Venezuela poscovid | La muerte de 800 profesionales de la salud que omiten los reportes oficiales - Runrun
Venezuela poscovid | La muerte de 800 profesionales de la salud que omiten los reportes oficiales
El fallecimiento de al menos  823 cientos trabajadores sanitarios por COVID-19 en los últimos 24 meses ha profundizado sin duda alguna el “ya grave problema del sistema de salud venezolano”, aseguró Freddy Pachano, médico pediatra y director de Posgrado de Medicina de la Universidad del Zulia (LUZ)
Desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, el gobierno incluía pocas veces en sus reportes detallados los casos del personal sanitario que moría por el coronavirus. Hasta julio de 2021, solo reconocía ante la OPS la muerte de 179 de ellos
Con cada trabajador sanitario fallecido se fragmentan familias y se van años de formación, conocimiento, estudio y experiencia que no se pueden sustituir en el corto plazo
La pérdida por COVID-19 del valioso recurso humano del sector se suma a la migración forzosa causada por la crisis humanitaria que atraviesa el país y  que llevó a 33 mil médicos venezolanos a otros destino. Una de las consecuencias de ambas situaciones es que algunos procedimientos, tratamientos y cirugías que se hacían en cualquier lugar del país actualmente no se realicen
«Venezuela es el único caso en el mundo que ha perdido entre 11% y 12% de su personal de salud, colegas fallecidos por falta de los equipos de protección individual», indica el secretario de la Academia Nacional de Medicina, Huniades Urbina

 

@MrsYaky / @fefamaya

Ilustración

Abrahan David Moncada/ @Monkda92

 

Han estado en primera línea de combate desde el día uno, cuando al ciudadano común lo confinaron para evitar contagiarse. Han enfrentado un enemigo desconocido con todo lo que eso conlleva: la imprevisibilidad del comportamiento del minúsculo organismo dentro del cuerpo humano, la variabilidad de síntomas, las complicaciones inesperadas que ocurrían a veces en cuestión de horas. Han tenido que aprender empíricamente para tratar de salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Han tomado difíciles decisiones y elecciones en los momentos de saturación en hospitales y centros de salud. Cientos de ellos han caído por falta de la protección que debía ofrecer el Estado, o porque las vacunas llegaron tarde para evitar infecciones de curso severo. Y han visto caer también a sus colegas, amigos, profesores y mentores. Con todo y eso, no han abandonado su frente de batalla. 

Dos años después de decretado el inicio de la pandemia, al menos 823 trabajadores sanitarios han fallecido en el país con criterio de COVID-19, según cifras de Médicos Unidos Venezuela. Cada pérdida impacta el entorno de muchas personas. No solo son cirujanos, ginecólogas, internistas, pediatras, gastroenterólogas, enfermeras, bioanalistas… son hijos, hijas, padres y madres, hermanos y hermanos, los mejores amigos de alguien. Sus muertes han dejado cientos de familias fragmentadas de forma intempestiva, tal y como ocurre en las situaciones de guerra. La que se viene librando en todo el mundo desde marzo de 2020 es contra un microorganismo sin rostro, que parece dar tregua en algunos momentos y resurge intempestivamente con otras características. No es fácil cantar victoria contra un enemigo siempre al acecho.

Pero, además, con cada trabajador sanitario fallecido se van años de formación, conocimiento, estudio y experiencia que no se pueden sustituir en el corto plazo. Muchos de los fallecidos eran docentes, educaban a las generaciones de relevo, fundaron unidades de atención en hospitales y centros privados, posgrados, eran referentes en sus especialidades; o también se convirtieron en médicos y personal sanitario de confianza que, durante años, acompañaron a sus pacientes en el tránsito por enfermedades crónicas y/o de complejo abordaje.

Las redes sociales han sido la ventana, durante estos dos años de pandemia, de condolencias, lamentos y homenajes a esos médicos y trabajadores de la salud que murieron como consecuencia del COVID-19.

 

 

 

El doctor Jaime Lorenzo, director de Médicos Unidos Venezuela, comenta que es un tema muy complejo tratar de cuantificar el impacto que deja en la atención médica la muerte de tantos médicos por coronavirus. Asoma que se necesita una buena cantidad de años para suplir el nivel de un especialista bien formado y con experiencia en cualquier centro hospitalario.

