Así aumentó la curva de la inseguridad alimentaria durante la cuarentena - Runrun
Así aumentó la curva de la inseguridad alimentaria durante la cuarentena
Productores de carne y leche en el país, coinciden en que este año ha sido uno de los más críticos en cuanto a consumo y producción de alimentos
Hortalizas, frutas, carne de aves, pescados, huevos y quesos, son los principales alimentos que se han dejado de consumir durante la pandemia 

 

Puede que sea cierto que la curva de contagios del COVID-19 se haya reducido después de nueve meses de confinamiento como afirma el gobierno nacional en todos los balances que ofrece sobre las cifras del COVID-19, pero la paralización parcial de la economía y la escasez de gasolina han sido los motores para que la inseguridad alimentaria, que ya venía arrastrando Venezuela, siga ascendiendo.

Yolanda Brito vive con sus dos hijos adolescentes en La California, municipio Sucre, en el estado Miranda. Anteriormente hacía todas sus compras en reconocidas cadenas de supermercados. Ahora, prefiere buscar otras opciones como los mercados chinos o los camiones que vienen de la Colonia Tovar para rendir lo más que pueda el dinero que le envía su hijo mayor desde Chile. 

“Desde que comenzó la pandemia el impacto económico en los precios de los alimentos ha sido muy fuerte, yo trato de comprar para un mes y armar el menú de la semana, para que la comida rinda. Los desayunos, por lo general son arepas, rindo la masa con zanahoria, calabacín o avena, las relleno con queso o huevos revueltos, tengo tiempo que no compro jamón porque es muy caro. En los almuerzos, siempre es arroz con granos, por lo menos tres veces a la semana. Pollo o carne comemos dos veces a la semana. Me olvidé del pescado, del cerdo y de varios embutidos. Para aliñar solo lo hago con ajo, cebolla y ají dulce. De frutas solo compro cambur y guayabas o la fruta que esté en temporada, nada de fresas, manzanas o parchitas. Dejé de comprar leche en polvo por su alto precio. He disminuido el consumo de azúcar y grasas, trato de hacer todo a la plancha, al vapor o en salsa”, explicó Yolanda. 

En menos de dos años la situación de Yolanda ha cambiado para peor. Comenta que con 100 dólares en 2018 podía comprar carbohidratos, leguminosas, carne, pollo, verduras, productos de aseo personal y limpieza; pagar las cuentas y hasta darse ciertos lujos. Ahora, con la misma cantidad de dinero, no compra ni la mitad de lo que antes podía. La consecuencia es que ha tenido que disminuir el consumo de ciertos alimentos por otros que rinden más y son menos costosos. 

El virus del hambre

Desde 2014, la crisis económica que se vive en Venezuela incide directamente en la alimentación de todos sus habitantes, pero ahora que han pasado ocho meses desde que se inició la pandemia, la situación para las personas más vulnerables ha empeorado y las cifras de desnutrición solo son comparables con países como Yemen, República Democrática del Congo, Haití y Afganistán, según estimaciones de la ONU.

Desde el 13 de marzo de 2020, Marling Granados no trabaja. Su situación económica también ha desmejorado con la pandemia. “Soy madre soltera de dos niños y actualmente estoy desempleada. Me ayudo con los bonos, la caja del Clap y lo que mis hermanos y otros familiares me colaboran. En Venezuela tenemos el virus del hambre porque ahorita hay de todos los alimentos, pero uno no tiene suficiente dinero para comprar, ni siquiera lo necesario”.

Granados detalló que los alimentos que más consumen en su casa son harina de maíz, queso duro y a veces huevos. “La carne y el pollo son muy caros y no me alcanza para comprarlos”, dijo.

Según un estudio, elaborado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), entre noviembre de 2019 y marzo de 2020, más de  79% de los venezolanos no tiene cómo satisfacer sus necesidades mínimas de alimentación. 96,3% de los hogares viven en pobreza de ingresos y la tendencia de deterioro de la alimentación continúa. Apenas 3% escapa de la inseguridad alimentaria.

