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Habrá que agradecerles, si…

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera?

 

@AAAD25

En una etapa más temprana de mi vida, me consideraba un socialdemócrata por convicción. No obstante, hace mucho que renuncié a cualquier pretensión de militancia ideológica, por razones de integridad profesional y porque he aprendido a valorar mi independencia de criterio. Tengo inclinaciones algo más liberales que antes en materia económica, sin dejar de creer que el Estado debería hacer un esfuerzo por tender hacia la igualdad de oportunidades. Digamos que mi opción ideal es una suerte de síntesis entre la defensa de la libertad individual que hiciera Isaiah Berlin, con la defensa de la justicia social que hiciera John Rawls.

Pero, en fin, volvamos a mi etapa adolescente de posiciones centroizquierdistas. Algo que nunca fui, ni siquiera entonces, es simpatizante del chavismo. Veía otras expresiones de izquierda en Latinoamérica, mucho más moderadas, como la del Partido Socialista chileno o el Frente Amplio uruguayo, y pensaba que eso era lo que Venezuela necesitaba. Al mismo tiempo, la conchupancia ideológica con la elite gobernante venezolana profesada por casi toda la izquierda latinoamericana me resultaba vil y decepcionante. Sobre todo, la más comprometida, esa fraternidad internacional del populismo rojo que es el Foro de São Paulo. Ver a esos partidos y dirigentes mirar para otro lado mientras la democracia venezolana era desmantelada me revolvía el estómago. Por amor a mi país, nunca pude ver con buenos ojos al matrimonio Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales o a Lula da Silva. Gustavo Petro, quien por aquellos días no había, a diferencia de sus ya mencionados camaradas, alcanzado el poder en su país, entraba en el mismo saco.

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Así que cuando a Petro le abrieron las puertas de la Casa de Nariño y Lula regresó a la presidencia de Brasil, naturalmente pensé que eran pésimas noticias para la causa democrática venezolana. Sus primeros pronunciamientos sobre Venezuela en calidad de jefes de Estado confirmaron tal inquietud. Petro, con su indiferencia total hacia la opresión que hay en nuestro país y su insistencia en que cualquier medida en contra fuera retirada. Lula, peor aun, desdeñando a quienes en Venezuela intentan, con alto peligro para sí mismos, que demos un giro de vuelta hacia la democracia y el Estado de derecho.

Debo admitir que si alguien me hubiera dicho que en ambos casos habría un gran cambio, hasta hace alrededor de un mes no lo hubiera creído posible. Pero entonces aparecieron indicios de que Petro y Lula no solo están reconociendo por primera vez el problema, sino que además pudieran contribuir con la solución. Los dos empezaron a criticar el bloqueo de candidaturas opositoras en Venezuela. Aprueban la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia. Lula incluso la avaló expresa e inequívocamente justo cuando cundieron rumores de un posible intento de anularla desde el poder de facto.

Tanto el presidente colombiano como su par brasileño han propuesto la realización de un plebiscito en Venezuela que garantice la convivencia pacífica entre todos los actores políticos después de la elección.

Esto último es poco factible y de paso no muy útil que digamos, puesto que las transiciones políticas suelen ser pactos de elites en vez de consultas masivas. Pero la propuesta sigue siendo digna de atención por el reconocimiento tácito de que en Venezuela hay una situación política de mucha gravedad.

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Podemos discutir por horas y horas sobre las razones de este giro. Podemos incluso considerar que no se debe a algún interés genuino en el bienestar de los venezolanos, sino al temor a que la prolongación de un statu quo en el que las masas en Venezuela viven en miseria total produzca nuevas oleadas migratorias, por ejemplo. Francamente, no importa. En política, rara vez se consigue uno con posturas desinteresadas. Podemos también considerar que esa presión sobre Miraflores no llegará muy lejos. Podemos incluso considerar que Petro y Lula den otra vuelta y regresen a la zona de conveniencia para el chavismo.

Pero supongamos por un momento que sí se da un cambio político, una transición hacia la democracia, con lo cual el par izquierdista contribuyó de manera decisiva. ¿Habría entonces que olvidarse de todas sus afrentas pasadas y agradecerles por sus oficios? Pues sí. Es más, desde ya mismo, y mientras Petro y Lula estén en este plan, pienso que lo mejor que podemos hacer es darles el beneficio de la duda y esperar que puedan ayudar. En su momento hubo personas que repudiaron cualquier trato entre la oposición venezolana y figuras extranjeras cuestionables de derecha, como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Yo dije entonces que la oposición no puede darse el lujo de desechar el respaldo de quien esté dispuesto a brindárselo. Eso mismo digo ahora con respecto a figuras cuestionables de izquierda.

