La Declaración de la Independencia inició una lucha larga, espinosa, ardua y, a su vez, inspiró movimientos independentistas en otras regiones de América Latina
El 5 de julio de 1811 es una fecha histórica para Venezuela, marca el día en que el Congreso de Venezuela, reunido en Caracas, declaró la independencia al dominio español. El evento dio inicio a una lucha larga, espinosa, ardua y, a su vez, inspiró movimientos independentistas en otras regiones de América Latina.
La Declaración de Independencia fue un acto valiente y audaz. Con la pompa, condecoraciones y militarismo habitual, lo celebramos, doscientos doce años ya, cuando una ciudadanía se sentía venezolana a plenitud y no tenía, por ello, que someterse a dictámenes de una monarquía, ya de capa caída –España ha sido grande, pero los reyes españoles grandes más bien pocos– que se disputaban padre y heredero Borbones, sometidos a los caprichos del agresor y carcelero francés.
La crisis de la Independencia
La Declaración de la Independencia inició una lucha larga, espinosa, ardua y, a su vez,…
En la anciana casa-palacete de los Lujanes, en pleno Madrid, donde por años estuvo prisionero Francisco I de Francia, debían sentir vergüenza y desazón por aquella rastrera conducta, que simbolizaban lo bajo que España había caído, contrarios a la grandeza del pueblo español que enfrentó a las tropas de Napoleón Bonaparte en todos los rincones, por su orgullo de población que prefería a un par de imbéciles propios que a un triunfador extranjero.
Delegados de ocho provincias, entre las cuales se distribuía la Capitanía General de Venezuela, no eran originarios del universo, no vinieron de los visitantes detectados por descubridores de sorpresas. Llegaron sus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, de aquella entonces remota España, algunos cultos, otros iliteratos, incluso analfabetas. Pero coraje y dignidad les sobraban, y con ellos, el espíritu de patria, de nosotros, de esta tierra nuestra, de vinimos de España y ya somos nación nueva, nuestra, fuerte, joven, responsable de sí misma.
Fueron los hijos nacidos en esta tierra más españoles que los originarios, los de la península sembraron tierras y familias, se mezclaron con los indígenas que ya estaban aquí y a los cuales les arrebataron sus tierras; trajeron negros como esclavos, –las leyes españolas protegían a los nacidos en estas tierras–, tanto si se oponían como si aceptaban mansamente otros reyes remotos, dioses y santos diferentes a los originarios.
Los estadounidenses, décadas antes el día anterior, levantaron la bandera de la independencia por libertad económica, los hispanoamericanos elevaron banderas porque sí, por orgullo, porque somos nosotros y no ellos, porque lanzamos voces para hablar de tú a tú, aunque seas mulato, zambo, negro, indio o pobre, eres de aquí, nuestro, sin ceceos.
Errores y aciertos
Fuimos a una guerra feroz todos, mestizos, mulatos, negros, indios, blancos y blancos de orilla, juntos poniendo pechos, voluntades, sangre y esfuerzos en defensa de nuestros derechos a decidir. Muchos sin más capital que su valor, sin más esperanzas que una silla de montar y el caballo que pudieran domar. Construyeron no solo un país, un continente, una región del mundo que después nietos y tataranietos también quisieron independizar de otras ideas y salvar de otros destinos, una forma de pensar.
Con errores y aciertos, insurgencias y respeto a las leyes, civiles y militares que hicieron de la historia y disciplina una rebelión, hemos avanzado hacia el siglo XXI mientras el mundo farfulla tecnologías y sigue ejecutando guerras. No importa, seguimos adelante, vamos haciendo a golpes, errores y aciertos nuestro propio camino.
El 5 de julio de 1811 no se firmó la independencia, esa era una idea en proceso. Se rubricó un camino propio hacia el futuro. Y en eso andamos, a troche y moche, por las buenas y las malas, entre traiciones, mentiras y verdades, paso a paso.
No fue un proceso sencillo ni una liberación inmediata. España no reconoció la independencia de Venezuela y respondió enviando fuerzas militares para reprimir el movimiento independentista. Esto condujo a una larga y amarga lucha conocida como la Guerra de Independencia, que duraría hasta 1821. Es, por tanto, una fecha emblemática que representa el coraje, valentía y determinación del pueblo venezolano en su búsqueda por la libertad y soberanía.
Es un día de orgullo y conmemoración de la identidad nacional y la historia de Venezuela.
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