Calma y Cordura por Laureano Márquez

Los venezolanos estamos devastados. Por distintas y diferentes razones, pero lo estamos. La situación de división que en el paÃs impera se parece mucho a esas parejas que se aman demasiado, con un amor imposible y están heridos, dolidos el uno con el otro por todo lo que se han dicho. Ya no importa quien lastimó primero, ambos hemos dicho cosas duras, ambos estamos heridos. Pero también uno siente que no puede seguir asÃ, que no es normal cargar con tanto dolor a cuestas, que a lo mejor no podemos estar juntos como quisiéramos, pero podemos coexistir, perdonarnos.
En estos dÃas hemos visto expresiones de dolor legÃtimas, respetables y conmovedoras, como todo lo que duele. No se puede desestimar el dolor ajeno, porque ningún dolor es ajeno si somos auténticos seres humanos. Con John Donne decimos: «Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas porque están doblando por ti».
Hay momentos en la historia de los pueblos que son de transición. En el mundo hay muchos ejemplos. Adolfo Suárez, presidente del gobierno español, se reunió con su “enemigo” Santiago Carrillo para negociar, con su contrincante de una guerra civil que dejó un millón de muertos y sufrires que aun perduran, la organización de la democracia española. Ambos tenÃan razones para no sentarse, pero encontraron una superior para hacerlo: el destino de España.
No tenemos que irnos tan lejos, en nuestra patria, a la muerte de Gómez, a López Contreras le tocó encabezar una difÃcil transición. Un cuento la resume: dicen que por la mañana llegaban los militares gomecistas enardecidos al despacho de Miraflores y le decÃan al Ronquito (que este sobrenombre le daban por su manera de hablar):
– General, esto no se aguanta, hasta cuando estos estudiantes manifestando en la calle y ahora y que quieren organizar partidos… ¡Esto es inaceptable!…
Y López respondÃa:
– ¡Tienen razón, tienen toda la razón, váyanse tranquilos que yo me ocupo!
Los militares se iban tranquilos y a golpe de mediodÃa llegaban los representantes estudiantiles:
– Mire presidente, que estos militares suyos no nos dejan manifestar, nos quieren poner presos si organizamos actos polÃticos… ¡Esto es inaceptable!… deben entender que aquà viene la democracia.
Y López respondÃa:
– ¡Tienen razón, tienen toda la razón, váyanse tranquilos que yo me ocupo!
La primera dama, testigo silente de ambos encuentros, se le acercaba con un cafecito al general de tres soles:
– Eleazar, yo a usted no lo entiendo, vienen los militares y le dicen una cosa y usted le dice que tienen razón y luego vienen los estudiantes a decirle exactamente lo contrario y usted también les dice que tienen la razón.
Y López miraba a su esposa con una profunda ternura y respondÃa:
– ¡Tienes razón, mija, tú también tienes toda la razón!
Creo que Venezuela esta nuevamente en un momento de transición. Todo el mundo atento a las señales que se produzcan en los próximos dÃas. Como en la canción que cantaba José Luis RodrÃguez: “le pido al cielo un poco de silencio, estamos todos cansados de gritar”. Los venezolanos nos merecemos un escenario distinto al de la confrontación, al de la orfandad institucional, al del odio y la venganza. Esta siegue siendo tierra de promisión y esperanza, de gente buena y amable, de mentes inteligentes y destino feliz. Podemos tener un paÃs como el que todos nos mecemos. Las transiciones siempre se llevan en los cachos a los que las conducen, pero al final la historia agradecida les da su puesto y la memoria colectiva les reconocé toda la sangre que le ahorraron a sus paÃses.
Quiera Dios, manifestándose en la conciencia de nuestros dirigentes, que este momento difÃcil que vivimos sirva para reconstruirinos en el encuentro, para tender puentes, para escucharnos y cambiar. Esta no es una lucha entre buenos y malos. AquÃ, como dirÃa López Contreras, todos tenemos un pedacito de razón. El rompecabezas del paÃs se arma haciendo coincidir las piezas de todas las razones.