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El salario mínimo cumplió tres años de parálisis

Guillermo Martínez tiene 64 años y todos los días se levanta a las cinco de la mañana para ir a su trabajo, una empresa de transporte de alimentos en la cual ya lleva cinco años. Guillermo sabe que el salario que gana (130 bolívares), no le alcanza para satisfacer sus necesidades más básicas; pero aún así sale a la calle a “jugársela” porque dice que en la casa “no se consigue la comida”. 

Guillermo vive con su esposa en el barrio Julián Blanco, en Petare, municipio Sucre del estado Miranda. Recordó que lleva tres años con el mismo salario y aunque recibe una bonificación especial en dólares, aseguró que eso “no le sirve de nada” porque no incide en sus prestaciones sociales ni contribuye en nada para asegurar su vejez. 

“Ese sueldo de 130 bolívares no alcanza ni para una harina Pan. No sé cómo hacen los adultos mayores que ya no pueden trabajar y además tienen que tomar medicinas para la tensión y otras enfermedades. Es inhumano que tengamos ya tres años cobrando lo mismo y, cada día que pasa, la cifra se devalúa más”, manifestó.

El salario mínimo en Venezuela está congelado desde marzo de 2022, cuando fue fijado en 130 bolívares, monto que en ese momento equivalía a 30 dólares aproximadamente. Sin embargo, debido a la devaluación del bolívar, hoy en día esa cifra es poco más de dos dólares mensuales, lo que ha pulverizado el poder adquisitivo de los trabajadores y pensionados.

Tres años estancado

El pasado 2 de marzo, la ONG Provea denunció tres años de “estancamiento deliberado” del salario mínimo en Venezuela y advirtió que “el ingreso y el ahorro de las familias ha sido demolido y en su lugar se ha abierto el camino a una agresiva bonificación del ingreso”.

Julian Hidalgo, empleado público del sector eléctrico desde hace 15 años, indicó que las políticas del gobierno han acabado con el salario establecido en la Constitución. A su juicio, el estancamiento del sueldo mínimo atenta contra todas las familias venezolanas. 

“Ni el bono vacacional ni los aguinaldos de diciembre, que antes eran referencia, nos sirven de nada. Esos 130 bolívares hace tres años eran ’alguito’, pero con el paso del tiempo y la devaluación, ya quedaron pulverizados porque no a todos nos llegan los bonos. Además son indexados y los pagan siempre rezagados con respecto al valor del dólar para la fecha del pago”, argumentó Hidalgo.

Para Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación Nacional de la Salud, el estancamiento del salario mínimo ha reducido drásticamente la calidad de vida de los venezolanos al no poder adquirir bienes y servicios básicos y también ha profundizado la desigualdad económica, ya que solo una minoría puede tener acceso a divisas. 

Zambrano cuestionó que la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) también lleva tres años callada ante la medida del gobierno de congelar el salario mínimo. Lamentó que cuando esto comenzó “nunca lo denunciaron”. 

“En el 2022 no hicieron nada, en el 2023 y el 2024 tampoco, entonces ahora en el 2025 están solicitando un salario de 200 dólares. Hay cosas que uno no entiende, porque está bien que lo soliciten, pero ¿por qué te quedaste callado?”, refutó Zambrano. 

Detrás de la ambulancia 

El salario mínimo en Venezuela viene padeciendo desde mucho antes de 2022 con incrementos que no satisfacían las necesidades de los venezolanos y ni siquiera alcanzaban para comprar una cuarta parte de la canasta alimentaria básica. 

Este largo período sin aumento salarial, según expertos en materia económica, ha sido el más largo en la historia reciente del país.

El salario mínimo promedio en Venezuela es uno de los más bajos de América Latina y del mundo. El Banco Mundial establece el umbral de pobreza extrema en 1,90 dólares de ingreso diario, mientras que en Venezuela el salario mínimo de un mes apenas sobrepasa ese monto. 