  “Como ejemplo, para formar un especialista en cirugía general se necesitan unos 6 años de estudios de medicina, un año de rural y dos años de residencia o internado rotatorio de posgrado de unos tres años. En esos tres años, el residente va a aprender al ver las distintas formas de tratar una patología y la variedad en las maneras de tratar un problema quirúrgico. En la medida en la que veas mayor cantidad de pacientes y veas distintas conductas para tratar diferentes patologías, vas teniendo un conocimiento muy importante. Pero,  incluso, es muy difícil adquirir ese conocimiento en tres años, debido a la variedad que hay en la cirugía general. Después de graduarte como especialista, necesitas un aproximado de diez años para que puedas asentar el conocimiento de las patologías que tuviste oportunidad de ver cómo los especialistas las tratan, y a su vez, para adquirir la experiencia necesaria para tener un buen nivel como cirujano general”, explica el médico especialista en Cirugía General y en Salud Pública.

Lo que el conteo oficial no registra o detalla

El 13 de marzo de 2020, Delcy Rodríguez confirmó la existencia de dos personas positivas para COVID-19 en Venezuela. Estos fueron los primeros casos anunciados de manera oficial. Horas más tarde, Nicolás Maduro declaró el estado de alarma en el país, suspendiendo clases y actividades públicas. 

Dos años después, Venezuela totalizaba 5.658 muertes y 518.410 contagios de coronavirus (cifras del balance oficial del 13 de marzo de 2022). Sin embargo, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela ha denunciado en reiteradas ocasiones que los casos que se reportan diariamente difieren del número de casos reales, según las proyecciones de modelos matemáticos a partir de datos de infecciones respiratorias.

Desde el día uno de la pandemia, en los reportes de fallecidos que a diario emitían los representantes del gobierno de Nicolás Maduro o el propio gobernante, los miembros del personal de salud venezolano rara vez se mencionaban.  En los primeros meses de la pandemia solían incluir el nombre, edad, ciudad en la que se registraba la muerte y hasta profesión u oficio de la víctima, pero pocas veces se ampliaba el detalle sobre si eran médicos, enfermeros, bioanalistas o cualquier profesional vinculado con el área de la salud.

Por tal razón, desde que falleció el primer médico en Venezuela a causa del COVID-19, la organización Médicos Unidos Venezuela (MUV) ha llevado el conteo del personal sanitario que ha muerto luego de contraer coronavirus. Esa ONG,  conformada por médicos epidemiólogos y expertos en salud pública, se ha encargado de verificar que los fallecimientos sean atribuibles al COVID-19. 

Hasta el 23 de febrero de 2022, la organización reportó que 823 miembros del sistema de salud habían fallecido a causa del COVID-19. El mes en el que se reportó la mayor cantidad de fallecidos  del sector salud fue durante abril de 2021, cuando se registraron 106 muertes. Ese mes también registró la mayor cantidad de decesos de población en general por coronavirus.

«En los primeros meses, los voceros oficiales decían el nombre de las personas fallecidas, edades y profesión. Al cabo de unos meses, solo mencionaban sus nombres y edades. Y últimamente solo el número de personas fallecidas. Nosotros llegamos a tener información oficial del personal sanitario hasta el número 17 que falleció», destaca Lorenzo.

¿Por qué el gobierno ha callado estas muertes? «Porque no le conviene», responde enfáticamente Huniades Urbina, médico pediatra intensivista y secretario de la Academia Nacional de Medicina. 

El último reporte ubicado en web de la Organización Panamericana de la Salud que incluía cifras del gobierno venezolano sobre trabajadores de la salud fallecidos por COVID-19 se publicó en julio del año 2021. Este documento se elabora a partir de las cifras que suministran los ministerios, institutos o agencias de salud de cada gobierno.

En el caso de Venezuela, la administración madurista reconocía hasta entonces 3.104 trabajadores de salud contagiados con coronavirus y 179 fallecidos por la misma causa. 

Ginecobstetras, los especialistas que más han fallecido por COVID-19

Los médicos ginecobstetras han liderado la lista de fallecidos por especialidad desde el inicio del conteo de Médicos Unidos Venezuela. Según la organización, 71 médicos especializados en Ginecología y Obstetricia han fallecido a causa del COVID-19 en Venezuela desde junio de 2020.

