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Tiburones “forever”

Nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Esto lo convierte en una revancha pendiente. ¡Tiburones forever!

 

@froilanbarriosf

Aun cuando la patria atraviesa horas bajas, celebrar el triunfo de tu equipo favorito del béisbol criollo no tiene precio. Esto significa superar la angustia de casi cuatro décadas esperando el triunfo, cada vez más lejano al transcurrir cada temporada extraviados en aguas turbulentas.

Otros hubieran tirado la toalla. Pero no fue el caso del team del litoral, cuya actitud pudiera ser calificada como un monumento a la perseverancia. Quizás sea comparable a la sufrida por los Cubs de Chicago, quienes, condenados por “la maldición de la cabra” en 1908, tuvieron que esperar más de un siglo para coronarse de nuevo campeones en 2016.

En el caso de los Tiburones de La Guaira hubo que soportar, desde 1987, el chalequeo y el aplique de quienes creyeron que éramos objeto de una “terrible maldición” que nos condenaría al suplicio de jamás levantar el trofeo de campeones. Hasta que el conjuro se rompió en 2024.

Confieso que nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Así que la revancha está pendiente para próximas temporadas con nuestros archirrivales del béisbol moderno en nuestro país.

Luego del anterior campeonato de 1986, muchas figuras se quedaron en el camino, entre ellas nuestro apreciado dramaturgo José Ignacio Cabrujas, quien renunciara en carta pública a los Tiburones y, un año más tarde y antes de su fallecimiento, solicitara de nuevo su adhesión en 1995: “Un milagro, Padrón Panza. Un verdadero milagro: salen y ganan, pero, mejor aun, salen y se afanan. Salen y son” (José Ignacio Cabrujas, un tiburonero que no sabe cómo volver sin lucir oportunista).

También Teodoro Petkoff manifestaba en medio de la sequía: “No he renunciado a mi afición por el equipo porque no tengo ninguna alternativa que me atraiga más”.

Otro insigne guairista fue mi amigo y guía político Moisés Moleiro, con quien pude compartir amenas tertulias sobre nuestro equipo, en medio de las controversias y debates ideológicos sobre el destino del MIR en los avatares de la política nacional. El ronco Moleiro fue un fanático tiburonero hasta el fin de sus días, en 2002.

A fin de cuentas, la adhesión a un equipo de béisbol en nuestro país genera una identidad vitalicia que trasciende la militancia y las transiciones ideológicas, todo en función del triunfo de tu favorito; en este caso, los gloriosos Tiburones de La Guaira.

En mi caso, inicié mi andadura con el equipo del litoral desde el bachillerato, al ser los Tiburones un atractivo por la calidad de un lineup que los llevó a varios campeonatos en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. Hoy, mi fidelidad a toda prueba reafirma mi militancia guairista.

Mil felicitaciones al mánager Oswaldo Guillén, a la fanaticada guairista que perseveró desde el pasado siglo XX y que hoy celebra el primer título del siglo XXI. Además, se prepara para coronar la historia con el próximo Clásico Serie del Caribe a realizarse en Miami en los próximos días.

Valió la pena esperar para el renacimiento de una dinastía beisbolera en nuestro país y el esparcimiento y disfrute en nuestro sufrido acontecer político nacional.

¡Tiburones forever!

*Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
Nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Esto lo convierte en una revancha pendiente. ¡Tiburones forever!

 

@froilanbarriosf

Aun cuando la patria atraviesa horas bajas, celebrar el triunfo de tu equipo favorito del béisbol criollo no tiene precio. Esto significa superar la angustia de casi cuatro décadas esperando el triunfo, cada vez más lejano al transcurrir cada temporada extraviados en aguas turbulentas.

Otros hubieran tirado la toalla. Pero no fue el caso del team del litoral, cuya actitud pudiera ser calificada como un monumento a la perseverancia. Quizás sea comparable a la sufrida por los Cubs de Chicago, quienes, condenados por “la maldición de la cabra” en 1908, tuvieron que esperar más de un siglo para coronarse de nuevo campeones en 2016.

En el caso de los Tiburones de La Guaira hubo que soportar, desde 1987, el chalequeo y el aplique de quienes creyeron que éramos objeto de una “terrible maldición” que nos condenaría al suplicio de jamás levantar el trofeo de campeones. Hasta que el conjuro se rompió en 2024.

Confieso que nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Así que la revancha está pendiente para próximas temporadas con nuestros archirrivales del béisbol moderno en nuestro país.

Luego del anterior campeonato de 1986, muchas figuras se quedaron en el camino, entre ellas nuestro apreciado dramaturgo José Ignacio Cabrujas, quien renunciara en carta pública a los Tiburones y, un año más tarde y antes de su fallecimiento, solicitara de nuevo su adhesión en 1995: “Un milagro, Padrón Panza. Un verdadero milagro: salen y ganan, pero, mejor aun, salen y se afanan. Salen y son” (José Ignacio Cabrujas, un tiburonero que no sabe cómo volver sin lucir oportunista).

