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Milagros

El cambio no es un milagro sino un esfuerzo común, por Armando Martini Pietri

 

¿Hay esperanza? Sí, por supuesto. Sin embargo, la esperanza, como los objetivos de vida, ni es lotería ni se consigue sentándose a esperar. Demasiado tiempo, llevamos esperando una solución casi mágica a nuestros problemas, confiando en caudillos y manipuladores habladores que prometen y parlotean demagogia populista para llamar nuestra atención y usarnos como pasivos escalones hacia el poder.

 

En una empresa, hasta la de algún miserable aprovechador, hay una relación de mutua dependencia, te pago para que hagas un trabajo, el empresario más abusador es mejor que el esclavista que no paga, y el vendedor de ilusiones que quiere primero tú le des fuerza y fe para alcanzar sus objetivos y después te darán un montón milagroso de beneficios y regalos para que seas feliz, como si ganaras un sorteo. El detalle, esos ilusionistas suelen tener retentiva casual, sólo reaparecen cuando te vuelven a necesitar.

 

Que ciertos políticos profesionales son así, es irrelevante, lo que cuenta es que nosotros, los ciudadanos, no seamos así. Algunos activistas se transforman en permanentes proclamadores de ilusiones y profetas de falsedades, esa es su culpa, pero también nuestra responsabilidad. Que hayan venido reproduciendo las fallas, es asunto nuestro porque los hemos escuchado y creído con fe ciega, y no desarrollamos líneas de comunicación con la memoria ni la capacidad de razonamiento; hemos concurrido, con la vida, lucha y sacrificio hasta que empezamos a darnos cuenta que somos instrumentos ilusionados y resignados en vez de ciudadanos de verdad conscientes de sus derechos, deberes y compromisos.

 

Lo que angustia es que seguimos actuando similar. La decisión de ir o no a votar no está siendo consecuencia de cambios de actitud, sino de la rabia por el engaño. La esperanza debe ser una realidad hecha por nosotros, y quienes proponen unión no son capaces de unirse a quienes han sido maltratados, ignorados y apartados pero que han tenido la razón, mientras fracasados negociaban y siguen negociando con la dictadura.

 

Torpes en el ejercicio de la administración, pero astutos en la conservación del poder, y la astucia no es sólo viveza, también truculencia. Son protervos para dar servicios y una economía que, cumpliendo deberes sociales, sea eficiente, pero con trucos, zancadillas, falsos positivos, y toda perversidad sociopolítica aprendida y mejorada, por décadas de comunismo castrista que se ha sostenido como fuerza beligerante de un pequeño grupo sobre un pueblo que lleva medio siglo de hambre y pobreza. Y continúan, esperando primero a Barack Obama ahora algún milagro, como que el tirano muera o se aparte por ancianidad desplomándose la estructura castrista.

 

Los cubanos llevan años presenciando un éxodo, y no han reaccionado más allá de convertirse ellos mismos en exiliados. Y está pasando en Venezuela, nos estamos quedando sin profesionales, con un detalle en común: la mayoría de esos integrantes de la emigración son jóvenes que, tras la progresiva filtración que los gobiernos vecinos aplican, se convierten en combustible para sus economías mientras Venezuela se va quedando en país de adultos y viejos. Obviamente no son todos los casos, pero ésa es la tendencia mientras naciones receptoras, los van legalizando y digiriendo. El caso de los centenares de médicos venezolanos en el remoto Puerto Montt, muy al sur de Chile. No son simples casualidades, son realidades. Como lo es la unidad de estrategia firme, coherente sin contradicciones, sincera, honesta, autentica que no puede ni debe estar expuesta a caprichos politiqueros infames y al deseo calculado de ganancias e intereses vasallos.

 

¿Perdemos entonces esperanza? Eso ya lo hacen miles que dedican su tiempo a la dura labor de buscar comida, y observar familiares, amigos sufriendo y muriendo por desnutrición o enfermedades.

 

Tenemos que transformar el objetivo propio de cada venezolano que continua en el país, de cualquier situación socioeconómica y religión, el mismo que mantienen muchos profesionales y empresarios que salen cada día a luchar por sus vidas, no sólo contra la delincuencia y los abusos del poder pervertido, sino contra la vileza de la resignación.

Ése es el cambio que cuenta, que necesitamos, que derrotará a dirigentes políticos y partidos que envejecieron a gran velocidad convirtiéndose en sucesiones de errores, para satisfacción del régimen que no es sólo de fuerza, sino que hace del debilitamiento nacional su propia estrategia.

 

La farsa electoral negociada y propuesta es un intento desesperado por conseguir disculpas y aceptación por parte del mundo que olvidó carantoñas y comprensiones fáciles y ahora anota cuidadosamente ilegitimidades, mentiras y verdades contrarias. Por eso requieren con desesperación urgente que la oposición y al menos un candidato por encima de sospecha salga a enfrentar al madurismo. Los necesitan para el lavado de cara, pero no saben cómo hacerlo, les da más miedo que la misma realidad. Cambiarlos es obligación moral y hasta religiosa; su objetivo es inhumano y la metodología cruel.

