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Calabozos policiales en Gran Caracas son cárceles paralelas con sótanos de presos y reclusas embarazadas
En 30 calabozos ubicados en la Gran Caracas se repiten los mismos patrones que agudizan la crisis en la mayoría de las sedes policiales. En los centros de detención preventiva monitoreados para esta investigación hay entre 40 y 337,5 % de hacinamiento. En 2016 las autoridades policiales tuvieron que sortear intentos de fuga y fugas de presos, pero además atendieron casos de desnutrición, tuberculosis y de reclusas embarazadas. En el año anterior al menos seis presos murieron en comisarías ubicadas en el área en estudio
De acuerdo con cifras oficiales anunciadas en septiembre por el defensor del pueblo, Tarek Willliam Saab, 33.000 presos esperan en calabozos policiales por traslados a cárceles. Sin embargo, la ministra Iris Varela aseguró que los reclusos deben permanecer en comisarías hasta que tengan un juicio. Mientras que los cupos para cárceles llegan a estos centros de detención preventiva las autoridades de estas sedes policiales deben sortear los eventos que se registran en estos espacios sin recursos otorgados por el Estado

 

@Angelicalugob

Fotos y videos: Raúl Romero | @Fotoraul

Edición de videos: Abrahan David Moncada | @Monkda92

Infografías: Juan Carlos Hernández | @jhernandezgraph

NO EXISTE UN REGLAMENTO EN VENEZUELA que establezca la doble condena para presos en el país. Pero al menos 33.000 reclusos, que están en calabozos policiales, según cifras anunciadas en septiembre de 2016 por el defensor del Pueblo, Tarek William Saab, esperan sus traslados para cárceles en esta condición. Están en una suerte de depósitos para reos en los que, en espacios no mayores de 6 x 6 metros, deben permanecer las 24 horas del día con hasta 30 personas sin tener acceso a la luz -y en los casos más extremos- sin recibir ventilación, porque las celdas están ubicadas en sótanos. Aunque los presos no deben permanecer más de 48 horas en centros de detención preventiva, en la Gran Caracas hay casos de reclusos que en la actualidad cumplen sus condenas en estos lugares, pero también hay internos que tienen más de dos años detenidos en calabozos esperando sentencia.

Estos reclusos no hacen deporte, ni participan en actividades culturales. Tampoco tienen visitas conyugales y dependen de los alimentos que les llevan sus familiares. Ninguna institución se hace cargo de ellos y los encargados de sedes policiales hacen peripecias, sin dinero, para atender las emergencias que se presenten. Para estos reos no hay recursos. Son los huérfanos del Estado.

Foto 2 de Raul Romero calabozo policial

En en el país no hay cifras oficiales de la cantidad de sedes policiales que hay en la Gran Caracas. En diciembre de 2016 la ONG Una Ventana a la Libertad presentó un informe en el que documentaron la muerte de 17 detenidos en comisarías durante 3 meses. El estudio fue realizado en 87 centros de detención preventiva de la Gran Caracas y de los estados Miranda, Vargas, Lara, Zulia, Táchira, Monagas, Falcón y Carabobo, zonas que reúnen el mayor número de población penal del país .

Para este reportaje se le hizo seguimiento a 30 comisarías en las que se repiten las mismas irregularidades que se agudizan por una misma causa: el hacinamiento. En las celdas monitoreadas, que fueron las que más irregularidades registraron en 2016, hay entre 40 y 337,5 % de hacinamiento.

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En 2016 las autoridades policiales tuvieron que sortear motines y otros hechos violentos, pero además atendieron casos de desnutrición, tuberculosis y de reclusas embarazadas. En 2016 al menos seis presos murieron en comisarías ubicadas en el área en estudio, se registraron 6 fugas y 6 intentos de fuga, y en dos oportunidades funcionarios fueron secuestrados por reos. Uno de los casos que más centimetraje tuvo en la prensa fue la fuga de 8 presos de la Subdelegación del Cicpc El Valle. En el hecho tres funcionarios que custodiaban a los internos fueron asesinados por los reos.

