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 Un Consejo por ser miembros del Consejo por Milos Alcalay

¿Cuál es la verdad y cuáles las mentiras en relación al ingreso de Venezuela como miembro por tres años (2013-2016) del Consejo de Derechos Humanos de la ONU?

El Gobierno “Bolivariano” parece haber entendido por fin, que  para obtener un espacio internacional es necesario actuar profesionalmente: dialogar con otros países, negociar votos, intercambiar apoyos, acordar endosos, ofrecer reciprocidad, recurrir al apoyo de toda América Latina (GRULAC), saber esperar la oportunidad para postularse (como en este caso, en que se logro presentar tres candidatos para tres puestos y lograr el voto automático de las otras regiones), y evitar fracasos por la improvisación y megalomanía como cuando se trato entrar al Consejo de Seguridad hace algunos años.

Pero de allí a hacer el ridículo con afirmaciones como las del Embajador de Venezuela en la ONU que “es la demostración palpable que se está cumpliendo de manera escrupulosa con los derechos humanos” o constatar las grandes manifestaciones de euforia del oficialismo en la Asamblea Nacional, de la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, de la Defensora del Pueblo argumentando que “el Mundo entero apoya a Venezuela por ser un gran defensor de derechos humanos”, es estar totalmente alejados de la verdad.

Uno de los aspectos más graves, es el de las contradicciones de la “diplomacia” Venezolana. Hace un par de meses se retiró de la CIDH y de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, hecho que fue duramente criticado por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU. No tiene ningún sentido incumplir con los compromisos regionales y Constitucionales, y al mismo tiempo acudir a la ONU para formar parte del Consejo de Derechos Humanos ya que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es la que inspira las obligaciones de la Convención Interamericana. Por otra parte, este Gobierno fue uno de los pocos en el Mundo que votó en contra de que se creara la actual Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que hoy quiere integrar.

El hecho de que Venezuela obtuviera 30 votos menos que Brasil,  demuestra que 30 países no votaron por Venezuela, a pesar de que no había otra candidatura. ¿Por qué?

Venezuela sustituirá a Cuba, país que es conocido por las violaciones reiteradas en materia de derechos humanos. Por ello es falso que la comunidad internacional reconozca que Cuba y nuestro país sean un modelo de libertades, de protección de los derechos humanos, de dialogo. Nuestro consejo, ahora que Venezuela es miembro del Consejo, es que cumpla con los postulados del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que acepte las recomendaciones del EPU y reciba Misiones de la ONU, que cese con las reiteradas violaciones que ocurren diariamente en nuestro país como en el caso de los presos políticos, los exiliados, el hacinamiento de las cárceles, el cierre de RCTV, la prisión de la Juez Afiuni  y tantos otros casos que ciertamente  no hacen de Venezuela un modelo en el campo de los derechos humanos.

@milosalcalay

@Diploos

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Frei y Lula: Dos posiciones divergentes por Milos Alcalay

Durante la conmemoración de la Independencia del 5 de Julio, hemos podido evidenciar las posiciones divergentes de dos ex Mandatarios de America del Sur: Lula y Frei, quienes muestran dos estilos sobre la forma en que se debe actuar ante la realidad Venezolana.

Veamos las diferencias: El Ex Presidente Chileno Eduardo Frei estuvo invitado por Eduardo Fernández a participar en la conmemoración de medio siglo de existencia del IFEDEC, Instituto creado por Arístides Calvani y Enrique Pérez Olivares. En las múltiples entrevistas que le hicieron al Gobernante Demócrata Cristiano sobre la realidad venezolana y en su Conferencia magistral afirmó: “No vengo a opinar sobre la situación venezolana. Nunca lo he hecho y no lo haré”.  Sin embargo, al referirse a la situacion Chilena dejo sentados principios fundamentales que fueron la base para lograr el retorno de las practicas democráticas en su país, al indicar que la inclusión, la reconciliación nacional, el diálogo social y la lucha contra la pobreza fueron las cuatro prioridades que se establecieron desde 1989”.

Esta posición cautelosa, no escondió su testimonio de lo que vivió su país, pero difiere diametralmente del mensaje del ex Presidente del Brasil que en esa misma fecha, participo abiertamente en el proceso electoral al enviar un mensaje intervencionista ante cientos de militantes del Foro de Sao Paulo reunidos en Caracas al afirmar: «Chávez: Tu victoria será nuestra victoria»… “Con el liderazgo de Chávez el pueblo ha tenido conquistas extraordinarias. Las clases populares nunca fueron tratadas con tanto respeto, cariño y dignidad. Esas conquistas deben ser preservadas y consolidadas”.

