El Legado de Maduro, por Francisco J. Quevedo
El Legado de Maduro, por Francisco J. Quevedo

no hay comida

¿Cuando la historia, que quizás se escriba esta semana, juzgue el legado del Presidente, contará los «muertos» que menciona el Vice-Presidente, o las «graves consecuencias» a que se refiere el ex-Vice-Presidente, ambos hablando de la llamada «Toma de Caracas» del 1º de Septiembre (¿Cuál será «la sorpresita» que mencionó Maduro?) o se limitarán las páginas a hacer un recuento económico, social y político de las consecuencias de esta crisis?

Hay elementos obvios en este legado: Una moneda que no vale sino una décima de un centavo de dólar americano, aun quitándole esos tres ceros que eliminó Chávez para crear la ridiculez llamada «el bolívar fuerte»; reservas internacionales que no cubren la quinta parte de las importaciones venezolanas en su mejor época; la inflación más alta del mundo y de la historia del país; la criminalidad más alta del mundo, caso Caracas; el país más corrupto del mundo, o casi, como indica la organización Transparencia Internacional; una institucionalidad democrática sumamente debilitada que no sirve para gobernar sino para mandar; una infraestructura en ruinas; miles de empresas quebradas; una millonaria fuga de talentos y capitales; en fin, un país en crisis que ocho de cada diez electores clama por rescatar.

Pero los elementos ocultos no son tan obvios: La malnutrición infantil, que aparte de muertes de neonatos nos dejará con un país de adultos tarados, es uno de los principales daños causados por la crisis cuya autoría el gobierno niega; un país dominado y saqueado por una minoría es otro que vendrá a descubrirse cuando salgan; una nación de pedigüeños y mantenidos que cobran por hacer cola y bachaquear que habrá que ver si querrán trabajar en la Sexta República; una institucionalidad comprometida con el narco y con la ideología del fracaso son algunas de las consecuencias de este disparate llamado revolución bolivariana. «El Día Después» será de película.

¡Ah! Y he allí los muertos, muchos muertos, demasiados muertos. Al menos 300.000 debe ser la cifra de asesinatos revolucionarios, con quizás unos 80.000 en los últimos tres años. ¡Es que no solo los recién nacidos mueren en las maternidades, es que hasta los animales en calles y zoológicos mueren de inanición! Y mientras el país se cae a pedazos y la gente grita por comida y porque se vayan, no paran, y siguen, y se ufanan, se llenan la boca, y los bolsillos, y viajan por el mundo, hasta hacen compras los fines de semana en el Caribe mientras retrasan u obstaculizan los procesos democráticos.

«Tanto va al agua el cántaro, hasta que revienta…» ¿Reventará el 1º de Septiembre? ¿Qué quedará del país al día siguiente? Se solicita: Un gobierno de verdad.

@fjquevedo