La fuerza de la Dimisión, palabra a palabra, por Armando Martini Pietri
La fuerza de la Dimisión, palabra a palabra, por Armando Martini Pietri

 

¿Dimisión, que tan complicado puede ser? No parece, “it’s not rocket science”, expresión frecuente entre los cara pálida cuando se refieren a complejidades poco difíciles de realizar o comprender. Para quienes se engolosinan en vericuetos y dificultades, hagamos dimisión por diversión.

Recurriendo a la diversidad idiomática podemos escribir “dimisión” en el ruso marxista-leninista отставка; o en chino simplificado, “辞职” y en chino tradicional, “辭職” que no son tan fáciles de comprender, igual que no lo entendieron ni aceptaron tiranos como Putin o Xi Jinping.

Dimisión suena más comprensible en el inglés del Trump´s imperialist gringo empire, donde sería “resignation”. En el francés de Macron, les Champs Élysées y la Revolución, “démission”. En la históricamente politizada y simpática Italia, que cambia de gobiernos a cada rato, demócratas hasta la médula, diríamos “dimissioni”, y en el portugués para Dilma y Lula, “renuncia”, para finalizar con el alemán “Rücktritt”, espinoso de pronunciar. La última vez los visitó la desgracia miserable del cabo y mal pintor austríaco Adolf Hitler, aprendieron y no olvidan errores, los corrigen.

Embrollada e intrincada la cosa. Nos dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que dimisión viene del latín “Dimissio, -onis”, que se traduce como “renuncia, abandono de un empleo o de una comisión”.

La dimisión de un funcionario público de alto nivel, incluso un Presidente, no es nueva ni extraña en la historia. Hay momentos en la vida en que asumes una responsabilidad, y si eres responsable, aunque no sea culpa tuya, tienes que dimitirEn algunos casos por reclamo popular, es decir, por fuerza del pueblo ciudadano, en otros por iniciativa parlamentaria, o por fuerza institucional, además de la internacional. 

La dimisión es un acto voluntario de convencimiento que puede o no ocurrir. En la gran mayoría de los casos se reflexiona y como consecuencia se tiene la fuerza personal para dimitir, pero cuando la terquedad, soberbia y miedo niegan la posibilidad de meditación, la dimisión en nombre de la paz y el bien común puede y debe ser inducida, incluso empujada, forzarla a que suceda, y ello trae como consecuencia, responsabilidades ciudadanas como pueblo, nación y país. Desde el ámbito internacional por la voluntad -como al respecto han afirmado y reiterado una gran cantidad de países democráticos- de ser garantes de los principios éticos, valores morales, buenas costumbres ciudadanas y políticas.

Pero lo más importante, lo indispensable, es la entrega total, absoluta, de los sentidos libertarios, democráticos y republicanos: el compromiso ciudadano, con valentía y coraje. 

Es fácil expresarlo y cómodo escribirlo. ¿Pero es realizable? ¿Cómo se ejecuta? ¿Cómo se logra que un funcionario público al no cumplir su deber dimita?

No es fácil, pero es posible, se requiere la aplicación, el poderío de la pujanza y fuerza en simultáneo. Si el funcionario reconoce cuando reflexiona y descubre que hizo mal, una retirada rápida puede beneficiarle, porque la dimisión por principios y honor siempre será buena para el sistema democrático.

¿Qué significa la fuerza para la dimisión?

La fuerza popular ciudadana, como la inmensa mayoría de los venezolanos ha venido haciendo diariamente casi desde el comienzo mismo del régimen actual que lo gasea, golpea, reprime, empobrece y hambrea. Las protestas en las calles no son sólo reclamos, sino manifestaciones de ese ímpetu poderoso que exige la dimisión de todo un régimen devastador.

La fuerza institucional, la permanente denuncia y exigencias políticas en la Asamblea Nacional, pero aún más cuando es la justicia venezolana, el Tribunal Supremo al cual la crueldad de un desgobierno ha forzado a sesionar en el exilio, quien con imparcialidad, derecho y leyes investiga, juzga delitos e inmoralidades de una ignominiosa administración que en sus decisiones viola la Constitución y desatiende la Ley, con la complacencia cómplice y abusiva en la carencia de ética, comete desafueros de gravedad penalizada nacional e internacional.

La fuerza internacional, que ha sancionado a decenas de funcionarios públicos, expresado una y otra vez, de manera contundente, su defensa a la legitimidad de la Constitución, la libertad como premisa, la protección severa de los Derechos Humanos y la prosperidad de cada ciudadano como objetivo común.

Esa es la combinación, la mezcla para la liberación de Venezuela, para la dimisión del Presidente y los responsables del pantano de atropellos, arbitrariedades, ilegalidades e injusticias sistemáticas como diaria realidad.

No sabemos si el Presidente y quienes cuelgan de su voluntad han reflexionado adecuadamente y con detenimiento. Los hechos saltan a la vista incluso para los ciegos que no quieren ver. Los venezolanos están escapando, huyen despavoridos, buscando calidad de vida, seguridad, alimentos y salud, ellos hacen de Maduro un paria político, muy pocos lo quieren, ni siquiera sus propios. La actitud dicha, escrita, expresada y reiterada de la comunidad internacional, lo hacen un excluido mundial.

Pero se agrava cuando, al haber transfigurado a Venezuela en guarida de capos, pandilleros, guerrilla extranjera, robo abusivo de las finanzas públicas y lavado de dinero, terrorismo islámico; son también sujetos de medidas judiciales, pues donde vayan pueden ser arrestados y enjuiciados. 

Por lo anterior y más, sólo les queda una salida. Dimitir, dejar sus cargos voluntariamente, sin esperar que las fuerzas terminen de engranar, porque será una estampida inimaginable. Y una cosa es dimitir con pensamiento propio, y otra salir a patadas por la puerta trasera por donde sale la basura.

 

@ArmandoMartini