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Estas situaciones irregulares representan para los policías una presión constante, a juicio del secretario de seguridad ciudadana del estado Miranda y de Polimiranda, comisario Elisio Guzmán: “El funcionario empieza a cansarse de esa presión de que si el preso se escapa es su culpa y se le abre un proceso de investigación por la facilitación de la fuga”.

Guzmán explica que hay una cantidad imprecisa de presos que están en una especie de limbo jurídico porque no han sido trasladados a centros penitenciarios: “Tengo reclusos en los calabozos que ya cumplieron cuatro años a espera de un cupo de traslado y esto les ocasiona una desesperación, lo que lleva a estos individuos a cometer actos de violencia en las celdas, como ha ocurrido este año con los casos de descuartizamientos, asesinatos y de fugas. Ese es el producto de una descomposición creciente dentro de los establecimientos preventivos”.

Las problemáticas que hay en estos centros de detención preventiva se repiten en todas las sedes de detención transitoria y que no cumplen con ninguna de las 122 Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, también conocidas como Reglas Mandela.

En las celdas con “más lujos” hay una letrina para todos los reos y un pipote de agua, para que los reclusos se bañen. En estos pequeños espacios la única manera de subsistir es respetar las normas internas que los reclusos acuerdan para convivir. Se turnan los horarios para dormir en el suelo, mientras otros esperan de pie. Improvisan chinchorros con sábanas y se turnan las colchonetas para el descanso, solo en las policías que permiten el uso de estos artículos.

Un problema para la seguridad ciudadana

Raúl Romero calabozo policial

Fuentes policiales que trabajan en comisarías han advertido que el hacinamiento en los calabozos representa un problema para la seguridad ciudadana, pues varios policías han sido desincorporados del patrullaje policial para cuidar detenidos. El director de Polimiranda, Comisario Elisio Guzmán, precisó que mensualmente invierte 28.000 horas hombres para cuidar presos: “Eso le incrementa un temor a nuestros funcionarios, porque todo policía que custodia internos tiene miedo de ser investigados por complicidad, si los reos se escapan”.

Otros jefes de sedes policiales han explicado que, debido al hacinamiento, han tenido que habilitar espacios para ubicar a los presos. Por ejemplo, en la Subdelegación del Cicpc de Simón Rodríguez tres oficinas fueron desocupadas para albergar reclusos, mientras que en la Subdelegación del Cicpc de El Paraíso el área de descanso de los funcionarios de guardia es utilizada en la actualidad para tener a los reos. Lo mismo ocurre en la comisaría de Policarrizal, en el estado Miranda: el área de descanso de las funcionarias fue reestructurada para improvisar un calabozo para presas.

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Pero estas denuncias y las advertencias que han hecho los defensores de derechos humanos y representantes no han solucionado la causa de la crisis, que es el retraso en la asignación de cupos para centros carcelarios y la ministra de Servicio Penitenciario ha sido contundente en sus declaraciones al asegurar que los reclusos deben permanecer en comisarías hasta que tengan un juicio.

El comisario Elisio Guzmán fue una de las autoridades policiales que reaccionó a las declaraciones de la ministra Varela: “Cada autoridad administrativa emite un juicio y así viole la ley, no les importa. Si es un ministerio de Servicio Penitenciario, todo el que esté preso está bajo la jurisdicción de ella. Lo demás es evadir responsabilidades”.

El hacinamiento que mezcló reos y dejó embarazadas a dos presas

Un pasillo en el que están distribuidos 41 presos, entre ellos dos reclusas embarazadas, separa a tres calabozos que están abarrotados de otros 77 reclusos en la sede de la Policía Municipal de Guaicaipuro, ubicada en Los Teques, estado Miranda. El hacinamiento en esa sede policial no le brinda beneficios a los reos que tienen condiciones especiales. Esa es la preocupación de la madre de una presa de 23 años de edad que salió embarazada estando privada de libertad en esa policía y que ya tiene seis meses de gestación.

