Cristina Fernández, víctima de su propia estrategia por Sergio Berensztein
Las elecciones legislativas del 27 de octubre en Argentina fueron un duro golpe al oficialismo que perdió batallas decisivas en los distritos electorales más importantes. En la Provincia de Buenos Aires triunfó el antiguo jefe del Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner y hoy líder de la oposición, Sergio Massa. En la Capital Federal salió vencedora Gabriela Michetti, candidata adscrita al PRO, partido liderado por el también opositor y nuevo aspirante a la presidencia Mauricio Macri.
Aunque el oficialismo anunció la jornada electoral como un éxito -pues conservan las mayorías en ambas cámaras-, lo cierto es que perdieron el quórum decisorio y esto impedirá la aprobación unilateral de reformas constitucionales. Particularmente, de la que hubiese permitido la segunda reelección de la presidenta.
Revista Perspectiva entrevistó al analista político y director de Poliarquía Consultores, Sergio Berensztein, para conocer su diagnóstico de los resultados.
Lo que ocurrió el pasado domingo, ¿fue el final del sueño reeleccionista de Cristina Fernández?
En las elecciones primarias ese proyecto había quedado herido de muerte, y el resultado del domingo 27 de octubre fue una derrota contundente y catastrófica del kirchnerismo en todo el país. Perdió en 20 de los 24 distritos y sobre todo en Buenos Aires, una localidad fundamental para el peronismo. Esto no solo implica el fin de cualquier sueño de reelección sino que pone en duda la capacidad de influencia de la presidenta.
Aunque esté acostumbrada a liderar todas las funciones del Gobierno -aún en temas que no conoce como la economía-, ahora obviamente va a tener más dificultades, menos tiempo, menos capacidad de concentración, y más estrés.
La mayoría de los senadores que ganaron dentro del kirchnerismo son líderes del interior, pragmáticos y moderados. Ahí la pregunta es si la presidenta seguirá tomando decisiones unilaterales o si va a consensuar con ellos.
Otro elemento importante es cómo la presidenta quiere terminar su mandato. En el pasado reciente de Argentina, los presidentes que trataron de llevar una agenda unipersonal en períodos de transición fueron los que peor terminaron, los que más tuvieron problemas judiciales cuando se convirtieron en expresidentes, particularmente Menem y De la Rua. Aquellos que fueron más flexibles e intentaron resolver las cuestiones económicas más urgentes -aunque fracasaron-, tuvieron una presidencia menos problemática, como pasó con Anfolsín y Dualde.
¿Cuál de los dos escenarios es más probable hoy?
La verdad es muy incierto. Uno encuentra en el Gobierno sectores que quieren radicalizar la apuesta económica, seguir con controles financieros extremos en el mercado de divisas, y en los precios. Son los sectores que llamamos aquí más “talibanes”. También hay otros mucho más razonables, que intentan moderar la política económica con un giro pragmático.
No sabemos cuál de estos dos factores de poder interno va a predominar; si vamos a vivir alguna medida alocada o sensata, o si vamos a una situación mixta. No solo hay incertidumbre sobre la salud de la presidenta, acerca de cuándo y cómo va a volver (aún se recupera de la operación de un hematoma en la cabeza), y su eventual capacidad para liderar al país, sino especialmente en cuanto a la agenda económica de los próximos meses.
En 2011 Cristina Fernández logró reelegirse con el 54% de los votos. ¿Cómo llegamos a los resultados de este 27 de octubre? ¿Por qué cambió tanto la percepción de la gente en los últimos dos años?
La votación de estas elecciones a favor del oficialismo fue exactamente igual a la de 2009: 32,18%. Es insólito que el número sea igual, naturalmente se trata de pura casualidad, pero nos obliga a preguntarnos no por qué la gente cambió ahora, sino por qué cambió en 2011.
En ese entonces fueron determinantes el repunte económico y la muerte de Néstor Kirchner, que generó una fuerte solidaridad y empatía con Cristina en un sector importante de la clase media. También fue fundamental la ineptitud de la oposición que se fragmentó en mil pedazos y le facilitó enormemente la tarea a Cristina.
