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Venezuela ya no tiene tiempo … por Antonio José Monagas

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A veces la teoría política, pareciera ser ciega y sorda. No termina de comprender que más allá de las circunstancias en la que la praxis política asienta sus postulados, existen infinitas razones que explican mejor, incluso que la historia, que en torno a la vida hay intereses y necesidades que exaltan otros elementos. Así, por ejemplo, se tiene el tiempo histórico como factor que determina la preservación o la fatalidad de un hecho el cual deviene en motivación para decidir el rumbo que ha de emprenderse cuando está presente la disposición de alcanzar un objetivo o propósito de vida. O la desesperanza para sortearlo.

En ese sentido, la teoría política luce insuficiente como ciencia para explicar las azarosas coyunturas que definen el rumbo a seguir de un acontecimiento. De manera que no hay un criterio estricto para advertir a plenitud las consecuencias animadas por la dinámica de un evento. Evento éste definido por la sumatoria de razones expuestas ante condiciones diferentes o antagónicas. Incluso, generadas por motivos asociados. Muchos, discordantes con otros que, posiblemente, incitaron los segundos o terceros.

Estos problemas quedan atados a un ámbito de realidades bastante complicadas. No sólo por tratarse de que son realidades resultantes de procesos históricos cuyos episodios configuran acumulaciones de problemas no solventados. Asimismo, de interpretaciones deformadas por esas mismas circunstancias que le imprimieron rigurosidad operativa al manejo de las respuestas que se esperaron de la crisis que se originó en los predios de retorcidas estructuras que llegaron a confundirse con propuestas y normativa elaborada a solicitud de premuras y coyunturas.

Fue así como surgió la crisis actual (venezolana) que si bien vino manifestándose desde los inicios de los ochenta, a consecuencia del desorden administrativo que se abalanzó detrás del boom petrolero de mediados de la década de los setenta, adquirió imponente fuerza dado el caudal de complicaciones que venía arrastrando. Luego, la esencia del neopopulismo permitió que dicha crisis arreciara. Peor aún, se magnificó al asentirse debido a la impunidad gubernamental. Su efecto, desmandó actitudes que se afincaron en la corrupción desatada en el marco del llamado “socialismo del siglo XXI”. Así terminó de redoblar sus secuelas.

Sin embargo, no se entendió, ni siquiera apoyándose en axiomas de la teoría política, la razón por la cual se juntaron la crisis política y la crisis económica. Al juntarse, combinaron sus fuerzas para acabar con la institucionalidad democrática que, con aprieto, llegó simbolizó el espíritu de trabajo de instancias y proyectos gubernamentales. Para algunos, la razón estuvo en el hecho revolucionario. Para otros, en la ineptitud de altos funcionarios acompañada de las improvisaciones sobre las cuales se deparó la gestión pública luego de 1999.

En fin, todo fue un concierto de decisiones cargadas de la máxima alevosía posible y necesaria para borrar del mapa nacional cualquier residuo de democracia representativa. Aunque luego, el régimen quiso ajustarla mediante el concurso de la retórica demagógica y de mecanismos proselitistas que en nada o poco contribuyeron a evitar el desmoronamiento del Estado de democrático y social de Derecho y de Justicia.

Así que en medio de tan conflictivas trapisondas, el país se convirtió en un descarnado escenario de choque entre las fuerzas del atraso y del oscurantismo político, con la retrógrada propuesta de intervenir todo lo posible con desalmado descaro chantajista, y las combativas fuerzas que buscan reivindicar las libertades en su concepto más determinante y envolvente. Precisamente, en el fragor de tan profunda crisis, crisis de dominación, crisis de acumulación, el pueblo contestatario sigue empeñado en la renovación de los cuadros de gobierno toda vez que la gestión emprendida sólo ha llevado el país al más horrible atolladero que la historia republicana haya podido dilucidar. Al día actual, casi en las postrimerías de la segunda década del siglo XXI, Venezuela ha entrado en barrena. Como nunca. Ni siquiera por causa de las aberraciones políticas provocadas durante el siglo XIX.