La mujer cuenta que en 10 meses a su hija le han diferido nueve veces la audiencia preliminar y refiere que desde que salió en estado, se ha complicado con asma y ha presentado placenta previa: “Estoy luchando para que le den casa por cárcel a mi hija. En dos meses debería dar a luz y temo que se complique más estando presa allí. Aunque los policías han sido condescendientes y me permitieron pasarle una colchoneta, porque el resto de los presos duerme encima de sábanas, igual ella está incómoda y el peso de la barriga la acerca más al suelo”.

Fuentes extraoficiales de Poliguaicaipuro explicaron que debido al hacinamiento tuvieron que habilitar el pasillo para ubicar a todos los reos: “Allí también tenemos a adolescentes femeninas y masculinos que están en conflicto con la ley. Como en ese espacio no entra oxígeno, les colocamos un aire acondicionado split”.

De los tres calabozos que tiene esa policía hay dos celdas que miden 5 x 3 metros: una alberga a 30 reos y la otra a 35. En un tercer calabozo, que mide 2 x 4 metros, hay 14 reclusas, una de ellas está embarazada.

En la puerta principal de Poliguaicaipuro se tiene contacto con varios reclusos. A mano derecha hay una especie de ventana, en forma de cuadro, que da hacia la avenida principal. Por allí se asoman a cada instante presos. Quienes ingresan a esa policía se topan de frente con las escaleras. Allí están esposados tres reos que “tienen la rutina manchada”.  Eso, en la jerga carcelaria, representa el rechazo de la población penitenciaria hacia uno o varios presos por estar involucrados en determinados delitos, por ser policías o ex funcionarios, y “comerse la luz”, que significa irrespetar las normas internas. De estos presos que permanecen en las escaleras, dos están detenidos por abuso sexual y uno es exfuncionario de Polivargas. “Si los ubicamos con toda la población, los matan”, asegura uno de los policías

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Al igual que en las otras 29 sedes de policías ubicadas en la Gran Caracas, en 2016 los funcionarios de Poliguaicaipuro atendieron emergencias que se repiten en todas las comisarías del área en estudio. Los más emblemáticos, según precisan funcionarios consultados, son cinco casos de presos que presentaron desnutrición. El año pasado también lograron la medida de casa por cárcel para 12 reos con enfermedades terminales y que tienen más de 60 años de edad. Entre este grupo de reclusos está una presa que dio a luz y que, durante la lactancia, es monitoreada en su hogar por funcionarios. “Cuando culmine la lactancia, debe regresar a la policía. Aunque ya tenía un año y 2 meses detenida por el delito de robo y su lugar de reclusión es el INOF, no le han dado traslado porque aún no hay cupos”, advierte un funcionario.

Un sótano de presos en Charallave

Sótano presos en Charallave

La entrada marea. Y la primera sensación que se tiene es de claustrofobia desde que se ingresa al área de los calabozos del Centro de Coordinación Policial 2 de Polimiranda en Charallave, que está ubicada en el sótano de esa sede. Los 56 reclusos que están distribuidos en celdas, que tienen capacidad para albergar a 20 personas, ven una esperanza con la visita de la prensa. Se apresuran por acercarse a las rejas y gritar sus peticiones: “¡Queremos traslados!”, “¡Ministra aplique el plan cayapa!”. No reciben ventilación, ni luz del día. Sólo una lámpara con luz artificial que ilumina el pasillo de los calabozos les permite a los reos verse a las caras, solo si se acercan a las rejas, pues al fondo de estos espacios no llega la luz.

En ese sótano, como en todos los centros de detención preventiva, no hay clasificación de presos. Tres reclusos que están detenidos por haber vendido dos cauchos en malas condiciones, comparten espacio con homicidas, secuestradores y reos que fueron apresados por estar involucrados en robo. Los reos consultados refirieron que han tenido enfermedades de la piel, lo que en la jerga de calabozos policiales es conocido como “carranchín”. De hecho, uno de los funcionarios que custodia a los privados de libertad también padece esta enfermedad.