Ahora bien, ¿significa todo lo anterior que no debimos molestarnos con Petro y Lula por sus conductas previas hacia Venezuela, como sugiere la oposición acartonada? Por supuesto que no. Otro de tantos sofismas de aquel grupo. Si el entorno cambia, uno debe adaptarse. Pero mientras no se haya modificado, lo sensato es juzgarlo acorde. Por cierto, esos señores son los mismos que siempre le hicieron la guerra a la organización de la primaria de octubre, aduciendo que era “inviable”. Son los mismos que luego clamaron por desechar el resultado de la primaria, sin siquiera intentar hacerlo valer. Quisieron que María Corina Machado, su ganadora, se apartara de inmediato y cediera la posición a alguien afín a la oposición impostada. Si la Plataforma Unitaria no hubiera insistido en tratar de inscribir a Machado y a la profesora Corina Yoris después, veo mucho menos probable que Petro y Lula se hubieran visto obligados a admitir que lo que ocurre en Venezuela no está bien. Si nada de eso hubiera ocurrido, no creo que, pese a seguir ante un panorama muy duro, tendríamos siquiera el respiro de la candidatura unitaria de González Urrutia, aceptada por el sistema al menos hasta la redacción de estas líneas.

En conclusión, ¿qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera? Si para eso es necesaria una colaboración de los presidentes de Colombia y Brasil, bienvenida sea y reconocida con todos los honores será posteriormente.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera?

 

@AAAD25

En una etapa más temprana de mi vida, me consideraba un socialdemócrata por convicción. No obstante, hace mucho que renuncié a cualquier pretensión de militancia ideológica, por razones de integridad profesional y porque he aprendido a valorar mi independencia de criterio. Tengo inclinaciones algo más liberales que antes en materia económica, sin dejar de creer que el Estado debería hacer un esfuerzo por tender hacia la igualdad de oportunidades. Digamos que mi opción ideal es una suerte de síntesis entre la defensa de la libertad individual que hiciera Isaiah Berlin, con la defensa de la justicia social que hiciera John Rawls.

Pero, en fin, volvamos a mi etapa adolescente de posiciones centroizquierdistas. Algo que nunca fui, ni siquiera entonces, es simpatizante del chavismo. Veía otras expresiones de izquierda en Latinoamérica, mucho más moderadas, como la del Partido Socialista chileno o el Frente Amplio uruguayo, y pensaba que eso era lo que Venezuela necesitaba. Al mismo tiempo, la conchupancia ideológica con la elite gobernante venezolana profesada por casi toda la izquierda latinoamericana me resultaba vil y decepcionante. Sobre todo, la más comprometida, esa fraternidad internacional del populismo rojo que es el Foro de São Paulo. Ver a esos partidos y dirigentes mirar para otro lado mientras la democracia venezolana era desmantelada me revolvía el estómago. Por amor a mi país, nunca pude ver con buenos ojos al matrimonio Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales o a Lula da Silva. Gustavo Petro, quien por aquellos días no había, a diferencia de sus ya mencionados camaradas, alcanzado el poder en su país, entraba en el mismo saco.

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Así que cuando a Petro le abrieron las puertas de la Casa de Nariño y Lula regresó a la presidencia de Brasil, naturalmente pensé que eran pésimas noticias para la causa democrática venezolana. Sus primeros pronunciamientos sobre Venezuela en calidad de jefes de Estado confirmaron tal inquietud. Petro, con su indiferencia total hacia la opresión que hay en nuestro país y su insistencia en que cualquier medida en contra fuera retirada. Lula, peor aun, desdeñando a quienes en Venezuela intentan, con alto peligro para sí mismos, que demos un giro de vuelta hacia la democracia y el Estado de derecho.

Debo admitir que si alguien me hubiera dicho que en ambos casos habría un gran cambio, hasta hace alrededor de un mes no lo hubiera creído posible. Pero entonces aparecieron indicios de que Petro y Lula no solo están reconociendo por primera vez el problema, sino que además pudieran contribuir con la solución. Los dos empezaron a criticar el bloqueo de candidaturas opositoras en Venezuela. Aprueban la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia. Lula incluso la avaló expresa e inequívocamente justo cuando cundieron rumores de un posible intento de anularla desde el poder de facto.

Tanto el presidente colombiano como su par brasileño han propuesto la realización de un plebiscito en Venezuela que garantice la convivencia pacífica entre todos los actores políticos después de la elección.

Esto último es poco factible y de paso no muy útil que digamos, puesto que las transiciones políticas suelen ser pactos de elites en vez de consultas masivas. Pero la propuesta sigue siendo digna de atención por el reconocimiento tácito de que en Venezuela hay una situación política de mucha gravedad.

