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Las elecciones de los Estados Unidos, conclusiones y lecciones

Las controvertidas elecciones presidenciales en los Estados Unidos fueron excepcionales bajo muchos puntos de vista. Están destinadas a impulsar nuevas reglas electorales en los Estados Unidos y la adopción de precauciones políticas, no solamente en Washington, sino también en el mundo occidental.

Se necesitan nuevas reglas electorales en los Estados Unidos para que todas las partes acepten cambios o nuevas realidades circunstanciales, como las que se adoptaron en varios de los Estados por razones relacionadas con la covid-19.

Por ejemplo, no todos los Estados y ambos partidos estaban de acuerdo con aceptar “early voting by mail” o emisión anticipada de votos por correo. Tampoco con la fijación de los horarios de votación.

Lo más preocupante y más peligroso, sin embargo, es el aumento del uso de las redes sociales para penetrar la opinión pública a través de la desinformación y la mentira (lo que en los Estados Unidos se conoce como “fake news”). El fin: crear caos e influenciar a sectores específicos del electorado.

A lo largo de los meses anteriores a las elecciones, primero se organizó una campaña para convencer a los electores de que el partido demócrata se estaba volcando hacia el socialismo e inclusive hacia el comunismo. Y luego, cuando las encuestas indicaron la posible derrota de los republicanos, Trump por un lado, y fuerzas extranjeras por el otro, empezaron a correr la voz de que los demócratas cocinaban un fraude electoral de grandes proporciones.

Es claro que estas campañas de desinformación, que se aprovechan del fácil uso de las redes sociales, se convirtieron en una formidable arma letal tan o más temible que el espionaje y los acostumbrados complots encubiertos de los servicios secretos.

Mientras que el plan de influenciar la base de sus seguidores inyectando exagerados temores y advertencias de incierto futuro por parte de Donald Trump fueron bastante evidentes, mucho más sutiles fueron los esfuerzos principalmente de Rusia y en menor escala por parte de Irán y de China de sembrar dudas y crear pánico.

Las pruebas de que Rusia ha logrado penetrar el sistema tecnocientífico de Washington constituye una clara advertencia de que Vladimir Putin sigue con sus actividades encubiertas para crear zozobra y eventualmente anular las ventajas económicas y militares de los norteamericanos.

Por su lado, China se concentra en descubrir los adelantos tecnológicos de los Estados Unidos para reducir lo más posible las ventajas que la separan de Washington, en su afán de convertirse en el mayor mercado económico mundial.

Trump logró explotar su base de la extrema derecha de raza blanca y una multitud de conservadores antisocialistas. Casi logró el objetivo si no fuera por sus grandes e incesantes mentiras, extremismo y racismo.

Si el racismo de Trump no hubiera sido tan evidente, seguramente hubiera ganado en el estado de Georgia en lugar de perder miserablemente, inclusive hasta las elecciones de desempate de los dos senadores del Estado.

Para Trump los afroamericanos no son sino los sobrevivientes de la multitud de esclavos traídos desde África y que a duras penas califican como ciudadanos de segunda categoría. Tampoco considera a los latinos como plenos ciudadanos norteamericanos. A ellos se les concedió permiso de trabajar en los Estados Unidos para solventar la ausencia de peones y facilitar la recolección de cosechas; además por la falta de mano de obra barata en los trabajos más duros o de servicio.

La orden de marchar hacia el Congreso y de tratar de impedir la certificación de la victoria de Joe Biden fue un error garrafal porque resaltó sus verdaderas tendencias y confirmó su carácter antidemocrático.

La multitud enviada al Capitolio con la orden de parar el proceso de certificación de Joe Biden es una prueba más de las preferencias de Trump. Tal como se visualiza en los muchos videos de la toma del Capitolio, los insurgentes no contaron con la participación de ningún afroamericano, sino de extremistas de derecha, neonazis y supremacistas blancos (white supremacists).

Finalmente, no queda duda de que las elecciones fueron ganadas por Biden, tal como fue certificado por los rectores electorales de los varios estados, confirmado por el Colegio Electoral, la FBI y el fiscal general de Trump.

Lo que queda por verse es si Trump será enjuiciado y podrá evitar una división del partido; este ya cuenta con un grupo “pro-democracia”, conocido como los propulsores de ‘The Lincoln Project”, que se oponen a su permanencia en el partido Republicano.

*Tony Bianchi fue por años corresponsal de Reuters en Venezuela; vive aquí desde los años 60.

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