#EnPocasPalabras | La nueva China - Runrun
Tony Bianchi Oct 21, 2022 | Actualizado hace 2 meses
#EnPocasPalabras | La nueva China
Empieza una nueva era en la que China tratará de asegurarse el liderazgo económico mundial dentro de un clima de creciente incertidumbre

 

Con el cierre del XX Congreso del Partido Comunista y la confirmación de Xi Jinping como dictador y líder máximo del gran país asiático por tercer periodo consecutivo, logro que no tiene precedente, empieza una nueva era en la que Pekín tratará de asegurarse el liderazgo económico mundial dentro de un clima de creciente incertidumbre.

La tarea no se presenta fácil porque, luego de décadas de gran crecimiento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que en el 2023 el producto interno bruto (PIB) de China bajará hasta el 2.2 % en lugar del 5.5 % de crecimiento previsto por el gobierno. Ello representa una clara humillación para Xi y los demás lideres del partido.

Como de costumbre, Pekín ha censurado esta previsión mientras que está en marcha una protesta callada que se expande lenta pero firmemente en todo el país y que preocupa a Xi Jinping.

No se trata de una revuelta política contra el régimen, sino una desobediencia económica generalizada llevada a cabo por las familias chinas que están dejando de pagar sus cuotas hipotecarias porque las compras de sus hogares no han sido ni serán reconocidas debido a la crisis del sector inmobiliario. Una crisis que fue permitida por el mismo gobierno.

Descomunal crisis hipotecaria

Los datos que hemos obtenido a través de varias empresas hipotecarias internacionales revelan que en los últimos dos años la gigantesca empresa Evergrande ha dejado incompletas 1,3 millones de viviendas cuyos compradores han hecho importantes pagos anticipados.

Durante varias décadas la compra de las viviendas fue la inversión favorita de cientos de millones de familias que buscaban consolidar su estatus de clase media a media alta. Ahora los precios de la construcción están cayendo en todas las grandes ciudades y los ahorristas han sufrido y seguirán sufriendo importantes pérdidas.

Por su lado, los millares de inversionistas y especuladores que vendieron los apartamentos o casas unifamiliares han quebrado antes de terminar sus obras dejando a los compradores desamparados.

A pesar de ser ilegal dejar de pagar sus cuotas hipotecarias, los millones de compradores que se encuentran sin hogares tienen toda la razón de no seguir con sus aportes.

La empresa francesa Natixis, que ha venido monitoreando este gran fracaso en los últimos años, estima que las repercusiones negativas se extienden al presupuesto público y el Estado se ve obligado a intervenir para inyectar liquidez a un gran número de grupos inmobiliarios.

Nada cambia con Xi

Como de costumbre, nada de todo esto se ha discutido en el majestuoso escenario del congreso del partido de gobierno y se piensa que Xi seguirá haciendo lo que ha hecho durante la última década, a pesar de que el país necesita urgentemente un cambio.

A causa de este percance varios observadores occidentales estiman que las millonarias pérdidas económicas de China, prácticamente incalculables, están aplazando la visión arrolladora del “gran crecimiento”, pintado como “el sueño” que convertiría al país asiático en una superpotencia.

Bajo el punto de vista socioeconómico, las medidas contempladas por Xi a través de un drástico giro a la izquierda en su política destinada a poner fin a las innovaciones neoliberales introducidas por su antecesor Deng Xiaoping, sufrirán un grave frenazo.

Uno de los posibles peligros para la economía china es la posible devaluación de su moneda, el RENMIMBI, que reduciría su poder adquisitivo y crearía un “superdólar”.

Es obvio que un dólar más fuerte haría más costosos el petróleo, el gas, el carbón, los minerales y los productos alimenticios, todos elementos que Pekín necesita importar.

Bajo el punto de vista político, se prevé que Xi aplicará las medidas acostumbradas para sofocar los irritantes signos de rebelión que de vez en cuando aparecen, como restos de los enfrentamientos de Hong Kong que han sido decisivamente controlados por Pekín.

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