También Teodoro Petkoff manifestaba en medio de la sequía: “No he renunciado a mi afición por el equipo porque no tengo ninguna alternativa que me atraiga más”.

Otro insigne guairista fue mi amigo y guía político Moisés Moleiro, con quien pude compartir amenas tertulias sobre nuestro equipo, en medio de las controversias y debates ideológicos sobre el destino del MIR en los avatares de la política nacional. El ronco Moleiro fue un fanático tiburonero hasta el fin de sus días, en 2002.

A fin de cuentas, la adhesión a un equipo de béisbol en nuestro país genera una identidad vitalicia que trasciende la militancia y las transiciones ideológicas, todo en función del triunfo de tu favorito; en este caso, los gloriosos Tiburones de La Guaira.

En mi caso, inicié mi andadura con el equipo del litoral desde el bachillerato, al ser los Tiburones un atractivo por la calidad de un lineup que los llevó a varios campeonatos en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. Hoy, mi fidelidad a toda prueba reafirma mi militancia guairista.

Mil felicitaciones al mánager Oswaldo Guillén, a la fanaticada guairista que perseveró desde el pasado siglo XX y que hoy celebra el primer título del siglo XXI. Además, se prepara para coronar la historia con el próximo Clásico Serie del Caribe a realizarse en Miami en los próximos días.

Valió la pena esperar para el renacimiento de una dinastía beisbolera en nuestro país y el esparcimiento y disfrute en nuestro sufrido acontecer político nacional.

¡Tiburones forever!

*Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
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Nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Esto lo convierte en una revancha pendiente. ¡Tiburones forever!

 

@froilanbarriosf

Aun cuando la patria atraviesa horas bajas, celebrar el triunfo de tu equipo favorito del béisbol criollo no tiene precio. Esto significa superar la angustia de casi cuatro décadas esperando el triunfo, cada vez más lejano al transcurrir cada temporada extraviados en aguas turbulentas.

Otros hubieran tirado la toalla. Pero no fue el caso del team del litoral, cuya actitud pudiera ser calificada como un monumento a la perseverancia. Quizás sea comparable a la sufrida por los Cubs de Chicago, quienes, condenados por “la maldición de la cabra” en 1908, tuvieron que esperar más de un siglo para coronarse de nuevo campeones en 2016.

En el caso de los Tiburones de La Guaira hubo que soportar, desde 1987, el chalequeo y el aplique de quienes creyeron que éramos objeto de una “terrible maldición” que nos condenaría al suplicio de jamás levantar el trofeo de campeones. Hasta que el conjuro se rompió en 2024.

Confieso que nos hubiera gustado que el rival, en lugar de los Cardenales de Lara, fueran los Leones del Caracas. Así que la revancha está pendiente para próximas temporadas con nuestros archirrivales del béisbol moderno en nuestro país.

Luego del anterior campeonato de 1986, muchas figuras se quedaron en el camino, entre ellas nuestro apreciado dramaturgo José Ignacio Cabrujas, quien renunciara en carta pública a los Tiburones y, un año más tarde y antes de su fallecimiento, solicitara de nuevo su adhesión en 1995: “Un milagro, Padrón Panza. Un verdadero milagro: salen y ganan, pero, mejor aun, salen y se afanan. Salen y son” (José Ignacio Cabrujas, un tiburonero que no sabe cómo volver sin lucir oportunista).

También Teodoro Petkoff manifestaba en medio de la sequía: “No he renunciado a mi afición por el equipo porque no tengo ninguna alternativa que me atraiga más”.

Otro insigne guairista fue mi amigo y guía político Moisés Moleiro, con quien pude compartir amenas tertulias sobre nuestro equipo, en medio de las controversias y debates ideológicos sobre el destino del MIR en los avatares de la política nacional. El ronco Moleiro fue un fanático tiburonero hasta el fin de sus días, en 2002.

A fin de cuentas, la adhesión a un equipo de béisbol en nuestro país genera una identidad vitalicia que trasciende la militancia y las transiciones ideológicas, todo en función del triunfo de tu favorito; en este caso, los gloriosos Tiburones de La Guaira.

En mi caso, inicié mi andadura con el equipo del litoral desde el bachillerato, al ser los Tiburones un atractivo por la calidad de un lineup que los llevó a varios campeonatos en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. Hoy, mi fidelidad a toda prueba reafirma mi militancia guairista.

Mil felicitaciones al mánager Oswaldo Guillén, a la fanaticada guairista que perseveró desde el pasado siglo XX y que hoy celebra el primer título del siglo XXI. Además, se prepara para coronar la historia con el próximo Clásico Serie del Caribe a realizarse en Miami en los próximos días.

Valió la pena esperar para el renacimiento de una dinastía beisbolera en nuestro país y el esparcimiento y disfrute en nuestro sufrido acontecer político nacional.

¡Tiburones forever!

*Movimiento Laborista.

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