Cáritas Venezuela, en su más reciente monitoreo correspondiente a los meses de abril-julio de 2020, alertó que la desnutrición aguda global (GAM) -una medición del estatus nutricional de una población que se utiliza con frecuencia en situaciones de refugiados por largos periodos- aumentó 73% en niños y niñas menores de cinco años en seis meses de pandemia. Mientras que 59% de los niños evaluados tenían algún grado de retraso en su crecimiento o estaban en riesgo de tenerlo y que 29% tenía un retraso del crecimiento moderado y severo por la falta de alimentos.

Según cifras del mismo informe, 57% ha incurrido en alguna forma de privación alimentaria; 27% de los hogares ha tenido que recurrir a la mendicidad; 42% a rebuscarse alimentos en la calle para poder comer y 35% ha consumido alimentos que preferiría no haber comido.

Producción de alimentos en crisis 

El coordinador de la Red Agroalimentaria, Juan Luis Hernández, afirmó que la pandemia del coronavirus encontró a Venezuela en las peores condiciones que se hayan registrado en el país. 

“La caída del consumo es extremadamente grande en todos los productos. Sin embargo, los más afectados son aquellos de consumo fresco como frutas y hortalizas, que por los problemas que se han suscitado con la gasolina han aumentado su precio de manera desproporcionada. Las proteínas de origen animal como la leche, carne, quesos y huevos también han presentado una merma en el consumo, situación que afecta directamente a los niños”, aseguró. 

Para el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga), Armando Chacín, este año ha sido mucho más crítico en cuanto a consumo y producción de carne.

“Lo que estamos comiendo este año fue lo que las vacas nos dejaron de los partos del año 2019. Hemos visto cómo el consumidor cada día deja de comer menos proteínas en vista que no tiene cómo comprar la leche y la carne más económica de toda Latinoamérica, porque cuando sacamos cuenta de cuánto cuesta un kilogramo de carne en Venezuela y cuánto cuesta en Colombia, entendemos que la carne más económica es la que está aquí porque no hay poder adquisitivo y la ley de oferta y demanda no permite que esto crezca”, aseguró Chacín. 

El presidente de Fedenaga afirmó que en años anteriores se consumía entre 25 a 26 kilogramos de carne per cápita, y hoy, el consumidor no llega a tener un consumo de más de 8 kilos. “Eso es casi nada porque eso es la ingesta de una persona al año”, afirmó.

La situación con la producción de la leche es similar a la de la carne. Armando Chacín explicó que hoy en día producen 3.200.000 litros de leche por día, prácticamente un tercio de la leche que debe haber en el país. “Debemos producir alrededor de 10 millones de litros para tener 125 litros de leche per cápita y estamos alrededor de 35 litros. Deberíamos tener más porque son los requerimientos mínimos que estipula la FAO”.

Roger Figueroa, presidente de la Cámara Venezolana de la Industria Láctea (Cavilac), afirmó que el consumo de todos los productos lácteos se ha reducido sustancialmente. “La demanda está contra el piso, tenemos una situación inédita y es que los supermercados están llenos de mercancía, pero la gente no los puede comprar”.

“La producción de todos nuestros productos ha decaído, no solo de leche sino de margarinas, mantequillas, quesos… Actualmente se está consumiendo casi el 10 % de la cantidad de leche que se produce a nivel nacional”, dijo Figueroa.

El informe Perspectivas de cosechas y situación alimentaria 2020  de la FAO determinó que el pronóstico preliminar para la temporada principal de la cosecha de maíz, apuntaba a una producción muy inferior a la media, respaldada por una disminución continua de la superficie plantada que comenzó a partir de la crisis económica de 2014.

El presidente de la Federación Venezolana de Industriales de la Panificación (Fevipan), Tomás Ramos, informó en una entrevista para Fedecámaras Radio que las ventas de pan a nivel nacional están por debajo de un 60 %.

Ramos también destacó que el país consumía 120 mil toneladas mensuales de harina de trigo, y que actualmente llega a las 35 mil toneladas, “lo que es casi un barco, de los tres que llegaban”.