Lula le recomienda a los venezolanos adoptar un modelo que no es el mismo que el aplicó en Brasil ya que su innegable éxito se fundamentó en continuar con los aciertos alcanzados por la política establecida por el Gobierno anterior de Fernando Henrique Cardoso, y por mantener un diálogo permanente con los sectores de oposición, empresarios y sociedad civil de su país. Es fácil recomendar que se aplique un modelo “revolucionario” militarizado y expansionista de confrontación en Venezuela mientras aplica otras politicas diferentes en el suyo.

No es la primera vez que Lula interviene en asuntos venezolanos. Recordemos su desacertada afirmacion pronunciada siendo Presidente cuando dijo “Chávez es el mejor Presidente que ha tenido Venezuela en mas de 100 años”. En aquel momento, algunos analistas comentaron que con esa frase demostraba que esa injerencia en asuntos internos lo convertia en “el peor de los Presidentes Brasileños en mas de 100 años” ya que ninguno de sus predecesores dieron muestra de una interpretación tan sesgada.

Mientras Frei se refiere de manera respetuosa a “la experiencia positiva de la convergencia nacional en Chile demostrando un período largo de aprendizaje para convivir y establecer el respeto entre todos” Lula trata de convencer a la actual mayoría oposicionista que ratifiquen la opción por un modelo de 14 años de desgobierno con inmensos recursos malbaratados. Al líder del PT no le tiembla la voz al afirmar que “las clases populares nunca fueron tratadas con tanto respeto, cariño y dignidad”.

Pudimos constatar dos mensajes divergentes: uno Chileno que se refirió a la experiencia propia, y el otro de imponer un criterio parcializado que rompe con la tradición de nuestro gran vecino del Sur.

@MilosAlcalay 

Sendai Zea Jul 10, 2012 | Actualizado hace 12 años
Editorial: La grosera injerencia

Esta semana han continuado los coletazos de la crisis paraguaya y las formas en la que el gobierno venezolano ha manejado la situación. No es la primera, ni posiblemente la última, en que el Canciller Maduro aparece interfiriendo en situaciones similares, basta recordar la injerencia en de forma descarada en la defensa de Zelaya en Honduras en el 2009, pasando por encima de todos los mecanismos internos de ese país.

En el caso paraguayo, la situación es más o menos similar pero el descaro de la intervención es el mismo. Aún cuando el gobierno venezolano justifique la presencia del Canciller Maduro en una reunión política de emergencia para evitar la caída de un aliado, la clara intención de reunirse con militares de otro país es una injerencia en los asuntos internos de un Estado. Las formas mediante las que interviene el gobierno venezolano se apegan un protocolo preestablecido: intervención por parte de la Cancillería venezolana, pronunciamiento de UNASUR, pronunciamiento de ALBA, retiro de funcionarios diplomáticos, cierre de consulados y finalmente cierre de la Embajada, en algunos casos ruptura total de las relaciones. Las consecuencias de todo esto la terminan pagando los ciudadanos venezolanos que habitan en esos países porque quedan sin representación diplomática ni consular y los intereses del país quedan desprotegidos.

Hablemos con sinceridad: se ha producido una grosera injerencia en “crisis” latinoamericanas donde estén involucrados aliados políticos del gobierno venezolano. Hay una necesidad de sostener alianzas en ideológicas dejando de lado los intereses de la nación. A todas luces esto es un doble discurso porque se pretende condenar el “imperialismo yanqui” cuando en realidad lo que se busca es sustituirlo por un nuevo modelo expansionista.

Lo que se ha dicho tantas veces se vuelve a ratificar: la Cancillería venezolana es una gran operadora política al servicio de un partido y no del Estado, en donde activistas fungen como enviados diplomáticos, en donde el Canciller vela por los acuerdos con los aliados y no por los intereses de la nación, en donde se perdió la doctrina de actuar esperando el desarrollo de los acontecimientos por las condenas inmediatas, en donde no se pierde ni un minuto en construir alianzas políticas en vez de alianzas nacionales y esto nos puede costar el aislamiento.

