Pa’ Flaquito, Yo por Toto Aguerrevere

Henrique Capríles Radonski
Alguna casa por ahí en Venezuela
Ciudad.-
Estimado Candidato Capríles alias “El Flaquito”:
Como muchos, yo fui parte de esa gran masa de gente que lo acompañó a inscribirlo como candidato presidencial ante el CNE. Según Mario Silva no fuimos tantos, pero si hay que ir a probar ante el Tribunal del YSEA (“Yo Si Estuve Ahí”), yo tengo un bronceado en los brazos tipo portu que puede servir como prueba.
Yo no sé si es que teníamos una energía atracada en el cuerpo o si es que estamos hartos de ser gobernados por gente que niega existimos. Pero lo cierto es que los ciudadanos no habíamos estado tan ansiosos de salir a apoyar una causa desde que McDonald’s sacó su Combo del Día.
Lo acompañamos hacia Plaza Caracas como quien va pa’ la esquina. Ahí no hubo miedo, ni consignas negativas, ni esposa insufrible que dice cosas como “ay pero esto sí es lejos”. Llegar hacia esa tarima donde usted se montó más sudado que asiento de taxista fue la prueba de que no se trata de conquistar espacios. Se trata de conquistar futuro.
“Como te quiero Venezuela”. Mire, con esa sola frase usted logró que hasta mi abuelo, un macho vernáculo que no cree en pitillos, se le aguara el guarapo. Esa sola frase bastó para que la franela Ovejita se abrazara con la camisa Columbia y probó que usted es un líder que no solo transmite pasión por la Nación sino que nos recuerda lo mucho que nos gusta ser venezolanos. Y encima se lleva bien con su ex. En serio, ¿quién es usted?
Ahora bien, si todo eso fue lo máximo y los que estamos montados en el autobús creemos en usted como los chamos creen en el que termina de romper la piñata, me puede explicar a mí, un homo sapiens de 65 kilos cuya única grasa es la capilar, ¿qué demonios hace usted, maratonista y visitante casero, apodándose “El Flaquito?”
Está bien, el origen del cuento es burda de cuchi. Pero a mí me parece que si se va a unir a esta secta de hombres que todavía caben en la molécula del Museo de los Niños y compran en Graffiti Kids, usted tiene que cumplir con una serie de parámetros antes de hacerse llamar flaquito. Si usted llega a una parte y le dicen “qué flaco estás”, usted no entra. Si a usted le dicen: “beeeeerro, cómete algo”, bienvenido a mi mundo.
Ojo, flaco sí, eso lo es usted. Pero flaquito somos los que nos mandamos dos pizzas en una sola sentada y a nuestro metabolismo le da flojera. Flaquitos somos aquellos cuya mamá le intentó dar Emulsión de Scott sabor naranja para que engordara y hoy en día tenemos sesiones dos veces por semana con el psicólogo sobre como nuestra madre nos desgració la naranjita para siempre.
Le digo esto porque ‘pa flaquito, yo. Y si usted es el estándar de flaco entonces yo lo que soy es un código de barras. Así que me va haciendo el favor y se quita el “ito”. Quédese en flaco. Porque en la carrera del flaquito, no compite precisamente con el gritón de la verruga. Ahí la cosa es conmigo.
Gracias. Mi papá le manda a decir que tiene a una hija a la que puede divorciar en un dos por tres si le interesa.
Atentamente,
Uno más flaco que usted.