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La devaluación que piden al gobierno entrante de Capriles no es necesaria por Alexander Guerrero E

Zea
Hace 12 años

La historia se repite decía Marx, como comedia y como tragedia.

Ayer y hoy: ¿quién gana y quién pierde de una devaluación?

En 1996, en tiempos de la Agenda Venezuela, el gobierno firmo convenio con el FMI, la asistencia financiera de este no estuvo presente, no se requirió de condicionalidad, el tipo de cambio voló a 260 Bs/$ cuando se desmantelo el control de 180 Bs/$. Se arrastraban las consecuencias de una crisis financiera que el gobierno decidió monetizar. El Ministro de Hacienda, Matos Azocar en esos días declaro que “el BCV me engaño..”, es decir, la tasa de cambio según el BCV no llegaría tan lejos. Esa era la discusión de esos años. La posición en balanza de pagos no era caótica como en 1989, pero la situación fiscal era insostenible en virtud del bail-out de la crisis financiera. El costo de esa crisis en 1997 se estimaba en 13000 millones de dólares y aunque fue monetizada comprometió seriamente la ecuación fiscal, la cual finalmente se derrumbo en 1997 con la caída de los precios del petróleo.

Esa maxidevaluación fue causada entre otros por la acumulación de las consecuencias de la crisis financiera; crisis financiera que activó la salida de capitales, pero que subyacía en el hecho que una buena porción del sistema financiero estaba podrida, la perdida de confianza inducida durante el control de cambio, y la debilidad de la balanza de pagos, combinada esta por un enorme desequilibrio fiscal que se arrastraba por la crisis financiera; así como en la naturaleza de la propia administración del control de cambio. Desde luego, la pavorosa inflación causada por la corrida de capitales que activo la crisis financiera trajo un desbalance en precios relativos, la inflación respondía así a la terapia monetaria erróneamente utilizada para monetizar la crisis financiera. Entrabamos en el umbral de la crisis financiera asiática que terminó de colapsar los precios del petróleo en 1997, a niveles de 7 dorales el barril.

El ganador de esa maxidevaluación –y todas- es el propio gobierno, y que los incentivos fiscales así están dispuestos, sabemos que el gobierno recibe una buena parte del ingreso de la renta del petróleo que se realiza en dólares, una devaluación genera bolívares al gobierno, es el impuesto inflacionario. Hay otros ganadores, los que administran portafolios de deuda pública venezolana, la cual se alimenta de un repricing de esos bonos y en consecuencia genera unos volúmenes de ganancias a las instituciones financieras y otros tenedores de deuda pública en dólares. En este caso el gobierno que posee una vasta porción de esos bonos en cartera de los bancos públicos coloca otro comensal en el festín de una potencial devaluación. El perdedor, el ciudadano de a pie!.

El subyacente monetario – fiscal actual: una devaluación no necesaria

Aquellos Eran tiempos de un petróleo en 22 dólares que generaba una contribución fiscal petrolera de un 6-7% en términos del PIB. Niveles de ingreso fiscal muy inferiores al comprar con los de 2011 – 2012, y ello independiente que las exportaciones de petróleo hoy de unos 2.1 millones barriles/día sean menores en unos 400 mil barriles/día a las de hoy; ayer el precio del petróleo en promedio en 18 dólares (1996)) frente a los 100 dólares en 2012. Las cosas hoy son muy distintas. Sin embargo, una devaluación mirando el actual “precio de sombra” del dólar como se ha querido vender en el mercado político electoral seria devastadora.

Así, una devaluación, no solo no es necesaria, tendría un impacto catastrófico sobre una gestión de gobierno sentada, en principio, sobre grandes esquemas redistributivos que dejaría colgando por el gobierno saliente, gasto fiscal que eventualmente habría que mantener en el mediano plazo, en la medida que el país iría recuperando sus capacidad productiva con la full recuperación de la actividad privada. Esta razón es sine cuan non, el sector privado debe retornar con dinamismo, el gobierno debe revertir la arbitrariedad y las propiedades confiscadas y restablecer un régimen e full protección de los derechos de propiedad.

Hoy, aunque hay un desorden fiscal, un descomunal derroche de fondos fiscales y de liquidez internacional, una administración nociva de las reservas internacionales, una presión inflacionaria represada, una galopante corrupción, también es cierto que el voluminoso ingreso fiscal generado a mas de 100 dólares el barril de petróleo compensa a la caída de unos 500 mil b/d de las exportaciones petroleras, todo ello compensado con un precio del petróleo superior a 100 dólares el barril entre 2011 y 2012.

Inclusive independiente del enorme gasto publico en consumo, gasto corriente, unido a un sincronizado proceso de descapitalización de las empresas básicas, incluida PDVSA, los desequilibrios fiscales han sido financiados con una acumulación de deuda publica, la situación fiscal en termino de caja no es peor que la referida en 1995. Así por ejemplo, la contribución fiscal petrolera es hoy es mayor dos veces ( 15% del PIB) que la del periodo citado arriba.