 

El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, explicó, durante una entrevista a Runrun.es en 2021 que los practicantes de obstetricia son los que atienden la mayor cantidad de pacientes debido a las consultas prenatales. “Es posible que ese médico solo haya atendido dos partos en una semana, pero a la vez, que haya visto a 100 pacientes en consulta prenatal”, explicaba entonces.  Además, señaló que los médicos de esta especialidad suelen ser los que más conversan con los pacientes y están más cerca de ellos al momento de realizar ecosonogramas obstétricos. “Muchos pacientes tienden a utilizar tapabocas de tela, que no protegen nada”, aseguraba.

La misma situación ocurre con los pediatras. León Natera destacaba que los pacientes pediátricos siempre están acompañados. Por ende, no hay un solo paciente por consulta. “Los pediatras suelen cargar a los niños y mimarlos. Además, muchos niños lloran, por ende, tosen, lo que ocasiona que la saliva se esparza con más facilidad”, dijo. 

De acuerdo con los cómputos de MUV, la segunda especialidad médica que ha perdido más profesionales con criterios de COVID-19  es justamente Pediatría, con 41 muertes.

Zulia ha liderado la lista de trabajadores sanitarios fallecidos desde que se lleva a cabo el conteo. Según MUV, 164 miembros del sistema sanitario, 19,92% de los fallecidos totales, han muerto en esa entidad occidental.

El 16 de junio de 2020 falleció el primer médico en Venezuela a causa del COVID-19. Su nombre era Samuel Viloria. Era médico especializado en Epidemiología, dirigió el Hospital Universitario de Maracaibo entre 2015 y 2017. También, fue director del Hospital Régulo Pachano Áñez y profesor de la Facultad de Medicina de La Universidad del Zulia (LUZ).

Dos años después, Zulia continúa siendo el estado con la cifra de fallecidos del personal sanitario más alta del país. Hasta el 23 de febrero, 164 profesionales de la salud han fallecido en el estado. 

“Perder alrededor de 800 profesionales de la salud por COVID-19 en los últimos 24 meses, ha profundizado sin duda alguna el ya grave problema del sistema de salud venezolano”, aseguró Freddy Pachano, médico pediatra y director de Posgrado de Medicina de la Universidad del Zulia (LUZ).

 

Subían las muertes y no llegaban las vacunas

Pachano denunció que, a pesar de que Zulia es el estado que reporta mayor cantidad de miembros del personal sanitario fallecidos, no fueron los primeros en ser vacunados. 

De acuerdo con el médico especializado en Pediatría, esto influyó directamente en la cifra de fallecidos que reporta el estado del oeste del país. “Tuvimos muchas muertes que pudieron evitarse si se hubiesen vacunado a tiempo”, reiteró.

Zulia es la entidad con más personal sanitario fallecido por COVID-19 con 19,63% de los casos

 

Pachano recordó la pérdida de Darío Montiel Villasmil, conocido como fundador y padre de la cirugía infantil del estado Zulia. Montiel fue Doctor Honoris Causa de LUZ, exdecano de la facultad de Medicina, expresidente de la Academia de Medicina del Zulia y exdirector de Postgrado de Medicina en el Zulia. También, mencionó a Eddy Ramírez, médico internista pediátrico y al doctor Ricaurte Salom Gil, médico especializado en salud pública y quien llegó a ser secretario de salud en la entidad.

“Fueron tres fallecimientos que me tocó vivir de cerca, producto del COVID-19, y que dejan al estado Zulia sin un recurso humano valioso, importante, con alto nivel de preparación, al que se recurría muchas veces con un consejo o manejo de un paciente complicado. Tres pérdidas irreparables para el estado Zulia, todavía hoy vivimos sus consecuencias”, dijo Pachano. 

Tanto Montiel Villasmil como Ramírez fallecieron en enero de 2021. Todavía al país no habían llegado las vacunas contra el coronavirus. En Venezuela se comenzó a vacunar al personal sanitario el 18 de febrero de 2021, a pocas semanas del inicio de la ola más intensa y mortal de coronavirus.

Solo entre marzo y abril de 2021 murieron 180 trabajadores sanitarios con criterios para COVID-19. Hasta el 7 de abril de 2021, Venezuela solo había recibido 750.000 dosis (500.000 de la vacuna china de Sinopharm y 250.000 del vial ruso Sputnik V), con las que solo se podría vacunar a 1,3% de la población. El país y los médicos venezolanos enfrentaron su peor ola de coronavirus sin la protección de las vacunas.

