El geriátrico cómodo y enchufado, por Armando Martini Pietri - Runrun
El geriátrico cómodo y enchufado, por Armando Martini Pietri

SUDORES, MALESTARES ETÍLICOS, ACHAQUES, sentimientos de enfado e indignación, malquerencia nacida en el ánimo por desengaños sufridos, el geriátrico castrista conjuntamente con sus probos decanos asociados definen como nazi-fascistas, radicales, divisionistas, sectarios, delincuentes financieros, y hasta virtuosos -para desprestigiar- a quienes solicitan limpiar y esmerar la manera de hacer política -honrar la palabra empeñada, decir la verdad, por ejemplo-, o a quienes con valentía y coraje asumen posiciones críticas hacia sectores que reiterados, sin éxito ni ventajas ciudadanas, estimulan y pactan diálogos, acuerdos que oxigenan y concluyen en convites electorales no reconocidos y fraudulentos, en los cuales, interesados reciben propinas en agradecimiento.

Serviciales útiles, fueron avergonzados, vencidos, la ciudadanía puso en claro cuál es el verdadero compromiso. Desenmascarar el talante y verdadero interés político partidista de quienes participan en el parlamento legítimo, constituye una radiografía objetiva que el ciudadano aprecia. Dejados de lado, defensores de conveniencias, atacarán, tratarán de herir y asustar. Pero el pundonor y la decencia tienen el total respaldo y admiración de la ciudadanía, no pueden dejarse amilanar. Sería desilusionante, frustrante, marcaron un sendero de honor. El geriátrico cómodo y enchufado reacciona con fuerza. La importancia consagra una realidad fundamental, dignidad, denuedo y compromiso ético que se abre camino, y lo señala. Es el único posible de transitar.

Se consolida claro y firme que ratifica un cambio trascendental en esta Venezuela deshilachada que es obra del castro madurismo. Una mala y truncada democracia, como la perciben dirigencias a conveniencia. Ese oficialismo encubierto que, a la cola de conversos, extiende sus influencias, disfrazados de originarios, disidentes o democráticos. Existe una actitud en sectores que apoyan la gimnasia de una confortable adversidad, y no pone en riesgo sus zonas de comodidad que la dictadura le obsequia. Sin embargo, otra, plantó cara y decoro al emblema pagado en euros, porque ni de lavativa acepta Petros, bolívares soberanos ni lingoticos de la hipocresía e indignidad.

Fue sorpresa para el oficialismo, pero quizás no tanto para la minoría blanda y siempre dispuesta a cooperar, definitivos fracasados porque a pesar de los favores y mutuas complacencias, no han logrado engañar al pueblo que, por encima de bonos, carnets y embustes, comprueba cada día más su espíritu de democracia y libertad. Porque cobrar limosnas disfrazadas de bonos que no siempre llegan completos y a tiempo, no es convertirse en castristas, es sólo reconocer que los problemas, hambre, miseria y errores son mucho más grandes que las promesas y proclamas hechas y jamás cumplidas.

El chantaje grosero ya no aplica ni convence. La coerción unitaria, prepotencia y amenaza de que sin unidad no hay posibilidad de triunfo, es componenda de contubernios, y manipulación de la peor calaña. Se puede lograr el éxito con alianzas en un propósito común sin conflictos ideológicos, y finalmente, es una falacia de que todos son necesarios. En el triunfo final, serán requeridos aquellos -afortunadamente la mayoría contundente- que hayan demostrado coherencia y coraje, que decir la verdad sea característica, que no anda agazapado negociando acuerdos oscuros ni escabrosos, y, finalmente, sea capaz de sacrificar triunfos individuales por beneficios colectivos. Quienes piensan desigual y no comparten la misma ética, resulta poco probable unirse. Las asociaciones obligadas y a la fuerza, son entusiasmos breves y sin posibilidades.

Buscaron siempre mirar hacia otro lado empezando por su propia falta de principios y exceso de bolsillos, hasta que la política digna, seria, conceptualmente crítica, los sorprendió demostrándoles no sólo que se conocen sus debilidades, sino que ni siquiera han logrado tras años de doblez y acatamiento, ser mayoría. En democracia, todos sabemos incluyendo a los empleados del castrismo cubano, que siempre hablan de elecciones democráticas para después tergiversar las cifras que no les convienen, dejándolos en evidencia.

En Venezuela renace la esperanza y en la comunidad internacional la confianza, los ciudadanos han despertado después de un letargo apaciguador. A pesar que, ciudadanos cambiaron de aptitud al observar un nuevo horizonte que viene con fuerza renovada a rescatarla de las garras politiqueras, existen infiltrados castristas de relevancia con ascendente, pululando inadvertidos, esgrimiendo teorías miserables, “de que el oficialismo esta fuerte y hay que sobrevivirlo”; semejante estulticia ha tenido pretexto, confundiendo a los organismos internacionales y haciendo un gran daño ciudadano.   

 

@ArmandoMartini