Tras el colapso que redujo el tamaño de la economía a la cuarta parte, el ingreso de los trabajadores en la industria privada, un sector clave para crear empleo y diversificar las exportaciones, tocó piso e inició una recuperación que pierde impulso y pareciera acercarse al techo.
Los datos de Conindustria, el gremio que agrupa a la industria privada, precisan que entre el segundo trimestre de 2023 y el primer trimestre de este año, la remuneración total que reciben los obreros, incluyendo salarios y bonos, solo aumentó seis dólares para alcanzar el promedio de 197 dólares mensuales, una cifra que sigue siendo enana en la región.
En otros sectores de la economía si bien hay una mejor tasa de incremento no hay mayor diferencia en el ingreso; por ejemplo, el Observatorio Venezolano de Finanzas indica que, en la Gran Caracas, la remuneración total de los obreros y operarios en el comercio y los servicios es de 205 dólares al cierre del primer trimestre.
El bajo ingreso de los trabajadores se traduce en un consumo limitado, concentrado en alimentos básicos y bienes de cuidado personal.
La producción
El estancamiento de las remuneraciones en la industria está relacionado con la poca producción. Las empresas producen bienes, como alimentos o textiles, y al venderlos, obtienen ingresos que entre otras cosas sirven para pagar salarios. Por lo tanto, cuando se produce poco, hay menos holgura para aumentar las remuneraciones.
Las cifras de Conindustria indican que, al comparar el primer trimestre de este año con el mismo lapso del año pasado, el índice que mide el volumen de la producción registra un alza de 16,9% pero se trata de una montaña rusa.
El crecimiento obedece a que la producción cayó de una manera importante en el primer trimestre de 2023, es decir, la comparación es respecto a una base disminuida. Si se observa la producción de manera mas amplia se evidencia que solo ha aumentado 1,2% respecto al primer trimestre de 2022.
La capacidad de un país para incrementar su nivel de vida a lo largo del tiempo depende de que aumente su producción por trabajador, y en Venezuela, hubo una fuerte caída entre 2013-2020 y una ínfima recuperación desde entonces.
Una señal clara es que la industria venezolana solo está utilizando en promedio 38% de su capacidad instalada, una proporción muy baja; por ejemplo, en Brasil se emplea 79%, en Colombia 73% y en Perú 60%.
Los impuestos
La encuesta que realiza Conindustria cada trimestre para evaluar la situación del sector indica que la mayoría de las empresas menciona como sus principales problemas la alta presión tributaria, competencia de productos importados y falta de financiamiento.
Tras la caída de la producción petrolera la administración de Nicolás Maduro ha aumentado de manera sistemática la carga de los impuestos al sector privado. Un estudio de EY Venezuela indica que, en 2023, los impuestos representaron 58,7% de las utilidades de las empresas, mientras que en el resto de América Latina la proporción es de 40%.
Si bien la carga tributaria consume una porción muy relevante de las ganancias de las empresas, el aporte en impuestos equivale a 7,9% de PIB mientras que en el resto de América Latina el promedio es 13,9%.
La recaudación en Venezuela recae sobre pocas empresas, porque el sector formal de la economía se achicó.
“En Venezuela pocos pagan mucho, hay una gran informalidad por lo cual tenemos que incentivar que entren a la formalidad y para ello hay que reducir los impuestos, cada vez que hay aumento de los impuestos empujas hacia la informalidad”, dice Luigi Pisella. “Nuestra propuesta es que se reduzcan los impuestos pero por una mayor producción nacional y atrayendo a la informalidad se recaude más”, añade Luigi Pisella.
El dólar
La administración de Nicolás Maduro tiene como meta que la estabilidad del dólar ayude a desacelerar el incremento de los precios frenando el costo de las importaciones y enviando una señal de estabilidad. Por ahora tiene éxito.
