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“Panama Papers alertó a los ciudadanos sobre cómo los paraísos fiscales afectan sus vidas”

Emilia-Diaz

@boonbar

Washington, DC

La mesa que exhibe los premios otorgados a la investigación global Panamá Papers reserva un espacio para un galardón mayor, el Pulitzer. En la oficina del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), situada en el vibrante centro de Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, siguen celebrando el más prestigioso trofeo que se otorga al periodismo en Estados Unidos con renombre internacional.

Emilia Díaz Struck, periodista venezolana encargada de la edición de investigación de Panamá Papers, remarca que el premio Pulitzer en la categoría periodismo explicativo es un reconocimiento al valor del trabajo en equipo y a la búsqueda de nuevas maneras de abordar temas complejos y con alto impacto para la sociedad. “Se trata de un galardón con unas características muy clásicas –solo pueden postular medios impresos y periodistas de EEUU; quedan excluidos televisión y medios digitales- que en esta oportunidad ha reconocido una novedosa forma de hacer periodismo, basada en la colaboración de casi 400 periodistas de 70 países del mundo”.

Esta forma de cooperación transnacional y transmedia permitió que 13 periodistas venezolanos, que formaron parte del equipo global bajo coordinación de Armando.Info, resultasen laureados con este galardón. “El Pulitzer se otorgó al ICIJ y a sus aliados con sede en EEUU, la agencia de noticias MacClatchy y el Miami Herald, porque cumplían los requisitos para la postulación. Pero a su vez el reconocimiento engloba a todos los miembros y socios alrededor del mundo que participaron en la investigación global”, explica Díaz.

La editora de Panama Papers recuerda que este proyecto, publicado simultáneamente el 3 de abril de 2016 por 109 medios de comunicación alrededor del mundo, no hubiese sido posible sin la generosidad de los colegas alemanes Bastian Obermayer y Frederik Obermaier del diario Süddeutsche Zeitung, quienes compartieron la filtración de 2,6 terabytes de documentos pertenecientes al bufete panameño Mossack Fonseca con el ICIJ y medios aliados para destapar los manejos de fondos que ocultan los poderes en los paraísos fiscales.

Alto interés público

La publicación de Panamá Papers abrió el debate global sobre el manejo de la privacidad y la necesidad revelar información de interés público. “Muchas filtraciones periodísticas parten de una filtración. El asunto es convertirla en una investigación que revele temas de interés colectivo que los poderes quieren ocultar. El mismo caso de Watergate (llevado adelante por el Washington Post), con otro formato y otras características, partió de una filtración proveniente de una fuente cuya identidad no fue revelada y que ofreció información relevante a dos periodistas que la verificaron y comprobaron”, explica Díaz.

“Las filtraciones se redimensionan con la tecnología del siglo XXI”, afirma la editora del ICIJ quien toma como ejemplo el caso de Panama Papers para ilustrar la complejidad de una investigación que implicó el procesamiento de más de 11,5 millones de documentos en formato digital. “El proyecto tomó más de un año porque por un lado había que ordenar esa masa gigantesca de documentos, sistematizarla con nuevas plataformas digitales y por otro reportear virtualmente esas bases de datos con el fin de encontrar las historias, personajes y sus conexiones, para posteriormente realizar la tradicional reportería de campo en cada país”. De la manera tradicional, una persona hubiese tardado al menos dos años leyendo toda esa documentación, sin profundizar.

Panama Papers combinó la reportería clásica con las nuevas tecnologías. “Propuso una manera de trabajar totalmente innovadora en términos de una colaboración, en la que unos 400 periodistas compartieron sus indagaciones con colegas de otros países, cual redacción virtual, para cruzar información de relevancia internacional”, describe Díaz.

En abril de 2016 se publicaron 4900 historias a partir de los Papeles de Panamá, pero aún quedan muchos más personajes del mundo político y financiero escondidos entre los terabytes. Hay periodistas de diferentes países que se sumaron al grupo inicial y que siguen dandole forma a otros reportajes con temas de interés local y global, comenta Díaz. “El ICIJ valora la experiencia de los reporteros de investigación locales, porque son los que conocen mejor sus propios contextos, identifican personajes relevantes y manejan las fuentes”.

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Parte de los premios internacionales que ha ganado Panamá Papers, exhibidos en la sede del ICIJ en Washington

Panamá Papers estremeció las nociones de transparencia financiera y corrupción no sólo en países autoritarios con altos niveles de censura sino también en los desarrollados. Para Díaz, dar a conocer las historias que se ocultan en los paraísos fiscales es un acto de búsqueda de transparencia que permite por igual el acceso a información sobre temas de alto interés público venciendo los obstáculos que puedan existir en cada país. Así, es posible conocer las conexiones de venezolanos en otros registros públicos de otros países, por ejemplo.

