habalian que dirigentes del Likud, o que pasaron por el Likud, iniciaron negociaciones de paz: Menajem Begin, quien firmó el acuerdo con Egipto; Isaac Shamir, quien participó en la Conferencia de Paz de Madrid con los palestinos; Ariel Sharón, quien en 2005 decidió sacar todas las tropas y asentamientos israelíes de Gaza; y Ehud Olmert, quien hizo una generosa oferta de paz a Mahmoud Abbas para crear un estado palestino en Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén Este, propuesta rechazada por el liderazgo de la AP.

La diatriba sobre la guerra en Tierra Santa también se ha inmiscuido en la campaña política venezolana. El reconocido educador Leonardo Carvajal (@Leonardo4619), profesor retirado de la UCV y de la UCAB, metió un poco de cizaña el 7 de marzo en X (no es partidario de María Corina Machado) mostrando la copia de una traducción al castellano de la supuesta carta de cooperación firmada entre el movimiento Vente y el partido Likud israelí: “Esto es cierto? (sic) Porque sabemos que Vente es partido liberal de derecha, lo que es su derecho. Pero una alianza política e ideológica con Likud, el partido del Netanyahu guerrerista y genocida, es, para decirlo en jerga de nuestros jóvenes, ‘como mucho con demasiado’. Expliquen”.

Queda claro que las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

TelegramWhatsAppFacebookX
Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo

Hay toda una historia de antisemitismo y antisionismo a la venezolana que tiene que ver con las características propias de la geopolítica de un país petrolero, la intervención de factores internacionales y los prejuicios de personas que uno supondría cultivadas. Esas posiciones se han manifestado en toda la gama del espectro político, de derecha a izquierda. Pareciera que cuando se trata de adversar a los judíos y a su Estado, ambas polaridades coinciden.

Desde que Hugo Chávez se acercó al sociólogo argentino Norberto Ceresole (ya desaparecido), la sombra antijudía ha acompañado a la autoproclamada “revolución bolivariana”. Es cierto que la relación de Chávez con Ceresole terminó de forma abrupta en 1999, cuando el entonces ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, expulsó al argentino del país.

Ceresole era conocido por sus posiciones antijudías expresadas en varios de sus libros, artículos y entrevistas. Aficionado como era a las teorías conspirativas, Ceresole afirmaba que el Holocausto era un mito inventado por los judíos y que el atentado contra la asociación judía AMIA en Buenos Aires fue perpetrado por los judíos. Fue simpatizante del islamismo iraní y del chiismo al que calificaba de “fuerza revolucionaria”.

Otro personaje del entorno íntimo de Chávez tenía también sus debilidades filonazis. Lo cuenta Domingo Alberto Rangel en sus memorias Alzado contra todo (2003) al referirse al coronel Luis Alfonso Dávila. Según el escritor tachirense, Dávila recomendaba a quienes se acercaban al MBR 200 (se convertiría en el partido MVR) que leyeran Mein Kampf (Mi lucha) de Hitler. En su relato, Rangel dice que el propio Chávez desestimó una denuncia contra las afinidades pronazis del coronel Dávila. El comandante golpista pedía a quienes reclamaban que se abordara el tema con “serenidad”. 

Después vendría la ruptura de relaciones entre Venezuela y el Estado judío en 2008, y la infame declaración de Chávez maldiciendo a Israel desde sus entrañas. Con el chavismo en el poder, el gobierno venezolano se volvió aliado de las fuerzas islamistas como Hamás, Hezbolá y los ayatolás de Irán. Sin embargo, las antipatías contra Israel y, de alguna manera, contra los judíos no son nuevas en la política venezolana.

Odio a la derecha y a la izquierda

Dicen que los conversos y sus descendientes son a veces más rabiosos antijudíos que los propios no judíos. Es el caso, por ejemplo, de Torquemada, descendiente de “cristianos nuevos” (judíos conversos) y ardiente inquisidor. Esto ocurrió a su manera y en estos tiempos con el historiador y escritor Carlos Capriles Ayala (1923-2014), quien dio muestras claras de antisemitismo, particularmente en sus artículos en El Universal. Capriles es un apellido sefardí de familias que se instalaron en Coro desde Curazao. Sus descendientes venezolanos se convirtieron al catolicismo. No puedo dar fe de las creencias religiosas de Capriles Ayala (hombre cercano a Copei), pero sí puedo afirmar que en más de una ocasión destiló su odio contra Israel y los judíos en sus textos periodísticos desde una visión de derechas.

