Frustración archivos - Runrun

Frustración

Tiranicidio en grado de frustración, por Marianella Salazar

 

Cundió el pánico en el alto gobierno y en el Alto Mando Militar con el atentado del sábado pasado, durante un evento que conmemoraba el aniversario de la Guardia Nacional, inusualmente realizado en la avenida Bolívar de Caracas y no en las instalaciones militares donde se acostumbra.

La situación se ha hecho ingobernable para Nicolás Maduro, hay una acumulación de crisis en el país que colapsa por las dificultades en serie desatadas por un pésimo gobierno y en vez soltar el poder, utilizado solo para eternizar la desgraciada revolución bolivariana que tanta miseria y dolor ha traído a todos los venezolanos, se aferra a él con desesperación, para evitar la rendición de cuentas que en la justicia internacional tendrán que dar las cabezas visibles del narcoestado y los implicados en graves violaciones de los derechos humanos.

Las probabilidades de la desaparición del régimen crecen exponencialmente cada día que pasa, es cuestión de tiempo, en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana hay un verdadero cocktail explosivo que ha venido manifestándose desde que el masacrado comisario Oscar Pérez irrumpió con un helicóptero sobre la sede del TSJ y que el teniente Caguaripano –detenido y torturado– liderara una operación en el Fuerte Paramacay, donde sustrajo un lote de armas.

El intento fallido de magnicidio perpetrado con drones explosivos permite inferir una gran sensación de inseguridad del presidente en su relación con la FANB. No basta con la fidelidad perruna del Alto Mando Militar, porque en los niveles medios y en la tropa hay un “sálvese quien pueda”, donde nadie está pensando en la seguridad del presidente, ni de sus colaboradores y mucho menos en la de su esposa, “la primera combatiente”, a quien dejaron en total estado de indefensión cuando se activaron tardíamente los protocolos de seguridad con los parabanes y sombrillas antibalísticos, que fueron insuficientes para proteger la inmensa humanidad de Nicolás Maduro, que a medida que se agigantan los problemas va aumentando de forma paquidérmica.

Dio pena ajena ver a los miembros de las unidades de parada en desbandada, corriendo despavoridos para protegerse, pensando en su propia seguridad y dando muestras de cuál sería su reacción ante cualquier otro evento, sobre todo externo, si es que se llegara a materializar.

La reacción de un ministro de la Defensa petrificado y de un comandante del Ejército agachándose detrás de la figura presidencial para protegerse no revelan más que miedo y cobardía. No están dispuestos a derramar su sangre por él.

Los llamados de Maduro a la unión cívico-militar en caso de que otro atentado llegue a ocurrirle son fuegos de artificio, nadie salió a demostrarle apoyo ni solidaridad, tuvieron que ser convocados y obligados al día siguiente, en un acto en el que el mandatario ni siquiera hizo acto de presencia.

El día que se materialice su esperada salida del poder y ojalá sea por una negociación acordada que evite derramamientos de sangre, hasta la gente de su propio entorno saldrá a festejar con bombos y platillos, como ha pasado históricamente en Venezuela y en el mundo cada vez que cae un dictador.

El tiranicidio en grado de frustración no ha traído sino confusión y un pretexto para ocultar el explosivo aumento de la gasolina, camuflado en un censo automotor a través del carnet de la patria, que la mayoría de los venezolanos rechaza de plano, pero lo más grave es el terrorismo de Estado desatado contra toda disidencia y la criminalización de las próximas movilizaciones o acciones de protesta, como la del paro anunciado para el próximo 20 de agosto.

 

@AliasMalula

El Nacional

Un año perdido, por Marianella Salazar

vzla maldonado

 

Nicolás Maduro aprovechó los días de la Navidad para sacarnos los billetes y los ojos a los venezolanos, darle más vértigo a la política y negarnos cualquier momento de felicidad aunque sea en medio de esta ruina general, provocada con la maldad y alevosía que caracterizan a cualquier malandro que sale a robar y nos deja hundidos en la miseria. La desesperanza ha terminado por calarnos hasta los huesos y parece que en el horizonte se ha instalado un muro que no vamos a poder saltar. Tal día como hoy, hace un año, después del resultado apoteósico de las elecciones parlamentarias, nos encontrábamos eufóricos, aunque sabíamos que no era fácil para el régimen aceptar su derrota y dejar que la mayoría ejerciera su facultad contralora sobre toda la administración pública,  pero estábamos seguros de que el camino para recuperar la democracia estaba allanado; nunca pensamos que la situación iba a empeorar a niveles insospechados, que las libertades serían conculcadas, que seguirían presos los dirigentes, activistas políticos y ciudadanos comunes que se atrevieron a protestar y hasta opinar en el Twitter, que muriera gente de mengua en los hospitales, que hurgaran en la basura para comer.

Recordaré este 2016 por ser el año de las esperanzas frustradas, concebíamos una Asamblea que haría cumplir el mandato de cambio que le ordenó el pueblo en las elecciones del 6-D. Soy de las que pensé erróneamente que Henry Ramos Allup era el hombre para liderar la transición hacia la democracia e implementar una salida constitucional; el contundente discurso en la instalación del Parlamento, el 5 de enero, en el que anunció con bombos y platillos la salida del gobierno en seis meses y la inmediata destitución de los llamados magistrados express devolvieron la confianza, pero, el veterano dirigente adeco sucumbió demasiado pronto a la tentación de convertirse en candidato presidencial y esa ambición largamente insatisfecha lo llevó a una confrontación inútil, apeló a su verbo hiriente –en ocasiones escatológico–,  con ofensas impropias para una figura con el papel de presidente del Parlamento, eso facilitó que se trancara el juego y permitió al gobierno salirse con la suya al castrar de una forma ignominiosa a la Asamblea Nacional e imponer un diálogo que le sirvió a Maduro para seguir en el poder y violar  aún más los derechos humanos.

