La narrativa oficial, desde los tiempos del Presidente Chávez, le explica a los venezolanos y al mundo, a través de una inclemente propaganda, que uno de los logros de esta inefable revolución bolivariana, consiste en la consecución de la “verdadera independencia” o soberanía de nuestro país de las potencias extranjeras. Al menos eso pretende hacer. Así, entonces, el finado comandante habría sido el continuador de la obra del Libertador Simón Bolívar, logrando expulsar, por medio de fantasiosas batallas que sólo existen en las cabezas de los líderes del oficialismo, a las insolentes potencias extranjeras que mancillaban al suelo patrio, de la mano de una burguesía nacional entreguista. Más o menos esa es la historia oficial.
No obstante, en estos quince años en la cual los venezolanos hemos tenido que sufrir las siempre negativas consecuencias de las erradas políticas públicas del autodenominado gobierno revolucionario, ha sido precisamente la política exterior, si es que así se puede denominar, una de las más incoherentes con su discurso y con un latente potencial dañino, que esperamos no tengamos que padecer totalmente. El caso es, todo lo contrario al discursete oficial, que Venezuela ha sido convertida en una nación totalmente dependiente de los designios de poderes foráneos, en donde se observa claramente como un grupo de potencias extranjeras utiliza a placer tanto el suelo como los recursos nacionales, para satisfacer sus disímiles objetivos estratégicos, siendo los más notables los casos de Cuba, Irán, Rusia y China.
El caso de la entrega de la soberanía venezolana a Cuba y al castro-comunismo, de la cual, por cierto, son cómplices los altos mandos de las Fuerzas Armadas Nacionales, se verifica aun en las más irrelevantes cuestiones, llegando a los extremos de que la publicidad oficial de nuestro tramposo organismo electoral es protagonizada por nacionales de esa isla. La cantidad de recursos financieros venezolanos que van a parar a las manos de los criminales hermanos Castro son inconmensurables y probablemente nunca puedan ser determinados a ciencia cierta. Por otro lado, el grosero y arbitrario endeudamiento con los chinos en el cual se han embarcado los seudo-revolucionarios del gobierno, nos hacen casi que totalmente dependientes en el ámbito financiero de los orientales, quedando la economía nacional a merced de las decisiones que a bien tenga tomar el Partido Comunista chino, hipotecando, de paso, el petróleo de las próximas generaciones de venezolanos.
En cuanto a los herederos del imperio comunista soviético, ya hemos visto como los rusos utilizan a discreción las bases militares venezolanas para posicionar sus inmensos aviones de guerra con los objetivos de interferir en los asuntos internos de Colombia y Nicaragua, así como para demostrar a los EE. UU., que ellos pueden jugar a placer en su patio trasero.
Para finalizar el conjunto de desaguisados del gobierno venezolano en el campo de la política exterior, tenemos que señalar la “alianza estratégica” que han forjado con los promotores del terrorismo internacional como lo es la República Islámica de Irán. Este relacionamiento, que no es alianza y mucho menos estratégica, hace que sobre la cabeza de todos los venezolanos penda la posibilidad de involucrarnos en un conflicto de orden internacional, en donde, por supuesto, lo único que podemos obtener son pérdidas y sufrimiento. Por más pusilánime que a la fecha nos parezca la actitud de los EE. UU. hacia Irán, es siempre bueno recordar que a los estrategas norteamericanos no les tiembla el pulso para arrasar a aquellos enemigos que osan causar algún daño a su nación. Una acción iraní o de algunos de sus aliados como Hezbolá, que de alguna manera sea asociada con Venezuela, podría desencadenar tal escenario.
De esta rápida e incompleta revisión de las relaciones con los nuevos amigos de Venezuela, se desprende que ni somos más soberanos y mucho menos más independientes, pero al gobierno lo único que le falta en convocar una manifestación para pedir a los que rechazamos tal injerencia, que con los cubanos, rusos, chinos e iraníes no nos metamos.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad
Universidad “Simón Bolívar”
Por: Leopoldo E. Colmenares G.