El miedo a los judíos

El miedo a los judíos

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

En un artículo intitulado Los judíos en Europa (El Universal, 12-5-2000), Capriles Ayala comenzaba dejando filtrar su duda sobre la cifra de judíos asesinados por los nazis y sus colaboradores. Banalizaba el número de seis millones, como lo han hecho los llamados historiadores revisionistas (prefiero llamarlos negacionistas). Después pasaba a explicar por qué los judíos se merecían que los odien, particularmente porque sería el pueblo racista por excelencia. Seguidamente expresaba su desilusión ya que Hitler no había terminado su labor de exterminio en “su Europa” (sic), pero se consolaba con el hecho de que demográficamente los judíos se están asimilando y decreciendo en número.

Capriles Ayala constataba que cada vez los judíos son menos, aunque esto no sea el resultado de un proceso de asesinato masivo, sino la consecuencia de sociedades cada vez menos religiosas, según él. Remataba su escrito con el más clásico recurso del racista, ridiculizando la vestimenta de los judíos ortodoxos de París, a quienes consideraba unos fósiles vivientes.

Algo parecido pasa con el exrector de la Universidad Central de Venezuela, Luis Fuenmayor Toro, desde la extrema izquierda. Aunque no lleva la impronta judía en sus orígenes como Capriles, Fuenmayor Toro ha sido constante en sus manifestaciones contra Israel, la negación del Holocausto y el malestar difuso que le producen los judíos. Llama la atención cómo este médico y académico pudo llegar a la más alta posición de la UCV cuando ya era conocido su abierto sentimiento judeofóbico. Sin embargo, nada debería sorprendernos en una UCV donde un depredador sexual (y eventual asesino) como Edmundo Chirinos también llegó ser rector.

Editorial, por la verdad del Holocausto

Editorial, por la verdad del Holocausto

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

La UCV, paraíso de la izquierda radical en tiempos de la democracia civil, fue escenario de la propaganda contra Israel. Uno de los personajes más conocidos en los años setenta del siglo XX fue Hussein Triki. Autor del libro He aquí Palestina. El sionismo al desnudo y colaborador de los nazis durante la ocupación de su Túnez natal, Triki fue, junto al profesor de economía petrolera Mazhar Al Shereidah, el vocero de la causa palestina y antisionista en los predios universitarios.

Allí también daban clases los promotores en Venezuela del Libro verde de Muamar Gadafi, Domingo Alberto Rangel, Pedro Duno y J.R. Nuñez Tenorio (además vulgarizador de la idea Suche del comunismo de Corea del Norte). El servicio prestado a las ideas de Gadafi requería denunciar al “malvado” Estado de Israel. La “casa que vence la sombra” fue por años el reducto de un antisemitismo con el rostro más “amable” del antisionismo.

Fin de la “neutralidad activa”

Los intereses de Venezuela en la OPEP influyeron en las posturas de los gobiernos venezolanos con respecto al conflicto entre árabes e israelíes. Aunque Venezuela en tiempos de la Junta Revolucionaria de Gobierno encabezada por Rómulo Betancourt votó en la ONU (1947) a favor de la partición de la Palestina bajo mandado británico, lo que facilitó la fundación del moderno Estado de Israel, una cierta “neutralidad activa” (así lo manifestó Carlos Andrés Pérez durante su primera presidencia después de una gira por el Medio Oriente) marcó las posiciones venezolanas con respecto al asunto israelí-palestino. Esto explica, por ejemplo, que la delegación de Venezuela en las Naciones Unidas, entonces encabezada por Simón Alberto Consalvi (el canciller era Ramón Escovar Salom), se abstuviera cuando se aprobó en 1975 la resolución que acusaba al sionismo de ser una forma de racismo.

El gobierno de Chávez rompió con esa “neutralidad activa”. Maduro ha seguido la misma línea. Pesaron en este cambio la cuestión petrolera y la postura contra los Estados Unidos. Primero hubo acercamientos con los gobiernos de Siria (y su dictador Bashar el Assad), Irak (en tiempos de Sadam Hussein) y Libia (Gadafi recibió la réplica de la espada de Bolívar). También con el régimen de Irán, con quien se han desarrollado proyectos industriales y petroleros. Las declaraciones de Maduro sobre el conflicto entre Israel y Hamás no han escatimado en demonizar al Estado judío: “En Gaza está teniendo lugar uno de los genocidios más terribles desde la época de los nazis”, dijo recientemente.

Habría también en este acercamiento con el mundo árabe-musulmán un cálculo electoral del chavismo. Al menos, así lo decía abiertamente Tarek Williams Saab, ahora fiscal general de Maduro y en esa época militante del MVR, en una declaración de prensa televisiva que dio en Maiquetía el 20 de septiembre de 2000, cuando se disponía a abordar el avión que llevaría a Chávez a una gira por países árabes y musulmanes. Dijo entonces Saab que el presidente Chávez debía tomar en cuenta en su acercamiento con los países islámicos cuántos musulmanes había en Venezuela versus el número de judíos en el país. Y agregó entonces el ahora fiscal que la comunidad judía no estaba con la “revolución bonita”.

