Inversión Extranjera Directa en Venezuela por Francisco Ibarra Bravo
Hace poco más de un mes la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la Naciones Unidas) publicó uno de sus informes periódicos sobre la Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe. Este informe posee muchas virtudes, entre ellas, permite hacer una comparación relativa sobre el desempeño de los países de la región en este importante aspecto de inserción en la economía global.
La Inversión Extranjera Directa (IED), no solo aporta recursos importantes para el progreso económico y social de un país. Las empresas que invierten fuera de sus fronteras no solo llevan recursos financieros y de capital con ellos. En muchos casos trasladan personal especializado, prácticas organizacionales y facilitan la transferencia de tecnología. La inversión extranjera directa hoy es vista como un complemento de la inversión interna y nunca como un sustituto. Ambas dependen sustancialmente de las condiciones existentes en la economía.
De las 7 grandes economías de la región, Venezuela es la que peor desempeño ha tenido en esta categoría. En los últimos 6 años, Venezuela ha sido la única economía de la región que ha registrado entradas de IED negativas, lo que equivale desinversión. Países como Perú y Colombia, que en el pasado siempre recibieron menos flujos que Venezuela, hoy tienen un desempeño notable y aprovechan las oportunidades que la globalización ofrece para atraer importantes sumas de IED que permiten entre otras cosas, mejorar el clima de competencia imperante en sus países.
Venezuela ha optado por un modelo de desarrollo diferente. Este descansa sobre la premisa de que el Estado debe ser el motor fundamental de la economía. Si esa fuese la única premisa, no sería tan grave el problema. El inconveniente radica en que el modelo de desarrollo no solo privilegia el sector público sobre el sector privado, sino que se ha dedicado a satanizar al sector privado y a implementar una especie de campaña de acoso y derribo sobre este. Esto es lo que explica, no solo que la Inversión Extranjera Directa haya colapsado, sino que también explica pobre desempeño de la inversión privada interna.
Venezuela y sobretodo sus sectores más desfavorecidos requieren de un sector privado robusto y dinamizador de la economía. Los venezolanos merecen puestos de trabajos de calidad que les permita acceder a un nivel de bienestar razonable. Negarle esa posibilidad, acosando al sector privado nacional e internacional, constituye sin lugar a dudas, un daño irreparable a los venezolanos de hoy y del mañana.
Francisco Ibarra Bravo
@franibar10