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Padre Luis Ugalde

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 17.01.2019: MEDIO: “El cambio que el país pide a gritos”

 

 

MEDIO

LOS OBISPOS: 

“El cambio que el país pide a gritos” nos señala el Padre Luis Ugalde al enviarnos el documento episcopal con fecha 9 de enero. “No tenemos presidente electo sino un usurpador con poder y nuestra legitimidad democrática encabezada por la AN necesita un poder mayor para sacarlo, restablecer la constitución y elegir presidente democrático. Creo que esta semana mi mejor aporte es difundir este oportuno y trascendente documento episcopal”. El trascendental análisis de la Conferencia Episcopal reitera “la confianza puesta en Dios, como una buena oportunidad para el cambio que el país pide a gritos: la recuperación del Estado de Derecho según la Constitución y la reconstrucción de la sociedad venezolana, en dignidad, libertad y justicia para todos. Queremos alentar la verdadera esperanza del pueblo, sustentada en el misterio de la Navidad que celebra que el Hijo de Dios se hace humano y pobre para hacernos más humanos y solidarios”. Los obispos enfatizan que ya en julio de 2018 reiteraron “que la convocatoria del 20 de mayo (para elegir el presidente de la República) fue ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el poder ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y en los más altos principios de dignidad del “pueblo”. Por tanto, la pretensión de iniciar un nuevo período presidencial el 10 de enero de 2019 es ilegítima por su origen, y abre una puerta al desconocimiento del Gobierno porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho”.

En el mismo documento recuerdan que hace tres años (1-12-2016) el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, pidió que se restituyera cuanto antes a la Asamblea Nacional el rol previsto en la Constitución. El voto de confianza que el pueblo venezolano le ha conferido debe ser retribuido con el cumplimiento de los deberes de los diputados, diseñando y redactando las leyes que necesita el país para el restablecimiento de la democracia y la vuelta a la decencia y honestidad en la administración de los fondos públicos. Un aviso al que Maduro nunca hizo caso. Hoy recoge los lodos que vienen de esos polvos…

AYUDA GLOBAL:  

Tras estas alertas de la Iglesia, en los últimos tres años, han aparecido enormes casos de corrupción y robo de los dineros públicos por parte de funcionarios civiles y militares de los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro a través de “enchufados y lavadores de dinero de la corrupción, el petróleo de PDVSA, el narcotráfico, el crimen organizado y las mafias militares”. La vergüenza roja rojita no existe. Cada día se descubren mas casos en los que las cantidades ubicadas no dejan de sorprendernos. Solo recordar parte de los últimos hallazgos de la justicia estadounidense o la española nos llevan a miles de millones de dólares y euros detectados en cada caso, en distintas personas, desde el famoso “tuerto” Andrade hasta la “enfermera de Chávez”. Las tramas montadas con la complicidad de banqueros y contratistas, de intermediarios y especialistas en lavar esos dineros sacados impúdicamente del Tesoro Nacional con la complicidad del “comandante eterno” o del “comandante designado”. Las investigaciones no se detienen y las sorpresas irán llegando en gotas. Bancos rusos, bielorrusos, iraníes, chinos, turcos, catarís, sudafricanos y europeos siguen en la mira global. La propuesta de congelación de cuentas en el exterior hecha por la Asamblea Nacional ha puesto a mas uno a temblar. Desde Miraflores hasta PDVSA pasando por Corpoelec, Hidrocapital y los bancos y empresas montadas con los uniformados cuyas trazas de dinero robado al país sigue su curso. La clara visión que el mundo ya tiene de la destrucción del país que cada día tiene mas hambre y enfermedades sin medicamentos ni atención médica, no solo para los mas pobres sino a todos los venezolanos, mas el éxodo diario de venezolanos de todos los niveles que cubren los medios internacionales empujó la aceptación en todos los continentes de investigar los movimientos fiscales y bancarios de venezolanos sospechosos. No se salvan ni Turquía ni Catar.

