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La oposición gana terreno en Venezuela, por Jackson Diehl

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Hace un cuarto de siglo, se suponía que el gobierno comunista de Polonia permitiría elecciones libres, manteniendo un blindaje legal a su alrededor, por lo que se mantendría en el poder, incluso si lo perdía. Fue un error de cálculo fatal. Sin embargo, hubo unas elecciones en las que los resultados obtenidos por el movimiento opositor Solidaridad fueron tan abrumadores que obligó al régimen a ceder el poder a pesar de las normas que había establecido. Polonia había demostrado la fuerza bruta de un voto popular decisivo y definido un enigma contra el cual los gobiernos autocráticos han luchado desde entonces.

Dos regímenes particularmente nocivos ahora se enfrentan a lo que podría llamarse el dilema de los comunistas polacos. El régimen militar de Birmania y los autoproclamados “socialistas bolivarianos” de Venezuela, que recientemente acudieron a unas elecciones con la expectativa de que, incluso perdiendo, las estructuras constitucionales y políticas que crearon para garantizar su poder los salvaría. Los generales de Birmania escribieron disposiciones constitucionales que les garantizan un cuarto de los escaños del parlamento, así como el control de los ministerios clave, independientemente de los resultados de las elecciones. En Caracas, el régimen chavista de Nicolás Maduro se conformó al saber que aún le quedaba la presidencia y tenía de su lado a los militares y los tribunales, a pesar de haber perdido la mayoría en la Asamblea Nacional.

Ambos gobiernos fracasaron en una batalla contra la oposición. Mientras que la opositora Liga Nacional para la Democracia (LND) ganó 390 de los 498 escaños en la legislatura bicameral de Birmania, la oposición venezolana, de la que es abanderada la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se hizo con 112 de 167 escaños en la Asamblea Nacional. Ambas coaliciones opositoras franquearon con éxito las barreras impuestas por un régimen que controla el poder. La LND cuenta con los votos suficientes para elegir el próximo presidente de Birmania por su propia cuenta; la MUD, por su parte, tiene una mayoría de dos tercios, lo que significa que puede, entre otras cosas, someter al presidente Nicolás Maduro a un referendo revocatorio.

Es fascinante ver a los dos regímenes tratando de maniobrar para retomar el control y, con él, el poder que se han ido perdiendo. Los generales de Birmania hasta ahora han optado por el camino de la negociación, con la esperanza de cerrar un trato que preserve sus prerrogativas. Los chavistas, por el contrario, parecen empeñados en revertir la situación o hacer frente a la victoria de la oposición.

Hasta ahora, el enfoque de Birmania parece estar dando resultados. Es cierto, la LND tiene la certeza de elegir al próximo presidente. Sin embargo, algunos de sus militantes consideran que lo mejor es moverse lentamente, en todo caso, para desafiar los privilegios de los militares, incluyendo su control de una amplia franja de la economía.

“Tenemos que garantizar que las empresas militares continuarán”, dijo el jefe de la comisión económica de la LND, Han Tha Myint.

En Caracas, los líderes de la oposición también parecen dispuestos a negociar. Pero Maduro y Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional, hasta ahora han preferido por una radical, y altamente riesgosa, estrategia de confrontación.

Después de las elecciones del 6 de diciembre, Cabello instaló un Parlamento Comunal, al mismo tiempo que Maduro ha insinuado que la actual Asamblea Nacional, que permanece en el cargo hasta el 5 de enero, podrá transferir sus poderes al nuevo parlamento comunal. Además, la semana pasada fueron nombrados 13 nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia.

Todas estas actuaciones están al margen de la Constitución. Sin embargo, la medida más radical del partido gobernante va aún más lejos: una acción judicial para anular a 22 diputados de la oposición.

Analistas venezolanos creen que esta situación evidencia división en el gobierno. La intransigencia de Maduro y Cabello probablemente esté alentada por asesorares cubanos, pero también tiene sus raíces en la corrupción. Cabello está siendo objeto de investigación en Estados Unidos, mientras que dos de los sobrinos de Maduro ya están detenidos en Nueva York por tráfico de droga.

Por otro lado, al parecer los militares venezolanos, incluyendo al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, no tienen interés en apoyar acciones de calle que puedan generar caos.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Washington Post.

