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General de una estrella y una constelación de dignidad

El general De Gaulle con el general Leclerc y otros oficiales franceses en la estación de tren de Montparnasse en París, 1944. Foto en Wikimedia Commons.

@ArmandoMartini

Generales, almirantes, comandantes y demás rangos castrenses latinoamericanos, con muy pocas excepciones y demasiados ejemplos, identifican la gloria y carrera militar por el deleite de cuadros repletos de medallas, medallitas, méritos, cursos, promociones, abrazos complacientes; convenientes del presidente de turno y cualquier justificación servicial para bajar la cabeza, ensanchar el pecho y lucir una condecoración que “simboliza” virtud y decoro, cuando en realidad significa corrupta obediencia y subordinación violatoria de los derechos humanos.

Charles André Joseph Marie de Gaulle, general, estadista, líder de la Francia libre, creador de la Quinta República, dirigió la resistencia francesa contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial y presidió el gobierno provisional de la República Francesa de 1944 a 1946 para restablecer la democracia. Es solo una muestra de un destacado oficial profesional en la Francia de los tres primeros cuartos del siglo XX, que llegó a ser presidente.

Protagonista de la historia europea, participante activo en la Primera Guerra Mundial, experto analista militar que anunció veinte años antes el cambio drástico en las estrategias bélicas con el crecimiento exponencial de la fuerza blindada, en lo cual sus compañeros no solo no creyeron e ignoraron sino que no le hicieron caso. Como tampoco a los alemanes Erwin Johannes Eugen Rommel, general apodado El Zorro del Desierto; y Heinz Wilhelm Guderian, coronel general de la Wehrmacht, jefe del Estado Mayor General del Ejército, impulsor del concepto de la moderna guerra relámpago y artífice de la mecanización del arma de caballería blindada alemana. Estos sorprendieron, doblegaron y humillaron a los militares europeos con tanques, los poderosos “panzer” (forma abreviada de panzerkampfwagen, palabra alemana que significa «vehículo de combate blindado) que cruzaron Europa de punta a punta sin problemas en lo que se llamó “Blitzkrieg”, la guerra relámpago.

El creído ejército francés fue devastado y Francia derrotada. Avergonzada, llorando de vergüenza y humillación, un mariscal que fuera glorioso en la I Guerra Mundial encabezó la Francia ocupada, obedeciendo cobarde y sin cuestionamiento a los nazis. Porque también, como había predicho De Gaulle sin que le hicieran caso, los alemanes ignoraron la costosísima, superarmada Línea Maginot (muralla fortificada de defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial); y guiados por tanques, sentados sobre sus camiones le pasaron por un lado. ¿Quién va a cruzar lo que puede bordear y dejar aislado lo que se convirtió en días en territorio ocupado por los alemanes? Llegaron a París, dándose el lujo de desfilar marcialmente, con paso firme de oca, a tambor batiente, por el centro de París y el Arco del Triunfo.

Antes de la guerra ni políticos ni militares hicieron caso a Charles De Gaulle, se burlaron de aquél oficial de gran nariz y un metro noventa de estatura que siempre habló mirando hacia adelante con talento, coraje, firmeza, coherencia y amor por su patria. Se convirtió en el abanderado de la resistencia y del regreso; no dejó en paz a los jefes de las tropas aliadas que planificaban la invasión a Europa, pensando que ya no contaban con Francia.

Charles De Gaulle, general de una estrella y talento estelar, no solo impidió que los poderosos estadounidenses dejaran de lado a Francia, sino que se aseguró de que las primeras tropas de liberación que entraran a París fueran francesas.

Rescató a Francia de la derrota, imprevisión y abandono, repudió la tergiversación histórica hoy planteada sobre la mayor coalición de países desde la Segunda Guerra Mundial. Y no utilizó frase ajena como «we will come back»; puso de lado a los incapaces figurantes cargados de galardones y pedantería que irrespetaron a Winston Leonard Spencer Churchill héroe, político, estadista, historiador y escritor británico.

Convirtió a Francia en una de las cuatro potencias victoriosas, la puso nuevamente en la ruta del éxito. Y engranó con Konrad Hermann Joseph Adenauer, primer canciller de la República Federal de Alemania y uno de los padres fundadores de la Unión Europea junto con Jean-Baptiste Nicolas Robert Schuman, político francés de origen germano-luxemburgués; Jean Omer Marie Gabriel Monnet, hombre de negocios, banquero de inversiones francés; y Alcide De Gasperi político italiano, quienes contribuyeron decisivamente en la creación de las Comunidades Europeas, lo que hoy llamamos Unión Europea. Y jamás recibió una segunda estrella militar, nunca vio nadie su pecho relumbrante de medallones y distinciones inmerecidas.

Charles De Gaulle fue mucho más que un militar de desfiles. Fue un gran hombre, un estadista que tenía claro que la salvación pasaba por salir del nazismo y falsos opositores que interesados cohabitan: Arthur Neville Chamberlain, Philippe Pétain. Y eso es lo que cuenta para la historia.

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