La lista de los niños cardiópatas neoespartanos a la espera de resolución quirúrgica no para de crecer, siempre esperando “la llamada de Caracas”, que pareciera nunca llegar, mientras que el paso de los meses hace que su frágil salud se deteriore y que patologías reversibles, se tornen inoperables.
La advertencia viene de parte de Germán Rojas, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría Filial Nueva Esparta, quien acotó que la burocratización de la terapéutica, entendida como el único modo que tiene una burocracia incompetente de administrar la escasez, no es cosa de risa ni tampoco juego de niños.
Subraya que aunque no cuentan con estadísticas exactas de los casos, es necesario que se atiendan con prontitud, para evitar que las patologías se compliquen y los casos terminen engrosando las estadísticas fatales.
Igualmente aseguró que han visto pacientes quemados graves a los que después de unos pocos días, se les niega la albumina humana con el argumento que han recibido mucha, e igualmente casos de neonatos sépticos a los que se les despacha no el antibiótico o el antimicótico prescrito por Infectología, sino el que decide el encargado de la farmacia hospitalaria.
Asegura que generalmente los encargados de esas dependencias argumentan estar obedeciendo órdenes superiores del organigrama hospitalario.
Rojas enfatizó que todo bebé neoespartano que tiene el infortunio de nacer enfermo y requiere ser hospitalizado en una Unidad de Neonatología, entra de una vez en esta espiral maligna, es decir, insuficiente personal capacitado, falta de suministro continuo de material para limpieza general y lavado de manos, carencia de material descartable y equipos de infusión, catéteres intravenosos de mala calidad, fármacos escasos o inexistentes, así como trabas administrativas para su suministro que surgen tan pronto aparecen los gérmenes multirresistentes.
A decir del presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría Filial Nueva Esparta, todo eso se traduce en picos de mortalidad neonatal, la cual desgraciadamente pareciera ser el único estímulo que entienden las autoridades para decidirse a tomar alguna medida, sin pensar en el continuo reclamo para la prevención de infecciones intrahospitalarias, que realiza el personal calificado.
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