“Los miserables” - Runrun
Antonio José Monagas Nov 02, 2019 | Actualizado hace 2 semanas

Esta disertación no busca considerar el musical basado en la obra eximia del político, poeta y escritor francés Víctor Hugo, publicada a finales del siglo XIX:“ Los miserables”. El nombre de tan leída novela, tuvo como inspiración la eterna rivalidad entre el bien y el mal. Particularmente, en el fondo de las escisiones que tan histórica lucha siempre ha dejado abierta. Con énfasis, en medio de problemas causados por la exigua comprensión de la ética, la moralidad, la justicia y el ejercicio de la política como argumentos para ordenar la sociedad en su dinámica.

Los personajes que dan vida a dicha obra, son representativos de los terribles disturbios que provocaron la histórica Rebelión de Junio que se dio en Paris. Hecho éste que arrojó atroces consecuencias en la sociedad parisiense de 1832.La crisis que devino en lo que fue reconocido como tiempos de dificultades políticas y económicas, se vio acentuada por escasez de alimentos, aumento del costo de la vida y agudas enfermedades. A esto se sumó un importante brote de cólera que atacó, fundamentalmente, las barriadas más pobres de Paris.

De tan crítica situación, no sólo emergieron problemas que pusieron de relieve gruesas e incisivas diferencias políticas entre facciones de poder. También, un cortante descontento entre clases lo cual forjó cambios políticos que por igual pusieron al descubierto grupos de gente paupérrima que las monarquías de entonces buscaban encubrir para ofrecer la imagen de un Paris “ensoñador”.

Esos hombres y mujeres pobres que padecieron “en carne viva” la barbarie que para entonces se destapó, son los oprimidos a cuyo valor y resistencia, Víctor Hugo dedica su célebre obra escrita. Y quizás, la novela es una defensa al arrojo de personas así, indistintamente del lugar o situación social, política o económica que vivan. De ahí, su trascendental carácter. Aunque el título de la novela, expresa la condición de miserables de quienes para entonces se arrogaron el poder político y económico para atropellar a los más desposeídos y desfavorecidos.Sólo por el hecho de haber demostrado la voluntad que sólo catapulta la condición contestataria propia de los sentimientos de libertad que existe en personas con tan fundamentado brío político y social.

Fue así como uno de los parajes de tan efervescente novela describe que “en las ocasiones en que el hombre tiene más necesidad de pensar en las realidades dolorosas de la vida, es precisamente cuando los hilos del pensamiento se rompen”.Pues de ahí, surge la libertad como forma de vida.Sin embargo, la condición de miserable y que se superpone a la actitud de miserable, es producto del engreído poder. Sobre todo, cuando éste se enquista ante la presunción que tiene quien se arroga algún control sobre otro. Todo, con la excusa de contar con una pretendida “superioridad” que supone la persona de sí misma. O sea, es el personaje miserable que, generalmente, se refugia en el ejercicio de la política.

Es el caso que sucede cuando el gobernante -desconociendo sus debilidades-  es seducido por el morbo del poder. O sea, cae preso por la tentación del poder. Es el caso de Venezuela, donde pareciera haberse puesto de acuerdo quienes más rápidamente eran capaces de asfixiar sus conciencias.Y así, sustituirlas por bagatelas cuyos contenidos darían cupo a la sin razón entendida como criterio de gobierno. Así llegó a hablarse de “revolución”, sin terminar de comprender que tan mal llamado “proceso bolivariano”, sería el argumento para que sus aires movieran actitudes miserables como briznas de paja zarandeadas por cual ventarrón de orilla.

Por eso ni las dictaduras ni los regímenes totalitarios han podido construirse sobre ideologías importadas o elaboradas en la penumbra de la media noche. Sino, sobre las rapacidades de quienes mejor han sido hasta ese momento (políticamente hablando) ladrones de la dignidad. O sea, aquellos personajes marcados por la cobardía. Pero que en esencia son tristemente personajes que no pasan de ser perfectos pérfidos. Tal cual, vulgares sátrapas. Tanto que son “los miserables”.