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Revolución, Percepciones Y Propaganda Por Leopoldo Colmenares G.

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En los días previos a las elecciones municipales del pasado año, escribíamos acerca de la administración de percepciones. La definíamos como un conjunto de acciones que emplean los gobiernos para transmitir o negar información con la finalidad de influir en las emociones, motivos, así como en el razonamiento objetivo de una audiencia seleccionada. Señalábamos, además, que tal actividad se fundamenta en la realización de operaciones psicológicas. Visto lo anterior puede entenderse fácilmente que en términos gruesos,  lo que conocemos como propaganda es uno de los pilares que utilizan los gobiernos para ejecutar cualquier intento de moldear y torcer cualquier opinión generalizada sobre un tema.

A nuestro criterio, el gobierno venezolano  viene desarrollando un -más o menos-  estructurado plan de gestión de percepciones, en donde la propaganda oficial apunta fundamentalmente a insertar en la mente de los venezolanos la percepción que la denominada “revolución bolivariana” cuenta con un masivo apoyo de la población y en particular de los segmentos populares. Debemos señalar con objetividad que el gobierno ha sido bastante exitoso en su esfuerzo, así que la matriz de opinión sobre tal percepción tiene bastantes adeptos.

Uno de los elementos, por cierto de bastante importancia,  que pueden identificarse en el mencionado plan, es la existencia de voceros amplificadores  dentro de la sociedad “opositora”, que se dan sistemáticamente a la tarea de vocear periódicamente tal “verdad”. Estos factores,  a través de “estudios científicos de opinión”, nos recuerdan  con una periodicidad -que lo menos que puede catalogarse es de asombrosa-  la idea de que el gobierno “tiene la mayoría del pueblo”. Estos agentes cuentan a su vez con la ingenua complicidad de sesudos politólogos, sociólogos y opinadores de oficio que a través de los diversos medios de comunicación nos señalan a cada momento la fatalidad de que “los pobre están con el proceso”

Tal cuestión es sumamente grave, ya que sirve de justificación ante las múltiples “derrotas” electorales de la oposición, cosa que solo pasa cuando está involucrado el inefable CNE, pero no ocurre así cuando las consultas electorales se ejecutan en sindicatos, gremios estudiantiles y en general en cualquier espacio en donde se realicen ejercicios verdaderamente democráticos.

No obstante, como muchos adivinaran, lo más lamentable de las consecuencias de esta insostenible matriz  de opinión, han sido las posturas tanto del excandidato presidencial Henrique Capriles, así como de la MUD, quienes de un “nos robaron las elecciones” pasaron en pocos meses a un  “no tenemos mayoría en los pobres”, fustigando además a otros factores políticos que osan reunirse cerca del este de Caracas, como si las clases populares solo estuvieran alojadas en la capital de país.

La ola de protestas que desde hace más de un mes sacuden al país es un síntoma inequívoco del tremendo  malestar que existe hacia el gobierno en todas las capas sociales de Venezuela y no solo en un pequeño sector de las mismas. La grosera propaganda del oficialismo en cuanto al origen y causas de las protestas, es también un indicador del derrumbe de la percepción que hemos analizado en el escrito. Solo queda por esperar que desaparezca la soberbia de algunos líderes políticos, para que todos juntos podamos encontrar una vía que nos conduzca a un mejor futuro.

 Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”

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En los días previos a las elecciones municipales del pasado año, escribíamos acerca de la administración de percepciones. La definíamos como un conjunto de acciones que emplean los gobiernos para transmitir o negar información con la finalidad de influir en las emociones, motivos, así como en el razonamiento objetivo de una audiencia seleccionada. Señalábamos, además, que tal actividad se fundamenta en la realización de operaciones psicológicas. Visto lo anterior puede entenderse fácilmente que en términos gruesos,  lo que conocemos como propaganda es uno de los pilares que utilizan los gobiernos para ejecutar cualquier intento de moldear y torcer cualquier opinión generalizada sobre un tema.

A nuestro criterio, el gobierno venezolano  viene desarrollando un -más o menos-  estructurado plan de gestión de percepciones, en donde la propaganda oficial apunta fundamentalmente a insertar en la mente de los venezolanos la percepción que la denominada “revolución bolivariana” cuenta con un masivo apoyo de la población y en particular de los segmentos populares. Debemos señalar con objetividad que el gobierno ha sido bastante exitoso en su esfuerzo, así que la matriz de opinión sobre tal percepción tiene bastantes adeptos.

Uno de los elementos, por cierto de bastante importancia,  que pueden identificarse en el mencionado plan, es la existencia de voceros amplificadores  dentro de la sociedad “opositora”, que se dan sistemáticamente a la tarea de vocear periódicamente tal “verdad”. Estos factores,  a través de “estudios científicos de opinión”, nos recuerdan  con una periodicidad -que lo menos que puede catalogarse es de asombrosa-  la idea de que el gobierno “tiene la mayoría del pueblo”. Estos agentes cuentan a su vez con la ingenua complicidad de sesudos politólogos, sociólogos y opinadores de oficio que a través de los diversos medios de comunicación nos señalan a cada momento la fatalidad de que “los pobre están con el proceso”

Tal cuestión es sumamente grave, ya que sirve de justificación ante las múltiples “derrotas” electorales de la oposición, cosa que solo pasa cuando está involucrado el inefable CNE, pero no ocurre así cuando las consultas electorales se ejecutan en sindicatos, gremios estudiantiles y en general en cualquier espacio en donde se realicen ejercicios verdaderamente democráticos.

No obstante, como muchos adivinaran, lo más lamentable de las consecuencias de esta insostenible matriz  de opinión, han sido las posturas tanto del excandidato presidencial Henrique Capriles, así como de la MUD, quienes de un “nos robaron las elecciones” pasaron en pocos meses a un  “no tenemos mayoría en los pobres”, fustigando además a otros factores políticos que osan reunirse cerca del este de Caracas, como si las clases populares solo estuvieran alojadas en la capital de país.

La ola de protestas que desde hace más de un mes sacuden al país es un síntoma inequívoco del tremendo  malestar que existe hacia el gobierno en todas las capas sociales de Venezuela y no solo en un pequeño sector de las mismas. La grosera propaganda del oficialismo en cuanto al origen y causas de las protestas, es también un indicador del derrumbe de la percepción que hemos analizado en el escrito. Solo queda por esperar que desaparezca la soberbia de algunos líderes políticos, para que todos juntos podamos encontrar una vía que nos conduzca a un mejor futuro.

 Leopoldo E. Colmenares G.

@LCOLG

Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.

Universidad “Simón Bolívar”

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