Editorial de La Opinión: La purga
Editorial del diario colombiano «La Opinión»: La purga

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Las revoluciones, todas, incluida la bolivariana y socialista de Venezuela, programan purgas con las cuales buscan hacer algunos cambios cosméticos en su apariencia, como consecuencia de la limpieza forzosa de sus intestinos.

Se llama purgas a esos episodios, muchas veces sorpresivos, pero siempre muy bien preparados y ejecutados, mediante los cuales los líderes buscan salir de figurones desechables, a los que acusan de lo que sea necesario acusar, a fin de calmar los apetitos de la oposición o de la opinión pública.

De ordinario, esos personajillos han medrado en las entrañas del poder, en un bien calculado plan que está diseñado para permitirles actos de corrupción y de abusos de poder, hasta el momento en que, por necesidad de la revolución, les echan mano y, sin miramientos, la misma revolución comienza a devorarlos y, en señal de condescendencia, los arroja para que los demás los terminen.

Muy preocupado, como debe estar, por los avances y el afianzamiento de la oposición en la Asamblea Nacional, el gobierno del presidente Maduro parece que dio la señal para comenzar a salir de los indeseables.

El nombre de purga no es ni nuevo ni gratuito. Hace por lo menos un siglo las revoluciones, como lo hacen ciertos médicos, limpian su organismo aplicando medicinas que le quitan lo innecesario, inconveniente o superfluo, casi siempre para obtener una apariencia de mejor salud.

Pillarlos en uno de sus desacostumbrados desafueros y entregárselos a la Justicia es la purga que por estos días están aplicando en Venezuela para calmar el apetito de los opositores.

Así, en dos episodios sorpresivos, han caído varios personajes de la revolución, de los que se puede prescindir sin que la revolución sufra mella, sin que a nadie más le ocurra nada, y en la seguridad de que todo quedará como una actitud inequívoca de que el Gobierno buscar calmar a la Asamblea Nacional y dar una señal de que combate la corrupción, caiga quien caiga.

Esta vez, los sacrificados son personajes que si bien han ocupado puestos de importancia en el gobierno, quizás no sean revolucionarios de hueso colorado, es decir, de la esencia del bolivarianismo y del socialismo, descendientes directos de Hugo Chávez, sino que con los símbolos del gobierno encima creen hacer parte del proyecto oficial. Son revolucionarios de ocasión, en una revolución que está en pleno proceso de rectificación…

Herbert Aguilar, expresidente de la Corporación Venezolana de Alimentos (Cval) y ex jefe de Policía de Táchira, la administradora de Cval, Bárbara Figueroa; la exadministradora de la Red de Abastos Bicentenario, Bárbara González y otros tres funcionarios fueron capturados por peculado y robo continuado.

El grupo desviaba productos de Cval a restaurantes y comercios, “para ser vendidos a precios especulativos” y quedarse con el dinero. En casa de uno de los implicados fueron hallados 10 millones de bolívares en efectivo.

En otro episodio, Jorge Duque, “el más cercano consejero de José Vielma, el gobernador de Táchira”, resultó involucrado en el secuestro de un ciudadano que vendió un auto y al que ordenó arrestar para investigarlo. Al dejarlo libre, el ciudadano notó que le faltaba parte del dinero, que Duque había ordenado llevar a su oficina. El dinero no ha aparecido.

Pero, los dos casos, se relacionan con funcionarios que cometen delitos de relativa gravedad, tienen poco poder y carecen de dolientes que los defiendan.

Muy distinta sería la situación si, por ejemplo, en Táchira, la revolución se enfrentara, con resultados de mostrar, a la corrupción de la Guardia Nacional Bolivariana, donde está la gran corrupción generada por el contrabando y por el trasiego fronterizo de drogas. Pero, obvio, con ella y sus altos oficiales, a los que cada vez vinculan más con el Cartel de los Soles, ni Maduro ni nadie en el alto gobierno se enfrentan. La razón es que la Guardia sí tiene poder. Y mucho.

Mientras tanto, es muy probable que las purgas sigan y con ellas muchos bichos sean erradicados.

La Opinión