Presos calabozo policial en Charallave

Esta situación, para el comisario Elisio Guzmán, que tiene más de 45 años de experiencia en la carrera policial, se debe a que “en un calabozo está condensada la perversidad de la vida en cuatro paredes”. El también secretario de seguridad del estado Miranda, explicó que ha tenido que tomar previsiones para evitar fugas, asesinatos y hechos violentos en las celdas: “No se les puede meter una sábana porque con una sábana pueden violar, forzar y matar. No se le puede dar a un preso la comodidad de una cama como cualquier humano puede pretender, porque las camas son herramientas mortales, de allí extraen pedazos de metal, pedazos de resorte y estas son herramientas de muerte”.

7 adolescentes en conflicto con la ley hacinados en una celda

Adolescentes en conflicto con la ley

En la otra sede del Centro de Coordinación Policial 2 de Polimiranda, ubicada en Ocumare del Tuy, hay 18 reclusos en un espacio que fue diseñado para albergar a 10 personas por un lapso de 48 horas. En una de las celdas hay 7 adolescentes en conflicto con la ley que esperan cupo para centros de reeducación. Uno de ellos es un adolescente de 15 años de edad.

Una letrina para nueve presas

Reclusas en calabozos policiales

Uno de los calabozos que más novedades reporta en la sede de Polimiranda ubicada en Ocumare del Tuy es el que fue habilitado para las mujeres. Allí comparten espacio nueve reclusas que están detenidas por los delitos de robo y homicidio. La presa más antigua de ese calabozo tiene 21 años de edad y está detenida desde hace dos años por el delito de robo. La interna no ha sido sentenciada y durante su permanencia en esa policía ha tenido asma, problemas respiratorios e infecciones vaginales. Para la reclusa lo más difícil ha sido pasar todo ese tiempo sin ver a su hijo y recuperarse de las recaídas que ha tenido de salud.

Los familiares de presos que son extorsionados en la PNB de Boleíta

Uno de los centros de detención preventiva con más irregularidades en la Gran Caracas es la sede de la Policía Nacional Bolivariana, ubicada en Boleíta. En 2016 se han registrado motines, secuestros de funcionarios, e intentos de fuga de detenidos. En uno de esos sucesos, en el mes de junio, murió un preso cuando intentó despojar a un policía de su arma de reglamento y en otro hecho un recluso fue asesinado a golpes en octubre, según fuentes extraoficiales, por un funcionario que lo agredió durante una requisa.

En esa sede policial, también conocida como la Zona 7 de la extinta Policía Metropolitana, hay 599 presos que están distribuidos en un sótano al que tampoco llega luz del día, ni ventilación. La esposa de un preso contó a Runrun.es que cada vez que le pasa comida a su pareja debe pagar entre 500 y 600 bolívares. Sin embargo, hay policías que pueden cobrar 1.500 bolívares por pasar una comida. Además denunció que los funcionarios les cobran a los parientes de los reclusos por pasar chucherías e incluso visitas especiales.  

325 % de hacinamiento en Polisalias

En los dos calabozos de Polisalias, en el estado Miranda, hay 325 % de hacinamiento. Aunque en esa sede tienen capacidad para albergar a 8 presos, en la actualidad hay 26 reclusos. Uno de los funcionarios consultados considera que se deben agilizar la asignación de cupos para cárceles para evitar que se registren más tragedias en centros de detención preventiva: “Pareciera que el mensaje que se quiere dar es que no haya presos en las policías. Si en operativos policiales y en flagrancia se detienen a delincuentes, ¿qué hacer con ellos si no hay espacios para tenerlos?”.

En una celda que mide 4 x 4 metros hay 13 presos, entre ellos un contador público que hace cinco meses fue detenido por estar involucrado en el robo de un vehículo. Fuentes de esa policía explicaron que tuvieron que aislar a uno de los tres adolescentes en conflicto con la ley que está detenido en esa sede, pues fue discriminado y maltratado por los otros presos por ser gay.

Este especial es tan solo una radiografía de la realidad de 30 calabozos policiales que están ubicados en la Gran Caracas. Aunque la mayoría de estos presos están implicados en delitos, ningún ente gubernamental responde por ellos. Los días transcurren sin que sean trasladados a centros penitenciarios con infraestructura adecuada y las irregularidades que se registran en estos espacios afectan a la seguridad ciudadana en el país.