 @diploos

Embestida contra los Derechos Humanos y la Democracia por Milos Alcalay

La creación del Consejo de Estado con el fin de justificar la salida de Venezuela de la CIDH -medida que ya fue respaldada por la Asamblea Nacional- no parece suficiente, ya que ahora el Canciller Maduro pretende exportar el modelo de destrucción del sistema interamericano de protección de los Derechos Humanos al proponer que en la Reunión de Cancilleres en Cochabamba se debilite la actividad del organismo hemisférico.

El peligro de la propuesta “bolivariana”, radica en el hecho de que a ningún Gobierno, sea de derecha, de centro o de izquierda, le agrada que la Comisión o la Corte de Derechos Humanos los condene por incumplir los derechos de aquellos que se sienten vulnerados. Si prospera la moción, se limitará el derecho de periodistas, sindicalistas, disidentes, indígenas y otras victimas, quienes verán más difícil recurrir ante esas instancias para hacer valer sus derechos consagrados en Acuerdos Internacionales.

El viernes 1 de Junio en el marco de la Mesa Redonda organizada por la UCAB y el Instituto Parlamentario Fermín Toro pudimos escuchar al ex Relator de Libertad de Expresión de la CIDH Ignacio Álvarez quien resalto el nuevo peligro que se cierne con esa limitación, mientras que el Juez Apitz, y Leopoldo López, resaltaron la importancia de las medidas de protección que se produjeron a su favor, como un testimonio de lucha.

La propuesta de debilitar a la CIDH, sea a través de la autocensura que propicia el Secretario General Inzulza, o de presentar mecanismos sustitutivos como la absurda propuesta del Presidente Correa de que UNASUR –organismo que no contempla la protección de los Derechos Humanos en su Tratado- sea quien ejerza esas funciones, dejaría de lado la defensa de los derechos de los ciudadanos, para inclinarse mas bien a la defensa de los “derechos” de los Gobiernos y permitir que sigan violando las libertades.

Los Derechos Humanos y la Democracia están íntimamente ligados. Por ello también es preocupante que algunos Estados pretendan que UNASUR sea el responsable de los mecanismos de observación electoral eliminando el papel cumplido por la OEA, y la Unión Europea, para sustituirlo por observadores complacientes al gusto y a la orden de la manipulación de algunos socios no muy democráticos. La llegada de Ali Rodríguez Araque como próximo Secretario General de UNASUR puede agravar esta situación por la reiterada insistencia de la diplomacia “bolivariana” de aplastar a la OEA, a la CAN, al G-3, a la CIDH, y a la Carta Interamericana Democrática.

Si en el Siglo XX Venezuela se caracterizo por impulsar la democratización y la defensa de los Derechos Humanos, en el Siglo XXI el Gobierno se ha empeñado en destruir los mecanismos Democráticos y Humanitarios. Este es el momento en que las ONGs del Hemisferio deben unirse para defender los logros en defensa de la Democracia y los Derechos Humanos, que por primera vez podrían estar afectados a nivel global.

@MilosAlcalay 

¿Resistirá la tregua Santos-Chávez? Por Víctor M. Mijares

Politics makes strange bedfellows, dicen los anglosajones. Antes de la Cumbre de Santa Marta del 10 de agosto de 2010 no podía haber dúo más extraño que el que formaron Juan Manuel Santos y Hugo Chávez. En aquella oportunidad calificamos el resultado político de la reunión como una tregua, pues, decíamos:

“Las bases históricas y coyunturales de la rivalidad colombo-venezolana salieron intactas de Santa Marta. Los temas de seguridad referidos a la verificación internacional en territorio venezolano -para corroborar la complacencia del gobierno con fuerzas subversivas colombianas- y el acuerdo militar colombo-americano -presentado como una amenaza regional por la ALBA-, fueron evadidos en procura de una tregua.

Ambos gobiernos compraron tiempo, y formalmente la Casa de Nariño obtuvo en el balance mejores condiciones en la transacción. Lo que nos indica que el próximo episodio de confrontación estará probablemente asociado al interés de Chávez por hacer que el precio que pagó Santos se eleve.” (Balance de Santa Marta).

Siendo una tregua, su resistencia debería asociarse a los factores de conveniencia, es decir, a los intereses convergentes que permitieron desplazar las marcadas diferencias entre ambos gobiernos. Si aceptamos como buena la explicación que dábamos a una semana del evento, es posible que el tiempo que ambos compraron haya expirado. ¿Significa esto que la confrontación Santos-Chávez es inevitable e inminente? No necesariamente, pero sí que cada nueva ronda diplomática para prorrogar la tregua se hace más costosa, sobre todo para el colombiano.

