Poder comunal y desmoronamiento castrista, por Armando Martini Pietri - Runrun
Poder comunal y desmoronamiento castrista, por Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini

Se ha dicho que no pueden gobernar quienes ni siquiera aprendieron administrar una cantina militar -en la cual no hay que reponer, con pedir basta. No falta razón, a la vista los resultados de una gestión de fracasados militares en afanes político partidistas y difusión ideológica.

Ni las comunas ni otras trampas ideológicas son idea propia. Imitación de tradiciones comunistas que vienen angustiando e importunando al mundo desde mediados del siglo XIX. Lo que hizo el sinvergüenza de Marx fue dejar de atender necesidades de su familia y ponerlas bajo responsabilidad de Federico Engels.

Lenin trabajó con empeño en países política y socialmente oscuros y atrasados; Stalin apagó las luces y dejó las rojas después de que el patriotismo e inmensidad rusa derrotaron la soberbia nazi, matando a sus campesinos a cuenta del comunismo, del poder comunal. Mao, en China, desató una guerra civil contra el derechista pro-estadounidense Chiang Kai Shek y transformó una masa de campesinos miserables y esclavizados en una de agrarios oprimidos por el Partido Comunista. El mismo que tras la muerte del líder cambió de posición respecto a la economía, pero se mantuvo aferrado al poder político.

Castrismo sin originalidad

La Unión Soviética terminó derrumbándose porque sus jefes jamás supieron manejar la economía, comprometiéndose en una carrera armamentista, controladora y sustentadora de autócratas tiranos como Castro; mientras competía con Estados Unidos en la persecución del espacio. Hoy la mayoría de los países de la URSS, otrora sumisos, prosperan libre por su cuenta. Y Rusia crece lenta, arrastrando el peso de su geopolítica empecinada.

En otros comunismos borrados, las comunas se han transformado en empresas y cooperativas privadas consagradas a la prosperidad de sus integrantes, libres de órdenes arcaicas, engorrosas y deficientes; mientras en Venezuela el castro-chavismo, que se sabe fracasado en la popularidad, quiere rescatarlas y usarlas como formas de control social.

Después de todo, las distribuciones comunales no son incentivos sino conveniencias de vigilancia, incluyendo tapas para la corrupción, e incompetencia, características del castro-madurismo.

Este saca cuentas primero para los bolsillos afectos y, después, si sobra, para el país. Lo hemos visto y seguimos viendo en cada detalle de la gestión «revolucionaria», como está pasando con las vacunas.

Y aunque tengamos a perseverantes que siguen peleando por sus vidas, el país se sigue hundiendo con todo y comunas.

De prohibiciones para los de a pie, actividades reservadas para el fracasado Estado castrista, ahora quedan en las torpes y delincuentes manos oficiales. El régimen cubano, tras entrometerse en lejanías mientras fracasaba en su patio, para tranquilidad mental ciudadana se encuentra sin los aburridos discursos, latosos e interminables de Fidel; dependiendo de lo que le envían los discípulos castro-venezolanos cuya producción petrolera contribuyeron a hundir. Agotados por la ancianidad de tiranos, derrota socioeconómica de puro y simple avasallamiento político policial.

El ya octogenario hermano sin carisma ni originalidad, obediente ejecutor, y sus también íntimos longevos camaradas del Partido Comunista se resquebrajan por sequedad, víctimas del estruendoso fracaso, para ser contrastados por recuerdos de bienestar, agradecimiento, buenos sentimientos y dolor de la ausencia.

El derrotado modelo estatista

No fue la payasada de Obama, ni la devoción dócil e ignorante de Chávez, ni el petróleo y dólares puestos a disposición sin preguntas, reclamos, o rendición de cuentas.

El problema ha sido siempre el mismo, la sobrada prepotencia de los Castro, delirios de Fidel para ser líder mundial, incapacidad del socialismo comunista en dar de comer a sus ciudadanos; el destino castrista de ser el chulo del mundo.

La humanidad avanza con alzas y bajas, choques y acuerdos, pero siempre hacia adelante; en electrónica que no espera autorizaciones sino pasos diarios de desarrollo con tan avanzado y potente poderío militar para el que la isla caribeña es un escollo a dejar de lado.

Chinos y estadounidenses compiten por supremacía económica y comercial; los rusos gruñen como osos solitarios mientras se saben débiles, demasiado lejanos y escasos de dinero como para continuar regalando migajas. Ahora los castro-cubanos, arrumados contra la pared, se deciden a empezar lo que debieron haber hecho hace sesenta años: dejar que los ciudadanos se las ingenien y crezcan por sí mismos.

Cuba empieza a transformar su feroz tiranía represora comunista, económicamente dependiente, chula de pendejos. Finalmente pudieron sepultar a Fidel para que se pudriera en una roca, lo que marcó un cambio importante en la economía y destino de la isla. La Cuba castrista no ha tenido más remedio que seguir avanzando en el camino de la apertura; mientras en Venezuela, agobiada, devastada, con veinte años de fracasos, los castrocomunistas tienen que permitir la libre circulación de la moneda imperialista. Les guste o no.

Socialismo en remate

Socialismo en remate

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