Dictadura mala conducta, por Carlos Blanco
Dictadura mala conducta, por Carlos Blanco

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Hace poco, Primero Justicia tuiteó, refiriéndose al impedimento para “reparar” su deficitaria validación previa: “Esta decisión del CNE ilegal, inconstitucional y que atenta contra la democracia coloca nuevamente a la dictadura de Nicolás Maduro ante el mundo como un régimen opresor y que persigue a la disidencia política”. Y, al poco tiempo, en un comunicado que describía la terrible situación del país, propuso enfrentarla a través de “unas elecciones libres y democráticas, con la observación internacional y con un pueblo volcado a las calles para con su voto derrotar a la dictadura”. Un propósito para el que anunció: “Hoy iniciamos la rebelión de los 30 millones de venezolanos”.

Sin que sea mi intención cargarle las tintas a este partido, solo uso estas referencias para advertir un mensaje que se encuentra en el desfiladero de una contradicción básica. Considerar al régimen de Maduro como una dictadura –cosa reciente en el caso de PJ– para luego afirmar “que atenta contra la democracia” es pensar que hay dictaduras que no hacen esas cosas horribles o que no es una dictadura. En la otra referencia promueve elecciones libres y democráticas para derrotarla “con su voto”, mediante una rebelión que “hoy iniciamos”; rebelión que se supone debe obligar a la dictadura a hacer elecciones limpias, pero que todo el mundo sabe ya –no mañana ni pasado mañana– no ocurrirán.

Así hay varios dirigentes que se refieren de manera ambigua a unas eventuales elecciones: salvo algunos candidatos inmunes a cualquier exigencia hacia el régimen, la mayoría dice que quiere elecciones, pero así no.

El mensaje que se transmite no es solo que hay gente ávida de que la dictadura deje sus malos modales, sino que las elecciones están contaminadas del fraude habitual. El mensaje que se va volviendo sólido es que habrá que abstenerse en estas elecciones; transmitido no solo por quienes ya habían decidido abstenerse, sino también transmitido por quienes incurren en contradicciones como las indicadas y dejan ver que si no se cumplen tales o cuales condiciones, se abstendrán.

Lo que quiero argumentar es que la posición abstencionista no es el resultado de la acción de “los guerreros del teclado”, sino del ambiente que se ha generado en la opinión pública, que contribuye a construir dialogantes y radicales, tuiteros y “activistas sociales”. Antes que vayan a decir los sospechosos habituales que “se le dejó a Maduro” la Presidencia por haberse abstenido (argumento de 2005), hay que decir que hubo la abstención porque la vía no era idónea para reemplazar al dictador.