Reportaron ataques con granadas en 8 comisarías de Aragua en 24 horas

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En horas de la noche de este viernes las sedes de ocho comandos policiales del estado Aragua ubicadas en Villa de Cura, Bella Vista, Palo Negro, El Museo y Francisco de Miranda fueron atacadas simultáneamente con artefactos explosivos.

El periodista José Rafael Ramírez informó en su cuenta en Twitter que el hecho dejó dos personas heridas: Un policía y una niña de tres años, vecina de la comisaría “La entrada” en Francisco de Miranda, municipio Zamora.

 

 

Hasta el momento se desconocen los motivos de los hechos que fueron de manera simultánea, efectivos se encuentran en la búsqueda de los responsables, pero se presume que el ataque pudo haber sido ordenado por los pranes de Tocorón.

 

OVP: Detenidos en calabozos policiales utilizan botellas como urinarios y duermen en aéreos
Durante la presentación del informe anual 2015 de la situación carcelaria en el país, el Observatorio Venezolano de Prisiones concluyó que en las cárceles venezolanas hay 125% de hacinamiento y 57 % de la población penitenciaria aún es procesada. Los representantes de la organización no gubernamental advirtieron que la crisis penitenciaria se ha trasladado a los calabozos policiales. Los retrasos en la autorización de traslados de presos que están en centros de detención preventiva han generado conflictos que, en 2015 se resumieron en: 14 intentos de fuga, 15 fugas, 5 secuestros de funcionarios, 5 enfrentamientos, 12 motines y 5 huelgas de hambres. Esos sucesos sumaron 171 fugas de presos, 14 fallecidos y 42 heridos

 

@Angelicalugob | Gráficos: @Ar0design

LO DETENIDOS EN LOS CALABOZOS POLICIALES duermen en «aéreos», así le dicen los presos a las «hamacas» improvisadas con sábanas que cuelgan en las diminutas celdas donde permanecen recluidos. Estos espacios tienen capacidad para 10 personas, pero albergan a más de 30 reclusos. Allí no llega la luz del sol, no cuentan con limpieza permanente, ni mucho menos con baños para los presos. Botellas de jugos y refrescos incrustadas en las rejas, e incluso envases de comida, son utilizadas por los reclusos para hacer sus necesidades. Estas irregularidades revelan la situación de insalubridad y hacinamiento que hay en la actualidad en los calabozos de sedes policiales municipales, estadales y nacionales que, de acuerdo con proyecciones del Observatorio Venezolano de Prisiones, albergan a 22.000 detenidos en todo el país. 

Mariana Romero, coordinadora del área internacional del Observatorio Venezolano de Prisiones, viene realizando un trabajo de campo en las comisarías desde 2015. «El OVP ha podido visitar ocho centros de coordinaciones policiales en Caracas y en el Área Metropolitana de Caracas. En 2016 se extendió y ahora estamos haciendo las visitas en calabozos policiales por todo el país. El problema de hacinamiento, insalubridad, violencia, alimentación y régimen de visitas se ha visto agravado. Ya esta situación no sólo se da en los centros penitenciarios, sino también en las coordinaciones policiales. Hemos visto cómo en algunas policías donde hay capacidad para 40 personas hay entre 200 y 300 detenidos. Son celdas que tienen capacidad para 7 o a lo sumo 10 personas, y vemos 20 ó 30 presos que tienen que dormir en lo que ellos denominan los aéreos, que son una especie de hamacas que ellos amarran y que hacen con las propias sábanas y duermen unos sobre otros. Esto ha llevado incluso a dejar heridos porque al romperse uno de estos aéreos caen algunos de los privados de libertad sobre otros», explica.

