El bipolarismo es cosa de los libros de historia y la emergencia de múltiples polos de poder, a diferentes escalas y con distintos grados de intensidad, es una realidad insoslayable. Y en este escenario, una reminiscencia o más bien, un vestigio de la Guerra FrÃa, aún subsiste como suerte de ‘déjà vu’ diplomático del cual el mundo no se ha podido deslastrar todavÃa.
El Movimiento de los No Alineados se fundó en 1961 a solicitud de la Yugoslavia entonces comunista pero no sujeta a los dictámenes de Moscú. Se pretendÃa crear un bloque de paÃses, la mayorÃa del mundo de hecho, que conformase a quienes no integraban el bloque occidental (aka: EEUU y sus aliados) y a quienes tampoco estaban dentro de la órbita de influencia soviética.
El Movimiento ha querido, sin éxito, redefinir su propio esquema tal como lo hizo la OTAN, que no se enfoca ya en la amenaza nuclear de alguna potencia sino en la lucha contra el terrorismo internacional y la preservación de la seguridad en regiones convulsas. La incidencia e influencia polÃtica del Movimiento ha caÃdo en desgracia a la luz de los acontecimientos, más allá de su nada despreciable membresÃa (120 paÃses, al dÃa de hoy).
La convocatoria de una cumbre del Movimiento en Irán, paÃs bajo escrutinio internacional y donde se posan miras inquisidoras de la comunidad global viene en un mal pero interesante momento. El consenso es prácticamente una utopÃa al interior de esta organización, en temas que seguramente saldrán a relucir de un modo u otro, como los eventos polÃticos recientes en el mundo árabe, con Siria en la palestra.
La postura de Irán sobre muchos temas es casi una posición en solitario, solo compartida por unos pocos. El régimen fundamentalista tratará de hacer propaganda al máximo aprovechando el interés mediático en el evento que aunque estuvo dormido buena parte del año, ha crecido exponencialmente en fechas recientes. En estos dÃas, Irán ha copado titulares en la prensa de todo el planeta, con sus arengas anti-israelÃes y la terca persistencia en mantener su programa nuclear, cuya civilidad todos ponen en duda, mientras Teherán se sigue armando “por si acaso”.
La presencia del Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, objetada por Washington y Tel Aviv, dará de qué hablar por muchas razones. Pero soy del criterio que esta, es una movida inteligente y estratégica que más que legitimar las múltiples acciones condenables de Mahmud Ahmadineyad, permitirán en cambio confrontarlas en su propio terreno, quizás no en público pero sin duda alguna, en privado.
La Agencia Internacional de EnergÃa Atómica, ya ha dejado por escrito sus varias reticencias en relación a Irán y el Consejo de Seguridad de la ONU junto a bloques regionales como la UE, tienen a Teherán en la mira a la espera de adoptar nuevas y más contundentes sanciones.
Otro ilustre participante en la cumbre, que ha sido anunciado con pomposidad, es el lÃder norcoreano Kim Jong Un, el último de esa monarquÃa comunista que gobierna con mano de hierro y doctrina stalinista al más aislado de los paÃses miembros de la ONU, donde la cúpula de poder disfruta de placeres burgueses mientras la población está sujeta a una suerte de hipnosis colectiva en una burbuja de ideologÃa y hambre, aderezada con el culto a la personalidad.
Curioso, que el representante del paÃs más comunista -y ateo- de la faz de la Tierra pise el suelo de un paÃs gobernado por una teocracia. Para la diplomacia da para todo sin duda. Dato interesante, es que para el joven Kim será su primera salida al exterior desde que ascendió al poder pero ciertamente no será su primer contacto con Occidente. Hecho notable, considerando que sus predecesores tenÃan vÃnculos escasos con otros paÃses.
¿Estarán alineados al menos con la realidad geopolÃtica del siglo XXI estos paÃses? Lo veremos en la Cumbre.
Omar Hernández