DDHH olvidados | La muerte de Neomar Lander tiene una versión inaceptable - Runrun
DDHH olvidados | La muerte de Neomar Lander tiene una versión inaceptable

@ValeriaPedicini

Habían decidido ir a marchar juntos. Acompañados, en grupo, como lo habían hecho los últimos meses. Zugeimar Armas fue a la protesta del miércoles 7 de junio de 2017 con su sobrino, su compadre, su hijo Neomar y unos amigos que el joven había hecho durante tantos días de manifestaciones callejeras desde que iniciaron en abril. Salieron temprano de Guarenas, donde vivían, para llegar con tiempo de sobra a la concentración en la plaza Francia de Altamira en Caracas. 

Esperaron y el sitio se fue llenando poco a poco. Cuando los manifestantes empezaron a caminar, su hijo se despidió. 

—Mamá, ya nos vamos. 

—Dios te bendiga, hijo. Mucho cuidado. 

Eso significaba que los muchachos se iban al frente de la protesta, entre manifestantes y los efectivos de seguridad del Estado. Neomar Lander era uno de los «escuderos» del grupo de jóvenes de “La resistencia” que diariamente le hacían frente a la represión. Por eso acostumbraba a llevar zapatos deportivos, chaleco, máscara antigás y casco para protegerse. 

Zugeimar recuerda que ese día la represión fue la respuesta inmediata de los cuerpos de seguridad. “De Altamira a Chacaíto no era mucho y ya en Chacaíto estaban los policías esperando la concentración. Ya estaban tirando bombas lacrimógenas y todo”. Eso hizo que todos se dispersaran, incluso ellos, o echaran sus pasos atrás. Decidió seguir hacia Las Mercedes. 

Entre la multitud vio a su hijo caminando por todo el centro de la calle. “Ahí va el niño, vamos para allá”, le dijo Zugeimar a su sobrino. Esa fue la última vez que lo vio con vida. Lo perdió de vista cuando los gritos de auxilio de una señora con un bebé la distrajeron y fue a ayudarla. 

Su sobrino le insistía para irse de ahí, pero ella insistía de vuelta con que no se marcharía de allí sin su hijo. “No podemos regresar a Altamira sin Neomar, no lo vamos a dejar solo aquí”, decía. Intentó llamarlo varias veces, pero nadie contestaba el teléfono. 

Entre no saber si moverse del sitio o esperar a Neomar, se consiguió a su compadre, quien estaba sentado en el suelo mientras lloraba. Zugeimar se acercó para saber qué había pasado, pero el hombre no podía dar explicaciones y solo negaba con la cabeza. 

—Neomar.

—¿Neomar? ¿Ajá, pero Neomar qué?

Zugeimar no entendía nada de lo que pasaba. Su celular sonó y ella contestó. La sobrina de su compadre le explicó que en las noticias hablaban de que su hijo había muerto tras el impacto de una bomba lacrimógena. 

La mujer no lo pensó ni dos veces: agarró a su sobrino y le pidió a un motorizado que estaba en el lugar que los llevara hasta Salud Chacao, donde creía que podía estar Neomar, porque algo le había pasado a su hijo. Por la descripción que le dio al motorizado, este le contestó que la llevaría a la Clínica Ávila. 

Recorrieron la ciudad atravesando el gas lacrimógeno que flotaba en el ambiente y esquivando piedras, botellas y hasta tiros. “Todo el mundo lloraba, pegaban gritos. En ese momento sentí como si estuviera en una guerra”. 

Apenas llegó a la clínica y se identificó como la madre del joven, la llevaron hasta la emergencia. En el camino, el enfermero que la guiaba no le respondía a sus preguntas sobre el estado de su muchacho. Cuando se encontraron con la doctora que lo había atendido, la abrazó y le dijo que no había podido hacer nada: Neomar había llegado al centro de salud sin signos vitales. 

Zugeimar no podía parar de llorar. Conmocionada, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar, se sentó en el piso de la clínica por la desesperación. Al principio rechazaba cuando la doctora le preguntaba si quería ver a su hijo, pero cuando después quiso hacerlo, no la dejaron hasta que un abogado de la familia lo pidió. 

En la morgue de la clínica, un cuarto pequeño, había efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y del Ministerio Público. Uno de los funcionarios le preguntó si estaba segura de quererlo ver y le pidió a otros de ellos que no le bajara la sabana más allá del cuello para dejar ver el cuerpo del joven. Pero no pudo evitar verlo todo: “Había sangre en la pared, en el piso, le goteaba sangre por un dedo. El hueco que tenía era algo exagerado para el cuerpo de Neomar”. 