Después de 2011 Argentina volvió a una situación de normalidad en el campo económico. Con el incremento de divisas y la inflación estabilizada a niveles muy altos, el empleo se afectó y paralelamente aumentó muchísimo el crimen. Para colmo estalló un escándalo de corrupción involucrando a figuras muy notables del gabinete, al vicepresidente Boudou e incluso a la familia presidencial. Esto modificó totalmente el entorno.
Sin posibilidades de reelección, ¿quién va a retomar las banderas de kirchnerismo?
Curiosamente en los distritos donde el oficialismo ganó o donde perdió por poco los candidatos eran moderados. No hubo ningún candidato relevante del kirchnerismo que abiertamente estuviera de acuerdo con las políticas más cuestionables del Gobierno: cerrar la economía, pactar con Irán, ignorar las instituciones y limitar la libertad de expresión. En Argentina hubo un giro hacia la moderación.
Cuando uno analiza los principales sucesores o los candidatos sucesores de Cristina, el que tiene más chance es el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, aunque ayer sufrió una derrota importante (su candidato Martín Insaurralde fue vencido por Sergio Massa). Scioli es una persona totalmente sensata, moderada, pro mercado. Es interesante: la presidenta no tiene sucesión porque ella buscó que no la hubiera, para ser la única sucesora del peronismo. Cristina es víctima de su propia estrategia.
¿Cómo ve a Massa?
Massa fue el más fortalecido con estos resultados. Es el que domina la preferencia, de lejos, para las presidenciales de 2015, en una lista de precandidatos conformada por él, Scioli, Macri, Hermes Binner (socialista) y Julio Cobos (radical).
¿Qué distingue ideológicamente a Scioli y Massa?
Son muy parecidos. Pero en Argentina, independiente de quien gane, ninguno va a continuar con la mayoría de las políticas que desplegó Cristina o el kirchnerismo durante estos últimos 10 años.
¿Cuáles son las posibilidades de la candidatura de Mauricio Macri?
El espacio para una opción de centro, moderada, moderna como la que en principio expresa Macri, no es muy amplio. Las dificultades no son solamente de construcción política sino de identificación de espacios efectivos para crecer. En Argentina, las provincias tradicionales como las redes partidarias tradicionales predominan en los partidos: el peronismo y el radicalismo.
Hasta ahora los cambios se han dado sobre todo en los distritos más modernos y dinámicos: la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba. Pero los factores tradicionales predominan en las provincias del interior. Ahí Macri tiene serias dificultades. Su opción es esperar una fragmentación del voto peronista.
Y la heterogénea coalición representada por UNEN en las elecciones, ¿qué posibilidades tiene de cara a 2015?
UNEN es el sello con el cual esta alianza compitió en la sede de Buenos Aires, pero esto no se repite al interior del país. Uno de los problemas que tiene el espacio radical socialista o socialdemócrata en Argentina es que existen identidades políticas fragmentadas. No hubo oportunidad de construir una expresión consistente, coherente, homogénea, ni en las principales ciudades ni en el interior.
Recordemos que esto es Argentina y el problema acá es de egos, y en la política se generan más celos que en el resto de las profesiones. Todavía falta mucho para que constituyan una identidad política con presencia nacional y para resolver la lucha por el liderazgo. Todavía no hay figuras dominantes. Ni Julio Cobos ni Elisa Carrió están ganando la preferencia de los electores.
Es interesante en la política argentina la vigencia del peronismo. Pero con todas las divergencias que tiene, pasando por Menem, los Kirchner, ahora Massa y Scioli, ¿qué es exactamente?
Es cierto que el peronismo tiene múltiples divergencias. Hay una fuerte vertiente de centro pragmático, otra de derecha, otra de izquierda. El peronismo tiene una muy importante base sindical y de dirigentes locales, sobre todo intendentes. Pero más que un cuerpo de ideas y políticas, es el partido del Estado. Se entiende a sí mismo como el “partido de la administración”, el “partido del poder”. Una de sus características es que tiende al personalismo. En el mundo emergente vemos varias experiencias similares, como el Partido del Congreso en India o el PRI de México.