racionalidad archivos - Runrun

racionalidad

Ago 14, 2018 | Actualizado hace 6 años
Tener razón, por Alejandro Moreno

 

He escrito que no quiero tener la razón pero sí tener razón. Todo esto necesita una mayor explicación. Como ya escribí, tener la razón implica el encierro en un solo punto de vista, en un solo sistema de razones. Tener razón es otra cosa. Es pensar de manera organizada y sistemática pero abierta al cambio, al diálogo con otras razones, a la consideración, razonada, de otras posibilidades de pensamiento. Sobre todo cuando las consecuencias de los razonamientos y opiniones que se han defendido demuestran en los hechos ser  negativas para la persona y para para la sociedad.

Lo contrario, el empecinamiento, es caer en el capricho y tomarlo como guía inmodificable de conducta. El capricho es productor de caos. Y seguir el capricho como norma inmodificable, cuando esta afecta a todo un pueblo, es producir el caos general. El extremo de tener la razón es caer en la irracionalidad. El camino de la irracionalidad es asumir las palabras como realidades, las suposiciones como afirmaciones firmemente sostenidas, las fantasías como realidades dotadas de soportes imposibles de cambiar. Lo propio de tener la razón es asumir el pensamiento como una muralla medieval irrompible. Lo peor de todo es cuando no se puede, estrictamente no se puede, salir de esa cárcel mental. En esa noche no hay caminos. No queda otra salida sino barrer con todo falso camino que se nos ofrezca. Y falsos son todos los caminos que en esa espantosa llanura se ofrecen.

Aquí estamos hoy en Venezuela. En el caos de la locura. Por mucho que pensemos, por muchas vueltas que le demos al pensamiento, si no encontramos la vía que nos saque de esta irracionalidad caprichosa impuesta por el poder, solo tendremos el caos y al final la muerte del país, la destrucción de la sociedad como espacio posible de convivencia, la incapacidad de producir, desde una teoría totalmente fuera de razón, algo que se pueda llamar humano.

Es absolutamente necesario salir del marasmo y encontrar el camino de la racionalidad abierta, de la racionalidad dialogante, de la racionalidad comunicativa, de la racionalidad convivencial.

El régimen que nos oprime no lo entenderá nunca precisamente porque él mismo está oprimido por su propia irracionalidad.

Todavía podemos unirnos todos los que estamos fuera de él y formar un bloque compacto de libertad de imaginación, de razón y de acción convivida, comunitaria (no comunal), una unión de mentes y corazones para preservar toda la inmensa riqueza de venezolanidad que nos queda viva en medio de tanta promoción de muerte.

Todavía podemos tener razón.

ciporama@gmail.com

El Nacional 

Política hormonal, por Francisco Quevedo

Emociones

 

Basta con escuchar las declaraciones y observar las posturas de tantos en la arena política para reconocer que su conducta no es racional sino hormonal, históricamente histérica. Y eso no debe sorprendernos, porque también el voto es una decisión visceral.

Desde que Vern McGinnis escribió su libro «La Venta del Presidente», allá cuando Nixon, quedó claro que las decisiones y actuaciones políticas obedecen más a criterios subjetivos que a los objetivos. El Profesor Daniel Kahneman, de la afamada Universidad de Princeton, en efecto, ganó el Premio Nobel en Economía 2002 al demostrar que «en las decisiones más importantes de la vida» como casarnos, comprar casa, renunciar a un trabajo, o votar por un candidato presidencial, «son las emociones, no la razón, los criterios que privan». Votamos por convicción ideológica, por intuición, por «feeling», y eso lo demostró Chávez, quien convirtió resentimientos ocultos en un gran sentimiento nacional. Su mensaje fue sencillo, «no volverán», el resto fue pan y circo.

El debate sobre la racionalidad del hombre se remonta al menos 2400 años. Aristóteles proponía que «el hombre es un animal racional» mientras que Epícuro de Samos propuso que más bien «vivimos en una enterna búsqueda de placer, y evadiendo el dolor…» El Siglo 20 produjo un cambio de paradigmas. Pasamos de una objetividad racional quizás excesiva a ver las cosas en contexto. «Pienso, ergo existo», dijo René Descartes. Quizás ahora digamos «siento, ergo, existo».