El incremento reciente de acciones violentas por parte de las FARC; el admitir públicamente por parte del gobierno colombiano que hay campamentos insurgentes en territorio venezolano; el calor de una sui generis campaña electoral en Venezuela (con una candidato-presidente que cada vez parece menos apto para afrontar el ritmo que impone la vida pública, y mucho menos la conducción de la “revolución”); y con el ex presidente Álvaro Uribe señalando lo obviamente incómodo (e inconveniente) de la relación con la Venezuela de Chávez, la tregua parece estar siendo socavada a una velocidad que sólo puede ser comparada con aquella vertiginosa voluntad con la que se acordó en una sala privada en San Pedro Alejandrino.

En estrategia la intensidad y el tiempo son factores claves para entender la dinámica de la dialéctica de voluntades, pero, ¿cuál actor puede aplicar mayor intensidad para mantener el statu quo sin desmejorar sus intereses? Santos se encuentra en la incómoda situación de admitir que la “Paz Democrática” de Uribe (que el mismo Santos hizo operativa como ministro de defensa) resulta más cónsona con los tiempos que corren, que su propuesta de “Prosperidad Democrática”, bandera de su primer día de gobierno. La aplicación de mayor intensidad militar, contra la insurgencia, y de mayor intensidad diplomática, contra el gobierno venezolano, es la vía necesaria, pero que supone retractarse, con lo cual el gabinete de Nariño ya debería tener armado el discurso en el caso que la doble aplicación de intensidad militar y diplomática rompa la resistencia de la tregua. Del lado venezolano, el gobierno se encuentra en la situación más precaria que haya vivido en al menos 10 años. Con una campaña electoral hecha a través de vicarios sin habilidades para el discurso ni carisma, el enfermo comandante y sus altos cuadros se encuentran, paradójicamente, en la situación ideal para quebrar la tregua y enrarecer el ambiente a efectos de neutralizar la campaña opositora. No sería la primera vez (¿será la última?) que Chávez explota el nacionalismo anti-colombiano en una coyuntura electoral.

¿Y quién tiene el tiempo de su lado? De entrada parece que el tercer actor, Uribe, goza de mejores ventajas de tiempo en este juego. Pero si nos enfocamos en los jefes de Estado en ejercicio, debemos descartar que el tiempo esté del lado de Chávez, no sólo por la información extra-oficial que todos conocemos sobre su estado físico, sino porque acciones como adelantar la elecciones o proponer informalmente la posibilidad de un referéndum, indican que el margen de maniobra temporal es limitado. Santos quizá no cuente con el tiempo de Uribe, pero su margen no es tan estrecho como el de Chávez. Su gobierno tiene aún oportunidad de definir y ejecutar una política que le permita mantener una precaria tregua exterior, mientras incrementa la lucha interna por restablecer el orden y hacer valer la indudable debilidad estratégica de las FARC (aunque tácticamente se den el lujo de actuar incluso en Bogotá). Su tarea más difícil será tratar de desvincular públicamente las relaciones Chávez-FARC, pero mantener la presión diplomática, hasta donde la prudencia lo permita, hacia Miraflores, que posiblemente se haga más renuente.

En suma, las posibilidades de que la tregua resista existen, pero este juego de decisión interdependiente no ofrece garantías, y si la misma persiste ya no será en las condiciones que se forjaron en Santa Marta. La tregua ya está mutando.

@vmijares

Pompeyo: Epopeya del Internacionalismo Ético por Milos Alcalay

Al cumplir sus 90 años, quiero sumar mi modesto testimonio para resaltar el aporte Internacional de Pompeyo Márquez, uno de los protagonistas admirables de la Venezuela del Siglo XX y un modelo para las nuevas generaciones de la Venezuela del Siglo XXI.

No existe otro venezolano que pueda darse el lujo de haber tratado con Mao, Stalin, Tito, Fidel, y al mismo tiempo haber tenido la valentía moral y política de identificarse con la evolución que marca el signo de los tiempos al tratar a otros Estadistas contemporáneos.

He sido formado por las enseñanzas de ese gran Maestro que fue Arístides Calvani, por lo que hace cuatro décadas pude identificar en Pompeyo a un personaje de acción y autenticidad inspirado en el Internacionalismo Ético, sin perder la humildad y sencillez.

Esta dimensión de profundidad fue la que llevo acertadamente al Presidente Caldera a designar al ex guerrillero como Ministro de Fronteras, ya que su visión integral para enmarcar y defender nuestros limites como patrimonio histórico le daba además una extensión humanista a nuestras fronteras para aplicar una geopolítica de la integración.