El 16 de marzo de 2021,  el gobierno de Nicolás Maduro había vetado el ingreso de la vacuna de AstraZeneca al país, bajo el alegato de que había provocado efectos secundarios de importancia durante su uso en pacientes de otros países. Justamente, estas serían las primeras vacunas que llegarían a Venezuela a través del mecanismo COVAX.  En junio de 2020, representantes de Maduro y de la presidencia interina pusieron sus diferencias a un lado y se sentaron con el único propósito de gestionar el ingreso de estas vacunas, un lote de unos 2,4 millones dosis.  Pero el gobierno luego frenó el ingreso de los fármacos.

«Venezuela no dará permiso a la vacuna AstraZeneca para ser utilizada en nuestro país por los efectos que esta tiene en los pacientes», dijo  Delcy Rodríguez, vicepresidenta del gobierno de Maduro, en una alocución televisada en marzo de 2021, al término de una reunión con el director en el país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Paolo Balladelli.

Al retraso en la llegada de las vacunas, se le sumó la escasez de insumos de bioseguridad para protecciónHuniades Urbina, médico pediatra intensivista y secretario de la Academia Nacional de Medicina, comenta que la llegada de la pandemia desnudó las carencias de un sistema de salud descalabrado. 

«Venezuela es el único caso en el mundo que ha perdido entre 11% y 12% de su personal de salud, colegas fallecidos por falta de los equipos de protección individual, los que estaban en primera línea, y el resto que ha fallecido por la enfermedad sin estar en primera línea. Tenemos la vergonzosa cifra de ser el país con mayor cantidad de muertos por coronavirus en personal de salud, médicos, enfermeras, bioanalistas, entre otros. La OMS dijo de entrada que había que proteger en primera línea al personal de salud, y acá no se hizo (…) No es justo que no se nos haya dado ni se nos proporcione aún la protección en salud, seguimos con el mismo déficit a nivel hospitalario», abundó.

La más reciente Encuesta Nacional de Hospitales de Médicos por la Salud, difundida a principios de marzo de 2022, encontró que en los dos primeros meses de este año el 36% de los hospitales en los que practicaron el estudio reportaron no contar con tapabocas, 21% reportó no tener guantes.

«Esto explica muy claramente por qué tanto personal de salud se han contagiado dentro de los hospitales», explicaban en el documento.

Experiencia y conocimiento insustituibles

Cuando un profesional de la salud fallece a causa del COVID-19 o emigra se lleva consigo años de preparación y conocimientos que no podrán ser transmitidos a futuras generaciones.

“Este personal (fallecido por COVID-19) era de suma importancia para nuestro sistema de salud. Eran personas con años de experiencias y estudios, que, en algunos casos no tienen sustituto”, señaló Elsy Rojas, médico parasitóloga y profesora de Parasitología de la Escuela José María Vargas de la Universidad Central de Venezuela.

Rojas indicó que un médico invierte entre 10 y 13 años en formar su carrera. “En promedio, son seis años de pregrado, un año obligatorio de rural (cumplimiento del artículo 8 de la Ley del Ejercicio de la Medicina) junto a tres años de posgrado. Por lo general, en Venezuela los médicos hacen dos posgrados, entonces son tres años adicionales”, explicó.

De acuerdo con los cómputos de Médicos Unidos de Venezuela, hasta el 30 de enero de 2022,  murieron 565 médicos con criterios de COVID-19. Si cada uno de ellos invirtió, como mínimo, diez años en su preparación académica, se puede proyectar cuán insustituible es la experiencia y el conocimiento que se llevaron consigo.  

 

Pachano indicó que, si se incluye la primaria y la secundaria, un médico puede tardar en su formación académica  alrededor de 30-32 años para ser especialista.

“A esta cantidad se le puede sumar unos tres o cinco años más, porque algunos de ellos tienen doctorados”, dijo el director de posgrado de Medicina de LUZ.

El médico insistió en que la migración y las muertes por COVID-19 de los profesionales de la salud venezolanos ha ocasionado la pérdida de un capital humano muy valioso. 

“Esto ha ocasionado que procedimientos, tratamientos y cirugías que se hacían en cualquier lugar del país actualmente no se hagan ni siquiera en las ciudades más grandes”, dijo el médico pediatra. 

De acuerdo con el especialista, hoy en día se observa cómo los médicos huyen del país por la situación económica y porque no se cuenta con la misma cantidad de profesores expertos que permita garantizar una formación altamente especializada y de calidad en las especialidades.