Destape en las redes

El actual conflicto entre Israel y Hamás ha inflamado la esfera pública digital venezolana. En X (antes Twitter) una ola de “sinceridad” se ha producido. Allí se han distorsionado los hechos, y se hacen afirmaciones sin ningún rigor histórico. Las opiniones con tonos antisionistas (e incluso judeofóbicos) son variopintas. Van desde la ignorancia sobre los orígenes del cristianismo y su vinculación con el judaísmo, pasando por la idea de que el sionismo revisionista sería el factor determinante de los conflictos bélicos de Occidente, hasta la difusión de documentos que probarían las vinculaciones entre el movimiento Vente de María Corina Machado y el partido Likud de Netanyahu.   

Veamos algunas muestras de estas opiniones que revelan una continuidad en el sentimiento antiisraelí entre algunos venezolanos destacados. Por ejemplo, Maruja Tarre (@marujatarre), internacionalista y profesora retirada, escribía el 27 de mayo en X lo siguiente: “… Jesús nació judío y creó una religión distinta ¿lo sabe usted? Dicha nueva religión, entre muchos otros defectos, se opuso frontalmente al judaísmo. Jesús, como Profeta de la Paz, hubiera condenado los actos de terrorismo de Hamas, así como las masacres por parte de Israel, como lo ha hecho su representante en la tierra: el papa Francisco…”.

Acudir a Jesús de Nazaret en el debate sobre el conflicto entre Israel y Hamás es moneda frecuente en las redes (es común leer que Jesús fue “palestino”). La profesora Tarre, que uno supone mejor informada que el promedio, afirma que Jesús creó una religión opuesta al judaísmo. Este asunto ha sido debatido mucho por historiadores del cristianismo que han argumentado, con suficientes pruebas textuales e historiográficas, que el creador de la nueva religión cristiana fue Pablo de Tarso, y que en realidad Jesús no rompió nunca con el judaísmo. En todo caso, el mismísimo Jesús lo dice en los Evangelios: “No penséis que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado” (Mateo 5:17).

Otra manifestación del sentimiento antiisraelí fue la opinión expresada por Elie Habalian (@habalianeli), antiguo gobernador por Venezuela en la OPEP, quien escribió lo siguiente en X (también el 27 de mayo): “El sionismo revisionista constructivista fundado por Vladimir Jabotinsky, de seguir en el poder con el Likud (Netanyahu), nunca habrá paz en el Medio Oriente; lo cual no sincroniza con el macroproyecto de Occidente. El pueblo de Israel y la diáspora judía tendrán que decidir”. Para el Sr. Habalian la paz en el Medio Oriente solo depende del partido Likud y de Netanyahu. No existen para este experto petrolero ni el régimen islamista de Irán, ni Hezbolá, ni Hamás, ni el salafismo radical, ni la Hermandad Musulmana, ni todos los factores antisionistas que han contribuido a destruir el proceso de paz iniciado en Oslo entre Israel y la Autoridad Palestina (AP).

Israel, una lección para Occidente

Israel, una lección para Occidente

Las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a…

Habrá que recordarle al Sr. Habalian que dirigentes del Likud, o que pasaron por el Likud, iniciaron negociaciones de paz: Menajem Begin, quien firmó el acuerdo con Egipto; Isaac Shamir, quien participó en la Conferencia de Paz de Madrid con los palestinos; Ariel Sharón, quien en 2005 decidió sacar todas las tropas y asentamientos israelíes de Gaza; y Ehud Olmert, quien hizo una generosa oferta de paz a Mahmoud Abbas para crear un estado palestino en Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén Este, propuesta rechazada por el liderazgo de la AP.

La diatriba sobre la guerra en Tierra Santa también se ha inmiscuido en la campaña política venezolana. El reconocido educador Leonardo Carvajal (@Leonardo4619), profesor retirado de la UCV y de la UCAB, metió un poco de cizaña el 7 de marzo en X (no es partidario de María Corina Machado) mostrando la copia de una traducción al castellano de la supuesta carta de cooperación firmada entre el movimiento Vente y el partido Likud israelí: “Esto es cierto? (sic) Porque sabemos que Vente es partido liberal de derecha, lo que es su derecho. Pero una alianza política e ideológica con Likud, el partido del Netanyahu guerrerista y genocida, es, para decirlo en jerga de nuestros jóvenes, ‘como mucho con demasiado’. Expliquen”.

Queda claro que las polaridades pro y antichavistas coinciden cuando se trata de juzgar a Israel y a los judíos. Por lo menos hay algo que une a ciertos venezolanos, sean o no partidarios de Maduro. Es un comienzo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Todavia hay más
Una base de datos de mujeres y personas no binarias con la que buscamos reolver el problema: la falta de diversidad de género en la vocería y fuentes autorizadas en los contenidos periodísticos.