En comparación con otros países de la región como Costa Rica, que tiene un salario mínimo mensual de 700 dólares; Chile y Uruguay, en donde el mínimo supera los 500 dólares mensuales, y hasta Argentina, aún cuando enfrenta serios problemas de inflación, la situación de Venezuela es peor incluso que la de Cuba y Haití, quienes manejan salarios mínimos de 88 y 134 dólares al mes respectivamente.

La exigencia se mantiene 

La falta de un ajuste salarial en tres años no solo representa una violación de derechos laborales, sino que también perpetúa una crisis económica que afecta a todo el país y que ya ha provocado la migración de más de siete millones de venezolanos. 

Mientras tanto, sindicatos y organizaciones sociales continúan exigiendo un aumento digno del salario mínimo que permita a los trabajadores y pensionados vivir con dignidad.

Pablo Zambrano explicó que la exigencia del sector salud es ir construyendo un salario que permita ir recuperando el poder de compra de los trabajadores. Planteó que el gobierno debería otorgar un ticket de alimentación de cinco dólares diarios “y, por supuesto, un salario que permita que se reactiven las cláusulas económicas y sociales  de las contrataciones colectivas”. 

Rechazó que la bonificación del ingreso pretenda sustituir el salario mensual que ordena la Constitución, porque a su juicio, es muy desigual, ya que no a todos los trabajadores les llega y además no incide en las prestaciones sociales.

Con respecto al salario que ofrecen las empresas privadas, Pablo Zambrano afirmó que se ubica en aproximadamente 200 dólares mensuales, una brecha bastante amplia, pero que al final también afecta al empleado pues tampoco genera o se ve reflejado en las prestaciones o bonos vacacionales. 

Por su parte, Edgar Machado, presidente del Sindicato de Maestros del Distrito Capital, exigió que se instale nuevamente la mesa de discusión del tercer contrato colectivo y que se ajuste el salario mínimo a la realidad del país, además que se acabe con la suspensión del sueldo para todos los trabajadores del sector educativo. 

Gobierno reduce jornada laboral en la administración pública para ahorrar energía

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Guillermo Martínez tiene 64 años y todos los días se levanta a las cinco de…

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Cortesía
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Guillermo Martínez tiene 64 años y todos los días se levanta a las cinco de la mañana para ir a su trabajo, una empresa de transporte de alimentos en la cual ya lleva cinco años. Guillermo sabe que el salario que gana (130 bolívares), no le alcanza para satisfacer sus necesidades más básicas; pero aún así sale a la calle a “jugársela” porque dice que en la casa “no se consigue la comida”. 

Guillermo vive con su esposa en el barrio Julián Blanco, en Petare, municipio Sucre del estado Miranda. Recordó que lleva tres años con el mismo salario y aunque recibe una bonificación especial en dólares, aseguró que eso “no le sirve de nada” porque no incide en sus prestaciones sociales ni contribuye en nada para asegurar su vejez. 

“Ese sueldo de 130 bolívares no alcanza ni para una harina Pan. No sé cómo hacen los adultos mayores que ya no pueden trabajar y además tienen que tomar medicinas para la tensión y otras enfermedades. Es inhumano que tengamos ya tres años cobrando lo mismo y, cada día que pasa, la cifra se devalúa más”, manifestó.

El salario mínimo en Venezuela está congelado desde marzo de 2022, cuando fue fijado en 130 bolívares, monto que en ese momento equivalía a 30 dólares aproximadamente. Sin embargo, debido a la devaluación del bolívar, hoy en día esa cifra es poco más de dos dólares mensuales, lo que ha pulverizado el poder adquisitivo de los trabajadores y pensionados.

Tres años estancado

El pasado 2 de marzo, la ONG Provea denunció tres años de “estancamiento deliberado” del salario mínimo en Venezuela y advirtió que “el ingreso y el ahorro de las familias ha sido demolido y en su lugar se ha abierto el camino a una agresiva bonificación del ingreso”.