Carecemos del recurso humano que se encargó por muchos años de formar no solo a venezolanos si no a extranjeros en áreas, procedimientos, tratamientos y cirugías en nuestro país”, reiteró el médico pediatra. 

Especial | En memoria del personal de salud venezolano fallecido por COVID-19

El impacto en la generación de relevo y en la atención a pacientes

El fallecimiento del personal sanitario a causa de COVID-19 no es la única razón que ha reducido la cantidad de profesionales de la salud en Venezuela. La migración forzosa, causada por la crisis humanitaria que atraviesa el país llevó a 33 mil médicos venezolanos a residenciarse en otros países.

Según el proyecto “Médicos venezolanos: Al otro lado de la frontera”, unos 33 mil médicos han huido de la crisis humanitaria compleja en Venezuela, que atenta contra la vida e imposibilita el correcto ejercicio de la medicina. Una pérdida irreparable para un país castigado por la pandemia.

Perú y Argentina son los receptores principales de los médicos venezolanos que han emigrado. Perú ha recibido a 4000 profesionales y Argentina a 1706. 

“La migración de nuestros médicos ya nos había dejado un vacío para la renovación del personal sanitario tanto en el ámbito público como privado. Con la pérdida de este personal, hay servicios médicos que prácticamente están cerrando por no contar con las personas suficientes para poder atender a la población”, aseguró Elsy Rojas.

 

La médico parasitóloga reiteró que, aún cuando hay jóvenes que se forman en Venezuela para formar parte del sistema de salud, no son suficientes para sustituir a los que ya no están.

Por su parte, Pachano indicó que la migración de 33 mil médicos, sumada a la pérdida de 823 profesionales de la salud por COVID-19, causó lo que no tiene duda en llamar “la crisis sanitaria más grave” que ha tenido Venezuela en la época contemporánea.

“Las implicaciones de la muerte de los valiosos médicos y de la migración de este valioso talento humano son serias, ya que hay muchas especialidades que solo cuentan con un número reducido de médicos”, señaló una enfermera del estado Aragua, que pidió permanecer en anonimato. 

Jaime Lorenzo, director de Médicos Unidos Venezuela, agrega que desde hace unos 7 años la migración forzada le arrebató al país la mayor cantidad de especialistas menores de 45 años. 

“Eso mermó ostensiblemente las capacidades de muchos centros hospitalarios. Esas generaciones de relevo se fueron, tenemos residentes de posgrado estudiando sus especialidades, y médicos por encima de 50 años, muchos de los cuales quizá también tengan que migrar por situaciones ya conocidas”, opina.

“La ida de muchos profesores de alto nivel ha afectado esas cátedras y la formación de esa generación de relevo. Y nos llegó la pandemia, que llevó a convertir los hospitales en centros de atención COVID-19, pero el COVID-19 no curó a las demás patologías. El paciente tiene que recurrir al sector privado para comprar, pagar, estudios, exámenes y lo que se necesite para su hospitalización”, sumó.

Debido a la limitada capacidad de atención de hospitales, comenta Lorenzo, el número de pacientes que ese residente en formación está atendiendo también está disminuido. La falta de talento humano para formar o de residentes que se especialicen pasará factura en los próximos años. 

 “Ese círculo vicioso nos está dañando a todos y quizá no lo veremos ahora. Esas generaciones de relevo que deberían estar sustituyéndonos ya no están en el país, o decidieron irse a otras actividades económicas. El futuro es muy duro en lo que respecta al sistema de salud, a las especialidades médicas, al igual que también en el resto de profesiones como bioanalistas, farmaceutas, trabajadoras sociales, de enfermería, que no tienen una razón para continuar en el país debido a las razones socioeconómicas y no poder cumplir con sus actividades en el sistema de salud”, alertó Lorenzo. 

Acotó Huniades Urbina, secretario de la Academia Nacional de Medicina, que las muertes por COVID-19 del personal sanitario llevaron también a muchos trabajadores a desertar de sus cargos por temor al contagio. 

«Esto se refleja en que hay cada vez menos colegas y resto de personal en primera línea que atienda a pacientes en los hospitales, por lo que hay una atención más tardía y la lista de esperaba es interminable en las diferentes áreas de la medicina», dijo. 

Angustia, estrés sostenido y retos bioéticos

La medicina es tradicionalmente una carrera vocacional y de mucho sacrificio. Para los galenos que han sobrevivido dos años de pandemia y en un sistema de salud como el venezolano, el sacrificio ha sido aún mayor y el aumento del estrés una constante. 