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Podemos discutir por horas y horas sobre las razones de este giro. Podemos incluso considerar que no se debe a algún interés genuino en el bienestar de los venezolanos, sino al temor a que la prolongación de un statu quo en el que las masas en Venezuela viven en miseria total produzca nuevas oleadas migratorias, por ejemplo. Francamente, no importa. En política, rara vez se consigue uno con posturas desinteresadas. Podemos también considerar que esa presión sobre Miraflores no llegará muy lejos. Podemos incluso considerar que Petro y Lula den otra vuelta y regresen a la zona de conveniencia para el chavismo.

Pero supongamos por un momento que sí se da un cambio político, una transición hacia la democracia, con lo cual el par izquierdista contribuyó de manera decisiva. ¿Habría entonces que olvidarse de todas sus afrentas pasadas y agradecerles por sus oficios? Pues sí. Es más, desde ya mismo, y mientras Petro y Lula estén en este plan, pienso que lo mejor que podemos hacer es darles el beneficio de la duda y esperar que puedan ayudar. En su momento hubo personas que repudiaron cualquier trato entre la oposición venezolana y figuras extranjeras cuestionables de derecha, como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Yo dije entonces que la oposición no puede darse el lujo de desechar el respaldo de quien esté dispuesto a brindárselo. Eso mismo digo ahora con respecto a figuras cuestionables de izquierda.

Ahora bien, ¿significa todo lo anterior que no debimos molestarnos con Petro y Lula por sus conductas previas hacia Venezuela, como sugiere la oposición acartonada? Por supuesto que no. Otro de tantos sofismas de aquel grupo. Si el entorno cambia, uno debe adaptarse. Pero mientras no se haya modificado, lo sensato es juzgarlo acorde. Por cierto, esos señores son los mismos que siempre le hicieron la guerra a la organización de la primaria de octubre, aduciendo que era “inviable”. Son los mismos que luego clamaron por desechar el resultado de la primaria, sin siquiera intentar hacerlo valer. Quisieron que María Corina Machado, su ganadora, se apartara de inmediato y cediera la posición a alguien afín a la oposición impostada. Si la Plataforma Unitaria no hubiera insistido en tratar de inscribir a Machado y a la profesora Corina Yoris después, veo mucho menos probable que Petro y Lula se hubieran visto obligados a admitir que lo que ocurre en Venezuela no está bien. Si nada de eso hubiera ocurrido, no creo que, pese a seguir ante un panorama muy duro, tendríamos siquiera el respiro de la candidatura unitaria de González Urrutia, aceptada por el sistema al menos hasta la redacción de estas líneas.

En conclusión, ¿qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera? Si para eso es necesaria una colaboración de los presidentes de Colombia y Brasil, bienvenida sea y reconocida con todos los honores será posteriormente.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

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¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera?

 

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En una etapa más temprana de mi vida, me consideraba un socialdemócrata por convicción. No obstante, hace mucho que renuncié a cualquier pretensión de militancia ideológica, por razones de integridad profesional y porque he aprendido a valorar mi independencia de criterio. Tengo inclinaciones algo más liberales que antes en materia económica, sin dejar de creer que el Estado debería hacer un esfuerzo por tender hacia la igualdad de oportunidades. Digamos que mi opción ideal es una suerte de síntesis entre la defensa de la libertad individual que hiciera Isaiah Berlin, con la defensa de la justicia social que hiciera John Rawls.

Pero, en fin, volvamos a mi etapa adolescente de posiciones centroizquierdistas. Algo que nunca fui, ni siquiera entonces, es simpatizante del chavismo. Veía otras expresiones de izquierda en Latinoamérica, mucho más moderadas, como la del Partido Socialista chileno o el Frente Amplio uruguayo, y pensaba que eso era lo que Venezuela necesitaba. Al mismo tiempo, la conchupancia ideológica con la elite gobernante venezolana profesada por casi toda la izquierda latinoamericana me resultaba vil y decepcionante. Sobre todo, la más comprometida, esa fraternidad internacional del populismo rojo que es el Foro de São Paulo. Ver a esos partidos y dirigentes mirar para otro lado mientras la democracia venezolana era desmantelada me revolvía el estómago. Por amor a mi país, nunca pude ver con buenos ojos al matrimonio Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales o a Lula da Silva. Gustavo Petro, quien por aquellos días no había, a diferencia de sus ya mencionados camaradas, alcanzado el poder en su país, entraba en el mismo saco.

