¿Qué es más importante: la entrada o la salida?
¿Qué es más importante: la entrada o la salida? por Gustavo Azócar Alcalá

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Se fue el mes de enero. Y todavía estamos a la espera del Plan de Vuelo, de la Hoja de Ruta, que nos diga cómo vamos a salir de este desastre de gobierno que preside Nicolás Maduro.

Estamos en presencia de un gobierno acabado, que lo que hace es dar patadas de ahogado, en medio de la crisis económica y social más grande y más descomunal que haya sufrido Venezuela. Tenemos un presidente agotado, sin liderazgo, hundido en las encuestas, odiado por toda la oposición y por una gran parte del chavismo, que por primera vez admite que “esta vaina se jodió”.

Las condiciones parecieran estar dadas para que se produzca en lo inmediato un cambio de gobierno. Pero ojo: buenos deseos no preñan. Para sacar a Nicolás Maduro del poder se necesita un plan de vuelo, una hoja de ruta, una estrategia, algo que nos diga cuál es el mejor camino a seguir y que nos lleve directamente a la victoria y no a otra derrota.

En la oposición se habla mucho de “la salida”. Algunos proponen sacar a Maduro por la vía de la fuerza. Esto es, utilizando el poder de las armas y convenciendo a un sector de la Fuerza Armada para que de un Golpe de Estado. Este camino implica, entre otras cosas, repetir la experiencia del 12 de abril de 2002, con el riesgo de que, una vez más, el golpe no sea exitoso, y Maduro se afinque en el poder como lo hizo en su oportunidad Hugo Chávez.

En lo que a mí concierne, no estoy de acuerdo con esta “salida”. No hay golpes buenos y golpes malos. Todos los golpes de estado son malos. Además, estoy cansando de tener que pedirle permiso a los militares para poder vivir en democracia. Estoy cansado de que siempre que tenemos un problema político, tengamos que pedir “la ayuda” de los militares. Y lo peor: estoy cansado de vivir en una democracia “tutelada” por los militares.

Hay un sector de la oposición que propone “otra salida”. Esta se refiere a la toma de las calles, la realización de manifestaciones, jornadas de protestas constantes, y el calentamiento del país, de manera progresiva, hasta lograr que Venezuela se convierta en una nación ingobernable y con esto forzar la renuncia de Nicolás Maduro. Esta “salida” tiene un pequeño problema: los cubanos no van a dejar que Maduro renuncie. Maduro es un “preso político” de Fidel y Raúl Castro. Y en mi modesta opinión: los Castro prefieren que Maduro se muera, antes que permitirle renunciar al cargo.

La otra salida que nos queda es electoral: o nos montamos en el tema de la Asamblea Nacional Constituyente (un camino pedregoso y culebrero) o nos montamos en las elecciones parlamentarias programadas (salvo decisión contraria de Tibisay Lucena y los lacayos del CNE) para finales de este año 2015. La Constituyente tiene un serio problema: todo pasa por un proceso de recolección de firmas que, desgraciadamente, tiene que ser avalado por el CNE. Firmar planillas que no hayan sido creadas por el CNE, no sirve de nada.

Las elecciones parlamentarias parecieran ser “la salida” más fácil. Pero la MUD la está complicando. Fíjense: ya estamos en febrero de 2015 y todavía no hay fecha para las elecciones primarias. Tal parece que hay gente interesada en que no haya primarias. Pareciera que hay algunos que no quieren contarse, sino que más bien quieren que haya “un dedo” que los elija como candidatos. Los candidatos a Alcaldes fueron electos en primarias que se hicieron 2 años antes de las elecciones. Los candidatos para la AN no han sido electos todavía, y al 2015 sólo le quedan 11 meses.

En la oposición se habla mucho de “la salida”, pero nunca se habla de “la entrada”. Y créanme: tan importante como la salida, es la entrada. La mayoría de la gente quiere salir de Nicolás Maduro. De eso no hay ninguna duda. Pero muchos no solamente quieren salir, sino también quieren saber hacia dónde van a entrar. El venezolano común no quiere dar saltos al vacío. Quiere saber hacia dónde va a entrar esto después que Maduro y sus 40 ladrones se vayan del gobierno.

El 11 de septiembre de 2001, cuando las Torres del World Trade Center de Nueva York fueron atacadas por aviones convertidos en misiles, algunas de las víctimas, producto de la desesperación y del temor, en medio del fuego y del humo, encontraron una sola salida: las ventanas de los edificios. Todos  vimos las imágenes de hombres y mujeres saltando al vacío. La única salida que había, los conducía hacia la muerte.

Para convencer a esa gran cantidad de venezolanos que ayer creyeron en Chávez y que hoy no creen en Maduro, pero que tampoco creen en la oposición, tenemos que hablarles de la salida, pero también debemos hablarles de la entrada. Ellos, al igual que nosotros, creen que hay que salir de este desastre, pero no nos acompañaran hasta que les expliquemos hacia dónde vamos a entrar después. Los venezolanos que creyeron en Chávez no saltaran tan fácilmente por la ventana.

La tarea de las fuerzas democráticas no es convencer a los opositores, que ya están convencidos, sino convencer a los chavistas, de que la entrada es tan importante, como la salida.

 

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