Julian Hidalgo, empleado público del sector eléctrico desde hace 15 años, indicó que las políticas del gobierno han acabado con el salario establecido en la Constitución. A su juicio, el estancamiento del sueldo mínimo atenta contra todas las familias venezolanas. 

“Ni el bono vacacional ni los aguinaldos de diciembre, que antes eran referencia, nos sirven de nada. Esos 130 bolívares hace tres años eran ’alguito’, pero con el paso del tiempo y la devaluación, ya quedaron pulverizados porque no a todos nos llegan los bonos. Además son indexados y los pagan siempre rezagados con respecto al valor del dólar para la fecha del pago”, argumentó Hidalgo.

Para Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación Nacional de la Salud, el estancamiento del salario mínimo ha reducido drásticamente la calidad de vida de los venezolanos al no poder adquirir bienes y servicios básicos y también ha profundizado la desigualdad económica, ya que solo una minoría puede tener acceso a divisas. 

Zambrano cuestionó que la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) también lleva tres años callada ante la medida del gobierno de congelar el salario mínimo. Lamentó que cuando esto comenzó “nunca lo denunciaron”. 

“En el 2022 no hicieron nada, en el 2023 y el 2024 tampoco, entonces ahora en el 2025 están solicitando un salario de 200 dólares. Hay cosas que uno no entiende, porque está bien que lo soliciten, pero ¿por qué te quedaste callado?”, refutó Zambrano. 

Detrás de la ambulancia 

El salario mínimo en Venezuela viene padeciendo desde mucho antes de 2022 con incrementos que no satisfacían las necesidades de los venezolanos y ni siquiera alcanzaban para comprar una cuarta parte de la canasta alimentaria básica. 

Este largo período sin aumento salarial, según expertos en materia económica, ha sido el más largo en la historia reciente del país.

El salario mínimo promedio en Venezuela es uno de los más bajos de América Latina y del mundo. El Banco Mundial establece el umbral de pobreza extrema en 1,90 dólares de ingreso diario, mientras que en Venezuela el salario mínimo de un mes apenas sobrepasa ese monto. 

En comparación con otros países de la región como Costa Rica, que tiene un salario mínimo mensual de 700 dólares; Chile y Uruguay, en donde el mínimo supera los 500 dólares mensuales, y hasta Argentina, aún cuando enfrenta serios problemas de inflación, la situación de Venezuela es peor incluso que la de Cuba y Haití, quienes manejan salarios mínimos de 88 y 134 dólares al mes respectivamente.

La exigencia se mantiene 

La falta de un ajuste salarial en tres años no solo representa una violación de derechos laborales, sino que también perpetúa una crisis económica que afecta a todo el país y que ya ha provocado la migración de más de siete millones de venezolanos. 

Mientras tanto, sindicatos y organizaciones sociales continúan exigiendo un aumento digno del salario mínimo que permita a los trabajadores y pensionados vivir con dignidad.

Pablo Zambrano explicó que la exigencia del sector salud es ir construyendo un salario que permita ir recuperando el poder de compra de los trabajadores. Planteó que el gobierno debería otorgar un ticket de alimentación de cinco dólares diarios “y, por supuesto, un salario que permita que se reactiven las cláusulas económicas y sociales  de las contrataciones colectivas”. 

Rechazó que la bonificación del ingreso pretenda sustituir el salario mensual que ordena la Constitución, porque a su juicio, es muy desigual, ya que no a todos los trabajadores les llega y además no incide en las prestaciones sociales.

Con respecto al salario que ofrecen las empresas privadas, Pablo Zambrano afirmó que se ubica en aproximadamente 200 dólares mensuales, una brecha bastante amplia, pero que al final también afecta al empleado pues tampoco genera o se ve reflejado en las prestaciones o bonos vacacionales. 

Por su parte, Edgar Machado, presidente del Sindicato de Maestros del Distrito Capital, exigió que se instale nuevamente la mesa de discusión del tercer contrato colectivo y que se ajuste el salario mínimo a la realidad del país, además que se acabe con la suspensión del sueldo para todos los trabajadores del sector educativo. 

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