Romero advirtió que, además del hacinamiento que hay en algunos calabozos policiales que sobrepasan el 400 % de su capacidad, hay detenidos que tienen enfermedades en la piel: «Hemos constatado cómo las cucarachas están dentro de las celdas. Estas situaciones han agravado la condición de salud porque las personas tienen problemas dermatológicos como la escabiosis, que es una especie de sarna. Tienen úlceras en la piel que ellos los denominan nacidos, donde se les van abriendo ampollas en distintos sitios de la piel. También hay enfermedades gastrointestinales por la mala alimentación, por la falta de agua (…) Ellos por lo general son sacados para bañarse durante 15 minutos, pero son 15 minutos para que todos se bañen y hay muchos problemas con el agua. No todos los días hay agua, por lo que no todos los días salen a bañarse. En cuanto a la alimentación, en las coordinaciones policiales no tienen la capacidad para proveerle el alimento a estas personas y son los mismos familiares que diariamente tienen que acercarse a llevarles la alimentación. Sin embargo, sólo son recibidos una sola vez al día para entregar todo el alimento».

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Durante la presentación del informe anual de la situación carcelaria en Venezuela, correspondiente al año 2015, los representantes del OVP hicieron énfasis en que la crisis carcelaria se ha trasladado a los calabozos policiales, que son centros de detención preventiva que fueron diseñados para albergar a detenidos por un lapso de 48 horas. Sin embargo, los retrasos de la asignación de cupos por parte del Ministerio de Servicio Penitenciario ha generado conflictos en varias comisarías del país. De acuerdo con el registro de la organización, en el año anterior 171 presos se fugaron de calabozos policiales y en esos sucesos 72 resultaron heridos y 14 murieron.

 

Disminuyen muertes en cárceles y se incrementa la violencia en comisarías

Desde 1999 hasta el 2015 el OVP ha hecho seguimiento a los homicidios registrados en centros penitenciarios de Venezuela. De acuerdo con las cifras que maneja la ONG, en los conflictos que ocurrieron durante esos 16 años, murieron 6.663 personas y 16.442 resultaron heridas.

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Sin embargo, desde 2011 cuando fue creado el Ministerio de Servicio Penitenciario, los asesinatos en cárceles han disminuido. El director del OVP, Humberto Prado, considera que la aplicación del Nuevo Régimen Penitenciario, que es un plan que obliga a los presos a hacer orden cerrado, utilizar uniformes, cantar el himno nacional y recibir una sola visita al mes, y los retrasos para asignar cupos de traslados de reclusos a centros carcelarios, ha beneficiado al despacho que dirige la ministra Iris Varela.

«Lamentablemente el Ministerio de Servicio Penitenciario no hace como anteriormente, que con la designación de un juez llevaban a la persona detenida, pues ahora es el despacho de la ministra Iris Varela que da el cupo de traslado para la cárcel y eso ha traído como consecuencia que como no dan el cupo necesario, se traslada el problema de la situación de violencia, de ocio, a las comisarías y allí es donde precisamente nosotros hacemos ese llamado a las autoridades, pues no pueden justificar que hubo una disminución de la violencia en los centros penitenciarios porque en la actualidad se le impone una represión a la población reclusa, con el Nuevo Régimen Penitenciario, porque es una forma como de justificar de que lamentablemente afectando un derecho, se violentan otros y lamentablemente los funcionarios públicos tienen que respetarlo como tal. Tampoco se puede justificar que ha disminuido la violencia o los conflictos en las cárceles, cuando en la actualidad los índices de violencia se han trasladado a los calabozos policiales.

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Hacinamiento de 125 % en prisiones

El informe anual 2015 del OVP también refiere que en los centros penitenciarios de Venezuela hay 125 % de hacinamiento. De acuerdo con los registros de la ONG, en el país hay una población reclusa de 46.691 que está distribuida en cárceles con una capacidad para 20.766 presos. Humberto Prado dijo que La Penitenciaría General de Venezuela, en San Juan de Los Morros, fue construida para albergar a 500 personas y en la actualidad hay más de 1.800. También se refirió a la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua, que fue diseñada para 750 reclusos y en la actualidad hay más de 8.000 presos. «Esto representa un hacinamiento aproximado del 750 %. En estos centros carcelarios el régimen lo mantienen grupos que lideran bandas y que tienen un autogobierno con la complicidad con el Estado», aseguró.

