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Orquesta Sinfónica de Venezuela

La Orquesta Sinfónica de Venezuela presenta la Ópera-Bolero La Libreta de California

FOTO: Lil Quintero

 

Será una presentación única de la obra de Gerardo Gerulewicz,  con texto de Xiomara Moreno sobre el cuento homónimo de José Balza  y la dirección escénica de Miguel Issa,  con la OSV y un cuerpo de bailarines en escena.

La Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV), celebrando sus 88 años de fundada, conjuntamente con la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, presentarán el domingo 10 de junio a las 11.00 a.m., el estreno sinfónico de la ópera-bolero «La Libreta de California», basada en el relato del narrador venezolano José Balza,  bajo la dirección musical del maestro Gerardo Gerulewicz, con libreto de Xiomara Moreno y el propio Gerulewicz, la dirección escénica de Miguel Issa y un cuerpo de bailarines y actores en escena.

Se trata de un espectáculo, producido por la Orquesta Sinfónica de Venezuela y la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela,  engranado alrededor del bolero como género musical de hondas raíces latinoamericanas y que permite su combinación con otros ritmos, como son el pasodoble, merengue, bachata, ranchera, salsa, cumbia, guajira, bossa-nova, tango y merecumbé, todos entrelazados en un tejido sinfónico-operático para las voces de los cantantes líricos: Melba González  (Mezzosoprano), Luis Javier Jiménez (Tenor), José Feria (Tenor), Kimberly Maneiro y Patricia Laguado (Sopranos).

Esta ópera relata con humor y drama, la venganza perpetrada por una mujer, Hilda, quien en el pasado sufrió una decepción amorosa al ser desplazada por otra, y  Rhein, que tiende a ser una especie de Don Juan tropical, que viene de la misma ciudad donde nació aquel gran amor de Hilda.

El argumento se concentra en dos actos donde se desarrollan los encuentros amorosos de Hilda y Rhein y donde  él va contando, a petición de ella, cada una de sus relaciones amorosas, las cuales son escenificadas dentro de un bar. Hilda sigue con gran  interés y picardía los relatos con nombres y detalles de las mujeres de éste y va anotando en una libreta, hasta que él le habla de una en especial: Elena Williams, una mujer que no es otra que aquella que le robara el gran amor a Hilda. Este reconocimiento hace que Hilda busque acabar con la vida de Elena, ante la sorpresa y la duda de Rhein, quien no sabe si Hilda lo amó de verdad o sólo lo utilizó como un instrumento de su venganza.

FOTO: Lil Quintero

El Aula Magna se convertirá en un gran bar acompañado musicalmente por la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la batuta del maestro Gerardo Gerulewicz, quienes ocuparán el espacio de la escena junto a actores-bailarines integrantes del Grupo DRAMO, Taller de Danzas Sin Fronteras y del Ballet del Teatro Teresa Carreño, con coreografías de Miguel Issa y Roberth Aramburo, inspiradas en bailes populares, danza contemporánea  y del estilizado ballet. La conceptualización del vestuario está a cargo de Misael Carpio, la  escenografía es de Erlen Zerpa, video-arte de Eduardo Arias, la iluminación de David Blanco, los subtítulos  de Mario Becerra, asistencia de dirección escénica de Margarita Morales y la producción artística de Lorelys Urbina y Adriana Issa, todos bajo la dirección escénica del Maestro Miguel Issa.

Este espectáculo es posible gracias a las alianzas de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la Facultad de Humanidades y Educación, la Escuela de Artes (en la celebración de su año jubilar), la Fundación Teatro Teresa Carreño, Grupo DRAMO y AC. Xiomara Moreno Producciones.

La Orquesta Sinfónica de Venezuela, Patrimonio Cultural de La Nación,   fue fundada por el Maestro Vicente Emilio Sojo, en el año 1930; y es la más antigua de Latinoamérica,  conocida como “la decana” por su trayectoria y excelencia.

El maestro Gerardo Gerulewicz, es compositor, pianista y director egresado “con honores” del Conservatorio Tchaikowski de Moscú, con el Profesor Leonid Bobylev. Autor de obras sinfónicas, vocales, de cámara, óperas y obras para piano. Ha recibido los premios: Fundación Herrera Luque, Herencia Clásica (Rusia), Premio de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, Tercer Premio de la Orquesta Sinfónica de Venezuela y Premio Municipal de Música, en varias oportunidades. Finalista del International Music Prize for Excellence in Composition, 2010, nivel avanzado. Segundo Premio en el Concurso Internacional Diabelli en Munich, Alemania 2016.