 

Muchos creen que hay que ir a votar, más descontentos y hartos piensan lo contrario. En cualquier caso, el candidato oficialista quedará mal, nadie confía ni respeta su ética y menos la organización que lo respalda, saldrá erosionado -no importa los votos que le atribuya el sumiso poder electoral-, las bayonetas dan miedo, pero no popularidad y menos prestigio. El régimen está desarrollando una batalla que no tiene salida ni glorias de victoria.

 

Lo importante entonces, es que los ciudadanos cambiemos en profundidad, asumamos nuestra responsabilidad -no se llega al poder sólo porque se quiera-, terminemos de entender que el único caudillo que vale la pena seguir con fuerza es cada uno de nosotros.

 

Expresó sabiamente John Fitzgerald Kennedy, en otras palabras, no es el país quien nos hace a los ciudadanos sino somos los ciudadanos los que hacemos al país. Hemos sido exitosos en disfrutar a Venezuela mientras había una Venezuela para ser disfrutada, pero hemos fracasado rotundamente en hacer una nación como anhelamos o decimos que desear.

 

Esa Venezuela que no empieza en Miraflores ni en Fuerte Tiuna, sino que termina allí después que nace de cada uno de nosotros y juntos la convertimos día tras día en la gran realidad que puede ser. Si cambiamos. La esperanza debe ser una realidad hecha por los venezolanos unidos.

 

@ArmandoMartini 

D. Blanco Sep 15, 2016 | Actualizado hace 8 años
Noticia de luz, por José Domingo Blanco

Cielo

 

Hoy quiero celebrar la vida. Sí, la vida: la bendición que significa salir ileso de un atraco a mano armada en el que te amenazan con la muerte. Celebrar los giros inesperados y salvadores de una cirugía inocente que, de la nada, le suma años a una existencia sentenciada –sin siquiera sospecharlo- a ser muy corta. Quiero sorprenderme ante esos momentos milagrosos que, de forma inexplicable, resuelven una situación a la que no se le veía salida. Pretendo aplaudir la vida y agradecer porque hay muchos actos que, a veces nos pasan desapercibidos; pero que luego, cuando miras con detenimiento, son una secuencia de acciones que ¿van de la mano de Dios?

No pretendo meterme en profundidades filosóficas ni religiosas: pero, permítanme contarles, que a veces, tengo la oportunidad de escuchar otros relatos que me hacen pensar mucho en la existencia de ese ser supremo que mueve los hilos de los que penden nuestras almas. Historias de vida que parecen escritas por seres celestiales. Entonces, cuando conozco este tipo de experiencias, recuerdo aquello que una vez compartí con ustedes, el comentario de un apreciado amigo que me decía que “todo lo malo que le tenía que pasar le había pasado y que, después de eso, simplemente decidió ser lo que piensa, por tanto, todo lo que piensa tiene que ser para bien”. ¿Recuerdan? la Metanoia de la que me hablaba mi amigo -que es esa forma de pensar y vivir- fue tema de uno de mis artículos.

Pero, hoy voy más allá de la metanoia y del individuo que logra vivir en paz porque asume como filosofía de vida, pensar sólo en cosas buenas, incluso cuando todo a su alrededor parece estar derrumbándose o pudriéndose, como en este instante ocurre en Venezuela. Quiero pensar en la existencia de Dios –o el nombre con el que cada quien le conozca o identifique. En sus maneras de “escribir derecho en líneas torcidas”. En la forma cómo obra y transmite sus mensajes para “salvar” incluso a quienes no creen en Él. Tengo una amiga que, cuando le cuento esos giros inesperados –pero con finales favorecedores- me responde: “nada es casual Mingo…Nada, en esta vida, es casual”.  Entonces, ¿todo está escrito en el gran libro de la vida donde cada uno de nosotros tiene su propio papel protagónico? Y el final de nuestras historias: ¿estará escrito o nosotros lo vamos construyendo? Eso, sólo Dios lo sabe.

Son tantas las vicisitudes por las que pasamos y son tantas las ocasiones en las que nos reencontramos con la vida. Pero, eso no lo enfatizamos. Hoy, la musa se nos va tras la idea de reencontrarnos. Los venezolanos somos gladiadores de la cotidianidad: un gesto heroico que debería ser contagioso y no silente. ¡Qué bueno permitirse un día sin fantasmas que acosen, ni problemas que aturdan! Concederse un momento para pensar en la grandeza de esos “milagros” que reconcilian con la fuente divina de nuestras existencias. Un día puedes levantarte sintiendo que la vida es como una medalla olímpica. Otros, que es la suma de muchos esfuerzos asfixiantes de una prueba agotadora que no acaba nunca. Pero, los venezolanos, los de ahora, los que batallamos en silencio contra esta suerte maltrecha, somos unos resilientes que sabemos levantarnos de las caídas, sacudirnos el polvo y seguir andando. El venezolano trasciende todos los días su propia existencia y no hace falta reconocimiento alguno. No necesitan ser populares ni virales para vivir. Porque, el reconocimiento debe salir de nuestra alma. Solo basta con detenernos por un instante y comprender que ya tan solo vivir, es un milagro del cual debemos regocijarnos.