En los últimos seis meses la cotización del dólar prácticamente no ha variado y la inflación acumula un salto de 6,3% en los primeros cuatro meses del año, “la más baja en los últimos doce años para un período similar”, destaca el Banco Central.
Pero la combinación de un tipo de cambio anclado con una inflación que, aunque ha perdido impulso todavía está presente, tiene consecuencias: mientras el precio del dólar no varía todo lo demás se encarece y el dólar se vuelve barato.
El resultado es que se estimulan las importaciones y para las empresas venezolanas es más difícil competir con los precios de los productos importados.
De acuerdo con los datos de Conindustria, al evaluar el tema cambiario y la inflación en los últimos tres años, producir en Venezuela cuesta el doble que comprar los productos en el exterior.
Poco crédito
Para estabilizar al dólar el gobierno frena el aumento de los bolívares que circulan en la economía. Sin bolívares, no es posible comprar dólares. Para disminuir la cantidad de bolívares el gobierno recorta el gasto público y restringe el crédito obligando a la banca a congelar más de dos tercios del dinero que gestiona.
La obligación de inmovilizar una porción tan alta del dinero (encaje en la jerga bancaria) deja a los bancos con poca liquidez y el crédito es escaso: los datos de Conindustria indican que solo el 51% de las empresas se financia con préstamos de la banca nacional.
Al cierre de abril el portafolio de préstamos de la banca equivale a 1.600 millones de dólares, una magnitud que apenas representa 1,4% del PIB mientras que en 2013, el año previo al inicio de la recesión, representaba 22% del PIB.
Un elemento a considerar es que el anclaje del dólar comienza a hacerse más dificultoso. En medio de la campaña electoral el gobierno ha aumentado tímidamente el gasto público y no ha incrementado la oferta de dólares en el mercado oficial: la consecuencia es que el dólar comienza a escalar en el mercado paralelo.
Actualmente, la brecha de 10% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo es manejable, pero si se hace más pronunciada, aumentaría la demanda de dólares en el mercado oficial y sería más complicado mantener el anclaje, porque el Banco Central tiene pocas reservas.
Otra opción
El paquete de medidas que aplica Maduro logró desacelerar la inflación sin crear las condiciones para un crecimiento fuerte y sostenido que recupere la calidad de vida.
¿Había otra opción? En febrero de 2021 el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello publicó la propuesta Lineamientos generales para un programa de estabilización macroeconómica para la transición, elaborada por Leonardo Vera y Luis Zambrano Sequín, miembros de la Academia de Ciencias Económicas.
Este programa planteó acudir al financiamiento, la ayuda internacional y a organismos multilaterales para obtener préstamos a fin de estructurar un plan de apoyo social y de reconstrucción de las redes de salud y alimentación.
Además, los recursos se enfocarían en “ir levantando la destruida y precaria infraestructura en materia de servicios públicos” y en crear un “fondo de reservas internacionales líquidas” que ayudaría a estabilizar el tipo de cambio.
Otro aspecto importante es que este programa contemplaba una reestructuración de la deuda externa del país y acabar con la asfixia del crédito, entre otras cosas, evaluando la posibilidad de que la banca otorgue préstamos en dólares bajo una supervisión adecuada.
En general, esta propuesta abría la posibilidad de alcanzar un quiebre significativo en la tasa de inflación sin el congelar salarios, restringir el crédito y mantener a la economía en un equilibrio de poco o nulo crecimiento.
Un aspecto esencial es que una propuesta distinta a la aplicada por Maduro necesitaba de acuerdos y consensos en el terreno político que hubiesen permitido que el país accediera al crédito internacional y a la ayuda de los multilaterales.
Tras la muerte de Hugo Chávez, Nicolás Maduro ha permanecido en la presidencia. En 2013 obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió en unas elecciones cuestionadas por la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones.
En este entorno, el Fondo Monetario Internacional decidió no reconocer la legitimidad del gobierno con lo que se cerró la puerta de los multilaterales y de la reestructuración de la deuda externa.