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

La verdad sobre la “izquierda cobarde”

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Así que cuando a Petro le abrieron las puertas de la Casa de Nariño y Lula regresó a la presidencia de Brasil, naturalmente pensé que eran pésimas noticias para la causa democrática venezolana. Sus primeros pronunciamientos sobre Venezuela en calidad de jefes de Estado confirmaron tal inquietud. Petro, con su indiferencia total hacia la opresión que hay en nuestro país y su insistencia en que cualquier medida en contra fuera retirada. Lula, peor aun, desdeñando a quienes en Venezuela intentan, con alto peligro para sí mismos, que demos un giro de vuelta hacia la democracia y el Estado de derecho.

Debo admitir que si alguien me hubiera dicho que en ambos casos habría un gran cambio, hasta hace alrededor de un mes no lo hubiera creído posible. Pero entonces aparecieron indicios de que Petro y Lula no solo están reconociendo por primera vez el problema, sino que además pudieran contribuir con la solución. Los dos empezaron a criticar el bloqueo de candidaturas opositoras en Venezuela. Aprueban la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia. Lula incluso la avaló expresa e inequívocamente justo cuando cundieron rumores de un posible intento de anularla desde el poder de facto.

Tanto el presidente colombiano como su par brasileño han propuesto la realización de un plebiscito en Venezuela que garantice la convivencia pacífica entre todos los actores políticos después de la elección.

Esto último es poco factible y de paso no muy útil que digamos, puesto que las transiciones políticas suelen ser pactos de elites en vez de consultas masivas. Pero la propuesta sigue siendo digna de atención por el reconocimiento tácito de que en Venezuela hay una situación política de mucha gravedad.

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

Lula y Macron califican de grave haber impedido inscripción de Corina Yoris 

¿Qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el…

Podemos discutir por horas y horas sobre las razones de este giro. Podemos incluso considerar que no se debe a algún interés genuino en el bienestar de los venezolanos, sino al temor a que la prolongación de un statu quo en el que las masas en Venezuela viven en miseria total produzca nuevas oleadas migratorias, por ejemplo. Francamente, no importa. En política, rara vez se consigue uno con posturas desinteresadas. Podemos también considerar que esa presión sobre Miraflores no llegará muy lejos. Podemos incluso considerar que Petro y Lula den otra vuelta y regresen a la zona de conveniencia para el chavismo.

Pero supongamos por un momento que sí se da un cambio político, una transición hacia la democracia, con lo cual el par izquierdista contribuyó de manera decisiva. ¿Habría entonces que olvidarse de todas sus afrentas pasadas y agradecerles por sus oficios? Pues sí. Es más, desde ya mismo, y mientras Petro y Lula estén en este plan, pienso que lo mejor que podemos hacer es darles el beneficio de la duda y esperar que puedan ayudar. En su momento hubo personas que repudiaron cualquier trato entre la oposición venezolana y figuras extranjeras cuestionables de derecha, como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Yo dije entonces que la oposición no puede darse el lujo de desechar el respaldo de quien esté dispuesto a brindárselo. Eso mismo digo ahora con respecto a figuras cuestionables de izquierda.

Ahora bien, ¿significa todo lo anterior que no debimos molestarnos con Petro y Lula por sus conductas previas hacia Venezuela, como sugiere la oposición acartonada? Por supuesto que no. Otro de tantos sofismas de aquel grupo. Si el entorno cambia, uno debe adaptarse. Pero mientras no se haya modificado, lo sensato es juzgarlo acorde. Por cierto, esos señores son los mismos que siempre le hicieron la guerra a la organización de la primaria de octubre, aduciendo que era “inviable”. Son los mismos que luego clamaron por desechar el resultado de la primaria, sin siquiera intentar hacerlo valer. Quisieron que María Corina Machado, su ganadora, se apartara de inmediato y cediera la posición a alguien afín a la oposición impostada. Si la Plataforma Unitaria no hubiera insistido en tratar de inscribir a Machado y a la profesora Corina Yoris después, veo mucho menos probable que Petro y Lula se hubieran visto obligados a admitir que lo que ocurre en Venezuela no está bien. Si nada de eso hubiera ocurrido, no creo que, pese a seguir ante un panorama muy duro, tendríamos siquiera el respiro de la candidatura unitaria de González Urrutia, aceptada por el sistema al menos hasta la redacción de estas líneas.

En conclusión, ¿qué son, aunque justos, los furores por las insolencias de Petro y Lula en el pasado, al lado de la posibilidad de una Venezuela democrática y próspera? Si para eso es necesaria una colaboración de los presidentes de Colombia y Brasil, bienvenida sea y reconocida con todos los honores será posteriormente.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

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