El informe detalla que «El Ministerio de Servicio Penitenciario ha conducido el cierre de varias cárceles importantes del país como la Cárcel de Santa Ana, el Internado Judicial de Los Teques, la cárcel de Cumaná, la cárcel de La Planta, en Caracas, y la cárcel de Coro. La problemática de hacinamiento se agudiza, ya que, efectuándose el cierre de establecimientos penitenciarios sin que se cuente con nueva infraestructura para albergar a las personas de libertad que hacían de vida en los centros que fueron clausurados».

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57 % de la población penitenciaria es procesada
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En la presentación del informe anual del Observatorio Venezolano de Prisiones también destacaron que, a cuatro años del Plan Cayapa, que es un proyecto del Ministerio de Servicio Penitenciario que tiene el objetivo de acelerar los procesos judiciales para otorgar libertades condicionales o definitivas, la mayor parte de la población reclusa sigue siendo procesada, pues el 57 por ciento de los presos no han recibido condena.

 

 

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Observatorio Venezolano-02En el último apartado del informe anual del OVP, la organización presentó algunas recomendaciones que, de acuerdo con los especialistas en el área, pueden servir para atacar los problemas planteados en el estudio. Los representantes del observatorio consideran que el Estado debe descentralizar el sistema penitenciario y someterlo a una exhaustiva revisión. «También debe tomar en consideración propuestas y recomendaciones realizadas por organizaciones nacionales y organismos internacionales para el mejoramiento de la problemática penitenciaria que se presenta en el país (…) El Estado debe reformar el Código Orgánico Procesal Penal, para limitar la aplicación de las medidas cautelares privativas de libertad durante el proceso, atendiendo estrictamente a los principios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad».

Conejo e Iris Varela
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Los representantes del Observatorio Venezolano de Prisiones también destacan que es necesario que se aumente el número de funcionarios de custodia y vigilancia destinados a realizar los traslados a tribunales: «Se debe capacitar periódicamente al personal penitenciario encargado de efectuar los traslados de los reclusos a los tribunales para que ejerzan sus funciones apegados a los estándares mínimos de seguridad y respetando los derechos humanos de las personas sometidas a su custodia (…) Impulsar las políticas y planes de cooperación y comunicación permanente entre los distintos órganos que integran el Sistema de Administración de Justicia, para acelerar el proceso judicial».

 

 

La ministra Iris Varela tiene a pan y agua a 60% de los presos venezolanos
El ministerio de Servicio Penitenciario recibió recursos para alimentar a 98.685 presos durante 2015, aunque la población penal del país es la mitad (49.644 privados de libertad). Además reclusos y familiares denuncian que no les dan comida dice el informe elaborado por el Observatorio Venezolano de Prisiones. Según el documento, 109 reclusos murieron en las cárceles venezolanas durante el primer semestre de 2015. El nuevo régimen penitenciario instaurado por la ministra Iris Varela no ha detenido la violencia penitenciaria, y además ha creado una estructura paralela de hacinamiento, maltratos y muerte en las comisarías policiales

 

AUNQUE EL MINISTERIO DE SERVICIO PENITENCIARIO dispone de un presupuesto de 2.482.514.880 de bolívares, “el Observatorio Venezolano de Prisiones calcula que de acuerdo con los sondeos que han realizado y las denuncias que reciben, 60% de los presos no recibe la comida de las cárceles. Se ha denunciado que este nuevo régimen irrespeta los derechos humanos de los detenidos, entre ellos el derecho a la alimentación”, dice el Informe General sobre la Situación Carcelaria de Venezuela en 2015, presentado por el Observatorio Venezolano de Prisiones.

El despacho que dirige la ministra Iris Varela es responsable de suministrar alimentos a los reclusos que se encuentran, al menos, en las 18 cárceles donde ha sido instaurado el nuevo régimen penitenciario. Sin embargo, los presos no reciben alimentos o los que les dan están en mal estado. Tampoco es posible que sus familiares le lleven comida, pues con este nuevo sistema solo tienen dos visitas al mes.

