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Pablo Milanés, los días de gloria
“Los días de gloria se fueron volando y yo no me di cuenta. Solo la memoria me iba sosteniendo lo que un día fue”. El idealismo de la juventud de los 60 merecía ese epitafio de Pablo Milanés

 

@YsaacLpez

Al pueblo cubano en las calles, que canta en sol mayor

“La vida no vale nada sino es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama…», «Pobre del cantor que no comprenda que fuimos la semilla y hoy somos esta vida», “No vivo en una sociedad perfecta, yo pido que no se le dé ese nombre. Si alguna cosa me hace sentir esta es porque la hacen mujeres y hombres”, “Yo me quedo con todas estas cosas, más dignas, más hermosas, con estas yo me quedo”. Son estrofas de las canciones de los años setenta y ochenta de Pablo Milanés, una de las figuras emblemáticas de la Nueva Trova Cubana, constituida en movimiento en 1972, y conformada entre otros por Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Sara González y Vicente Feliu, quienes se convirtieron en embajadores del proyecto de la Revolución cubana y sedujeron con sus composiciones románticas, comprometidas, rebeldes, vanguardistas, a la juventud de América Latina y más allá.

Seducción, propaganda, nostalgia e ingenuidad. Todo mezclado, todo mezclado. Un continente marcado desde antaño por violencia, desigualdades atroces, pobreza, abuso, falta de institucionalidad y democracia. Esas canciones encontraban terreno fértil en masas juveniles cuyos padres habían emigrado del campo a la ciudad buscando mejores condiciones de vida.

Los años sesenta fueron los de la guerrilla latinoamericana impulsada por el régimen castrista. Luego de la derrota, la izquierda se replegaría a otros espacios de actuación: sindicatos obreros, movimientos agraristas, agrupaciones del magisterio… En Venezuela el nicho destinado preferentemente por el sistema democrático −que la venció con las armas− fueron las universidades. La revisión del texto La subversión marxista en Venezuela 1969-1974, del comisario Arpad Bango Stagel, muestra cómo los cuerpos de seguridad llevaban el seguimiento a la actividad de la izquierda universitaria en aquellos años.  

“Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló, Fidel la dignificó para andar por estas tierras”. Esa es parte de la letra de Canción por la unidad latinoamericana, también de Milanés. Todavía en el año 1991, en el Poliedro de Caracas, podía escucharse coreada por un público que gritaba “Cuba sí, yanquis no” en la apertura el Primer Festival de Música Latinoamericana organizado por el Ateneo de Caracas (El Nacional, 27-11-1991, p. B-Farándula). 

Pablo Milanés, días de gloria, por Isaac López
Primer Festival de Música Latinoamericana, en el Poliedro de Caracas, Nueva Trova cubana

Ha costado mucho que la seducción de la Revolución cubana se desvaneciera en los sectores medios, universitarios e intelectuales de Venezuela. Y hablo desde el mea culpa, no solo desde el intento de comprender el entorno. El peso del capital simbólico de Cuba y los legados sociales de la revolución, de los que ha hablado Juan Cristóbal Castro (Prodavinci. Entrevista con Hugo Prieto. 11-7-2021) han gravitado con especial fuerza en el país.  

Ni el eco del renombrado Caso Padilla en 1968-1971, ni las denuncias del escritor Reinaldo Arenas a mediados de los setenta, ni el éxodo de Mariel en los ochenta, ni las noticias de la gente desesperada lanzándose al mar para llegar a Miami, lograron resquebrajar la fe y la creencia, las cuales se mostraron espléndidas en el Manifiesto de Bienvenida -con 911 firmas- presentado a Fidel Castro en febrero de 1989: «como conductor fundamental de la Revolución cubana», por los logros en favor de la dignidad de su pueblo, «y en consecuencia de toda América Latina». Fidel Castro fue «la estrella» de la Coronación de Carlos Andrés Pérez II de ese año. (http://www.lavenezuelavetada.com)

Ha sido solo con la injerencia cubana en la etapa de crisis nacional reciente cuando la melancolía de izquierda ha cedido para imponerse negación, repudio y cuestionamiento.