Ya se pueden comprar las entradas a un costo de Bs. 500.000 para el público en general y Bs. 450.00 para estudiantes y tercera edad, en las taquillas del Aula Magna de la UCV, en el horario de 8 a.m. a 12 m y de 1 p.m. a 5 p.m. Igualmente, se pueden adquirir a través de www.solotickets.com. También se pueden obtener dos horas antes de la función, el domingo 10 de junio. Los asistentes contarán con seguridad para estacionar sus vehículos.

Más información por: Twitter: @SinfonicadeVzla, Instagram: @SinfonicadeVzla   Facebook: Orquesta Sinfónica de Venezuela

Para “mis” músicos por Carolina Jaimes Branger
Ustedes son la otra cara de la moneda del país: ustedes han demostrado excelencia donde impera la mediocridad. Ustedes son el orden donde impera el desorden. Son la disciplina donde todo lo demás es un pandemonio

 

@cjaimesb

Escribo al llegar del concierto de la Sinfónica Municipal organizado por el Instituto Venezolano de Cultura, con Margot Parés Reyna, Ámbar Arias y Jesús Herrera como solistas, dirección de Rodolfo Saglimbeni y el Coro Juvenil Simón Bolívar. Mañana iré al Mesías de Haendel, dirigido por María Guinand e interpretado por la Schola Cantorum y la Orquesta Sinfónica de Venezuela. La semana pasada fui al concierto dirigido por Gregory Carreño al frente de la Orquesta Simón Bolívar, un regalo para mi espíritu agobiado y maltrecho por las injusticias, sinvergüenzuras y horrores que día a día suceden en nuestro país.

Y es que vivir en Venezuela hoy es equivalente a vivir en una película de terror. Pero no de las básicas, sino de las más truculentas. Donde sucede todo lo probable, lo posible y lo imposible que suceda. Donde cada escena saca gritos y lágrimas, produce desesperación y rabia. ¡Yo no crecí en una Venezuela así! Digan lo que digan, Venezuela era otra.

Se los he dicho muchas veces a la salida de los conciertos: ustedes son la razón por la que no me he ido de Venezuela. Porque cada día aparecen nuevas razones para salir corriendo. ¡Y lo peor es que no pasa nada! En una simple semana asesinan a no sé cuántas personas, incluyendo dos funcionarios de los cuerpos de seguridad del estado (no se salvan ni ellos que van armados, qué queda para los demás), mueren bajo circunstancias que aún no están claras más de cuatro decenas de reclusos en la cárcel de Uribana, la escasez sigue haciendo estragos, la corrupción rampante y sin averiguarse, los opositores perseguidos y hostigados por un Estado todopoderoso y todo inescrupuloso… en fin, para qué contarles si ya todos lo saben… Pero esas cosas me causan una tristeza que me abruma el alma.

Cada vez que me siento así, mi “gasolina” son los conciertos. Voy a todos los que puedo. Y, cuando dejo de ir por alguna razón, créanme que lo siento. Porque cada vez que voy a un concierto salgo convencida de que tenemos remedio.

Ustedes son la otra cara de la moneda del país: ustedes han demostrado excelencia donde impera la mediocridad. Ustedes son el orden donde impera el desorden.

Son la disciplina donde todo lo demás es un pandemonio. Son la puntualidad donde la norma es que no existan horarios. Y son tolerantes donde la inflexibilidad señorea. Coexisten aunque piensen distinto, son solidarios y generosos en un país donde pensar diferente es un delito, la solidaridad no se asoma desde hace rato y el egoísmo avasalla.

Nuestro Sistema de Orquestas, que cumple 40 años el año que viene, es la única y verdadera revolución que ocurre en este país. La creación del maestro Abreu crea patria. Cualquier niño que haya estado expuesto a la experiencia de pertenecer a una orquesta, será excelente en cualquier cosa que se proponga a hacer cuando sea adulto, porque adquirió las herramientas para serlo. No importa que no sea músico. Y el bien no solo es para ellos, sino que redunda a favor de sus familias. Un círculo virtuoso del deber ser.

Y es que la música es vehículo sublime para transmitir valores. Me emociona pensar que es el verdadero lenguaje universal, porque un músico venezolano entiende e interpreta la misma partitura que un músico japonés, finlandés, mozambiqueño o vietnamita. Y una orquesta es como una sociedad: aun cuando hay instrumentos distintos, cuando suenan juntos bajo una adecuada dirección, el resultado es mágico.

En El principito, de Saint Exupéry, el zorro le pide que lo domestique. Domesticar significa “crear lazos”: “si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…”

Ustedes son únicos para mí porque los hice “mis músicos”. porque me llenan de esperanza cada vez que estoy a punto de flaquear. Porque son la Venezuela en la que creo, la que siento, la que quiero, la que sueño. La Venezuela donde quiero que regresen mis hijas. La Venezuela donde quiero que vivan mis nietos.

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