El pasado 2 de marzo, Myriam Marcano, médico internista y especialista en Psiconeuroinmunología,  abordó en un foro virtual el tema del impacto de la COVID-19 en la psique del médico venezolano.  

Marcano desarrolló una investigación con médicos del estado Carabobo desde marzo de 2020 hasta abril de 2021. Uso tres instrumentos de recolección de datos: en primer lugar, un chat con 250 médicos en el que fue analizando la verbalización de la vivencia en la atención del COVID-19. 

Luego, prestó asistencia psicoemocional a 28 médicos que padecieron COVID-19 y también incorporó entrevistas autoadministradas a 30 médicos de la referida entidad. Los resultados de esta investigación está en proceso de publicación en la revista venezolana de Medicina Interna. 

La investigación determinó que la falta de recursos y el contacto continuo con el sufrimiento humano impactaron en la psique de los médicos. Un habitual elemento reportado como estresor por los trabajadores de la salud abordados fue la indiferencia del Estado en la protección de sus médicos: se sentían totalmente desasistidos. 

A la sobrecarga emocional «altamente significativa» se le sumaba el hecho de tener que aprender en la medida en la que trataban de salvar vidas, haciendo actividades para las que no estaban preparados y con pocas certezas.

«Tuve que asistir médicos con trastorno de pánico cuando había muerto alguien cercano a ellos, familiares o compañeros de trabajo, y se preguntaban cuánto de responsabilidad tenían por no conocer de manera total y absoluta lo que había que hacerse para salvarlos», reveló la miembro de la Academia Nacional de Medicina. 

 

Y es que, como bien argumenta Marcano, se replicaba una angustia muy importante al abordar una enfermedad totalmente desconocida, denominador común en médicos de todo el mundo que fueron actuando prácticamente a ciegas. 

«La respuesta fue muy confusa, porque al comienzo hubo una proliferación de información tan grande, enorme, abusiva, que después se determinó que no era del todo cierta. Por consiguiente, como se había estado trabajando sobre una información falsa, los resultados obtenidos no eran tan favorables.  Al principio se pensó que era un proceso neumónico, quienes abrieron el campo hacia la verdad fueron los doctores italiano en la provincia de Lombardía, en donde la situación fue catastrófica. Esos médicos se atrevieron a hacer autopsias y demostraron que había un tromboembolismo pulmonar en los fallecidos por COVID-19″, explica la doctora en Ciencias Médicas.

Otra situación que representó un estrés agudo para los entrevistados fue el hecho de tomar difíciles decisiones, como a quién darle prioridad para recibir atención en unidades de cuidado intensivo en momentos de saturación sanitaria.

«Fueron retos bioéticos que causaron incertidumbre y ampliaron la sensación de angustia y sentimientos de culpa», apostilló Marcano.

La posibilidad de contagiar a sus familias y la relación tan cercana con la muerte también fueron preocupaciones comúnmente informadas. 

«Con el COVID-19 la relación con la muerte era era inmediata, permanentemente sentían su amenaza, la llevaban sobre sus hombros. Muchos médicos comentaban el hecho de que 
ni siquiera podían acudir a despedir a sus compañeros y familiares, no había posibilidad de ir a sitios donde pudiesen ir a llevarle afecto a sus familias, eran muertes que pasaban prácticamente escondidas, se resolvían en tiempo muy corto, sin el ritual al que estamos acostumbrados los latinos y el mundo entero», detalló Marcano. 

La mayor afectación emocional en los médicos estudiados fue en aquellos que estuvieron en primera línea, los que tenían a diario contacto con el paciente, esos que miraban la condición evolutiva de muchos enfermos que caminaban hacia la muerte sin poder hacer poco o casi nada para evitarlo. 

Sobre las muertes en el sector salud, puntualiza que además de la falta de protección, vacunas y de que la carga viral que recibe un médico o trabajador sanitario es mucho mayor que la de cualquier otra persona, desde la perspectiva de la Psiconeuroinmunología -en la que es experta- se  ha comprobado que sostener un estado psicoemocional alterado afecta la respuesta del sistema inmune. 

«En la medida en que te mantengas en estado de ansiedad, angustia y depresión permanente, atentas contra tu propia sistema de defensa», explicó tras hacer referencia al estado de presión y exigencia física y emocional bajo el cual han trabajado los médicos venezolanos durante dos años de pandemia.