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Hace un cuarto de siglo, se suponía que el gobierno comunista de Polonia permitiría elecciones libres, manteniendo un blindaje legal a su alrededor, por lo que se mantendría en el poder, incluso si lo perdía. Fue un error de cálculo fatal. Sin embargo, hubo unas elecciones en las que los resultados obtenidos por el movimiento opositor Solidaridad fueron tan abrumadores que obligó al régimen a ceder el poder a pesar de las normas que había establecido. Polonia había demostrado la fuerza bruta de un voto popular decisivo y definido un enigma contra el cual los gobiernos autocráticos han luchado desde entonces.

Dos regímenes particularmente nocivos ahora se enfrentan a lo que podría llamarse el dilema de los comunistas polacos. El régimen militar de Birmania y los autoproclamados “socialistas bolivarianos” de Venezuela, que recientemente acudieron a unas elecciones con la expectativa de que, incluso perdiendo, las estructuras constitucionales y políticas que crearon para garantizar su poder los salvaría. Los generales de Birmania escribieron disposiciones constitucionales que les garantizan un cuarto de los escaños del parlamento, así como el control de los ministerios clave, independientemente de los resultados de las elecciones. En Caracas, el régimen chavista de Nicolás Maduro se conformó al saber que aún le quedaba la presidencia y tenía de su lado a los militares y los tribunales, a pesar de haber perdido la mayoría en la Asamblea Nacional.

Ambos gobiernos fracasaron en una batalla contra la oposición. Mientras que la opositora Liga Nacional para la Democracia (LND) ganó 390 de los 498 escaños en la legislatura bicameral de Birmania, la oposición venezolana, de la que es abanderada la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se hizo con 112 de 167 escaños en la Asamblea Nacional. Ambas coaliciones opositoras franquearon con éxito las barreras impuestas por un régimen que controla el poder. La LND cuenta con los votos suficientes para elegir el próximo presidente de Birmania por su propia cuenta; la MUD, por su parte, tiene una mayoría de dos tercios, lo que significa que puede, entre otras cosas, someter al presidente Nicolás Maduro a un referendo revocatorio.

Es fascinante ver a los dos regímenes tratando de maniobrar para retomar el control y, con él, el poder que se han ido perdiendo. Los generales de Birmania hasta ahora han optado por el camino de la negociación, con la esperanza de cerrar un trato que preserve sus prerrogativas. Los chavistas, por el contrario, parecen empeñados en revertir la situación o hacer frente a la victoria de la oposición.

Hasta ahora, el enfoque de Birmania parece estar dando resultados. Es cierto, la LND tiene la certeza de elegir al próximo presidente. Sin embargo, algunos de sus militantes consideran que lo mejor es moverse lentamente, en todo caso, para desafiar los privilegios de los militares, incluyendo su control de una amplia franja de la economía.

“Tenemos que garantizar que las empresas militares continuarán”, dijo el jefe de la comisión económica de la LND, Han Tha Myint.

En Caracas, los líderes de la oposición también parecen dispuestos a negociar. Pero Maduro y Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional, hasta ahora han preferido por una radical, y altamente riesgosa, estrategia de confrontación.

Después de las elecciones del 6 de diciembre, Cabello instaló un Parlamento Comunal, al mismo tiempo que Maduro ha insinuado que la actual Asamblea Nacional, que permanece en el cargo hasta el 5 de enero, podrá transferir sus poderes al nuevo parlamento comunal. Además, la semana pasada fueron nombrados 13 nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia.

Todas estas actuaciones están al margen de la Constitución. Sin embargo, la medida más radical del partido gobernante va aún más lejos: una acción judicial para anular a 22 diputados de la oposición.

Analistas venezolanos creen que esta situación evidencia división en el gobierno. La intransigencia de Maduro y Cabello probablemente esté alentada por asesorares cubanos, pero también tiene sus raíces en la corrupción. Cabello está siendo objeto de investigación en Estados Unidos, mientras que dos de los sobrinos de Maduro ya están detenidos en Nueva York por tráfico de droga.

Por otro lado, al parecer los militares venezolanos, incluyendo al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, no tienen interés en apoyar acciones de calle que puedan generar caos.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Washington Post.