Oct 20, 2016 | Actualizado hace 7 años
El Padre Ugalde: alumno y maestro

 

En esta suerte de memoria íntima y compartida, Luis María Ugalde Olalde, S. J., mejor conocido como el padre Ugalde, nos permite conocer parte del origen y desarrollo de su vocación formadora a través de un anecdotario en el que su compromiso de vida adquiere la sólida imagen de un camino firme y ejemplar, invitándonos a la construcción de una ciudadanía sustentada en la educación de valores.

El padre Ugalde es una de las conciencias educativas más importantes de Venezuela. Su labor pedagógica, social y religiosa está respaldada por una experiencia de más de medio siglo en la que destacan su formación en Filosofía y Letras, Sociología y Teología, sus años de docencia en el Instituto de Teología para Religiosos, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad del Zulia y la Universidad Católica Andrés Bello –donde fue rector de 1990 a 2010–, así como innumerables cargos y reconocimientos entre los que sobresalen la presidencia de la Asociación de Universidades de la Compañía de Jesús de América Latina, la dirección del Centro de Reflexión y de Planificación Educativa de los Jesuitas, la dirección de la Revista SIC, la autoría de más de treinta libros y cientos de artículos de opinión, el Premio Nacional de Periodismo (1997), y la incorporación como Individuo de Número a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela, por citar apenas una muestra de los muchos méritos que hacen de este jesuita oriundo del País Vasco una figura representativa de la historia de la educación contemporánea en el país.

Nacido el 2 de diciembre de 1938 en Vergara, un pueblo de la provincia Guipuzcoa, el niño que luego dedicaría su vida a la educación, cuenta que vio transcurrir sus primeras experiencias como alumno de un colegio público, en un arco de tiempo en el que coinciden los estragos de la Segunda Guerra Mundial y los primeros años del gobierno franquista. En esa evocación aparecen maestros como don Elías o Luis Armendáriz, quienes, pese a la rigidez de sus métodos pedagógicos, la escasez de libros y los limitados recursos de la época, supieron despertar en él una vocación que, de no ser por su enseñanza, tal vez habría pasado inadvertida, o no se hubiera desarrollado de manera consistente.

Confiesa el padre Ugalde haber sido un buen alumno, muy dado a los deportes, con una temprana inclinación religiosa, y apasionado de la historia, a tal punto que décadas después retomaría ese entusiasmo de la infancia realizando varios postgrados en los que obtendría los títulos de Especialista en Historia Económica y Social de Venezuela, Magister Scientiarum en Historia y Doctor en Historia.

No deja de mencionar tampoco aquellas materias que le resultaron poco estimulantes, como la música, la biología o la química, aunque hace énfasis en que son más bien los profesores los encargados de contagiar la curiosidad y el interés por las asignaturas y disciplinas del conocimiento, así como de descubrir en el alumno habilidades que el propio alumno desconoce. Un educador, en ese sentido, es un descubridor de aptitudes latentes que, gracias a su oficio pedagógico, se convertirán en destrezas futuras: posibles.

“Sin buenos educadores, no hay educación”, afirma el padre Ugalde con la convicción de quien lleva varias décadas formándose y formando ciudadanos en un país que ha adoptado como suyo desde aquel día de 1957 en que llegó de España como voluntario jesuita. Resalta asimismo una de las paradojas de una sociedad donde todos los padres quieren que sus hijos tengan los mejores educadores, pero pocos padres quieren que sus hijos estudien educación. Esta situación, señala, obliga a los profesores a resistir y, al mismo tiempo, a comunicar verdades fundamentales para la convivencia ciudadana.

Consciente de que en estos tiempos ser maestro es nadar a contracorriente, el padre Ugalde subraya la necesidad de transmitir la idea de que sin buenos maestros la sociedad no tendrá un futuro promisorio, y de que la educación no debe entenderse como un castigo para quien la imparte o la recibe, sino como uno de los deportes más gustosos.

De esta manera, el padre Ugalde nos abre las puertas de una memoria diáfana y confesional, donde resaltan las certezas adquiridas durante una existencia que ha sabido ejercitarse con notable desempeño en la siempre urgente y enriquecedora disciplina de la educación humanista.

 

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