Lorenzo Mendoza a estudiantes de la ULA: “Ustedes van a ver una Venezuela diferente”

 

 

 

“Te vamos a ayudar, pero recuerda que yo no vine a hacer política”. Así le dijo el presidente de Empresas Polar a una persona con discapacidad que le pidió ayuda alimentaria, luego de que finalizara el acto de conmemoración por los 233 años de la Universidad de Los Andes, realizado este 5 de abril. Sin embargo, Lorenzo Mendoza solicitó a un miembro de su equipo que tomara los datos de aquel hombre, no sin antes aclararle: “eso sí, harina pan no tenemos, hermano”.

Harina Pan sí solía tener Miriam Rondón, una trabajadora de la ULA que se confeccionó un chaleco con, al menos, ocho paquetes del principal ingrediente de la arepa venezolana. “Yo vine, porque tengo la esperanza de que Venezuela cambie y ese hombre es el buen gerente que este país necesita”. Eran las 9:45 am y el buen gerente de Miriam no llegaba al Aula Magna de la ULA, donde cientos de personas lo esperaban emocionadas. Mendoza estaba en la misa de acción de gracias que el obispo auxiliar de Mérida ofició a menos de tres cuadras del Rectorado, en plena calle y no en la Catedral, como se esperaba. El cambio fue decidido por el sacerdote como muestra de apoyo al rector de la ULA, quien había sido citado a tribunales justo el día del acto conmemorativo de la bicentenaria universidad.

A las 10:02 minutos de la mañana, el hombre más esperado del acto entró al edificio de la ULA, acompañado por ocho trabajadores de la sucursal merideña. Subió al despacho rectoral saludando con un apretón de mano a todos los hombres que se le acercaban y con besito en la mejilla a las mujeres que lo esperaban a su paso.

Frente a la oficina del rector,  un grupo de médicos residentes del Hospital Universitario de Los Andes lo recibían con sus batas blancas y mensajes escritos en cartulinas. “Queremos quedarnos en Venezuela” y “La realidad del sector salud debe ser conocida” eran algunos de los mensajes de los jóvenes galenos que lideran un paro desde hace 15 días como forma de protesta, frente a la escasez de medicinas e insumos. “Al menos que nos ayude con un fardo de harina pan”, decía un médico a otra que le contestaba: “Sí nos va ayudar. Ya eso está hablado”.

Una citación inesperada retrasó el acto protocolar

Casi media hora tuvo que esperar Lorenzo Mendoza a que el rector de la ULAMario Bonucci, regresara del Tribunal Contencioso Administrativo de la entidad. Mientras, la gente que no había visto llegar al empresario empezaba a dudar de que, finalmente, el hombre apareciera. Pero las puertas del Aula Magna se abrieron poco antes de las 11:00 am y bastaron 25 minutos para que aquel recinto, que alberga a más de 500 personas sentadas, se llenara con asistentes que se quedaron incluso de pie. 

Junto a Lorenzo Mendoza se sentaron el alcalde de la ciudad, Alcides Monsalve, y el otro orador de orden del acto protocolar, Benjamín Scharifker, rector de la Universidad Metropolitana. El primer discurso del acto estuvo a cargo de la estudiante ulandina con mayor promedio de notas, Rosbelis Rodríguez, oriunda de Valera. En una parte del discurso Mendoza puso su celular en horizontal y comenzó a grabar a la muchacha, mientras sostenía con sus labios los lentes que usa para ver de lejos, pero que de cerca parecen molestarle. 

No cambien unos problemas por otros

Casi a las 12:30 del mediodía comenzó el discurso más esperado. El del buen gerente. El del no candidato presidencial. Lorenzo Mendoza tomó el micrófono del podio del Aula Magna de la ULA y recordó que un día como ayer su padre hubiese cumplido 87 años. Se dirigió, sobre todo, a los estudiantes, a quienes les aseguró que este era el momento más indicado para comprometerse con el país. “No cambien unos problemas por otros”, dijo como consejo a quienes estuviesen pensando en emigrar.  

El ingeniero industrial también se refirió a la Fundación Empresas Polar que dirige su madre, Leonor Giménez de Mendoza. Nombró uno a uno a los 17 profesores de la ULA que han ganado el Premio “Lorenzo Mendoza Fleury”, su abuelo, que otorga dicha premiación a quienes han hecho excepcionales aportes en el campo de las ciencias básicas. “Yo he visto hoy a muchos de ellos aquí. Mi abuelo era un apasionado de la universidad”. Uno de los ganadores de ese premio era precisamente el orador de orden que le precedió, Benjamín Scharifker.

 

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