Como Ministro-Estelar, lo vemos tratando con Fernando Henrique Cardoso en Brasil, y con Andrés Pastrana en Colombia, pero con la misma intensidad dialogando con el garimpeiro en Santa Helena, el peregrino de Ciudad Sucre, o el indígena en Perija.

Ello no fue una labor improvisada: Durante décadas se consagro a defender la integración física fronteriza con participación popular- sea en San Cristóbal o en Cúcuta como Presidente de la Comisión de Asuntos Sociales del Parlamento Andino; o como Vice Presidente del Senado de la Republica , o como político miembro de COPPPAL, que reunía a dirigentes de izquierda del hemisferio, o como miembro de la CARE.

Como Secretario General del Parlamento Andino con sede en Bogota, pude transmitirle en más de una oportunidad el mensaje de Belisario Betancur que quería reunirlo con sus Ministros y Militares para que escucharan las sabias palabras del insigne Venezolano. Pero igual admiración notamos de Virgilio Barco o Ernesto Samper; de Aylwin o Allende; de Sarney o Itamar Franco. Seria innumerable relatar los múltiples aspectos de su prolija actividad, que recoge en su reciente libro “Pompeyo Márquez Contado por Si Mismo” editado por la Fundación Gual y España –institución dirigida por él, consagrada a la formación y pensamiento – y cuya publicación fue apoyada por la Fundación Social Cristiana Konrad Adenauer, demostración palpable de que Pompeyo esta por encima de las definiciones ideológicas, y que comparten otras Fundaciones de corrientes de pensamiento distintas. Hoy cuando nos encontramos ante la necesidad de reconstruir al País, se nos presenta la visión de Pompeyo como pilar de lo que debe ser la inspiración del Internacionalismo Ético en la Venezuela Democrática del futuro. ¡Bravo Pompeyo!

@milosalcalay

Aportes para una Comunidad Latinoamericana de Naciones por Milos Alcalay

Para identificar aportes en la consolidación de la Comunidad Latinoamericana de Naciones, se realizó a mediados de abril un evento organizado en Lima por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo, la Integración y la Cooperación (CELADIC) que convocó a un grupo pluridisciplinario integrado por académicos, trabajadores, empresarios, clérigos, políticos y activistas sociales para definir propuestas concretas

El documento -en elaboración- está abierto a recibir otras propuestas de todo el Hemisferio, y será presentado ante los Jefes de Estado de América Latina que se reunirán en Chile en el 2013 esperando pueda ser una contribución para definir los alcances de lo que debe ser la Comunidad Latinoamericana y Caribeña de Naciones (CELAC).

La idea de la Comunidad Latinoamericana no es nueva. Además de formar parte de los Preámbulos de varias Constituciones –como la de Venezuela de 1999- figura como mandato en varios organismos regionales e instituciones sociales de integración.

Una de las inspiraciones que motivó a los participantes del Seminario de CELADIC fue la propuesta suscrita en 1997 por el Cardenal Oscar Rodríguez Madariaga, en su condición de Presidente del CELAM, Humberto Peláez, como Presidente del Parlamento Latinoamericano; Emilio Máspero y Luis Enrique Marius de la CLAT quienes se comprometieron en nombre de la iglesia, de los parlamentarios y de los trabajadores de la región “asumir en forma conjunta el compromiso de animar, impulsar y concretar la Comunidad Latinoamericana de Naciones…para recuperar la esperanza de nuestros pueblos y consolidar nuestras democracias”

El reto de construir la Patria Grande Latinoamericana, nos lleva necesariamente a recrear nuestra identidad y rememorar nuestra historia – reconociendo los avances pero también los retrocesos debido a las miopías y frustraciones de diferentes momentos.

Todos coincidimos en que la Unidad Latinoamericana, no puede hacerse aplastando los compromisos regionales y sub-regionales existentes, sino fortaleciéndolos en su especificidad: Instituciones como la Comunidad Andina de Naciones; la Comunidad Centroamericana; CARICOM; MERCOSUR deben formar parte de los círculos concéntricos que permitirán construir modelos de convergencia hemisférica. En otras palabras debemos fortalecer lo existente y no destruirlo.

El Documento del CELADIC promueve un compromiso Comunitario Latinoamericano basado en dos pilares: el social que permita que la sociedad civil, exigirle a los Gobiernos el cumplimiento efectivo de las Metas del Milenio; y el pilar democrático que exija la perfectibilidad del pluralismo, la promoción de los derechos humanos y la defensa inclaudicable de las libertades (de expresión, de prensa, de participación sindical).

