Los mejores días están por venir, por Orlando Viera Blanco - Runrun
Los mejores días están por venir, por Orlando Viera Blanco

@ovierablanco

“VIVIMOS POSTRADOS A LA MALA LECHE. A la resistencia a reconocernos como raza mestiza, mulata, negra, parda o blanca de orilla…”

Los tiempos son los tiempos. El Eclesiastés: «Todo tiene su momento y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz”. Llegó el tiempo de acabar lo que se tiene que acabar….

Lo aprendido pero no andado
Conversaba con el amigo y brillante periodista Alfredo Yánez. Tertulias maravillosas que decantas la duda. Es fantástico hablar con mentes cultas, no fanatizadas. Francas, sin falsas complacencias. Lo mismo mis disertaciones con el Profesor, José Vicente Carrasquero. Hombre preciso por ser politólogo y matemático, o las cargadas de polémica con Alberto Franceschi. Filosas, mordientes, de una animosidad infinita que va al límite de acobijarse en el señorío para no profanar la amistad. Aquí quería llegar…

Después de mucho tiempo de muerte, llanto y destrucción, debemos aprender lo no aprendido. Al decir de Habermas, existe una cacofonía en los espacios públicos que desesperante por iletrada. Es la estrechez del pensamiento hecho un microcosmos neurasténico que nos encadena. Los espinos que no nos dejan ver as orugas convertirse en mariposa. La pesadez del yo no fui, yo no soy, eres tu y nuestro pasado.

Habermas dice que el “éxito del pueblo Alemán después del holocausto fue integrar otras culturas y regenerarlas. Desde el islamismo hasta el capitalismo raudo”. En Venezuela desde la colonia no hemos podido construir un país integrado. Nuestra deficiencia grupal pasa por un profundo complejo histórico de sentirnos más (mitos) por creernos menos (sumisión) y diferentes (agraciados), por causa de un hereditario hispano que demonizamos y nos impide amarnos. Al decir de Herrera Luque: “Sólo puede más quien más amó […] Venezuela y América Latina padecen de problemas sociales crónicos por las taras psicopáticas que el conquistador fruto de la reconquista [valores de pillaje, saqueo y destrucción] aportó al mestizaje americano. Su reflejo es una altísima incidencia de personalidades psicopáticas de comportamiento inestable, conducente a las mayores tasas de criminalidad del planeta. Es la huella perenne de una carga  cultural extrema, fatalista…” ¿Hasta cuándo este fichaje?

Vivimos postrados a la mala leche. A la resistencia a reconocernos como raza mestiza, mulata, negra, parda o blanca de orilla. Penuria identitaria cuya cruz se hizo visible en las revoluciones del siglo XIX.

Lo no aprendido es nuestra negación cultural. No parimos lo que tiene que nacer y no muere lo que tiene que morir porque-parafraseando a nuestro narrador psiquiatra-la barbarie sólo se suprime ¡con todos los afectos, todos los cariños  y todas las adhesiones…!

El venezolano: el pícaro, el urogallo el caudillo
Ser el Monsieur o  el blanco peninsular de Aragón y Castilla-cual hacendados de café, azúcar y cacao dueños del 95% de las tierras ricas de la colonia-es nuestro sueño dorado. Ser Juan Manuel Blanco Palacios y Blanco. No el hombre nuevo sino el hombre a caballo, el amo del valle. Cargamos una alucinante sucesión de más de cuatrocientos personajes en 6 siglos, desde Don Pelayo hasta Doña Juana la Loca, los Borbones y los Habsburgo, que representan un enjambre humano de poder, ambiciones, vicios e incestos, que amorfa e inmoviliza nuestra realidad psicosocial. Y surge el vengador. El cid-maleantedel desquite que con capote y birrete nos gradúe de mantuanos. El maisanta que nos envista de la autoridad y el amor que nunca tuvimos. Y llegaron los Boves, Zamoras, Castros o Chávez. Los picaros, los taitas, los urogallos.
La terrible externalidad
Francisco Herrera Luque sentenció: “El pueblo Venezolano ha luchado tesoneramente contra la adversidad. El esfuerzo hecho por siglos no ha sido compensado en forma proporcional, lo que lo ha hecho zamarro y escéptico sobre el final salvo que un factor imprevisto, dependiente del azar: el Dorado, las perlas, el cacao, el contrabando, la mujer botín, el tesoro enterrado, el amigo ministro, la asonada, el negocito, el petróleo, el peculado, y el 5 y 6, [el caudillo revolucionario] lo saquen de abajo. El venezolano juega siempre a ganador. El éxito injustificado de sus iguales lo hace retaliativo y peligroso. Es el momento en que más se aproxima a la revolución [escrito en 1978]…de destruir mitos y recrear realidades que si existieron, y devolver al mestizo y al negro marginado de su historia, la importancia de su papel en la génesis y en el desarrollo del país”. Y remató:

No es cosa fácil ni productiva echarle en cara a un pueblo sus lacras e iniquidades por más que una lección semejante sea expresión de amor y de una firme voluntad terapéutica”.

Amémonos más. Lancemos al cesto de la historia “el negocito, el petróleo y el dios se lo pague” Ese día la pesadilla habrá acabado. ¡Y vendrán los tiempos mejores, los jamás vistos…Falta poco!