2016: ¿Año de Cisnes Negros y Grises?, por Fernando Nuñez-Noda
2016: ¿Año de Cisnes Negros y Grises?, por Fernando Nuñez-Noda

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El año que concluye confirma los cambios relevantes del poder mundial, pero también da inicio a una serie de eventos que desafían las predicciones y las explicaciones convencionales.

Supongo que Moisés Naím debe estar muy atareado si piensa en una reedición revisada de “El Fin del Poder”. El bestseller de 2013 revela la profunda disrupción geopolítica mundial que vivimos. ¿Ejemplos? Guerras asimétricas que prescinden de países y armamento convencional; el rompimiento de tradiciones centenarias, como la renuncia de un Papa y la sacudida que nuevos servicios digitales dan a industrias completas (medios, publicidad, taxis, alquiler de bienes raíces, comercio). De las primeras 15 marcas más valiosas del planeta según Forbes (http://www.forbes.com/powerful-brands/list/), 10 son de tecnología digital que corre por internet.

2016 me ha parecido “disruptivo”, con al menos un “cisne negro”, un acontecimiento “que viene de sorpresa, tiene efectos mayores y usualmente es inapropiadamente racionalizado a posteriori” (https://en.wikipedia.org/wiki/Black_swan_theory): Trump Presidente.

Pero más allá de Trump, 2016 ha tenido su cosecha de rarezas, de eventos que pocos anticiparon y que quizá sorprendieron a sus propios protagonistas. Con impactos menores o en pleno desarrollo, se me ocurre llamarlos “cisnes grises”, como polluelos o adolescentes que no han madurado su plumaje. ¿Qué tienen en común? Han derrotado las más doctas predicciones y tienen, cómo decirlo, un toque de locura, una pincela de primera vez” en muchos años o del todo. Veamos.

En 2016 a la caotización del poder se unen cambios en las conductas de la sociedad de información y la cultura derivada: la apoteosis de Pokémon a principios de año unió en matrimonio a los móviles y la tecnología de juegos geolocalizados. Generó una respuesta social, hay que decirlo, frenética pero a veces tonta.

¿Y qué me dicen del Premio Nobel de Literatura para Bob Dylan? ¿Locura, toque genial o decisión coherente con los tiempos de reality show” que vivimos? Internet ha pasado a ser “la infraestructura cultural”, su influencia en activismo, gestión, finanzas, operaciones, opinión pública, comunicación social o interpersonal, y política en general solo crece con el tiempo hasta subsumirse en la sociedad. ¿Será que hay que ver en internet y su mundo paralelo el futuro de la sociedad contemporánea? A la larga sí: The Matrix.

Del año en cuestión, pues, aislaré cuatro eventos para ilustrar mi atrevimiento con los cisnes negros y grises, eventos un tanto rocambolescos, poco convencionales, que generan cambios telúricos o parciales, depende del plumaje.

CIBERTERRORISMO, CIBERGUERRA. En febrero aparecieron los Papeles de Panamá, que no fueron lo que se esperaba a pesar del impacto inicial, pero llevaron las filtraciones de contenido privado a magnitudes masivas. Una prefiguración. La guerra cibernética emulaba ya la guerra ciberterrorista: inespecífica, escondida, de pocos contra muchos.

El resto de 2016 consolidó el poder de los hackers, sobre todo si son amparados y financiados por gobiernos, como la comunidad de inteligencia de EEUU cree que ocurrió con el “jaqueo” de los emails de Hillary Clinton. Los indicios apuntan a Rusia.

El impacto de estas filtraciones se está evaluando seriamente. Por ejemplo: los emails privados de John Podesta en WikiLeaks produjeron suficiente combustible para incinerar las recuperaciones que Hillary Clinton lograba de su credibilidad. Podesta era su jefe de campaña y el contenido mayormente burocrático no estaba exento de excesos e indiscreciones que tuvieron alto perfil informativo. Ya perdida la elección, el comando de campaña de Clinton ha seguido denunciando la injerencia rusa en esta peligrosa penetración de data confidencial.

Que hackers rusos o chinos o norcoreanos hayan robado y publicado información oficial de EEUU y otros países desarrollados es ya un escándalo. Además, son hackers de diversos orígenes y con distintas agendas: filtraron datos médicos de atletas olímpicos; “jaquearon” la cuenta de Instagram y de Twitter del mismísimo Mark Zuckerberg y hurtaron $65 millones en Bitcoin (la moneda digital sin Banco Central) de una financiera de Hong Kong. ¿Más? 330.000 cajas registradoras conectadas a través de un software de Oracle. Oh, esas actualizaciones de Java… El Departamento de Veteranos, las tiendas Gap… Y eso sin contar las estafas por la web e email. Cuando no inició algo inesperado 2016 lo sobredimensionó, lo llevó a magnitudes que levantan cejas.

Cerramos el año con la CIA confirmando que fueron rusos los hackers de la campaña y el Presidente Electo negándolo.

BREXIT. Ahora, bajo el espíritu de internet ¿puede un grupo humano hacerse más regionalista en medio de tanta apertura y globalización? Pues sí. Las necesidades materiales, inmediatas y locales siguen ejerciendo gran poder en las decisiones ciudadanas.

