¡El cura de mi pueblo! por Carlos Dorado

¿Se recuerdan de Don Justo? Se trata del cura de mi pueblo. El que cada vez que iba al pueblo me pedía dinero para reparar la Iglesia, argumentando que cuando llegó a la parroquia hace unos 44 años, venía con la intención de cambiar a la gente, y en su ocaso, ya sólo se conformaba con cambiar la Iglesia. Inspirado en eso, es que decidí en su oportunidad, donarle los derechos del primer libro que publiqué, y al cual lógicamente le puse por título: “El cura de mi pueblo quiere arreglar la Iglesia”. Lo que nunca me imaginé es que con lo recaudado y recibido por Don Justo, y con su gran capacidad para hacer rendir el dinero, terminase la iglesia de mi humilde pueblo, compitiendo con las grandes catedrales.
Un día le pregunté. “¿Viene mucha gente a misa, Don Justo?”. “Carlos, cada día menos, sólo los viejos y los enfermos”. Pensé, que seguramente cuando tenemos salud y nos encontramos jóvenes, hay mejores cosas que hacer como para perder el tiempo en una Iglesia, con un viejo cura.
¡Qué triste y vacía es la humanidad, que sólo la miseria incentiva la espiritualidad!; pero mientras estamos sanos preferimos divertirnos, en lugar de agradecer precisamente el que estemos sanos y podamos divertirnos. Hoy, los medios de comunicación sustituyeron a la religión, vendiéndonos la falsa idea de que sólo consumiendo podemos ser felices, y terminan consumiéndonos a nosotros mismos.
¡La humanidad está caminando al filo de la navaja!, y en un período donde hemos tenido el desarrollo tecnológico más impresionante de la humanidad, y donde podemos hablar desde y hacia cualquier sitio y vivir más tiempo, terminamos hablando menos y malviviendo; llegado al colmo donde dos personas sentadas uno frente al otro, se comunican a través de sus teléfonos con todos, menos precisamente con el que tienen enfrente. En este caso, la tecnología sirve para acercar a los que se tienen lejos, y alejar a los que se tienen cerca.
El desarrollo en tecnología fue impresionante, mientras el desarrollo social y espiritual fue decepcionante. ¿Dónde están los pensadores sociales? ¿Dónde están los científicos del mundo social?
También en el plano político estamos viviendo una gran decadencia, pues la mayoría de los países, están gobernados por Presidentes que están más preocupados porque la corbata se vea bien en televisión, por los índices de popularidad, y porque sus políticas ligeramente barnizadas generen votos, en vez de desarrollar estrategias y políticas a largo plazo que garanticen resultados e incrementen el bienestar económico y social de la población.
¿Por qué? Quizás porque para llevarlas a cabo, tomaría unos cincuenta años como mínimo, y ninguno de ellos con visión cortoplacista y pensamiento mezquino, están dispuestos a sacrificar sus presentes ansias de poder por el bienestar futuro de los ciudadanos, a los que supuestamente quieren beneficiar. ¡El final de la película puede ser atroz!
Si en una época como ésta, con el mayor crecimiento tecnológico y económico que haya conocido el mundo, en donde tenemos más y mejores cosas para hacernos la vida más fácil y ser más felices; y donde 140 países “son democráticos” eligiendo sus destinos; el resultado está siendo un crecimiento de la desigualdad económica y social, con un mayor consumo de prozac. ¡Algo está fallando!, y me pregunto ¿Cómo será el futuro?
¡El futuro señores nunca fue un regalo, siempre una conquista!, y aunque podemos ver poco del futuro, podemos darnos cuenta de todo lo que habría que hacer y no estamos haciendo.
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