Encuestas

En el último sondeo de Meganálisis –que no es precisamente una encuestadora  servil ni cómplice de dirigentes del oficialismo ni de oposición, como algunas  expertas en crear escenarios virtuales absolutamente inexistentes–, realizado durante la primera semana de este mes de diciembre, los resultados no pueden ser más preocupantes: 71,3% de los encuestados piensa que la AN no logró los objetivos planteados y cuestiona su credibilidad, en cuanto a Henry Ramos Allup, su popularidad se ubicó en los últimos lugares (en el hipotético de que  las elecciones presidenciales se realizaran en este momento) y cayó  de penúltimo con apenas 3,5%, seguido por Henry Falcón con 3,1. Los resultados de esos estudios arrojan en el primer lugar a Leopoldo López, con  22,0 de las preferencias, seguido por Capriles Radonski con 9,5 y María Corina Machado, quien a pesar del victimismo rencoroso en filas masculinas de alguna dirigencia opositora con altos niveles de misoginia, logra un tercer lugar de popularidad con 9,0, gracias a la fuerza y coraje con la que viene capitalizando  el descontento. 2017 será como dicen mucho peor, y no ya por la crisis, sino porque estaremos más entrenados en la sobrevivencia y la humillación. En esta Navidad solo nos queda brindar por los buenos días del pasado y por los sueños imposibles. Seguir vivos es nuestra victoria. Regresaré en enero…

 

@AliasMalula

El Nacional

Luis Ugalde S. J. May 26, 2016 | Actualizado hace 8 años
Fin del régimen por Luis Ugalde

Ajedrez

 

El régimen no es nadie y es todo. No es el Presidente, ni el Ejecutivo. Tampoco “El Proceso”, pues éste era vivido como un caminar abierto hacia horizontes de elevación. El régimen hoy es el punto de cristalización y de llegada, cerrado como estación terminal, que mantiene secuestrada a toda la sociedad.  Aferrado al poder, y dedicado de lleno a defenderse y perpetuarse contra la inmensa frustración y desesperación de la población. Al comienzo para muchos “El Proceso” era emoción y esperanza de una Venezuela bella y deseable que concretaron en estos dos artículos centrales de la Constitución:

Art. 2 “Venezuela se constituye en un estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.

Art.3 “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta constitución. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”.

Parece imposible que un demócrata no esté de acuerdo con este ideal constitucional que marca un exigente camino de dignidad y liberación. Pero ante la catastrófica realidad actual -después de una dominación hegemónica de 17 años y un millón de millones de $ malgastados- surge un clamor de indignación contra la miseria, la inseguridad y la burla a la Constitución. Nadie en su sano juicio puede pensar que este Régimen va avanzando hacia ese ideal; por el contrario, su obsesión es defender el poder, corrupto e ineficiente, aferrándose a las armas y a la represión porque ya le faltan razones y apoyo popular. Por eso se ha militarizado y se ha convertido en una dictadura, en clara contradicción con la Constitución.

Más difícil es ponerse de acuerdo sobre el modo de salir de esta catástrofe y mucho más el acuerdo y la combinación de fuerzas sociales diversas para retomar el camino hacia el horizonte de democracia y de dignidad compartida y reconstruir.

Cuando un presidente se pone en contradicción con los fines esenciales del bien común nacional, la Constitución prevé modos de evitar mayores desastres y salir de él antes de que concluya el período presidencial. Para eso está, por ejemplo, el referéndum revocatorio, con el  que la sociedad puede cambiar a quien  se ha convertido en gestor del mal común. Pero la dictadura lo quiere  bloquear.

Desde luego más sensato que esta vía un tanto larga, engorrosa y sembrada de trampas, sería un momento de lucidez presidencial que, acordándose de su condición de servidor y delegado de la voluntad de la mayoría nacional, lo llevara a la renuncia. El artículo 350 establece estas emergencias y nos obliga a todos a una responsabilidad ciudadana mayor: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá  cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos” (art. 350).

Ante la formidable emergencia nacional y el brutal deterioro de las condiciones básicas de vida  y de democracia, no basta con la salida del Presidente ni con un cambio de gobierno, es imprescindible un cambio de régimen y  un nuevo gobierno de salvación nacional que incluya a sectores diferentes, unidos  en la suprema tarea de encauzar y de reconstruir el país. Por eso la realidad pide a gritos el cambio de Régimen para volver a la Constitución  y recuperar la esperanza de vida y dignidad para todos. Muy oportuna la reciente advertencia  de la Conferencia Episcopal: “¡Queremos alertar al pueblo! Que no se deje manipular por quienes le ofrezcan un cambio de situación por medio de la violencia social. Pero tampoco por quiénes le exhortan a la resignación ni por quienes  le obligan con amenazas al silencio. ¡No nos dejemos vencer  por las tentaciones! No caigamos en el miedo paralizante y la desesperanza, como si nuestro presente no tuviera futuro. La violencia, la resignación y la desesperanza son graves peligros de la democracia. Nunca debemos ser ciudadanos pasivos y conformistas”.

Luis Ugalde

El Nacional