Zugeimar lo abrazó, lo besó y le echó la bendición, como siempre hacía. “Le pregunté que por qué él tenía que estar en ese momento, pero obviamente nadie me iba a contestar”. 

Dos versiones

La muerte de Neomar Lander desde el principio estuvo llena de controversia y confusión. El joven de 17 años estaba protestando en la avenida Libertador, del municipio Chacao, cuando la explosión de un artefacto hizo que cayera al suelo. ¿Qué objeto causó su deceso? 

Hay dos versiones: manifestantes, vecinos y testigos que estaban en el lugar han contado que falleció cuando una bomba lacrimógena lanzada por efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) le impactó en el pecho. 

Por otra parte, representantes del chavismo han asegurado que se debió a la explosión de un mortero. Estas versiones oficiales comenzaron a circular horas después de la muerte del muchacho, sin esperar resultados de autopsias ni otras pruebas. 

“Lander Armas Neomar Alejandro (17) acaba de fallecer producto de una explosión de arma de fabricación artesanal (MORTERO) que manipulaba”, fue la publicación que hiciera la cuenta oficial del Ministerio de Interior, Justicia y Paz en Twitter. 

Esa noche, Tarek William Saab, Defensor del Pueblo en ese momento, dijo que Neomar había presentado “fractura de las costillas 4ta y 5ta, explosión de pulmón izquierdo con derrame hemorrágico interno y quemadura de antebrazo por un explosivo de fabricación artesanal” y que las “experticias médicas forenses revelan que la terrible muerte de Neomar Lander no fue por un disparo de bomba lacrimógena”.

La Unidad de Investigación de Runrun.es reconstruyó el momento usando los videos captados desde un edificio de la zona y los relatos de algunos testigos. Para el trabajo fueron consultados expertos, patólogos y funcionarios del Cicpc, quienes descartaron la versión oficial. 

En un reporte que Runrun.es llevó durante las protestas de 2017, se contabilizaron 157 muertes relacionadas a las manifestaciones de esa época. El Foro Penal Venezolano, en un informe publicado en agosto de ese año, indicó que el número total de arrestos arbitrarios fue de 5341 y hubo al menos 4000 heridos. 

La Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, además de múltiples países, condenaron la represión de los agentes de seguridad en las protestas de 2017. 

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) señaló a las autoridades del Gobierno de Nicolás Maduro de haber cometido múltiples violaciones de los derechos humanos, además de constatar el uso excesivo de la fuerza de funcionarios durante las manifestaciones. Asimismo, según el Acnudh, los agentes de seguridad son responsables de al menos 46 de las muertes, de las 124 investigadas por el Ministerio Público. 

Neomar es de aquellos jóvenes fallecidos en las protestas de 2017 que presuntamente fueron asesinados por el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho. 

Zugeimar cuenta que funcionarios del Ministerio Público, bajo la jurisdicción de Luisa Ortega Díaz, en un principio se interesaron por la investigación de la muerte de su hijo. Pero con la llegada de Tarek William Saab todo cambió. “Neomar tenía meses que lo habían asesinado y ellos todavía no tenían los resultados de las pruebas químicas ni prácticas. Era inútil que hablaran de confianza porque desde el primer día que mi hijo murió, sin pruebas, salieron por televisión y dijeron que lo mató un mortero”. 

Meses después le fueron anunciadas las conclusiones que hiciera el Ministerio Público: los resultados habían arrojado a favor de la versión del Gobierno. Pero para Zugeimar Armas, eso no es suficiente. “Mientras yo no tenga pruebas contundentes que señalen que Neomar murió por manipular un mortero, mientras todo siga siendo así, el asesino de mi hijo es Nicolás Maduro en manos de un policía nacional”. 

Más de tres años han pasado desde la muerte de Neomar Lander y Zugeimar está convencida que algún día se sabrá la verdad de lo que causó la muerte de su hijo. “Si tú me preguntas por qué yo lucho ahorita, yo seguiría luchando por la libertad de Venezuela. Al final esa sería la mayor satisfacción que puedo tener con la muerte de mi hijo. La libertad primero y ya después vendrán todas las verdades y pruebas”. 

Confiesa que ha sido muy difícil llevar la muerte de su muchacho. Siempre lo recuerda y llora pensando en lo que pasó. Todavía recibe mensajes de personas que le escriben por sus redes sociales y le hablan de su hijo como un “héroe”, “libertador” o “luchador”. Aunque le llena de orgullo que lo llamen así, lo único que quisiera es tenerlo a su lado. “Yo creo que lo seguirán llamando así, pero yo quisiera tener a mi hijo. No quisiera tener la memoria de un luchador o un héroe”.