Un centenario y nada que celebrar, por Alejandro Armas
Un centenario y nada que celebrar, por Alejandro Armas

RevolucióndeOctubre

 

Este martes se cumplirán cien años de la Revolución de Octubre, etapa crucial de la Revolución Rusa, en la que los bolcheviques tomaron el poder. Es el centenario de un evento que, sin dudas, cambió la historia de la humanidad para siempre, aunque yo particularmente no veo nada que celebrar. Lo contrario pasa con el chavismo, que al parecer prepara una gran conmemoración. Para un gobierno que pone su dogma por encima de todo es normal gastar dinero en actos para festejar algo ocurrido un siglo antes y al otro lado del planeta, mientras los ciudadanos comunes pasan hambre y padecen enfermedades solo imposibles de tratar por la falta de medicamentos.

Por estos días, al llegar a la redacción del medio donde trabajo, un televisor con VTV sintonizado llamó mi atención. Un grupo de dirigentes del PSUV y de esas rarezas que son los intelectuales que todavía hoy apoyan sin condición al oficialismo discutía sobre la importancia de los sucesos desatados por el asalto al Palacio de Invierno de San Petersburgo en 1917. Una de las exponentes más entusiasmadas era María León, a quien siempre recordaré por plagar sus intervenciones en la Asamblea Nacional con historias de sus días de juventud, entre las filas de la fracasada guerrilla venezolana de los años 60. Al verla en esa pantalla, muy sonriente, fue inevitable pensar que todos estos marxistas criollos, reliquias de la Guerra Fría, han de sentirse satisfechos de saber que, aunque fuera en el ocaso de sus vidas, ven realizado su sueño de una revolución socialista en el país. Que ello implique pulverizar las esperanzas de la juventud sobre un futuro próspero en su tierra natal, como lo evidencia la estampida de muchachos de mi generación hacia otras latitudes, ha de ser para estos señores de la tercera edad un detalle irrelevante. Y tienen el descaro de decir que su ideología es la fase suprema del atruismo.

En fin, consideraciones morales aparte, puedo entender la excitación del chavismo con el centenario de la Revolución de Octubre (llamada así debido a que en la Rusia de entonces no se usaba el Calendario Gregoriano, sino el Juliano). Porque, si bien son más manifiestamente adoradores de Castro y el Che, antes de estos hubo un Lenin. Los acontecimientos de San Petersburgo originaron el primer Estado socialista duradero, pues experimentos anteriores, como la Comuna de París, se derrumbaron en poco tiempo. Además, el resultado no fue una mota roja en el mapamundi, aislada y de escasa trascendencia más allá de sus propias fronteras. El poderío político y militar de la Unión Soviética catapultaría con el tiempo la influencia del marxismo-leninismo en todo el orbe. Así fue sembrada la semilla de una planta de ultraizquierda, en la que el chavismo es una rama brotada hace relativamente poco tiempo.

Dicha izquierda, por tanto, rememora la toma del poder por los soviets como uno de los eventos más gloriosos en todo el devenir de la humanidad. Según ellos, el mundo pudo ver la aparición de una “democracia popular, directa y real”, a diferencia de la “falsa democracia burguesa”. No obstante, los bolcheviques fueron bastante rápidos en demostrar sus tendencias autoritarias.

Desde antes de la Revolución de Octubre, el gobierno provisional republicano ruso (sucesor del zarismo, desmantelado más temprano ese año) convocó elecciones para una Asamblea Constituyente que estableciera los pilares del nuevo Estado. Los comicios se realizaron poco después del golpe rojo, cuyos protagonistas, confiados en que ganarían de forma aplastante, decidieron participar. Pero el apoyo de las masas de toda Rusia a ellos resultó ser un espejismo. Creyeron que todo el país era como su bastión de Petrogrado (hoy San Petersburgo), la capital. En cambio, en el campo (y hay que recordar que hablamos de una sociedad desproporcionadamente rural entonces), arrasaron los Socialistas Revolucionarios, una facción rival dentro de la izquierda rusa

Los resultados no agradaron a Lenin, quien decidió “lograr con las balas lo que no se pudo con los votos”. La asamblea se instaló a principios de 1918, en un clima de hostigamiento. Solo pudo sesionar una vez. Al día siguiente, por orden gubernamental, amaneció tomada militarmente. Así, los bolcheviques dejaron claro que no tolerarían ningún tipo de oposición. Este proceder autoritario fue criticado con dureza ni más ni menos que por Rosa Luxemburg, acaso máxima heroína femenina del comunismo mundial, y a quien Maduro asegura haber estudiado con atención y admiración, aunque por lo visto esa parte decidió omitir. Hoy, los herederos ideológicos del bolchevismo no disuelven organismos colegiados que pierden en las urnas. Se conforman con quitarles todos sus poderes.

Los primeros años de la Rusia soviética estuvieron marcados por la Guerra Civil. Tanto los bolcheviques como la coalición de los defensores del zarismo y otros opositores cometieron atrocidades. En el caso de los primeros, las aberraciones han pasado a la historia conocidas como “Terror Rojo”. Toda actitud considerada opuesta al nuevo orden fue criminalizada. La Cheka, policía secreta, torturó y ejecutó a miles de personas. Una víctima notable fue la princesa Isabel, hermana de la última zarina y mujer destacada por su humildad y caridad. Su esposo fue asesinado por un revolucionario en 1905, y ella hizo campaña activa (aunque sin éxito) para que el asesino no fuera condenado a muerte. Abandonó la corte imperial para fundar y ponerse a la cabeza de una orden de monjas dedicadas a ayudar a los pobres de Moscú. Nada de eso importó a los bolcheviques. La ejecutaron.  

Para este artículo quise limitarme a la Revolución de Octubre y sus secuelas inmediatas, si bien los horrores asociados con la Unión Soviética siguieron por décadas. Noten que ni siquiera fue necesario mencionar a Stalin, a veces admitido por parte de la izquierda como el único “malo” en toda esta película. Purgas, ejecución de disidentes dentro del propio partido único, hambruna, gulags, millones de muertos … Todo eso es demasiado a menudo omitido por los devotos de la URSS, y cuando lo sacan a la luz, asumen la denuncia de Jrushchov ante el Vigésimo Congreso del Partido Comunista como expiación satisfactoria. Nada dicen sobre la persecución de opositores en las eras de Jrushchov y Brezhnev. Tampoco sobre la extensión internacional de los tentáculos del totalitarismo soviético, manifestado en la represión militar de alzamientos democratizadores en Alemania Oriental, Hungría y República Checa. La Primavera de Praga, por cierto, sirvió para mostrar a varios comunistas venezolanos la verdadera naturaleza de la URSS, lo que los llevó a buscar un socialismo democrático ajeno a los designios de Moscú. Hasta el sol de hoy, ni la vieja escuela marxista ortodoxa ni el chavismo les perdonan eso. A Teodoro Petkoff, solo por nombrar el caso más notable, lo tildan de traidor y le han hecho la vida de cuadritos. Así, Tal Cual, el periódico que Petkoff fundó y que ha sido un faro de libertad de expresión en medio de la tormenta censora, se ve obligado desde esta semana a circular solo digitalmente.

En conclusión, la Revolución de Octubre fue un hecho que ningún demócrata debería celebrar. Siempre me he opuesto a la persecución de marxistas solo por el hecho de ser marxistas. Sin embargo, pienso que los ciudadanos conscientes, en todo el mundo, no tenemos nada que conmemorar este próximo martes. Eso hay que dejárselo al chavismo. Considere todo lo expuesto en estas líneas y verá que la cosa pega con nuestros gobernantes.

@AAAD25