 

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Humberto Prado, director de la ONG Observatorio Venezolano de Prisiones, explica que lo curioso es que existe una partida presupuestaria para alimentación del Ministerio de Servicio Penitenciario por 401 millones 650 mil 045 bolívares (401.650.045 bs). Incluso, el experto en materia carcelaria denunció que estos recursos fueron calculados con base a una población penitenciaria de 98.685 reclusos, según el ministerio, cuando en realidad en el sistema carcelario del país tiene 49.644 privados de libertad.   

El director del OVP asegura que este régimen penitenciario en lugar de solucionar los problemas de las cárceles “por el contrario representa una nueva problemática y una nueva forma de violación de los derechos humanos de las personas privadas de libertad”.

 

Informe del OVP (Primer semestre de 2015)

El informe del OVP muestra con cifras otros problemas del sistema carcelario. Las manifestaciones de los presos en los internados también se han incrementado. Un ejemplo de ello son las 1.220 bocas cosidas, protesta común entre los reclusos, que hubo en el primer semestre de 2015. El año pasado apenas se contaron 23.

El hacinamiento en las cárceles venezolanas es de 190,93%, pues en las prisiones del país hay 49.644 privados de libertad, aunque los 51 centros de reclusión del país solo tiene capacidad  para 26.000 reclusos. Estos números representa un aumento de 20 puntos porcentuales en apenas seis meses, ya que durante 2014 se había registrado 170% de exceso en la población que ocupa los centros de reclusión.

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9 muertos y 79 fugados de comisarías policiales

Las promesas de construir nuevas cárceles y las medida de la ministra Iris Varela de no autorizar el traslado de presos a la cárceles ha ocasionado que el problema de hacinamiento y violencia, que caracteriza al sistema penitenciario, se traslade a las comisarías de las policías estadales y municipales, el Cicpc y el Sebin.  

“El OVP quiere expresar su extrema preocupación por la condición de hacinamiento, insalubridad y violencia carcelaria que se presenta en la mayoría de las comisarías a nivel nacional, y particularmente en el área metropolitana de Caracas, debido al cierre de los principales recintos penitenciarios de la ciudad, como lo fue la Casa de Reeducación y Trabajo Artesanal “La Planta” y el Internado Judicial de Los Teques, así como también el creciente retardo procesal del Sistema Judicial y la falta de autorización de traslado por parte del Ministerio de Asuntos Penitenciarios”, describe el documento presentado el miércoles 4 de noviembre.

Durante los nueve meses de 2015 en 20 centros de reclusión temporal de diferentes policías del país se han registrado 6 motines, 6 fugas y 6 secuestros de funcionarios. Estos hechos han dejado 9 muertos, 49 heridos y 79 reos fugados. Según el informe del OVP, 42,9% de los detenidos permanecen en estos recintos entre uno y seis meses, violando lo establecido en las leyes venezolanas, según las cuales el tiempo máximo de estadía en esos lugares debe ser de cuatro días. “En celdas que originariamente fueron construidas para 1 o 2 personas, actualmente conviven 20 privados de libertad”, dice Prado.

El hacinamiento en algunas sede policiales llega a 400%.

 

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En el Inof no hay agua

“Las condiciones de salud en el INOF son realmente preocupantes dado el estado de precariedad en el cual se encuentran las instalaciones, ya que este penal cuenta con espacios insalubres y no tienen la atención médica necesaria y especializada para atender las necesidades de las personas que se encuentran privadas de libertad en el mismo”, dice el informe.

Prado explicó que las mujeres que se encuentran privadas de libertad en el INOF no cuentan con acceso agua potable, debido a los problemas de plomería de las instalaciones. “Las reclusas se ven obligadas a comprar botellones de agua, que les son vendidos por las custodias a un precio 3 veces mayor al del mercado. Aquellas reclusas que no tienen medios para adquirir el agua potable, se ven obligadas a tomar agua que no está filtrada. A raíz de esta situación, son frecuentes las enfermedades gastrointestinales, bacteriológicas e infecciones urinarias, como la amibiasis”, agregó.

De igual manera, las fugas de aguas negras en las celdas donde hacen vida las mujeres privadas de libertad, también es fuente generadora de una cantidad de infecciones dentro de la población reclusa. Asimismo, las enfermedades de la piel son bastante comunes en el centro penitenciario referido.