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El metabolismo de Giordani por Juan Carlos Zapata


Giordani ataca. Giordani se desenreda. Tiene a favor la edad. La calva. La barba blanca. La estampa de monje. Y la imagen de que es un hombre honesto. Por tanto, discursa antes que responder. Descalifica. Y por respeto, a él no lo atacan. De economía, los expertos sospechaban que no iba a responder. Pero lo que no sospechaban es que se mostrara transformado, afincado en lo ideológico, o mejor dicho, en la trillada fraseología de lo ideológico, hasta la evocación de Marx y Engels y el  Manifiesto Comunista. Si antes se ha criticado que los demás ministros han pintado un país que no existe, Suiza, dicen algunos, para Giordani en cambio ese país parece ser la URSS en la que Stalin levantaba represas, sembraba trenes y autopistas, conglomerados industriales. ¿Dónde están en Venezuela? Para Giordani, están allí, madurando, pues así es la inversión en infraestructura, de cuaje lento; inversión que seguirá  consolidándose en un nuevo periodo de Chávez. Que no lo diga muy duro. Que eso es lo que ha criticado el presidente del PCV, Jerónimo Carrero: la falta de inversión, la falta de un plan de industrialización, la mirada hacia el futuro que lleve a Venezuela a dar el gran salto. Sería interesante ese debate: entre Giordani y Carrero.  Mientras, Giordani se apoya en pilares bien distantes. En Elías Jaua. En Diosdado Cabello. Curioso que a Cabello, adversario en el gabinete,  lo aplaudiera. Mucho aplauso, mucha consigna, y lo medular sin responder. Ese es el metabolismo de Giordani. Nuevo hombre de poder, y como todo poder, pasa por alto responsabilidades directas: la plata, los boliburgueses, los operadores, el tesorero nacional, la fuga de capitales. Anoche, Giordani durmió tranquilo.

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Giordani ataca. Giordani se desenreda. Tiene a favor la edad. La calva. La barba blanca. La estampa de monje. Y la imagen de que es un hombre honesto. Por tanto, discursa antes que responder. Descalifica. Y por respeto, a él no lo atacan. De economía, los expertos sospechaban que no iba a responder. Pero lo que no sospechaban es que se mostrara transformado, afincado en lo ideológico, o mejor dicho, en la trillada fraseología de lo ideológico, hasta la evocación de Marx y Engels y el  Manifiesto Comunista. Si antes se ha criticado que los demás ministros han pintado un país que no existe, Suiza, dicen algunos, para Giordani en cambio ese país parece ser la URSS en la que Stalin levantaba represas, sembraba trenes y autopistas, conglomerados industriales. ¿Dónde están en Venezuela? Para Giordani, están allí, madurando, pues así es la inversión en infraestructura, de cuaje lento; inversión que seguirá  consolidándose en un nuevo periodo de Chávez. Que no lo diga muy duro. Que eso es lo que ha criticado el presidente del PCV, Jerónimo Carrero: la falta de inversión, la falta de un plan de industrialización, la mirada hacia el futuro que lleve a Venezuela a dar el gran salto. Sería interesante ese debate: entre Giordani y Carrero.  Mientras, Giordani se apoya en pilares bien distantes. En Elías Jaua. En Diosdado Cabello. Curioso que a Cabello, adversario en el gabinete,  lo aplaudiera. Mucho aplauso, mucha consigna, y lo medular sin responder. Ese es el metabolismo de Giordani. Nuevo hombre de poder, y como todo poder, pasa por alto responsabilidades directas: la plata, los boliburgueses, los operadores, el tesorero nacional, la fuga de capitales. Anoche, Giordani durmió tranquilo.

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