El cultivo de cítricos en Venezuela también se redujo este año. De las 35 mil hectáreas sembradas por la Asociación de Fruticultores de Yaracuy solo quedan actualmente 5 % de la plantación. El presidente de la asociación, Rafael Cabrera, explicó en entrevista para Fedecámaras Radio que la reducción masiva del cultivo de cítricos en Venezuela se debió a una bacteria.

Cabrera explicó que la asociación de productores está integrada verticalmente con la agroindustria de multifrutas. Esta última tiene instalaciones para procesar hasta 50 millones de kilos de fruta anualmente. Sin embargo, este año no lograron procesar cuatro millones.

Inseguridad alimentaria

Venezuela es la nación con la cuarta crisis alimentaria más grave en todo el mundo, según el Informe mundial sobre las crisis alimentarias del año 2020. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacó que 9,3 millones de venezolanos pasan hambre, según datos de 2019. 

Venezuela lleva tres años en hiperinflación según cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), lo que incide directamente en el consumo de alimentos de los venezolanos.

Según datos del Centro de Documentación y análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), el precio de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) del mes de octubre de 2020 se ubicó en 141.808.837,30 bolívares, aumentando Bs. 27.780.682,83, 24,4%, con respecto al mes de septiembre de 2020 y 1.769,5% entre octubre de 2019 y octubre de 2020.

A juicio de la nutricionista Érika González, la dieta de la mayoría de los venezolanos es escasa en nutrientes y proteínas, pues más del 80 % de la población no puede adquirir la canasta alimentaria y lo que llega en las cajas del Clap, son harinas refinadas que no cumplen con los estándares mínimos de calidad. 

“Ahora no llegan ni los granos que al ser combinados con arroz, funcionan como fuente de proteínas”, señaló González. 

A pesar de la inseguridad alimentaria que reina en Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro ha impedido que organizaciones como Alimenta la Solidaridad, la cual beneficia a más de 25 mil niños con 240 comedores en 14 estados, continúe con su labor de ayudar a los más necesitados. El equipo ha sido víctima de allanamientos, hostigamiento y recientemente la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) congeló todas sus cuentas bancarias.

Hay productos, pero no dinero

Las colas para comprar comida y artículos de primera necesidad ya forman parte del pasado. Ahora, en todos los supermercados, mercados, bodegas, bodegones y quincallas se pueden encontrar todos los productos, de distintas marcas, pero de mayoría importadas, provenientes principalmente de Brasil, Turquía y México. 

Zenaida Carvajal, empleada de un supermercado en La California, asegura que los clientes llevan lo necesario. “Es raro cuando llevan un kilo de queso o de carne. Siempre lo llevan por gramos. Los carros grandes de mercado ya no se ven, son muy pocos los que pueden hacer grandes compras. A pesar de que hay cualquier cantidad de productos y los pasillos están full, la gente no tiene la capacidad de comprar”, dijo. 

A pesar de que no ha salido establecido en Gaceta Oficial, hay varios indicios de que el Ejecutivo Nacional habría aumentado el salario mínimo de 400.000 bolívares a 1.200.000 bolívares, el 1 de noviembre.

El Cendas considera que de ser cierto dicho aumento, sólo alcanzaría para adquirir un 2% de la canasta básica. 

A juicio de Juan Luis Hernández, para que el venezolano pueda alimentarse correctamente se necesita que exista disponibilidad y acceso. 

“En la actualidad eso está extremadamente lejos de producirse, porque no hay condiciones en el área agroalimentarias, sino condiciones generales en la situación económica del país. Con la situación que tenemos en la caída de producción, de hiperinflación y de deterioro brutal de las condiciones de los sectores más pobres eso no es posible”, explicó el coordinador de la Red Agroalimentaria. 

Sobre una posible recuperación del consumo de alimentos, Hernández afirmó que en el marco actual no existe posibilidad real de que los venezolanos tengan una alimentación adecuada. 

“Para que eso suceda se requiere un cambio en el régimen político y económico. De tal manera que ese cambio de la posibilidad de tener financiamiento internacional para poder impulsar la producción agrícola a mediano plazo, pero en la actual condición eso no va a ser posible. Si no se produce un cambio importante nuestro deterioro va a continuar por un tiempo indefinido”, sentenció Hernández.

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