@milosalcalay

Las Malvinas de la discordia por Omar Hernández

En la pasada Cumbre de las Américas, uno de los muchos sucesos que pudimos observar fue el desplante de la expropiadora presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner quien, no sólo no asistió a la cena oficial ofrecida a los altos dignatarios presentes, sino que se esfumó de Cartagena antes del término formal de la cita continental. Aunque argumentó que debía estar en su país la verdad salta a la vista: estaba molesta por la falta de consenso respecto del tema de las Malvinas o Falkland.

En este asunto mucho se ha hablado de la aventura bélica que hace unas tres décadas enlutó al pueblo argentino y que fue obra y gracia del régimen militar de la época, que pretendió exacerbar el nacionalismo reflotando viejas aspiraciones territoriales, y además, haciendo caso omiso a los modelos clásicos de toma de decisiones en política exterior y realizando en simultáneo, terribles cálculos estratégicos.

En estos tiempos, la Kirchner busca atizar el fuego patrio (la medida contra la Repsol-YPF es muestra evidente de ello). Pero las matemáticas siguen sin dar buenos resultados a Buenos Aires. Sí, hay cierto apoyo político a la «causa» argentina, sobretodo en el ámbito sudamericano. Pero de allí a la práctica, poco o nada.

Quizás lo más curioso es que el muy mentado principio de Derecho Internacional relativo a la «libre determinación de los pueblos» -contenido en el artículo 1,2 de la Carta de Naciones Unidas- está siendo olímpicamente ignorado. La Declaración de Principios de Derecho Internacional adoptada en 1970 por la Asamblea General del ente multilateral reza que “todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sin injerencia externa, su condición política y de procurar su desarrollo económico, social y cultural”. Mientras un territorio sea «colonia u otro territorio no autónomo”, dicho territorio no ha ejercido de facto este principio, a decir del mismo documento.

Por otro lado, la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales aprobada en 1960, es decir, uno década antes, plantea que respecto de aquellos lugares del mundo “que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados”.

El caso de las Malvinas es bien sui generis. Cierto es que la mayoría de las otroras colonias han optado por la independencia (caso Trinidad y Tobago por ejemplo, aunque manteniendo vínculos con la ex metrópolis británica) y otros más han decidido tener un «estatus aparte», como nuestras vecinas islas de Aruba, Curazao y Bonaire, parte del Reino de los Países Bajos. Otras islas sin embargo, no se plantean o al menos no con demasiada contundencia, romper su dependencia de Europa (por ejemplo, los territorios franceses de ultramar que tenemos a poca distancia de nuestras costas).

¿Qué ocurre cuando los «pueblos» de forma libre y soberana deciden seguir siendo dependencias? Quienes habitan las islas Malvinas son, desde 1982, considerados como ciudadanos británicos. Y los legisladoras locales han dicho que hay un sentimiento unánime de seguir siendo británicos. El idioma que se habla es el inglés. La cultura de allí, es la inglesa. Y por supuesto, la responsabilidad última en cuanto a la defensa y las relaciones internacionales de las islas, reposa sobre los hombros británicos.

¿Quién es Argentina para oponerse a eso? ¿Con qué derecho? Las Malvinas son aún foco de atención y supervisión en las Naciones Unidas, que les consideran “territorio no autónomo” y como tal, parte de la lista de debate del Comité Especial de Descolonización, que tradicionalmente ha llamado a una «solución pacífica y negociada de la controversia». Lo anterior luce complicado, habida cuenta de la mutua desconfianza y las medidas unilaterales y amenazas respectivas.

Podríamos llevar el principio de autodeterminación a otro nivel, otra acepción y decir que pues, los isleños han decidido mantener su situación tal cual está ahora mismo. Plantear una colisión dogmática entre dicho principio y el de la integridad territorial del Estado es como el dilema del huevo y la gallina. ¿Será más importante la integridad territorial de Argentina o la autodeterminación de los habitantes de las islas Malvinas?

Cuidado con que sea vean las costuras, pues la de Argentina, luce más bien como una posición clásicamente imperialista. El debate sobre la explotación petrolera potencialmente rica en las islas, que por ahora viven en particular de los ingresos del turismo, puede abrir nuevas aristas en este conflicto anglo-argentino.

Omar Hernández
Internacionalista