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El último chance de nuestra industria petrolera
La invasión de Rusia a Ucrania le ha abierto a Venezuela la última oportunidad de recuperar la industria petrolera. Tristemente, todo parece indicar que no la aprovecharemos

 

@luisoliveros13

La invasión de Rusia a Ucrania le ha abierto una importante oportunidad a la industria energética venezolana. Tal vez la última oportunidad que tendrá Venezuela de recuperarla. Tristemente, todo parece indicar (por el camino que vamos), que no la aprovecharemos.

Hoy ocurre una reconfiguración en el mercado energético, ya no solo en la matriz energética sino también entre países. El petróleo y el gas de uno de los principales exportadores mundiales hoy “son tóxicos”; por lo tanto, se buscan países que puedan sustituirlos. Por ejemplo: el espacio que hoy deja Rusia en el mercado petrolero norteamericano es perfecto para el inicio de la recuperación de la industria petrolera de Venezuela.

Pero esa industria atraviesa un momento muy delicado. Su deteriorada infraestructura, su frágil institucionalidad, sus mermadas finanzas, el default de su deuda, etc., se combinan con las sanciones norteamericanas para mostrar una situación compleja y un futuro bastante pesimista. 

Por si fuera poco, a Venezuela le ha surgido un nuevo inconveniente: enfrenta una enorme competencia en el mercado petrolero y gasífero. Solo en la región debe buscar diferenciarse (para atraer capitales, maquinarias, personal, etc.) de países como Guyana, Surinam, Ecuador, Brasil, Bolivia, México, Argentina y de Colombia (quien abiertamente le ha dicho al gobierno de Biden que ellos son unos productores más confiables que nosotros, a pesar de tener un R/P de apenas 7 años y con una inestabilidad política en crecimiento ante la posibilidad, cada vez mayor, de un triunfo de Petro en las próximas elecciones presidenciales).

Nuestra industria energética implora cambios urgentes y radicales en su marco legal, necesita reconstruir su infraestructura, salir del default, atraer capitales y personal, flexibilizar las sanciones. Sin esto último, todos los arreglos que se puedan hacer serán infructuosos.

Ya es un hecho que de los más de 300.000 millones de barriles que tiene Venezuela en reservas, solo un porcentaje muy bajo es lo que vamos a poder extraer. Cada día que pasa y no se logra alcanzar un proceso de reactivación, el porcentaje recuperable de nuestras reservas disminuye y el trabajo que hay que hacer es mayor. Si queremos sacarle el mayor provecho posible a la Faja, a las reservas de gas, etc., Venezuela debe buscar volver a estar en las grandes discusiones sobre energía en el mundo, mostrando su enorme potencial, su disponibilidad, su confiabilidad. Para eso hacen falta profundos cambios. Tal vez demasiados para la voluntad, el ego y la poca preocupación por la gente de buena parte de nuestra dirigencia política.

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