Uno de los mayores impactos de Panama Papers es haber alertado a los ciudadanos sobre cómo los paraísos fiscales pueden afectar sus vidas, a criterio de Díaz. “Se interesan por los manejos financieros de sus gobernantes en el ámbito offshore, exigen mayor transparencia y rendimiento de cuentas”.

Investigaciones transnacionales como Panama Papers permite vencer la censura en países de alta opacidad administrativa y niveles de corrupción, entre los cuales se encuentra Venezuela. Pero no es el único caso, subraya la periodista venezolana. “Periodistas aliados de ICIJ de África y América Latina y Europa del Este, donde hay fuertes restricciones a la libertad de prensa y de expresión, este tipo de trabajo colaborativo ayuda a lograr mayor nivel de profundidad e impacto con temas de interés público que en los propios países permanece oculta. La apuesta global es fortalecer el periodismo independiente y con altos estándares de calidad”.

 

Bob Dylan no recogerá su Premio Nobel, pero si cobrará el cheque

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El músico dijo que tenía otros compromisos que considera más importantes. Se embolsará casi un millón de dólares. «Respetamos la decisión de Dylan, aunque es poco corriente», señaló un comunicado de la organización

 

 

Después de mucho misterio, Bob Dylan no acudirá a recibir el premio Nobel de Literatura a Suecia. El músico ha alegado que tiene «otros compromisos previos». La Academia Sueca ha informado que Dylan ha mandado «una carta personal» para comunicar su decisión.

En conversación telefónica con El País Annika Pontikis, jefa de relaciones públicas de la Fundación Nobel, ha asegurado: «Es su decisión. Simplemente. Está bien». La Fundación Nobel es la institución que se hace cargo de organizar los simposios Nobel, pero también de coordinar la entrega del diploma y el cheque de casi un millón de euros. «Dylan recibirá el dinero. No es excluyente. No acudir a la ceremonia no quita para no recibir el dinero. Él ha aceptado el premio», explica Ponitikis, que añade que cree que el galardón al músico está bien otorgado. «Si tiene otros compromisos y los considera más importantes, es perfecto», subraya. «Pero parece una mente un poco complicada», apunta con una pequeña risa.

 La Academia también ha apuntado que, según la carta recibida, el músico “deseaba” acudir a recoger el premio personalmente y que se sentía “honrado”, pero que le resultaba «desafortunadamente imposible». «Respetamos la decisión de Bob Dylan aunque es poco corriente”, señala el comunicado. El músico se suma a otros ilustres nombres que no acudieron a recibir el galardón en el pasado como Doris Lessing (por cuestiones de edad), Harold Pinter (por estar hospitalizado) o Elfriede Jelinek (por sufrir fobia a los actos públicos).

Para sorpresa de muchos, el músico, ganador también del Pulitzer y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, recibió el mayor galardón de las letras mundiales el pasado 13 de octubre “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”.

Mientras crecía la expectación sobre su posible asistencia a la ceremonia que se celebrará en Estocolmo el próximo 10 de diciembre, el cantautor aseveró en una entrevista en el diario The Telegraph  que la noticia sobre el Premio Nobel le dejó «sin palabras”. Y añadió que iría a recoger el premio, si podía. Antes de conocerse esta decisión y mientras se esperaba algún comunicado del músico, el miembro de la Academia y escritor Per Wästberg reprochó al cantautor no responder a las llamadas ni darse por aludido y dijo en la televisión pública sueca SVT: “Creo que es justo decir que su reacción hasta el momento ha sido descortés y arrogante”.

Entre los mensajes ambiguos del músico y malestar manifestado por Wästberg, la secretaria permanente de esta institución, Sara Danius, defendió la decisión de la Academia resaltando la condición de poeta de Dylan y recurrió al ejemplo de los antiguos bardos griegos como Homero, que escribían poesía para ser escuchada e interpretada. La jefa de relaciones públicas de la Fundación Nobel no ha querido valorar las palabras de Wästberg ni el ambiente en la Academia ante la actitud del premiado.

Esquivo e imprevisible, Dylan siempre se ha caracterizado por su alergia a los actos públicos y las relaciones sociales. La última ceremonia a la que asistió fue a la gala que en febrero del año pasado se organizó en su nombre por MusiCares, la organización benéfica que ayuda a los músicos necesitados. Ese día fue presentado por el expresidente estadounidense Jimmy Carter y mostró un perfil muy distinto al de ahora. Dio un largo discurso, repleto de recuerdos personales, homenajes artísticos a sus ídolos de juventud y mentores y reproches a los críticos musicales y detractores.