Hoy, las frustraciones amontonadas sobre sentimientos y esperanzas de una población empeñada en vivir bajo una merecida calidad de vida social, económica y política, se exacerbaron al punto, que no hay posibilidad de retorno. El cambio, como hecho de recia dinámica, va delante de cualquier impedimento que paute el alto gobierno como freno a tan legítimos derechos exigidos por la sociedad venezolana. No habrá fórmula que no consiga despejar la incógnita que comprometa un resultado de libertad. De modo tal que ante tan arraigada decisión, el valor de una sociedad hastiada de tanta arbitrariedad, humillación y desprecio, cometida en nombre de una revolución que arremete con violencia la dignidad e integridad de una juventud que hasta ahora ha visto truncado su futuro, se convirtió en bandera de lucha frontal y declarada. Más, porque Venezuela ya no tiene tiempo … 

 

@ajmonagas

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 30.03.2017: MEDIO: Promesas
MEDIO
¿LA IM-POTENCIA?:

Escuchando a Gladys Rodríguez en el Circuito Éxitos hablar de las promesas de Chávez y de Maduro tomé nota de algunas de esas ofertas sin sentido, solo para la galería de ilusos y enchufados, que han venido aplaudiendo esas mentiras por todos los años de la roja robolución. Necesitaría muchas páginas para incluir todas las que hizo desde 1998. Sin embargo, desde 2007 escuchamos su promesa de ser una potencia superior a Estados Unidos; en 2008 que seríamos una potencia agrícola; en 2009 nos convertiríamos en una potencia mundial agroalimentaria; en 2010 seríamos una potencia energética para el mundo; en 2011 Chávez buscó convertir a Venezuela en una potencia con su próximo plan de Gobierno y en 2012 propuso convertir al centro del país en una potencial industrial y de nuevo repitió que seríamos una potencia agroalimentaria. Maduro prometió en 2013, en el Plan de la Patria (fallido y corrupto), convertirnos en un país potencia en lo social, económico y político dentro de la Gran potencia naciente de América Latina y el Caribe. Ese mismo año nos aseguró que Venezuela sería una potencia gasífera en Suramérica y el mundo. En 2014 insistió Nico que “2015 será un año productivo para convertir al país en una Venezuela potencia”. Meses más tarde juraría que Venezuela se convertirá en un país potencia. El año pasado aseguró que “Venezuela puede convertirse en una potencia pesquera”. Y tan solo hace un par de días, en otra de sus repetitivas e insulsas cadenas, se lanzó este anuncio desde la exposición “Venezuela Potencia”: “Con el favor de Dios y sus bendiciones lograremos que Venezuela remonte las dificultades y recupere toda su capacidad y nuestra Venezuela se convierta en una potencia económica de felicidad, de bienestar y orgullo de todas las generaciones”. Gamelote puro de ambos presidentes. El maestro y el pupilo. Para muestra cualquier pedazo del desvencijado país que clama comida, medicinas y trabajo. Y que pide con rabia que no haya más muertos por falta de atención hospitalaria o por crímenes de las bandas protegidas por la impunidad, desde el TSJ hasta el último juez de la lista …

 

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Cuando la corrupción es gobierno, por José Vicente Carrasquero A.

Corrupción

 

Uno de los primeros casos de corrupción en los que incurrió el movimiento político que devino en Chavismo fueron los intentos de golpe de estado de 1992. En esa ocasión, miembros de las fuerzas armadas usaron en provecho particular los recursos que la República había puesto a su cuidado para procurar llegar al poder. No repararon en asesinar venezolanos, destruir infraestructura y bienes móviles usando las armas que el pueblo venezolano les había confiado.

Desde su llegada al poder, el chavismo fue mostrando sus gustos por las formas torcidas. Por poner las cosas de manera tal que beneficiaran los intereses del grupo político aunque no necesariamente a los objetivos asociados al mismo. Muy temprano en la era chavista aparecen problemas como el nunca bien investigado y por supuesto no castigado Plan Bolívar 2000. Comenzaron a aparecer ricos de la nada. Las fortunas generadas a la sombra del negocio con el gobierno son muchas más que en toda la historia de Venezuela desde su descubrimiento. Varios de los que negociaron con el gobierno pueden ser llamados fantastillonarios. Ninguno de ellos es caso de estudio de las escuelas de negocio porque se sabe el oscuro origen de sus riquezas.

El nepotismo, reconocida forma de corrupción en la literatura sobre el tema, es norma en el gobierno venezolano. El chavismo es una gran familia que se ha enriquecido de forma vulgar a través de su acceso al poder. No vale la pena nombrar los casos de corrupción más destacados. Basta con decir que no es ético nombrar a un hijo ministro o que un hijo de un gobernador, golpista del 4F, tenga negocios con la administración de su padre.

En términos de corrupción el chavismo rompe el molde con lo político y lo administrativo. Nunca una clase gobernante había abusado tanto del poder como la dirigida por Hugo Chávez. Él mismo fue uno de los que violentó el poder político de una forma grosera y arbitraria. Basta recordar su respuesta a la derrota que sufrió su fracasado intento de modificar una constitución que todavía no cumplía diez años. Fue introduciendo cambios a través de decretos gracias a poderes habilitantes que le daba una Asamblea Nacional postrada a los deseos del capataz.