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Hace un cuarto de siglo, se suponía que el gobierno comunista de Polonia permitiría elecciones libres, manteniendo un blindaje legal a su alrededor, por lo que se mantendría en el poder, incluso si lo perdía. Fue un error de cálculo fatal. Sin embargo, hubo unas elecciones en las que los resultados obtenidos por el movimiento opositor Solidaridad fueron tan abrumadores que obligó al régimen a ceder el poder a pesar de las normas que había establecido. Polonia había demostrado la fuerza bruta de un voto popular decisivo y definido un enigma contra el cual los gobiernos autocráticos han luchado desde entonces.

Dos regímenes particularmente nocivos ahora se enfrentan a lo que podría llamarse el dilema de los comunistas polacos. El régimen militar de Birmania y los autoproclamados “socialistas bolivarianos” de Venezuela, que recientemente acudieron a unas elecciones con la expectativa de que, incluso perdiendo, las estructuras constitucionales y políticas que crearon para garantizar su poder los salvaría. Los generales de Birmania escribieron disposiciones constitucionales que les garantizan un cuarto de los escaños del parlamento, así como el control de los ministerios clave, independientemente de los resultados de las elecciones. En Caracas, el régimen chavista de Nicolás Maduro se conformó al saber que aún le quedaba la presidencia y tenía de su lado a los militares y los tribunales, a pesar de haber perdido la mayoría en la Asamblea Nacional.

Ambos gobiernos fracasaron en una batalla contra la oposición. Mientras que la opositora Liga Nacional para la Democracia (LND) ganó 390 de los 498 escaños en la legislatura bicameral de Birmania, la oposición venezolana, de la que es abanderada la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se hizo con 112 de 167 escaños en la Asamblea Nacional. Ambas coaliciones opositoras franquearon con éxito las barreras impuestas por un régimen que controla el poder. La LND cuenta con los votos suficientes para elegir el próximo presidente de Birmania por su propia cuenta; la MUD, por su parte, tiene una mayoría de dos tercios, lo que significa que puede, entre otras cosas, someter al presidente Nicolás Maduro a un referendo revocatorio.

Es fascinante ver a los dos regímenes tratando de maniobrar para retomar el control y, con él, el poder que se han ido perdiendo. Los generales de Birmania hasta ahora han optado por el camino de la negociación, con la esperanza de cerrar un trato que preserve sus prerrogativas. Los chavistas, por el contrario, parecen empeñados en revertir la situación o hacer frente a la victoria de la oposición.

Hasta ahora, el enfoque de Birmania parece estar dando resultados. Es cierto, la LND tiene la certeza de elegir al próximo presidente. Sin embargo, algunos de sus militantes consideran que lo mejor es moverse lentamente, en todo caso, para desafiar los privilegios de los militares, incluyendo su control de una amplia franja de la economía.

“Tenemos que garantizar que las empresas militares continuarán”, dijo el jefe de la comisión económica de la LND, Han Tha Myint.

En Caracas, los líderes de la oposición también parecen dispuestos a negociar. Pero Maduro y Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional, hasta ahora han preferido por una radical, y altamente riesgosa, estrategia de confrontación.

Después de las elecciones del 6 de diciembre, Cabello instaló un Parlamento Comunal, al mismo tiempo que Maduro ha insinuado que la actual Asamblea Nacional, que permanece en el cargo hasta el 5 de enero, podrá transferir sus poderes al nuevo parlamento comunal. Además, la semana pasada fueron nombrados 13 nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia.

Todas estas actuaciones están al margen de la Constitución. Sin embargo, la medida más radical del partido gobernante va aún más lejos: una acción judicial para anular a 22 diputados de la oposición.

Analistas venezolanos creen que esta situación evidencia división en el gobierno. La intransigencia de Maduro y Cabello probablemente esté alentada por asesorares cubanos, pero también tiene sus raíces en la corrupción. Cabello está siendo objeto de investigación en Estados Unidos, mientras que dos de los sobrinos de Maduro ya están detenidos en Nueva York por tráfico de droga.

Por otro lado, al parecer los militares venezolanos, incluyendo al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, no tienen interés en apoyar acciones de calle que puedan generar caos.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Washington Post.

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