Una crítica que es selectiva, pues “Con mis amigos −escritores, artistas e intelectuales que exaltaron en diversos medios al castrismo: de Adriano González León al Chino Valera Mora, y de Antonia Palacios a Domingo Alberto Rangel− no te metas”. 

En una entrevista para Globovisión, Nitu Pérez Osuna preguntaba a Soledad Bravo cómo había podido cantarle a un hombre como el Ché Guevara, a quien ella consideraba un asesino que había ajusticiado a tantos disidentes en La Cabaña. La respuesta asombra: nuestra querida Soledad dijo que ella no lo sabía. En 1969 había grabado “Hasta siempre”, la despedida que compuso Carlos Puebla al ícono de la revolución latinoamericana.

Milagros Socorro presenta las incoherencias de Cecilia Todd en un texto de Prodavinci, para evidenciar que hay algo que no cuadra en una artista promovida por el CONAC, FUNDARTE y otras instituciones durante los años de “la cuarta república” que pierde la memoria y señala que solo con el chavismo sus canciones se escuchan en las radios del país. (Milagros Socorro, Cecilia Todd, algo no cuadra, Prodavinci, 20 de junio 2021). Lo mismo se ha dicho para el caso de Alí Primera, quien entonó con solidaridad militante: “Cuba es un paraíso para el cubano señores. Allá se trabaja duro, pero el cubano es alegre, ahora trabaja pal pueblo no trabaja pal señor. Lo vagabundo está afuera, lo echó la Revolución”.

“Los días de gloria se fueron volando y yo no me di cuenta. Solo la memoria me iba sosteniendo lo que un día fue. Vivo con fantasmas que alimentan sueños y falsas promesas, que no devuelven los días de gloria que tuve una vez. Perdí mi yagruma y mi colibrí. Perdí mi guitarra, se perdió en la bruma, donde pierdo el habla y te pierdo a ti. Los días de gloria se fueron con todo lo que un día fui…”. (Días de gloria, Pablo Milanés)

El idealismo de la juventud de los sesenta merecía ese epitafio. La metáfora sirvió a los de la llamada Novísima Trova para denunciar su hastío ante un régimen con el cual ellos también vivieron una etapa de romance. De Carlos Varela a Tanya, de Frank Delgado a Liuba María Evia, de Monte de Espumas a Donato Poveda. Pero las frases de Días de gloria son la despedida que a su modo hicieron Pablo Milanés y Soledad Bravo, está última intérprete en la primera mitad de los setenta de dos discos con Canciones de la Nueva Trova Cubana que fueron blasones de la juventud universitaria venezolana de la época.  

Analizar, reflexionar, debatir, tratar de escapar del presentismo, conversar en medios tan radicalizados, tan balcanizados, tan ardientemente fanatizados por una lucha de nunca acabar, no es tarea fácil. Se impone la descalificación a ultranza. Nadie escucha a nadie. La gente opina por el titular. Tulio Hernández habló de Cuba y Venezuela como de patrias partidas, naciones fragmentadas entre las lecturas del pasado y el futuro, ante terribles presentes.

Silvio Rodríguez ha dicho frente a las protestas multitudinarias de este julio de 2021 en La Habana y otras ciudades, que son parte de la estrategia del imperialismo para destruir a la revolución. Aunque pidió públicamente amnistía para aquellos que no fueran violentos, él se muere como vivió. Milanés, su gran amigo y compañero de trovas, quien reside hace algunos años en Madrid, ha sido contundente:        

«Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo. Desde hace mucho tiempo, he venido expresando las injusticias y errores en la política y gobierno de mi país. En el año 1992 tuve la convicción de que definitivamente el sistema cubano había fracasado y lo denuncié. Ahora reitero mis pronunciamientos y confío en el pueblo cubano para buscar el mejor sistema posible de convivencia y prosperidad, con libertades plenas, sin represión y sin hambre. Creo en los jóvenes, que con la ayuda de todos los cubanos, deben ser y serán el motor del cambio. A los 78 años seguiré expresando estas mismas opiniones mientras mi salud me lo permita» (Pablo Milanés. 24 de julio de 2021, sitio oficial facebook).

27-7-2021

* Historiador. Profesor. Universidad de Los Andes. Mérida

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