Una vez pierden la mayoría calificada en las elecciones de 2010, usan los últimos meses del mandato no ratificado por el pueblo para introducir el resto de las leyes que le permitían a un Chávez ya totalmente dañado por el exceso de poder, aprobar leyes que configuraban su mamotreto socialista previamente rechazado en la urnas por el pueblo. Lo que algunos llaman astucia e inteligencia no es más que una vulgar ausencia de escrúpulos para manejar los hilos institucionales a favor de los intereses políticos privados, ajenos a lo previsto en la constitución que él mismo creó. Un caso de corrupción política que queda para el momento de escribir el papel de este sujeto en la historia venezolana.

El manejo mediático y administrativo de la enfermedad de Chávez es otro caso que deberá ser revisado desde una perspectiva ética. Lo primero, esconder la gravedad del estado de salud del presidente. Se debe entender que cuando lo privado de una persona afecta a lo público, entonces pierde su característica de reservado en cuanto a las consecuencias que el desarrollo de la enfermedad pueda acarrear al país.

La oscuridad administrativa de esta etapa del gobierno de Chávez es total. Una persona, lógicamente dedicada a luchar por su vida, pierde la capacidad de mantenerse vigilante del complejo manejo que requiere la conducción de un país. Se debió, por ejemplo, informar sobre los gastos asociados al cuidado de la salud del mandatario. Se debió informar sobre los costos del manejo del país a control remoto y que requirió entre otras cosas un puente aéreo permanente entre Caracas y La Habana.

En la fase final de la enfermedad se le mintió al pueblo sobre largas reuniones que Chávez mantenía con sus ministros. Aparecían puntos de cuenta con la firma del presidente nombrando altos cargos y seguramente habrá muchos aprobando recursos. Se aprovechó este momento para hacer y deshacer en términos de los intereses políticos privados de la cúpula gobernante.

Saltando varios años de oscuridades y trapisondas llegamos al resultado electoral del 6D de 2015. Debo señalar que no me sorprendió. Me toco explicar a muchos analistas y políticos españoles que la oposición ganaría fácilmente las elecciones y me atreví a decir que la MUD contaría con 113 diputados. Está grabado en programas de televisión. Los resultados desataron los demonios de una clase corrompida hasta los tuétanos. Llegaba al poder una gente con capacidad de auditarlos, de fiscalizarlos y de ponerlos a disposición de autoridades competentes para su debida investigación.

La corrupción se soltó el moño. Lo primero fue crear un tribunal supremo afín al partido político. Lo hace una AN al borde de la extremaunción brincando lapsos y obviando requisitos. Diputados del PSUV terminan como magistrados, abogados que no cumplen los requisitos ocupan los cargos. ¿Qué se podía esperar de unos sujetos que aceptan estos nombramientos? Inmoral y corrupta obsecuencia. Eso es lo que vivimos.

Comienza el vía crucis del pueblo venezolano. Lo primero fue desmentir que tenemos el mejor sistema electoral del mundo. Vamos para un año y la sala electoral del tsj (todo en minúsculas) todavía no resuelve el caso del Estado Amazonas. Esto permite después de distintas acciones a la sala constitucional dirigida por una ex funcionaria del gobierno de Chávez y miembro del PSUV, declarar en desacato a la Asamblea Nacional.

Un CNE compuesto por ex miembros del PSUV impide a través de prácticas totalmente inmorales la realización del referéndum revocatorio. Todavía aparece un golpista del 4F en el programa de Rangel alegando que el chavismo está en su mejor momento. Carcajadas estruendosas y prolongadas. A menos que el mejor momento se refiera al de haber alcanzado la cúspide del descaro, cara-durismo, hipocresía, insensibilidad y corrupción de una clase política en la historia venezolana.

Cuando el norte de una clase política es su interés particular en contra del bienestar del país, la corrupción será siempre el mecanismo que torcerá lo legal para poner las cosas a favor de la cúpula podrida.

Cuando la corrupción es gobierno, le queda muy difícil a los demócratas lograr objetivos con apego a la constitución.

Muchos artículos de los últimos días hablan de la dictadura en Venezuela como algo reciente. En particular a partir de la grosera imposición del presupuesto de la nación por el dictador Maduro. En la última semana de Mayo y la primera de Junio publiqué un artículo en dos entregas titulado Venezuela Sufre en Dictadura.

El reconocer el tipo de gobierno que sufrimos, lleva a repensar las estrategias y a extremar los esfuerzos por liberar a Venezuela de una dictadura de republiqueta bananera al peor estilo de mediados del siglo veinte. Es un compromiso de los venezolanos con esa generación que ya se abre paso para tomar las riendas del país.

@botellazo