El reto para la Vinotinto: entrar al templo de los mejores del continente. Es una deuda que cada venezolano reclama con toda la fuerza de la identidad nacional
La ciudadanía ha encontrado espacios para resarcir su identidad nacional en medio de las tribulaciones que agobian a un país martirizado por la desgracia de padecer el peor régimen de su historia. Son múltiples escenarios -la literatura, la música, las universidades, el deporte, entre otros- donde destacan los valores individuales y colectivos adquiridos en tierras patrias.
Entre los mencionados, el deporte acapara la atención de la mayoría de la población. Esta reconoce en sus deportistas a sus héroes más cercanos, al provenir estos de las más humildes barriadas de ciudades, pueblos y campos del territorio nacional. Ídolos que superan los obstáculos de la pobreza para alcanzar niveles de excelencia en cada una de las disciplinas deportivas que practican.
Los aficionados, con lágrimas de satisfacción, disfrutan a diario las hazañas de sus peloteros de las grandes ligas, entre ellos la leyenda Miguel Cabrera y sus herederos Astroboy Altuve, la Regadera Arráez o el Abusador Acuña. O si es en atletismo, Yulimar Rojas es reconocida por su desempeño mundial.
En ocasiones, especialistas de la prensa internacional se plantean la pregunta: ¿cómo un país en crisis terminal es capaz de engendrar tan rutilantes estrellas? Algún francés podría responder “cela vient du ventre”, lo que significa en castizo: proviene de nuestros genes, de nuestra natural vocación por practicar cualquier deporte.
Ahora le toca el turno al fútbol, aun cuando es sabido que en Venezuela los infantes nacen con un bate y una pelota en la mano. También es cierto que, en el transcurso del siglo XXI, practicar el soccer, como le dicen en Estados Unidos, es el sueño de millones de seres humanos en el planeta. Nuestro país no es la excepción.
En verdad, este deporte hace vibrar a multitudes en los 5 continentes, más que cualquier otro deporte. El triunfo de la selección de Argentina y de su capitán, Lionel Messi, demostró a las potencias futbolísticas del mundo que este deporte crece no solo con recursos económicos o tecnología, también interviene la garra y la pasión por representar a un país y a todo un continente.
Este es el reto para nuestra selección Vinotinto: entrar al templo de los mejores del continente. Es una deuda que cada venezolano reclama con toda la fuerza de la identidad nacional, al iniciar el recorrido de los 18 partidos de las eliminatorias. En ellos se enfrentará a los mejores equipos de Sudamérica en el contexto del próximo mundial de fútbol a jugarse en 2026 en México, Estados Unidos y Canadá.
Estaremos a lo largo de estas eliminatorias alentando a la Vinotinto. Que se cumpla el clamor de un gallego recientemente fallecido, Lázaro “Papaíto” Candal, a quien le rendimos hoy un merecido homenaje por amar entrañablemente a nuestro país y compartir su sueño de vernos clasificados a un mundial.
Alcanzar esa meta significaría un alivio al alma nacional que no cesa de sufrir ante los efectos del secuestro de una casta cívico-militar gobernante. Su gestión se aproximaría, el próximo 2 de febrero, a un cuarto de siglo de mandato, marcados por el retroceso general en la condición de vida de generaciones de venezolanos.
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