La doctrina Rubio-Cruz, por Julio Castillo Sagarzazu
May 17, 2018 | Actualizado hace 6 años
La doctrina Rubio-Cruz, por Julio Castillo Sagarzazu

 

No hace falta estar “dateado”, ni tener un amigo que tiene un sobrino cuya cuñada está casada con el jardinero del general tal, para que nos caiga la locha de cuál es el plan de los poderes facticos del planeta para salir de la pesadilla de Venezuela. Lo que hace falta es mirar las declaraciones de los voceros del señor que, por ahora, nos guste o no nos guste, es el dueño de la caja de los machetes por estos lares. Nos referimos al propio Mr. Danger, o sea, el catire Trump.

¿Qué han dicho estos caballeros? Pues ni más ni menos han soltado estas perlitas: Hace unos meses el Sr. Rubio mando un mensaje directo a los oficiales de la Fuerza Armada Nacional diciéndoles que estaban en la obligación de reestablecer el hilo constitucional en el país y que contarían con la comprensión del mundo democrático si lo hicieran. O sea, en pocas palabras les dijo echen palante que aquí no los vamos ni a criticar. Le falto poco para decir que recibirían la medalla del Congreso Norteamericano y los que resultaren con un rasguñito en la gesta les colgarían el Corazón Púrpura en la solapa.

Digamos que, dentro del repertorio del Sr. Rubio, esta declaración, bien que un poco más altisonante que alguna otra precedente, era coherente dentro de su línea argumental contra el régimen venezolano. Pero es que a esta esta toma de posición del Senador Cruz se ha agregado otra muy, pero muy explícita. Se trata de la hecha por el Sr. Juan Cruz, alto piache de la seguridad nacional gringa y, por el nombre, de seguro, especialista en estas tierras de gracia.

¿Qué nos ha dicho el Sr. Cruz? Pues por la calle del medio anuncia que para resolver el problema de Venezuela “habrá que sentarse en la misma mesa con gente a la que más bien querríamos ver en prisión…”

A buenos entendedores estas palabras bastan para entender que esos poderes facticos de los que hablamos al comienzo mueven piezas, alfiles, peones y torres para jaquear al Rey. La estrategia no viene entonces por la búsqueda del renacimiento de la oposición, ni por el “éxito” de las gestiones del TSJ en el exilio. Ya se demostró que al régimen no le asusta volver a matar a 130 de nuestros muchachos en las calles y que se pasa por “salva sea la parte” la legalidad que emana de los actos de la Asamblea Nacional. Tampoco la Comunidad Internacional baraja la posibilidad de una intervención “humanitaria” lanzando bombas quirúrgicas con drones, ni desembarcando marines, ni con una operación de los SEAL llevándose a Maduro en pijamas. A lo que apuesta la comunidad internacional es a que sus sanciones individuales hagan el peso suficiente como para que el mismo entorno de Nicolás presione y haya una transición, poco importa si la contraparte de esa negociación sean gente a “las que desearíamos ver en la cárcel”. El Sr. Cruz, que alguna historia debe conocer, hasta se ha paseado por una eventual amnistía judicial de algunos años. Juan Cruz, el de allá, sabe que para salir de la dictadura argentina hubo que aprobar una Ley de Punto Final que dio inmunidad a los carniceros de la Escuela de Mecánica; o que hubo que dejar a Pinochet de Comandante General del Ejército de Chile y regalarle 15 senadores a las Fuerzas Armadas y hubo que dejar a Ortega de ministro de Defensa de la señora Chamorro para que todos esos dictadores dejaran el coroto y la Boloña que este produce.

Los comunes mortales, la gente de a pie, como usted amigo lector y quien esto escribe, no vamos a saber jamás con quienes, y que están hablando los dueños de las cajas de los machetes, pero lo seguro es que lo están haciendo.

Por lo pronto, conformémonos con las palabras de los señores Cruz y Rubio que parecieran gritarnos desde la otra ribera del Rio Grande: ¿Así, o más claro?

¿Y mientras tanto quienes estamos aquí viviendo la pesadilla de Nicolás que hacemos? ¿Nos quedamos de brazos cruzados, hasta que la ruleta de la suerte se pare en nuestra casilla? Obviamente que no. Tenemos dos grandes tareas que cumplir para hacer que la transición se produzca más rápido y evite más sufrimiento a nuestra gente. La primera, y más importante, es acompañar a nuestro pueblo que padece con más rigor este desastre. Estar a su lado en sus luchas de protesta diaria (En Venezuela se producen más de 300 protestas semanales) organizando ese descontento y llevando nuestra solidaridad y compañía nuestros compatriotas más pobres y vulnerables. La segunda, es convertir el 20 de mayo en una protesta que escuche el mundo. Si Maduro no le para a la Conferencia Episcopal, al Grupo de Lima, a la Comunidad Europea, a las Universidades, a los empresarios, a los trabajadores que le piden que detenga ese fraude y reestablezca el derecho al voto efectivo y transparente, entonces deberemos vaciar las calles, dejar solos los centros de votación para que el planeta entero se dé cuenta que la farsa que ocurrirá ese día no la aceptamos en esta ribera del Arauca Vibrador.

Eso es lo que nos toca hacer.

 

@juliocasagar