Y después, entra en juego la fe. También la esperanza. No necesitamos hacer una encuesta para descubrir que esas son dos de las palabras favoritas de los venezolanos: fe y esperanza. A pesar de los conflictos, los problemas y las tensiones, cuando Dios se manifiesta con sus pequeños milagros, todo queda en segundo plano. Y la vida cobra un nuevo significado.

Hoy quiero, además, celebrar los afectos. Romper la intimidad de un sentimiento intrínseco y compartirlo. A veces, quizá desde el más allá, recibes mensajes de tu propia existencia: y ahí se unen la luz de tus inicios y la luz de tu final. En la naturaleza humana, definitivamente, nada es casual.

Es vivificante saber que alguien, a quien quieres mucho, recobra como por obra de Dios, la oportunidad de continuar transitando la calle de su existencia. Es una noticia de luz que deseas que se multiplique. Es un milagro que sólo con fe podemos entender y agradecer…Hoy quiero reconocer que la vida es más que un fandango: hay que gozarla y estar atentos para disfrutar cuando cambie el ritmo.

 

@mingo

mingo.blanco@gmail.com

El papa Francisco canonizó a la madre Teresa de Calcuta

Santa Teresa de Calcuta

El papa Francisco canonizó hoy a la madre Teresa de Calcuta, de quien destacó que se hizo oír ante los poderosos culpables de crear la pobreza, en una ceremonia en la Plaza de San Pedro a la que asistieron más de 100.000 personas.

Francisco reconoció que será difícil llamarla «santa Teresa» porque «su santidad fue tan cercana a nosotros, tan tierna y espontánea que se le seguirá llamando madre, madre Teresa».

El papa elogió hoy durante la homilía de la canonización la labor de la madre Teresa «en defensa de la vida humana», desde aquellos no nacidos a los descartados.

Francisco destacó que durante toda su vida estuvo «a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada».

El pontífice valoró de la monja premio nobel de la Paz en 1979 su lucha contra el aborto y cómo siempre aseguraba que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre».

Y recordó también cómo «se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado».

Francisco hizo hincapié, pronunciando con fuerza y repitiéndolo, que la madre Teresa «ha hecho sentir su voz a los poderosos de la Tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos».

«Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres», señaló.

El papa explicó que la figura de la madre Teresa será la santa de «todo el mundo del voluntariado» y les instó a «que ella sea vuestro modelo de santidad».

«Que esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo, y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión», abogó.

Recordó que la madre Teresa amaba decir: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír» e invitó entonces a llevar «en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren».

«Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura», concluyó su homilía el papa.

La madre Teresa de Calcuta se ha convertido en santa 19 años después de su muerte, el 5 de septiembre, y tras un rápido proceso de canonización ya que fue proclamada beata el 19 de octubre de 2003 en otra ceremonia multitudinaria en el Vaticano.

Un proceso para el que se han necesitado dos milagros aprobados -uno para la beatificación y otro para la canonización- y que han sido la «curación inexplicable» de una mujer india de religión animista, Mónica Bersa, de 34 años, que padecía un tumor en el abdomen del que sanó en 1998, y del brasileño Marcilio Andrino, que se curó de una grave infección cerebral en 2008.

La canonización de la madre Teresa fue el acto más importante y multitudinario de este Jubileo de la Misericordia, instituido por Francisco.

La madre Teresa, con su labor de ayuda a los más pobres y desfavorecidos en las calles de Calcuta, pero también en todo el mundo con sus centros de las Misioneras de la Caridad, es para la Iglesia católica el símbolo de lo que debe ser la misericordia sobre la que Francisco ha querido hacer hincapié en este Año Santo.

Por ello, uno de los sectores más cercanos al altar fue reservado para 1.500 personas sintecho atendidas por las hermanas de la madre Teresa en varias ciudades italianas y que han llegado en autobuses a Roma para asistir a la canonización, y a las que después se les ofrecerá un almuerzo a base de pizza en el Vaticano por voluntad del papa.

Junto con Francisco concelebraron esta ceremonia 70 cardenales, 400 obispos y 1.700 sacerdotes.

Entre las personalidades asistentes a la canonización destacó la reina Sofía, que se encontraba en primera fila en el sector reservado a delegaciones extranjeras y quien saludó al pontífice antes de la ceremonia.

La figura de la madre Teresa también inspiró al papa a recordar tras la misa «a los que ofrecen su servicio a los hermanos en situaciones difíciles y peligrosas» y «a tantas religiosas que donan sus vidas sin escatimar esfuerzos».

Y recordó y pidió rezar por la misionera española Isabel Solá, asesinada el viernes en Puerto Príncipe, y el resto de religiosas que han sufrido violencia.