De hecho entre el valor de las aportaciones del petróleo con un precio por barril en promedio en los últimos dos años de supera los 100 dólares el barril y una deuda publica contraída en estos años, -esta, la documentada alcanza un 25% del PIB-, ha permitido acumular fondos y liquidez internacional incluyendo las reservas internacionales en volúmenes superiores – a la fecha- a los 70 mil millones de bolívares. Ese nivel de liquidez internacional compone un importante amortiguador de liquidez internacional para sostener el mercado libre de divisas y sobre un régimen de cambio que coloque al dólar en una plataforma de flotación administrada con las reservas internacionales del BCV.

¿Qué hacer entonces ?

El debate sobre que hacer con el control de cambio el bolívar en una próxima administración, fluye sobre algunos conocidos prejuicios dilemáticos en torno al sentido del régimen cambiario, el control y desde luego la fijación del tipo de cambio. Así, la cuestión cambiaria, o la convertibilidad del bolívar, vuelve a sentarse sobre conocido prejuicio montado en el mal utilizado concepto de la “sobrevaluación” del tipo de cambio. El razonamiento emana en el sentido que el precio del bolívar se ha desviado de su precio real, lo cual implica que el dólar estaría abaratándose frente al bolívar; puesto en términos del precio del dólar, el bolívar estaría, comprando más dólares.

Las consecuencias de ese fenómeno serian, entre otras perdida de la competitividad (encarecerían relativamente) de los bienes transables producidos en el mercado nacional; sin embargo en Venezuela, con un gobierno que exporta un bien y cobra en dólares, los incentivos están servidos para extraer bolívares devaluando, para incrementar el ingreso fiscal.

Competividad

En realidad hay otros factores mas importantes que tienen que ver con severos costos de transacción que han disminuido la capacidad de exportar de la empresa venezolana, de ellos el debilitamiento de los derechos de propiedad aparece como la variable que explica claramente la caída de la inversión y la descapitalización de la empresa privada nacional. En resumen, es de suprema importancia comprender que en eventual y seguro triunfo de Capriles el 7 Octubre, no hay necesidad de maxi devaluar el bolívar como se oye en el silente debate sobre que hacer con el régimen cambiario.

Hay una buena cantidad de medidas para desmontar el control de cambio, me refiero a la administración del régimen, de manera de permitir el acceso libre y garantizar la convertibilidad del bolívar. Previo a ello hay que poner la casa fiscal en orden y devolverle al BCV la independencia requerida para que cumpla sus objetivos de inflación y estabilidad monetaria y cambiario, es decir, para blindar la balanza de pagos en una economía que no debiera tener –dado el volumen de dividas que produce- controles ni razonamiento, ello es un atentado a los derechos de propiedad y la democracia es consustancial al régimen e libertades económicas.

Además hay que eliminar todas las restricciones políticas e institucionales en decenas de leyes y decretos que han amarrado y descapitalizado al sector privado venezolano para que pueda invertir y producir, es decir, lo que llamamos un shock de oferta par que el productor venezolano se rencuentre nuevamente con el mercado local y pueda ser nuevamente el sector creador de empleo mas dinámico de la economía venezolana

Las cuentas en dólares y el régimen bimetal

¿Qué hacer entonces? En primer lugar corregir las distorsiones fiscales y monetarias que medran entre fondos soberanos, FONDEN, etc., instituciones financieras publicas, el Tesoro (Min Finanzas) y el BCV> en ese sentido, devolver la liquidez internacional (divisas) en esos fondos e instituciones financieras, incluido el Tesoro al BCV masi se elevara el volumen de reservas internacionales requerido para proteger cada bolívar en circulación. Por cierto ese régimen le ha dado muy buenos resultados en Perú, donde el publico puede obtener dólares desde cualquier cajero automático de cualquier banco. Vean ese ejemplo de Pero, pero además esos regímenes bimetálicos son los que existen naturalmente en el mundo desarrollado.

En segundo lugar, autorizar al BCV a que elabore el régimen de circulación monetaria de la divisa internacional, es decir, aperturas de cuentas en divisas en la banca nacional y establecer un régimen monetario que permita contabilidad esos fondos en cuentas en la banca como parte de la liquidez internacional en poder el BCV. En tercer lugar reordenar el gasto publico para que la economía retorne a un grado de controlabilidad y auditabilidad, es decir, el respeto a las reglas fiscales, de manera que los organismos y empresas que hacen actividad fiscal distinta a su natural actividad económica y financiera transfieran al gobierno central de las coordenadas del gasto publico.

El gobierno central debe de inmediato redistribuir las obligaciones del gasto público a sus entes naturales, la administración descentralizada, es decir, el respeto a la norma de subsidiariedad que permita un uso racional e inteligente de los fondos públicos. Con ese arreglo fiscal y monetario, el gobierno podría establecer el timming para el desmontaje cambiario y regresar a la libre convertibilidad. Una moneda libremente convertible, no podrá ser devaluada, el mercado apreciara o depreciara de acuerdo a que el gobierno y el BCV cumplan sus funciones debidamente.

 

Economist, PhD. (London University)

Economia y Finanzas

www.alexanderguerrero.com

@alexguerreoe

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