El problema -en efecto- es que somos a veces demasiado racionales, queremos ser más inteligentes que el pueblo, y por ende criticamos esas posturas «irracionales» tipo «con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo» porque no las entendemos. «Si son brutos» dicen algunos. ¡Hermano, «de inteligencia no te vas a morir», ojo, y es porque te sobra! «La gente pensante» está muchas veces desconectada del folklore, del sentimiento popular, y por ello, una y otra vez «no hace click» con el vulgo, no conecta.

Tenemos ahora la inmensa oportunidad de explotar la hidrocortisona que le revuelve las entrañas al pueblo. Esas colas, esos precios, el crimen y las indolentes declaraciones que emanan del oficialismo nos desesperan. Y mientras el gobierno promueva la oxitocina que dispara el miedo, para paralizarnos, nosotros deberíamos ir al contrario, de la desesperación a la acción, trajando la adrenalina. No se trata de programas, se trata de casquillo e inspiración. «¡Ve! ¿Como que te dijo rolitranco?» hace mucho para motivarlo a uno a poner las cosas en orden.

Señores, señoras, no seamos tan inteligentes. Este pueblo es hormonal, como todos, como lo son ellos y como lo somos nosotros.

 

@fjquevedo

2016: La vuelta a la razón por Mario Guillermo Massone

Pensé escribir hoy sobre la Cumbre de las Américas. Iba a titular mi artículo: “¿La cumbre de las rameras?” Claro. De algunas. Pero frustre mi intención, pues lo que hoy escribo es más importante. De hecho, es lo que más importa. Lo primero.

Así como al loco le colocan la camisa de fuerza cuando le da un episodio violento, irracional, así la constitución política de una nación es la camisa de fuerza para que el poder se mantenga racional. No puede permitirse ni tolerarse un poder irracional, como el de la tiranía roja, en Venezuela, que actúa cual loco agresivo cuyos episodios incrementan.

Si me dieran la agenda de la cumbre en blanco, y dándome una pluma, me dijeran: “¿Cuál es el primer punto, el más importante que pondrías en esta agenda de la cumbre? ¡Escribe!”; la tomaría en mi mano derecha y escribiría: “La vuelta a la razón en Latinoamérica”. Y lo haría entre signos de exclamación. En imperativo.

El verdadero proyecto de Chávez et al., era el del Foro de Sao Paulo. Un proyecto de la toma del poder racional para transitar la metamorfosis al poder irracional. Al totalitarismo, adaptado a esta época globalizada. Un proyecto que asalta la razón y anula la libertad. Esto es, un proyecto inhumano.

Vinculados de hecho y de derecho al terrorismo, al fundamentalismo y a todo lo que hoy se constituye en la disidencia global en contra de la razón, el debate y la acción internacional pasa por reconocer este hecho como punto de partida, para entonces, y solo entonces, ver cómo es que vamos a lograr la vuelta a la razón.

2.016, así lo bautizo desde ya, es el año de la vuelta a la razón. Trabajaremos para tenga consecuencias cósmicas en lo humano. 2.016. 2.400 años de razón. 2.400 años de Aristóteles. 2.400 años de política y de negación de la despótica. 2.400 años de racionalidad y libertad. De los bienes humanos: conocimiento, racionalidad práctica (phronesis), amistad, sociabilidad, familia, trabajo, religión, arte… ¡Paideia! De justicia política.

Los venezolanos hemos de adelantarnos y reivindicar a la razón desde ya. Nuestra paideia (cultura) está muy golpeada. Solo fortaleciendo nuestro conocimiento y cultura prevaleceremos sobre lo irracional y reconquistaremos la civilidad, el derecho, la paz.

Votar racionalmente, actuar en uso de la razón, ¡pensar!, hablar con la cabeza y el corazón y no con las vísceras y el órgano sexual. Terminar de abandonar la intriga para convertirnos en constructores de cambio al rescate de la verdad, el bien y la justicia. ¡Razón y libertad!

 

@massone59