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#10DocumentosBolivarianos | El Poder Moral, o la Inquisición republicana, por Elías Pino Iturrieta

Ilustración de la Santa Inquisición. Imagen en rolmaster.com

@eliaspino

 

El proyecto para la creación de un Poder Moral es presentado por Bolívar ante los congresistas de Angostura en febrero de 1819, como parte de su propuesta de Constitución. Los diputados lo consideran “como de muy difícil establecimiento, y en los tiempos presentes absolutamente impracticable”. Se  conforman con ordenar su publicación, sin aprobarlo. Prefieren esperar opiniones calificadas sobre el asunto, que no llegan entonces. Hoy volvemos a sus páginas para cumplir el deseo de los representantes del pueblo, tal vez con las ideas que tuvieron ante la proposición sin atreverse a expresarlas. Según se verá a continuación, del plan bolivariano se desprende el designio de un tribunal parecido a la Santa Inquisición, que no pueden admitir con tranquilidad los destinatarios más ilustrados y liberales que lo reciben.

¿No es a una intolerable carga sobre la marcha del gobierno en ciernes, y una intromisión sin freno en la vida privada de los ciudadanos?

Dividido en dos secciones, la Cámara de Moral y la Cámara de Educación, el Poder Moral, también llamado Areópago, estaría formado por “los padres de familia que más se hayan distinguido en la educación de sus hijos, y muy particularmente en el ejercicio de las virtudes públicas”. Serían nombrados en una primera ocasión por el Congreso, pero después se renovarían de acuerdo con la decisión de sus integrantes. Su función esencial consistiría en la creación de una “policía moral”, cuya autoridad dependería del prestigio de naturaleza litúrgica que se daría a sus miembros a través de pormenores como estos que el proyectista sugiere:

Art. 7. Los miembros del Areópago se titularán Padres de la Patria, sus personas son sagradas, y todas las autoridades de la República, los tribunales y corporaciones les tributarán un respeto filial. 

 

Art. 8. La instalación del Areópago se hará con una celebridad extraordinaria, con ceremonias y demostraciones propias para inspirar la más alta y religiosa idea de su institución, y con fiesta en toda la República.

Art. 9. El Congreso reglará por un acta especial los honores que deben hacerse al Areópago, la precedencia que le corresponde en las fiestas y actos públicos, su traje, sus insignias y cuanto concierte al esplendor de que debe estar revestido este Poder Moral.

La pompa que prevé para los areopagitas se asemeja a la española de las ceremonias y las señales del Tribunal del Santo Oficio, exhibición de prendas de autoridad mezclada con anuncios de influencia ineludible, pero la semejanza se hace más evidente en el área de sus atribuciones. Por ejemplo, en lo respectivo a la Cámara de Moral:

Art. 4 Su jurisdicción se extiende no solamente a los individuos, sino a las familias, a los departamentos, a las provincias, a las corporaciones, a los tribunales, a todas las autoridades y aun a la República en cuerpo. Si llegan a desmoralizarse debe delatarlas al mundo entero. El Gobierno mismo le está sujeto, y ella pondrá sobre él una marca de infamia, y lo declarará indigno de la República, si quebranta los tratados o los tergiversa, si viola alguna capitulación o falta a algún empeño o promesa.

 

Art. 5 Las obras morales y políticas, los papeles periódicos y cualesquiera otros escritos están sujetos a su censura, que no será sino posterior a su publicación. La política no le concierne sino en sus relaciones con la moral. Su juicio recaerá sobre el aprecio o desprecio que merecen las obras y se extenderá a declarar si el autor es buen ciudadano, benemérito de la moral o enemigo de ella, y como tal, digno o indigno de pertenecer a una República virtuosa.

Art. 6 Su jurisdicción abraza no solamente lo que se escribe sobre moral, o concerniente a ella, sino también lo que se habla, se declama o se canta en público, siempre para censurarlo y castigarlo, jamás para impedirlo.

El más sumiso de los miembros de la sociedad, entonces y ahora, o el menos perspicaz de los políticos, ayer y hoy, se da cuenta de los peligros encerrados en las decisiones que puede tomar la Cámara de Moral de los areopagitas.

Son atribuciones dirigidas a la parcela de la moralidad, es decir, sin vínculos con las conductas políticas, según el autor del proyecto, pero que  pueden deslizarse hacia un terreno peligrosamente resbaladizo.

No en balde deben separar a los bienaventurados de los villanos, a los santos de los pecadores. No en balde los angelicales areopagitas distinguidos con prendas de dignidad deben crear una “policía moral”, conviene recordar.

Pero los atrevimientos a que puede llegar la Cámara de Educación son especialmente alarmantes y dignos de rechazo por los ciudadanos a quienes se ha prometido una edad dorada de tolerancia y democracia, alejada de las tradiciones del imperio español. Entre ellos la indispensable cooperación que imponen a las madres para la educación de los niños de tierna edad. Veamos: 

Siendo absolutamente indispensable la cooperación de las madres para la educación de los niños en sus primeros años y siendo estos los más preciosos para infundirles las primeras ideas  y los más expuestos por la delicadeza de sus órganos, la Cámara cuidara muy particularmente de publicar y hacer comunes y vulgares en toda la República algunas instrucciones breves y sencillas, acomodadas a la inteligencia de todas las madres de familia sobre uno y otro objeto. Los curas y los agentes departamentales serán los instrumentos de que se valdrá para esparcir estas instrucciones, de modo que no haya una madre que las ignore, debiendo cada una presentar la que haya recibido y manifestar que la sabe el día que se bautice su hijo o se inscriba en el registro de nacimiento.

Estamos ante un designio de adoctrinamiento que se inicia en la pila bautismal, para involucrar a todas las madres de la flamante república. Podemos imaginar, sin caer en exageraciones, lo que hubiera pasado con las renuentes y las indiferentes, o con las partidarias del antiguo régimen. ¿Qué les sucedería ante la cercanía de un totalitarismo?   Baldón eterno, en el mejor de los casos.

El plan viene lleno de buenas y patrióticas intenciones, dirían los bolivarianos ciegos de la actualidad, pero no comete herejía quien los relacione con los planes ortodoxos del rotundo fray Tomás de Torquemada. Quizá pensaran así, sin atreverse a afirmarlo en la tribuna, los diputados de Angostura que dejaron el proyecto de Poder Moral  para la consideración del futuro. En algo se ha tratado de atender su invitación aquí.

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