El 23 de junio un resultado referendario sacudió al mundo: 51,9% de los votantes en Gran Bretaña decidió abandonar la alianza política continental de Europa (la monetaria nunca la acogieron). Insólito, inesperado, casi dado por imposible. Ganó esa decisión contradiciendo encuestas y vaticinios. Muchos partidarios de Permanecer dejaron de votar porque daban su victoria por sentado. ¿Un cisne negro? Quizá sí de significar el inicio en otros países de decisiones refrendarías contra intuitivas, no anticipadas según los estándares de 2015. Uno gris por el momento.

Colombia vivió su pequeño Brexit a principios de octubre con el voto que dijo NO al acuerdo de paz con las FARC. Aunque el margen fue pequeño igual se preveía un triunfo cómodo del SÍ. Esta reversión momentánea no impidió que a Santos se le otorgara el Premio Nobel de la Paz 2016, pero ciertamente fue un statement político poderoso. Sea lo que sea, las FARC comparten un momento que viven también otros de sus socios: el ocaso del experimento castrista de Cuba y el “bolivariano” de Chávez, Lula y los Kirchner. Este último fenómeno que fue, a su manera, un cisne gris de grandes magnitudes ya casi ha agotado su combustible.

Cuando 2016 se inició el gobierno de Mauricio Macri tenía menos de un mes en Argentina; en agosto “despidieron” a Dilma Rousseff en Brasil y a finales enterraron a Fidel Castro en Cuba, nada más simbólico del fin de una era. Quedan Venezuela y Nicaragua en la esfera no democrática, ambos quebrados económica y políticamente.

CRISIS DEL PERIODISMO. ¿Quién iba a pensar que el exceso de información digital y sus usos iban a descalabrar la comunicación social de tantas formas? En septiembre Gallup dio a conocer que solo un tercio de los estadounidenses confía en los medios periodísticos, el nivel más bajo desde el inicio de esta medición en 1972.

Por otro lado, internet y los social media, más allá de sus indudables oportunidades y beneficios, han revelado su lado oscuro: las noticias falsas, las matrices de opinión y un caos de información de baja calidad.

Por ejemplo las llamadas “fake news”. Sonará exagerado o una tendencia que ya venía pero en este año tuvieron un rol tan influyente como los hackeos y las filtraciones. De hecho las “20 noticias de la campaña presidencial más compartidas” fueron falsas (http://www.vox.com/new-money/2016/11/16/13659840/facebook-fake-news-chart). La semana anterior a las elecciones, la noticia más popular logró casi 9 millones y fue falsa. La verdadera más popular tuvo poco más de 7 millones.

Y lo que es peor, no falsas por errores sino por una voluntad expresa de simular, de fabricar la ilusión de datos. Es el efecto antes que la causa: en vez de escribir algo y que eso genere una acción; se ensambla una “noticia” que produzca la conducta deseada (rabia, desconfianza, miedo). Y luego se integran en matrices que extienden el engaño (la salud de Hillary Clinton o que seguidores de Trump abuchearon al recientemente fallecido John Glenn). Vale decir, a veces son noticias satíricas simulando una real pero la gente las comparte como auténticas.

2016 fue una hilera de falsedades cabalgando cisnes grises por las corrientes de la web y las apps.

EL TRIUNFO DE TRUMP. Se hizo plausible al final, a partir de la campaña presidencial, pero la verdad es que nació con pocas expectativas a favor. Incluso la noche de la elección los apostadores en Las Vegas pagaban $1 por Hillary y $2 por Trump, es decir, daban ganadora a la primera. Si vemos el evento en el año y medio desde que The Donald se lanzó hasta el 7 de noviembre, había indicativos de que podía ganar pero más de que debía perder. Ahora, si lo vemos en un rango más amplio, digamos el último período de Barack Obama (2013-2016) el fenómeno Trump constituye un auténtico batacazo.

Una premisa del libro de Moisés Naím es que “El poder es cada vez más fácil de obtener, más difícil de ejercer, y fácil de perder”. Lo primero (ganar) aplica al magnate. En apenas año y medio, con una inversión publicitaria ridículamente baja en comparación, ausencia de un programa articulado y basado en el carácter en vez de los tópicos, Trump ganó el voto de colegios electorales. Antagonizó a la prensa, negó el cambio climático, enfrentó crudos testimonios de misoginia y enloqueció a los “fact-checkers”… pero ganó.

Cuando la Serie Mundial de Grandes Ligas iba 3 a 1 a favor de los Indios de Cleveland contra los Cachorros de Chicago, el reconocido pollster Nate Silver dijo que la probabilidad de que Trump triunfara era similar a la de los Cachorros de Chicago. Pues los Cachorros ganaron tres juegos seguidos en un increíble comeback.

El gobierno de Trump anticipa controversia, drama político, polarización pero ¿habrá que pensar al revés y esperar lo mejor, o por lo menos no descartarlo? ¿Qué nos enseñan los cisnes?

EPÍLOGO. Obviamente el año en cuestión es una confluencia de eventos que vienen incluso del siglo pasado: la fusión internet-sociedad; la geopolítica del Medio Oriente; los cambios del poder descritos por Naím; nuevas generaciones post-letradas y con ADN digital; y una manada de cisnes que cruzan muchos ríos y sorprenden con más frecuencia a los observadores y pragmáticos.

Es posible que 2016 sea un año importante, que se estudie en el futuro. Veremos si fue grande por la excepción o por el comienzo de una o varias tendencias que marquen el futuro.

@nuneznoda